LOS ROTOS
Ese quebranto sin bordes
de llanto inmensurable.
La persistente queja,
la caída continua,
el desconcierto de estar siendo
la catástrofe en los huesos.
Se prefiere volver la vista,
refugiarse en popelina de colores.
Apaciguar los aullidos
con el descolocado
radar de los hospicios,
los psiquiátricos,
las prisiones,
donde ocultar
a los rotos,
los carentes de abrazos,
nacidos a una soledad
sin consuelo.
Porque a nadie le alcanza
para refugiar esa suerte sin párpados.
Y el tiempo agrieta la carne,
filtra humedades,
distiende las sombras
por cada entresijo
y hace de cada madrugada
un avispero de remordimientos.
Oquedales
por donde se cuela
sin tregua
la muerte
para un día.
de la más árida grieta,
ver insólitamente,
emerger el renuevo
que calle a los más escépticos.
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