viernes, 30 de marzo de 2018

François Villon (1341-1463)


Balada de la gorda Margot

 Si amo a la bella y sírvola os asusto?
¿me juzgáis vil y tonto y mentecato?
Tiene ella bienes para todo gusto.
Por su amor ciño daga, escudo y mato.
Cuando alguien viene tomo pronto un vaso
y de la pieza escúrrome callando.
Después le traigo queso y pan, lo abrazo,
si paga bien le digo: “¿Vuelve? ¿Cuándo?
Cuando esté en celo, amigo, lo esperamos
en el burdel en donde el pan ganamos”.

Mas si amanece y no aportó dinero
¡ay de Margot! entonces enfurezco,
no puedo verla, degollarla quiero.
Tomo sus atavíos, salgo al fresco
y con que iré a venderlos la amenazo.
Ella se planta como el Anticristo
y de matarla ahí mismo sería el caso
pues por la muerte júrame de Cristo
que no lo haré. Y así peleamos
en el burdel en donde el pan ganamos.

Pero vuelve la paz, se tira un pedo
más criminal que de un cañón la bala,
riendo me da un golpe, luego, quedo,
“¡súbete!” dice, en tanto que se instala.
Dormimos como un zueco, ambos beodos.
Si despierta y su vientre aún reclama
se alza y me monta, tales son sus modos.
¡Nos aplasta!” gemimos yo y la cama,
“¡Por tu lujuria nos desvencijamos!”
en el burdel en donde el pan ganamos.

Que llueva o truene, tengo el pan seguro.
Soy vicioso y halléme una viciosa.
No sé cuál de los dos lo es más, lo juro.
Y la basura nos parece hermosa
y el honor nos repugna y lo ahuyentamos
en el burdel en donde el pan ganamos.


(Trad.  Rubén Reches)

Fuente: Cainabella blog

Xel - Ha López Méndez (México)

Acariciando a Charly Miau después

del trabajo



Mi gato y yo odiamos la riqueza
escribimos una nota para que se mueran los ricos
para que se les reviente la mano bajo la máquina textil de unos chinos
bajo la máquina infernal de una marca bonita
odiamos a los ricos porque viven en los bosques
como los lobos como las princesas
y se comen los frutos buenos y el aire bueno
no queremos defender a nadie
nosotros también odiamos a los pobres
que se comen la sombra del fruto malo y el aire malo
y siempre enseñan una mano sucia
y nadie los entiende
mi gato y yo velamos por nuestro tazón lleno
he dicho lleno para que quede claro
ni desbordado ni vacío
he dicho velamos
porque los pobres se roban la tranquilidad del gato
y los ricos nos roban por las noches algo más que el sueño
odiamos la miseria
pedimos que a los ricos se los coman los gusanos desde las tripas vivas
pedimos a los ricos que se acerquen y que les duela algo
que jamás se les quite
pedimos que a los ricos les duela
algo
alguna cosa
distinta en el cuerpo
alguna vez.
 
 
(Fuente: El hombre aproximativo blog)


Wislawa Szymborska (Polonia)

Las tres palabras más extrañas



Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.


Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

jueves, 29 de marzo de 2018

Antonio Cisneros (Perú)

La araña cuelga demasiado lejos de la tierra



La araña cuelga demasiado lejos de la tierra,
tiene ocho patas peludas y rápidas como las mías
y tiene mal humor y puede ser grosera como yo
y tiene un sexo y una hembra -o macho, es difícil
saberlo en las arañas- y dos o tres amigos,
desde hace algunos años
almuerza todo lo que se enreda en su tela
y su apetito es casi como el mío, aunque yo pelo
los animales antes de morderlos y soy desordenado,
la araña cuelga demasiado lejos de la tierra
y ha de morir en su redonda casa de saliva,
y yo cuelgo demasiado lejos de la tierra
pero eso me preocupa: quisiera caminar alegremente
unos cuantos kilómetros sobre los gordos pastos
antes de que me entierren,
y ésa será mi habilidad.
 
 
 
(Fuente: El hombre aproximativo blog)

Angel Ortuño (México, 1969 - 2021)

 

Flores tropicales en un invernadero



Así pasa a veces en la vida
caballeros.
Una máquina me destrozó la mano
y perdí
mi trabajo de cajero en una sex-shop.

Lo digo con vergüenza
por ahí he visto cosas
que no quisiera hacerles.
Sé también que los jóvenes
abarrotan nuestras prisiones y que al lado
de la mugre y el hedor de las celdas
este camión recuerda
el dulce paladar de una princesa rusa
o los párpados de usted
antes de cincuenta años de cosméticos.
Pero no me desvío del asunto.
Yo no quiero pedirles
ni dinero ni ayuda.
Sólo que no aparten la vista cuando termine de quitarme la
venda.


(Fuente:  El hombre aproximativo blog)


miércoles, 28 de marzo de 2018

Alfonso Alcalde (Chile, 1921-1992)

Variaciones sobre el Tema del Amor y  la Muerte

 

*

AQUELLOS
que ensalzaron
sus odios, la coquetería
y hasta la breve total
ilusión del momento,
y se desnudaron
y enemigos atroces
mordiéronse estrangulados
cantando
y volvieron una y otra vez
sobre sus cuerpos
y jamás los encontraron
EL AMOR LOS PROTEJA

*

AQUELLOS
suicidas
decapitados a borbotones
aún anclados dentro de la muerte,
aquellos que se devoraron
frotándose como piedras
para iniciar el primer fuego
EL AMOR LOS BENDIGA

*

AQUELLOS
que abandonaron sus ropas,
las inexplicables llaves de los hogares
y borraron toda huella de vida
ultimándose uno al otro
acusándose de mutua fidelidad
y blasfemaron sobre el único
cadáver del amor
SEAN ENSALZADOS

*

AQUELLOS
desgarrados en la despedida
los que murieron
al quedar aislados
y después regresaron como
bólidos
chorreando comprensión
justicia, perdón, ecuanimidad
y adulterio de rodillas
DEBEN SER ADMIRADOS

*

AQUELLOS
que oraron al borde de los catres
junto a las rejas que parecian ataúdes
que son ataúdes y en general todos
aquellos que practicaban la indivisibilidad
del ser, la gestación como maldición,
la fecundidad por descuido,
los que se multiplicaron
a la deriva de sus grandes derrotas
y huecos permanecieron y vacíos vivieron:
los que encadenaron, ataron, sumaron
compraron o vendieron a una sola mujer
crucificándola de espaldas todas las noches
solitarias.

*

AQUELLOS
que hicieron un culto de la tentación
y tentados se odiaron y tentados también
se amaron hasta con desgarrado frenesí;
los que estuvieron dentro de sus cuerpos
sólo un momento, desalojándolos después
por todas sus heridas.
Los que los habitaron a medias, tímidos
blasfemos de una jornada, los que en una
noche recuperaron el amor de una vida,
los que en una vida como una gota sobre la piedra
perforaron el amor y lo horadaron sin importarles
el tiempo, imperturbables, eternos en su porfía
y luego la piedra, la mujer, se diluyó con la
primera luz del alba, de la muerte, del día.

*

AQUELLOS
que disecaron sus solitarias
porciones de tristeza
a lágrima viva y luego ultrajaron
el llanto
en algunos profundos cuartos
azules borrosos amarillentos
de hoteles de tercera clase
siempre con un decapitado al final
trancando la única puerta de escape.
AQUELLOS
que exterminados de bruces
marchitos para siempre
hirvieron en su propio
cristalino y transpirado caldo glorioso
TODOS SEAN PERDONADOS

*

AQUELLOS
que inventaron
y patentaron la dicha
a tanto la hora, el
milímetro y el pedazo
de blando, desvaído
seno
ya irremediablemente
sin resorte
a tanto la barata imperdonable
presa,
la pierna suelta
en su estantería
liquidándose por vejez y fin de temporada
en nombre de la pureza total
y la plácida música
de los dientes apretados
de la mujer
cuando se aferra a ella misma
escapando de su cuerpo,
como si una tempestad
inexplicable y vengativa
les soplara los huesos y huyera
despeñándose entre los colchones
los acantilados y el mar
EL AMOR LOS REDIMA

*

AQUELLAS
que esperaron de pie
dar a luz un pedazo de algo,
de musgo, de mano o dedo útil,
de pared humana, de benéfico rocío
inspiradas en el frenético deseo
de proyectarse o eternizarse
en nombre del hastío
la pereza
y la esperanza
RECIBAN NUESTRA GRATITUD

*

AQUELLAS
que en su sexo como un cráter
escucharon zumbar la tierra
y los hirvientes huesos
del hombre
bajo la entraña terrestre
y abrieron las piernas
en nombre de la perpetuidad
de la especia, y por último
parieron a desgano hijo tras hijo
y fueron abrumadas con el peso del
universo que se licuó en el alma,
que les apuró los huesos, que se
los quebró, quemándolos hasta que
un fino hilo rabioso circuló por sus
rostros y giró y giró hasta envejecerlas
para siempre como espejo roto.

Anne Carson


"Ella"

Traducción de Juan Carlos Villavicencio






Ella vive en un páramo en el norte.
Ella vive sola.
La primavera se abre ahí como una espada.
Viajo todo el día en trenes y traigo un montón de libros –

algunos para mi madre, algunos para mí
incluyendo la Obra Reunida de Emily Brontë.
Esta es mi escritora favorita.

También mi principal temor, al que me quiero enfrentar.
Cada vez que visito a mi madre
siento que me convierto en Emily Brontë,

mi solitaria vida a mi alrededor como un páramo,
mi cuerpo desgarbado pisoteando los lodazales con una mirada de transformación
que muere cuando entro por la puerta de la cocina.
¿Emily, cuál es la carne que necesitamos?



en The Glass Essay, 1995











She

She lives on a moor in the north. / She lives alone. / Spring opens like a blade there. / I travel all day on trains and bring a lot of books— // some for my mother, some for me / including The Collected Works Of Emily Brontë. / This is my favourite author. // Also my main fear, which I mean to confront. / Whenever I visit my mother / I feel I am turning into Emily Brontë, // my lonely life around me like a moor, / my ungainly body stumping over the mud flats with a look of transformation / that dies when I come in the kitchen door. / What meat is it, Emily, we need?









Fuente: Descontexto

Anne Sexton

"El arte negro"

Traducción de Juan Carlos Villavicencio






¡Una mujer que escribe siente demasiado
aquellos trances y augurios!
Como si las bicis y los niños y las islas
no fueran suficientes; como si fueran chismosos y dolientes
y las verduras nunca fueran suficientes.
Ella piensa que puede advertir a las estrellas.
Una escritora es esencialmente una espía.
Cariño mío, yo soy esa chica.

¡Un hombre que escribe sabe demasiado
de tales hechizos y fetiches!
Como si las erecciones y los productos y las convenciones
no fueran suficientes; como si máquinas y guerras
y galeones nunca fueran suficientes.
Con muebles usados fabrica un árbol.
Un escritor es esencialmente un criminal.
Cariño mío, tú eres ese hombre.

Nunca nos amamos a nosotros mismos,
odiando incluso nuestros sombreros y zapatos,
nos amamos, preciosos, preciosos.
Nuestras manos son de color azul claro y suave.
Nuestros ojos están llenos de terribles confesiones.
Pero cuando nos casamos
los niños se largan disgustados.
Hay demasiada comida y aquí no queda nadie
para tragarse toda esta abundancia tan extraña.





en Poetry, agosto 1962











The Black Art

A woman who writes feels too much, / those trances and portents! / As if cycles and children and islands / weren’t enough; as if mourners and gossips / and vegetables were never enough. / She thinks she can warn the stars. / A writer is essentially a spy. / Dear love, I am that girl. // A man who writes knows too much, / such spells and fetiches! / As if erections and congresses and products / weren't enough; as if machines and galleons / and wars were never enough. / With used furniture he makes a tree. / A writer is essentially a crook. / Dear love, you are that man. // Never loving ourselves, / hating even our shoes and our hats, / we love each other, precious, precious. / Our hands are light blue and gentle. / Our eyes are full of terrible confessions. / But when we marry, / the children leave in disgust. / There is too much food and no one left over / to eat up all the weird abundance.


(Fuente:  Descontexto)










domingo, 25 de marzo de 2018

Susana Thénon (Buenos Aires, 1937-1990)


VERDUGO
 
Una voz cercana
me repite: descansa,
y yo
descansar no podría
sino como en sueño
latente,
como flecha que reposa
en su carcaj.
Cada día
mis horas
se tornan más agudas,
más ásperas,
desde que no respiro
y el sol me arde.
Conozco las palabras
a cuyo sonido
las puertas vuelan como plumas
y el cielo es un cojín a los pies.
Conozco el castigo.
Conozco todos los castigos.
Pero hoy amanecí verdugo. 
 
 
MINUTO
En todo instante
se renueva
la fugaz memoria de los espejos,
el perfil hosco de los cuerpos oxidados,
el andamiaje de palabras
no habitadas por manos
o por bocas oscuras.
El tiempo arruga los caminos,
borra las miradas lejanas,
va encendiendo la muerte en los rincones.
Y cómo no saber esto:
llegará un minuto vacío
que añore nuestros rostros. 
 
 
CÍRCULO 
 
Digo que ninguna palabra
detiene los puños del tiempo,
que ninguna canción
ahoga los estampidos de la pena,
que ningún silencio
abarca los gritos que se callan.
Digo que el mundo es un inmenso tembladeral
donde nos sumergimos lentamente,
que no nos conocemos ni nos amamos
como creen los que aún pueden remontar sueños.
Digo que los puentes se rompen
al más leve sonido,
que las puertas se cierran
al murmullo más débil,
que los ojos se apagan
cuando algo gime cerca.
Digo que el círculo se estrecha cada vez más
Y todo lo que existe
Cabrá en un punto. 
 
 


NO 
 
Me niego a ser poseída
por palabras, por jaulas,
por geometrías abyectas.
Me niego a ser
encasillada,
rota,
absorbida.
Sólo yo sé como destruirme,
cómo golpear mi cabeza
contra la cabeza del cielo,
cómo cortar mis manos y sentirlas de noche
creciéndome hacia adentro.
Me niego a recibir esta muerte,
este dolor,
estos planes tramados, inconmovibles.
Sólo yo conozco el dolor
que lleva mi nombre
y sólo yo conozco la casa de mi muerte.
CAMINOS 
 
Ceguera del gesto
cuando en vano se aferra
al muro espeso de los hechos consumados.
Densa guitarra de la sangre
acompañando la canción
nocturna y subterránea.
Deambular entre gritos
anónimos,
entre multitudes de hambre,
bajo cielos ajenos.
Entre mansos,
Desesperanzados ecos. 
 
 
 
AQUÍ 
 
Clávate, deseo,
en mi costado rabioso
y moja tus pupilas
por mi última muerte.
Aquí la sangre,
aquí el beso roto,
aquí la torpe furia de dios
medrando en mis huesos.
NO ES UN POEMA 
 
Los rostros son los mismos,
los cuerpos son los mismos,
las palabras huelen a viejo,
las ideas a cadáver antiguo.
Esto no es un poema:
es un grito de rabia,
rabia por los ojos huecos,
por las palabras torpes
que digo y que me dicen,
por inclinar la cabeza
ante ratones,
ante cerebros llenos de orín,
ante muertos persistentes
que obstruyen el jardín del aire.
Esto no es un poema:
es un puntapié universal,
un golpe en el estómago del cielo,
una enorme náusea
roja
como era la sangre antes de ser agua.


POEMA
Yo creo en las Noches”.
R. M. Rilke
Ayer tarde pensé que ningún jardín justifica
el amor que se ahoga desaforadamente en mi boca
y que ninguna piedra de color, ningún juego,
ninguna tarde con más sol que de costumbre
alcanza a formar la sílaba,
el susurro esperado como un bálsamo,
noche y noche.
Ningún significado, ningún equilibrio, nada existe
cuando el no, el adiós,
el minuto recién muerto, irreparable,
se levantan inesperadamente y enceguecen
hasta morirnos en todo el cuerpo, infinitos.
Como un hambre, como una sonrisa, pienso,
debe ser la soledad
puesto que así nos engaña y entra
y así la sorprendemos una tarde
reclinada sobre nosotros.
Como una mano, como un rincón sencillo
y umbroso
debería ser el amor
para tenerlo cerca y no desconocerlo
cada vez que nos invade la sangre.
No hay silencio ni canción que justifiquen
esta muerte lentísima,
este asesinato que nadie condena.
No hay liturgia ni fuego ni exorcismo
para detener el fracaso risible
de los idiomas que conocemos.
La verdad es que me ahogo sin pena,
por lo menos he resistido al engaño:
no participé de la fiesta suave, ni del aire cómplice,
ni de la noche a medias.
Muerdo todavía y aunque poco se puede ya,
mi sonrisa guarda un amor que asustaría a dios.

Eugenio Montale

Tropezar


Tropezar, trabarse
es necesario
para despertar a la lengua
de su sopor.
Pero el balbuceo no basta
y aunque hace menos ruido
también él está descompuesto. Así,
es necesario resignarse
a una media habla. Cierta vez
alguien habló por entero
y fue incomprensible. Cierto,
creía ser el último
hablante. En cambio ha sucedido
que todos hablan todavía
y el mundo
desde entonces está mudo.

jueves, 22 de marzo de 2018

Enrique Lihn (Chile, 1929-1988)



PORQUE ESCRIBÍ
A Cristina y Angélica
Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.
Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendía la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.
Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
-¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria-.
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces.
De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.
La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudaran
de mi existencia real
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta de agua
-allí, por un momento, siquiera, en esa alturaluego,
al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.
Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.
Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.
Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.



Efraín Huerta (México, 1914-1982)


AY POETA
Primero
Que nada
Me complace
Enormísimamente
Ser un buen poeta
De segunda
Del Tercer Mundo.
 
 
 
ESA SANGRE
 
No la veo, no me baña su doloroso color,
ni la oigo correr sobre las piedras,
ni mis manos la tocan,
ni mis cabellos se oscurecen,
ni siquiera mis huesos se ponen amarillos,
ni aún mi saliva es verde, amarga y pálida.
No la he visto. No. No la he sentido
en mi propia sangre revolotear
como pájaro perdido, llorando
o nada más en busca de descanso.
Es horrible que no llueva sangre española
sobre las ciudades de América,
como sangre de toros embistiendo
o lágrimas de águilas.
Pero sí, sí la veo, sí corre
por el cielo de mi ciudad,
sí la tocan mis manos,
sí mis cabellos oscurecen de miedo,
sí mi boca es una herida espantosa
y mis huesos roja pesadumbre.
La he visto, la he tocado
con mis propios asustadizos dedos,
y todavía estoy quejándome de pena,
de noche, de nostalgia.
Yo soy testigo de esa sangre.
Puedo decir que hablé con ella
como un árbol ensangrentado
con una casa deshabitada;
puedo decir a los incrédulos
que en su corriente iban,
secos, mudos ojos y ojos de jóvenes,
ojos y ojos de niños,
manos, manos de ancianos,
y vientres prodigiosos de muchachas,
y brazos prodigiosos de muchachos,
y mucho, muchísimo dolor,
y dientes españoles,
y sangre, siempre sangre,
Yo era. Yo era simplemente
antes de ver esa sangre.
Ahora soy, estoy, completo,
desamparado, ensordecido,
demasiado muerto para poder, después,
ver con serenidad ramos de rosas
y hablar de orquídeas.
Yo soy testigo de esa sangre,
de esas palomas, de esos geranios,
de esos ojos con sal,
de aquellos mustios vientres
y sexos apagados.
Yo soy, testigo muerto, testigo de la sangre
derramada en España,
reverdecida en México
y viva en mi dolor.
 
 
CON PASIÓN
 
Y así
Le dije
Con desolada
Y cristiana
Bondad:
Desnúdate
Que yo
Te
ayudaré
 
 
 
DE PLANO
 
No hay
Peor
Poesía
Que la
Que no se
Hace
 
 
DISCRIMINACIÓN
 
¿Y
Por qué
Nadie
Habla
De los
Presos
Poéticos?



Efraín Huerta (Guanajuato, 1914 – Ciudad de México, 1982)  ​​