miércoles, 30 de noviembre de 2022

Czeslaw Milosz (Lituania, 1911 - Polonia, 2004)

 

TRES POEMAS 

 

 

Vida venturosa
 

En su vejez le tocaron los años de buenas cosechas.
No había terremotos, sequías ni inundaciones.
Pareció como si aumentara de armonía el recorrido de las
estaciones,
Como si ardieran más las estrellas y el sol brillara más
poderoso.
Ni siquiera en las provincias lejanas estaban en guerra
Crecían generaciones benévolas a los prójimos.
Nadie se burlaba de la buena naturaleza del hombre.
Era amargo dejar la tierra tan renovada.
Envidiaba y estaba avergonzado de su desaliento.
Contento de que junto con él morirá una memoria
adolorida.
 
Dos días después de su muerte un huracán arrasó las
costas.
Humearon de nuevo los volcanes inactivos desde hacía un
siglo.
La lava se arrastraba sobre bosques, viñas y ciudades.
Y la guerra empezaba con un combate en las islas.
 
***
 
 

Estudio de la soledad
 

¿Guardián de los conductos de larga distancia en el
desierto?
¿Guarnición unipersonal de la fortaleza de arena?
Quienquiera que fuese. Veía al amanecer las montañas
plegadas
Color ceniza, encima de la noche que se derretía
Saturándose de violeta, cobrando el colorete líquido,
Hasta que se levantaban, enormes, en la luz naranja.
Día tras día. Y ni se dio cuenta, año tras año.
¿Para quién, pensaba, este esplendor? ¿Para mí solo?
Y seguirá durando, sin embargo, cuando yo perezca.
¿Qué es esto en el ojo de la lagartija? ¿Qué ve el ave de
paso?
Si es que yo soy la humanidad, ¿ella sin mí es ella misma?
Y sabía que era inútil llamar porque nadie de ellos lo
salvará.
 
***
 
 

Atravesando la calle de Descartes
 

Atravesando la calle de Descartes
Bajaba yo hacia el Sena, un bárbaro joven de viaje,
Intimidado con la llegada a la capital del mundo.
 
Fuimos muchos, de Iasi y de Kolozsvár, de Vilna y de
Bucarest, de Saigón
Y de Marrakesh,
Con vergüenza recordando las costumbres domésticas
De las que no se debía hablar aquí a nadie:
Palmadas para llamar a la servidumbre, llegan corriendo
las criadas descalzas,
Repartición de los alimentos con los encantos,
Rezos en coro celebrados por los amos y los criados.
 
Dejé los sombríos distritos.
Entraba en lo universal, admirando, deseando.
 
Después muchos de Iasi y de Kolozsvár, o de Saigón, o de
Marrakesh
Fueron matados porque querían abolir las costumbres
domésticas.
 
Después sus colegas tomaban el poder
Para matar en nombre de las hermosas ideas universales.
 
Mientras tanto de acuerdo con su naturaleza se
comportaba la ciudad,
Con una risa gutural resonando en las oscuridades,
Cociendo largos panes y vertiendo el vino a los cántaros
de barro,
Comprando en los mercados pescado, limones y ajos.
Indiferente al honor y la deshonra y la grandeza y la
gloria,
Porque todo aquello ya fue y se convirtió
En monumentos que representaban no se sabe a quien,
En arias poco audibles o en giros de lenguaje. 
 
Apoyo de nuevo mis codos sobre el áspero granito de la
orilla
Como si hubiera regresado de un viaje por los países
subterráneos
Y en la luz viera de repente la rueda de las estaciones
girando
Donde han caído los imperios y los que vivían han muerto.
 
Y ya no existe ni aquí ni en otro sitio la capital del mundo.
Y a todas las costumbres abolidas les han devuelto su
buena reputación.
Y ya sé que el tiempo de las generaciones humanas es
diferente del tiempo de la tierra. 
 
Y de mis pecados mortales el que mejor recuerdo es uno:
Como pasando una vez por el sendero en el bosque, cerca
del arroyo,
Arrojé una gran piedra sobre la serpiente acuática
enroscada en la hierba.
Y lo que me sucedió en la vida era un justo castigo
Que más temprano o más tarde alcanza a quien rompe la
prohibición.
 
 
(Fuente: Coral O. Victor)

 

Hans Magnus Enzensberger (Alemania, 1929 - 2022)

 

el fin de los búhos

Traducción de Juan Carlos Villavicencio



(1929-2022)


 
 
no hablo por ninguno de ustedes,
hablo por el fin de los búhos.
hablo por la ballena y el lenguado
que habitan su casa oscura,
por el mar de los siete surcos,
por los glaciares,
ellos serán paridos demasiado pronto,
paloma y cuervo, testigos emplumados,
por todos los que moran en el cielo
y los bosques, y el liquen en la gravilla,
por uno mismo sin huellas, por el páramo gris
y las montañas ya vacías.

resplandeciendo en las pantallas del radar
una última vez, evaluado
sobre la mesa de reuniones, tocado
de manera letal por antenas en los pantanos de Florida
y el hielo siberiano, bestia
y junco y laja estrangulados
por cadenas de alerta, acorralado
por las últimas maniobras, desprevenido
bajo las flotantes campanas de fuego,
en el tictac de las emergencias.

ya hemos sido olvidados.
no te preocupes de los huérfanos,
elimina de sus mentes
los sentimientos de confianza,
la gloria, los salmos inmaculados.
ya no hablo por ustedes,
conspiradores de crímenes sin rastros,
ni tampoco por mí, ni por nadie.
hablo por los que no pueden hablar,
por los testigos mudos
por las nutrias y las focas,
por los antiguos búhos de la tierra.


en landessprache, 1960











das ende der eulen

ich spreche von euerm nicht, / ich spreche vom ende der eulen. / ich spreche von butt und wal / in ihrem dunkeln haus, / dem siebenfältigen meer, / von den gletschern, / sie werden kalben zu früh, / rab und taube, gefiederten zeugen, / von allem was lebt in lüften / und wäldern, und den flechten im kies, / vom weglosen selbst, und vom grauen moor / und den leeren gebirgen: // auf radarschirmen leuchtend / zum letzten mal, ausgewertet / auf meldetischen, von antennen / tödlich befingert floridas sümpfe / und das sibirische eis, tier / und schilf und schiefer erwürgt / von warnketten, umzingelt / vom letzten manöver, arglos / unter schwebenden feuerglocken, / im ticken des ernstfalls. // wir sind schon vergessen. / sorgt euch nicht um die waisen, / aus dem sinn schlagt euch / die mündelsichern gefühle, / den ruhm, die rostfreien psalmen. / ich spreche nicht mehr von euch, / planern der spurlosen tat, / und von mir nicht, und keinem. / ich spreche von dem was nicht spricht, / von den sprachlosen zeugen, / von ottern und robben, / von den alten eulen der erde.


(Fuente: Descontexto)

 

Julia Fiedorczuk (Polonia, 1979)

 



Death full of flowers
(A. F. 1930-1994)

 

Los primeros, frente a tu casa, son los junquillos,
largos capullos como anuncio de un verano que durará para siempre.
Las violetas, retazos de cielo en la tierra, en la que se infiltró el invierno.
La enredadera inútil
y un concentrado estallido de cerraja en mayo.
Además: manojos de lilas, e inmediatamente después
el jazmín y el olor del jazmín.
Tras los muguetes, la inauguración del verano en las pesadas cabezas de las peonías.
Y las malas hierbas: amapolas, acianos, cizañas (antes comunes,
ahora cada vez más raras), y por último cientos
de especies de aster, hasta el momento de limpiar los jardines,
cuando los colores se adentran en las hojas,
cuando las hojas se vuelven una manta colorida
para los que duermen cerca de la tierra.

 

***

Julia Fiedorczuk (1975) es poeta, escritora, traductora, crítica literaria y profesora de Literatura Americana en el la Universidad de Varsovia. Ha publicado los poemarios Listopad nad Narwią (Noviembre en el Narvia, 2000), Bio (Bio, 2004), Planeta rzeczy zagubionych (El planeta de las cosas perdidas, 2006), Tlen (Oxígeno, 2009) y Tuż-Tuż (Cerca muy cerca, 2012). Ha publicado también el libro de relatos Poranek Marii i inne opowiadania (La mañana de María y otros cuentos, 2010) y las novelas Biała Ofelia (La blanca Ofelia, 2011) y Nieważkość (Ingravidez, 2015). Listopad nd Narwią fue designado mejor debut del año, y por un conjunto de poemas de Bio (en versión alemana  de Doreen Daume) recibió el Hubert Burda Preis para poesía joven (2005). Sus traducciones incluyen a autores como Wallace Stevens, Laura Riding, John Ashbery y Yusef Komunyaka, así como una colaboración con Laurie Anderson que dio como resultado el libro Język przyszłości (Lengua del futuro, 2012). Por su parte, sus poemas han sido traducidos a 19 idiomas (al español para la antología de poesía polaca contemporánea Poesía a contragolpe, elaborado por Abel Murcia, Gerardo Beltran y Xavier Farre). Fiedorczuk es miembro de ASLE (Asociación para el Estudio del Lenguaje y el Medio Ambiente), y su interés por la ecología y su relación con los lenguajes poéticos y científicos.


Extraído de Julia Fiedorczuk, Oxígeno. Poemas 2000-2017. Traducción, selección y nota de Gerardo Beltrán, DR Granises, Servicios Editoriales y de Comunicación, S. A., (La Otra), Ciudad de México, 2017 | Buenos Aires Poetry 2022

 

Hans Magnus Enzensberger (Alemania, 1929 - 2022)

 



Nuevos motivos por los que los poetas mienten     

 

 
Porque el instante 
en que la palabra feliz 
se pronuncia no es nunca el instante de la felicidad. 
Porque los labios del sediento 
no hablan de sed. 
Porque por boca de la clase obrera 
nunca oiréis las palabras clase obrera. 
Porque el desesperado
no tiene ganas de decir
«estoy desesperado».
Porque orgasmo y Orgasmo
son incompatibles.
Porque el moribundo, en lugar de decir,
«me estoy muriendo»
no emite más que un ruido sordo
que nos resulta incomprensible.
Porque los vivos
son los que rompen el tímpano de los muertos
con sus terribles noticias.
Porque las palabras acuden siempre demasiado tarde
o demasiado pronto.
Porque de hecho es otro,
siempre otro,
el que habla,
y porque aquel de quien se habla
calla.




poesía alemana, Titanic
HANS MAGNUS ENZENBERGER
(1929, Kaubfberen, Baviera / 2022, Munich, Alemania)
De: "El hundimiento del Titanic", Anagrama, 2015
Traducción: Hebertto Padilla 

Imagen en  Sport

(Fuente: El Poeta Ocasional)

 

Ernesto Cardenal (Nicaragua, 1925 - 2020)

 

HA LLEGADO AL CEMENTERIO TRAPENSE LA PRIMAVERA



Ha llegado al cementerio trapense la primavera,
al cementerio verde de hierba recién rozada
con sus cruces de hierro en hilera como una siembra,
donde el cardenal llama a su amada y la amada
responde a llamada de su rojo enamorado.
Donde el reyezuelo recoge ramitas para su nido
y se oye el rumor del tractor amarillo
al otro lado de la carretera, rozando el potrero.
Ahora vosotros sois fósforo, nitrógeno y potasa.
Y con la lluvia de anoche, que desentierra raíces
y abre los retoños, alimentáis las plantas
como comíais las plantas que antes fueron hombres
y antes plantas y antes fósforo, nitrógeno y potasa.
Pero cuando el cosmos vuelva al hidrógeno original
—Porque hidrógeno somos y en hidrógeno nos hemos de convertir—
no resucitaréis solos, como fuisteis enterrados,
sino que en vuestro cuerpo resucitará toda la tierra:
la lluvia de anoche, y el nido del reyezuelo,
la vaca Holstein, blanca y negra, en la colina,
el amor del cardenal, y el tractor de mayo.
 
 
(Fuente: Daniel Rafalovich)

Weldon Kees (Estados Unidos, 1914-1955)

 

Robinson en casa




Las cortinas abiertas y la puerta entornada.
Todo el invierno pareció que un oscurecimiento
comenzaba. Ahora, sin embargo, el brillo de la luna y los olores de la calle
conspiran, combinándose en una única cosa.

He aquí los cuartos donde vive Robinson.
Esta luz mortecina, descolorida y pálida,
como si acá se hubieran refugiado todos esos borrosos
amaneceres de la primavera, tal vez únicamente para Robinson.

Que ahora duerme. Si acaso se filtrara por los pisos más música,
o la luna brillara con diferente luz,
quizá despertaría para oír el noticiero de las diez,
en el que se hablará de cosas espantosas, moderadamente.

Duerme por el cansancio, pero aquel viejo deseo suyo de morir así
ha disminuido un poco. Ahora solo le queda esa frialdad
que debe llevar puesta. Pero no mientras duerme. Riguroso académico, viajero,

o rústica figura barbuda y en cuclillas en medio de una cueva,
un francotirador de mirada de lince en una barricada,
un hereje encerrado en una catacumba, un libertino célebre,
un mendigo en la calle, el confidente de los Papas,

todos esos es Robinson en sueños, quien mientras se da vuelta
en la cama masculla: “Hay algo en este manicomio
de lo que yo soy símbolo. Esta ciudad. Oscura. Pesadilla.”
                                                                  Se despierta bañado de sudor
y de la luz terrible de la luna. Oye algo que podría ser silencio:
zumba como los cables allá lejos, sobre las azoteas,
y el viento embolsa las cortinas y las hace flamear dentro del cuarto. ~

 

 



Weldon Kees
Weldon Kees
(Estados Unidos, 1914-1955) fue, además de poeta, un reconocido novelista, autor teatral y pintor. A su primer libro, 
The Last Man (1943), considerado por Harold Bloom un acontecimiento en la historia de la poesía estadounidense moderna, le seguirían otros volúmenes de versos de los que este tomo ofrece una amplia selección.

El 19 de julio de 1955 desapareció sin dejar rastro: su coche fue encontrado, con las llaves puestas, en las inmediaciones del Golden Gate Bridge en San Francisco. Nadie volvió a verlo. Si bien se cree que murió, el mito lo imagina reinventado y reencarnado del otro lado de la frontera, viviendo una nueva vida en México.
De: "El Club del crimen", Vaso roto Ediciones

Versión de Ezequiel Zaidenwerg
Imagen: Dan Wynn Archive

 

(Fuente: El Poeta Ocasional)

 

Yaiza Martínez (Las Palmas de Gran Canaria, España, 1973)

 


DOS POEMAS DE LA ESCUELA DE LAS ÓRBITAS

 


 

 

 

ROBLE

 

 

I

 

La quietud solar del padre inclina

la órbita de los pájaros:

 

le hacen cosquillas a la puerta vieja

las aves pasando

generación tras generación.

 

II

 

Para espantar y proteger,

el padre enseña sus dientes de lobo.

 

Para repartir cucharas de sombra,

se recorta bajo la galaxia

como una puerta negra.

 

III

 

Con el fuego de los estantes

el roble atraviesa los libros;

 

y así permanece abierta

la puerta roja de las estructuras

cuya memoria el padre concede.

 

 

―――――――――――

 

 

ACEBO

 

 

I

 

Con el azufre rojo de kermes la madre teje la trama:

 

si las leyendas mecen

al elfo del árbol,

ningún fantasma entrará por el tiro.

 

 

II

 

A veces se prende fuego al acebo

y la luz acaba

en la arquitecta de la mezquita de Sakirin,

en los noventa y nueve anillos

de la lámpara que fabricó para las mujeres.

 

 

III

 

También se puede esperar

la perversión de la leyenda:

que una madre quejica

enrede la luz

y el acebo se adueñe del agua.

 

 

 

Yaiza Martínez

La escuela de las órbitas

 

Libros de la hospitalidad

Olé libros

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

Elizabeth Alexander (Harlem, New York, EE.UU., 1962)

 



s/d del autxr

 
 
 
 
ODA PARA ESTE DÍA (CANCIÓN DE ALABANZA) 

Cada día hacemos lo que tenemos que hacer,
caminamos y pasamos al que va junto a nosotros,
algunas veces miramos en los ojos de los demás,
y otras no, casi a punto de hablar o hablando.
Todo lo que tiene que ver con nosotros es ruido.
Todo lo que tiene que ver con nosotros es ruido y zarzal, espina y estruendo,
cada uno de nuestros ancestros reside en la lengua que hablamos.
Alguien está cosiendo un dobladillo, remendando un agujero de algún uniforme,
parchando una llanta, reparando las cosas que necesitan ser reparadas.

Alguien trata de hacer música en algún lugar
con un par de cucharas de madera en un bote de aceite que hace las veces de tambor,
con un cello, un tocadiscos, una armónica, una voz.

Una mujer y su hijo esperan el autobús.

Un agricultor considera el cambiante cielo;
un maestro dice, “saquen sus lápices y empiecen.”

Nos encontramos unos a otros en palabras,
palabras espinosas o lisas,
en susurro o en declamación;
palabras para considerar, y reconsiderar.

Cruzamos caminos de tierra
y avenidas que marcan la voluntad de alguno
y después otros que dicen: “Necesito ver qué hay del otro lado;
sé que hay algo mejor más adelante.”

Necesitamos encontrar un lugar en donde sentirnos seguros.
Caminamos hacia lo que todavía no podemos ver.
Puesto en palabras simples, muchos han muerto para que este día ocurriera.
Canto los nombres de los muertos que nos han traído aquí,
quienes alinearon las vías de los trenes, levantaron los puentes,
recogieron el algodón y las lechugas,
construyeron ladrillo a ladrillo los flamantes edificios
que luego mantendrán limpios cuando trabajen dentro de ellos.

Esta es una canción de alabanza por la lucha;
una canción de alabanza por el día.
Una canción de alabanza por cada señal manuscrita;
por el trabajo que hay detrás de cada mesa puesta.

Algunos viven con el precepto: “Ama a tu vecino como a tí mismo”

Otros por el de no hacer daño, o no tomar más de lo que es necesario.

¿Qué pasaría si la palabra más poderosa fuese amor?
amor más allá del amor marital, filial o nacional.
Amor que proyecta una ensanchada aura de luz.
Amor que no tiene necesidad de defenderse anticipadamente ante la pérdida.

En la brillante chispa que relumbra, este aire de invierno,
todo puede ser creado, cada frase, puede comenzar.

En el borde, en el margen, en la cúspide ---
esta canción de alabanza es para caminar directo hacia esa luz.

Traducción de Antonieta Mercado


PRAISE SONG FOR THE DAY

Each day we go about our business,
walking past each other, catching each other’s
eyes or not, about to speak or speaking.

All about us is noise. All about us is
noise and bramble, thorn and din, each
one of our ancestors on our tongues.

Someone is stitching up a hem, darning
a hole in a uniform, patching a tire,
repairing the things in need of repair.

Someone is trying to make music somewhere,
with a pair of wooden spoons on an oil drum,
with cello, boom box, harmonica, voice.

A woman and her son wait for the bus.
A farmer considers the changing sky.
A teacher says, Take out your pencils. Begin.

We encounter each other in words, words
spiny or smooth, whispered or declaimed,
words to consider, reconsider.

We cross dirt roads and highways that mark
the will of some one and then others, who said
I need to see what’s on the other side.
I know there’s something better down the road.
We need to find a place where we are safe.

We walk into that which we cannot yet see.
Say it plain: that many have died for this day.

Sing the names of the dead who brought us here,
who laid the train tracks, raised the bridges,
picked the cotton and the lettuce, built
brick by brick the glittering edifices
they would then keep clean and work inside of.

Praise song for struggle, praise song for the day.
Praise song for every hand-lettered sign,
the figuring-it-out at kitchen tables.

Some live by love thy neighbor as thyself,
others by first do no harm or take no more
than you need. What if the mightiest word is love?

Love beyond marital, filial, national,
love that casts a widening pool of light,
love with no need to pre-empt grievance.

In today’s sharp sparkle, this winter air,
any thing can be made, any sentence begun.
On the brink, on the brim, on the cusp,
praise song for walking forward in that light.

Copyright © 2009 by Elizabeth Alexander . All rights reserved. Reprinted with the permission of Graywolf Press,
Saint Paul, Minn. A chapbook edition of «Praise Song for the Day» will be published on Feb. 6.
Leído en la Asunción de Barak Obama el 20/01/2009



"Somos una especie de amalgama -dice Alexander- nuestro cerebro no es nada más que otro órgano del cuerpo, no habita fuera de él, por lo tanto relatar una experiencia desde el cuerpo, es solamente una conciencia más concreta y también más entera.
Asimismo, esta conciencia no es sino la conciencia en la que muchos habitan una sola voz. El cuerpo es el altoparlante de nuestros antepasados. Quizás el cuerpo es el propio cuerpo colectivo de la humanidad."
"Podemos considerar que en los libros, en la historia vuelta a contar por la academia, yacen muchos poemas aún por terminar, nuestra historia es un ready made projecl.
Existe tanto allá afuera que no se ha tratado en términos poéticos, que es nuestra responsabilidad asumir esa tarea, ya que el poeta tiene posibilidades que el historiador no tiene, puede llenar los vacíos de la historia con su propia voz. Hay cabida para la imaginación, en un diálogo más libre con el contexto. ¿No es acaso esto muy tentador?"

AE (Series)-- no. 5, año 5 (2002) p 161-172. 
por Rodrigo Rojas



Elizabeth Alexander
(Harlem, New York, EE.UU., 1962)
P


(Fuente: Emma Gunst)

Javier Sologuren (Lima, Perú, 1921-2004)

 

Dos poemas




sorberé el limón del poniente
rebanaré el crepúsculo
masticaré el ocaso

el viento extenderá las hojas
del diario
entre dos frescas alas
veré deslizarse la palabra
         condiciones
sin taparrabo ni sombrero
ignorando quién las impone
y a quién se las impone

los papeles
producirán el canto
de la fricción en la sombra

pero habré de darme tiempo
para envolver las sobras
del injurioso día
 

                (intención)


*

el aguacero sideral encarruja las hojas de la Commedia
el agua antigua reza por las ranuras del pensamiento
los círculos se hunden isócronamente en el espejo
mientras
        un chico lame su helando
        cuenta los carros que pasan
mientras
        las apasionadas melopeas de la tarde
        te toman de la mano y caes
        a pesar de eso
luego
        viene la dulce noche embadurnándote de besos
        y frotándote hollín en las frías sienes
luego
        no sabes    nada    nada    nada

                    (la musa diaria)
 
 
 

En  Cuadernos Hispanoamericanos n° 444, junio de 1987. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes


Foto: Vallejo & Co.
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

Coral O. Victor (Barranco, Lima, Perú, 1968)

 

17
 

Toda piedra esconde un grito
licuado
vívido
 
Si la tiramos al fondo marino
ese grito se hace sólido
negro
 
Si la arrojamos contra la bóveda
un sentimiento acerbo
brota en nosotros
 
Toda piedra esconde
también
una palabra innombrada
 
La traducimos así: poesía.

 

Corina Oproae (Fagaras, Rumania, 1973)

 

ANÁSTASIS 

 

Murió de noche.
La lloré tres días
y luego me senté paciente a su lado
esperando que resucitase.
 
Me habían explicado
que alguien de entre nosotros,
que era santo,
había resucitado
al tercer día
y había subido al cielo.
 
Ella también era santa, pensé,
y mientras esperaba,
tenía el corazón encogido
por si en vez de quedarse
subiría al cielo
ella también.
 
 
_____________________
en "Mil y una muertes", La Garúa, Barcelona, 2016. 
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

martes, 29 de noviembre de 2022

Gonzalo Millán (Chile, 1947 - 2006)

 

Póquer





 

 

 

Todo fue abandonado

precipitadamente

como las colillas,

las cartas y apuestas

del juego de póquer

de unos bomberos.

 

Se marcharon

y aún no han vuelto.

 

Hace mucho tiempo

se apagó el fuego.

 

 

 

en Trece lunas (Antología), 1997


(Fuente: Descontexto)

 

Évelyne Trouillot (Puerto Príncipe, Haití, 1954)

 

Homenaje

 

 
En mi poema
la noche está llena de flotas misteriosas
voraces sus velas
y avaros
sus timoneles dibujan curvas
engañosas
que hacen llorar a la tierra
y mis pies ya están sangrando
sangraron y aún sangrarán
bajo la brecha del ancla
 
No soy de las que agachan la cabeza
y se visten de porcelana
cuando las perlas arrastran
historias malditas en su estela
y el mar asfixia a los temerarios
que han
abrazado al abismo
 
Desconfío de las que
blandas muñecas
alteran
el arrullo guerrero de la madre
para el niño que no nacerá
pues la penumbra se acopló a su silueta
y la noche violó su sexo
 
No soy de las que se postran
lánguidas
ante amores inertes
en puntos de cruz o macramé
en cúpula de plata
o anillo dorado
 
En mi poema
una mujer cruza vadeando
y el día trocó sus cuentos y cantos
por la cadencia oscilante
de orillas fascinadas
por bamboleos insensatos
 
No olvido aquella que
le prometió mil orgasmos luminosos
a su cuerpo
si alcanza la victoria
 
Le doy las gracias
por haber atesorado en lo hondo de su pecho salvaje
el profundo aliento del mar
 
 
(Fuente: La Parada Poética)