viernes, 30 de junio de 2023

José Emilio Pacheco (México, 1939 - 2014)

 

La arena errante





 

 

Los misteriosos médanos cambiaban

de forma con el viento.

Me parecían las nubes que al derrumbarse por tierra

se transformaban en arena errante.

De mañana jugaba en esas dunas sin forma.

Al regresar por la tarde

ya eran diferentes y no me hablaban.

 

Cuando soplaba el Norte hacían estragos en casa.

Lluvia de arena como el mar del tiempo.

Lluvia de tiempo como el mar de arena.

Cristal de sal de la Tierra entera insasible.

Viento que se filtraba entre los dedos.

Horas en fuga, vida sin retorno.

Médanos nómadas.

 

Al fin plantaron

las casuarinas para anclar la arena.

Ahora dicen: «Es un mal árbol.

Destruye todo».

Talan las casuarinas.

Borran los médanos.

 

Y a la orilla del mar que es mi memoria

sigue creciendo el insaciable desierto.




en La arena errante, 1999



(Fuente: Descontexto)

 

Robin Myers (EEUU, 1987)

 

PRIMERAS LECCIONES DE CUIDADO

 

Un poroto en un frasco,
          una explosión
de pececitos, una lagartija
que era de toda el aula y que dormía una noche
en cada casa hasta que la
sortearon. Las tiras de neón del uniforme de una agente de tráfico que medía un metro
veinte,

“nomás decí
que no”,
etcétera,
un bebé de plástico
equipado con un microchip,
perturbadoramente
realista en su peso y su forma de puntuar la
angustia.

Fue el año de las dieciséis amenazas
          de bomba,
el año en que me negaba a comer a menos
que estuviera sola, o sea

de noche, tarde; el pollo, frío, grasiento contra el puño
cerrado, y el helado de vainilla
en un vasito para
          shots.

Después fumé un porrito o dos, volví a casa marchando
          a los tumbos por la nieve,
leí un poco de Kierkegaard en la escuela,
quemé unas galletitas en un hornito eléctrico en la otra punta
del mundo, tomé sorbitos de café
          amargo

en el velorio de un
          desconocido,
pasé por muchos puestos de control, me despedí
llorando en una catramina,
legado de un monitor de derechos
humanos catalán, reducida a mi mínima expresión una vez
más

hasta que al fin paré. Y
ahora
estoy sembrando mi vida en el lecho de un lago,
rodeada de volcanes,
con pancita, sintiéndome
querida, precisamente en medio de un estudio planetario sobre el
aire,

y dejo que el pan
          leve
y que haga de sí mismo un recipiente.
Pan significa
aliento, significa placer, no significa nada, está perfecto así y es
          suficiente:

no sabría muy bien qué más
          decir
salvo que, bueno, es
un poroto
          en un frasco.

 

    Trad. Ezequiel Zaidenwerg

 

EARLY LESSONS IN CARE // A bean in a cup, / a burst / of guppies, a lizard / shuffled around / the class for household overnights, / then raffled / off. Neon sashes for a four-foot traffic cop, // just say / no, / et cetera, a plastic infant / embedded with a microchip, / disturbingly / realistic in its weight and punctuation of / distress. // It was the year of the sixteen bomb threats, / the year I wouldn’t eat unless I was / alone, which meant / late at night, cold chicken greasing the heel / of my fist, vanilla / ice cream in a shot / glass. // Then I smoked a joint or two and trudged home in / the snow, / read some Kierkegaard for school, / charred snickerdoodles in a toaster oven on another edge / of the world, sipped / bitter // coffee at a stranger’s / funeral, / slunk through checkpoints, wept / goodbye in the rattletrap / bequeathed by a deported / Catalan human rights monitor, paring myself / down // again until I stopped. And / now, / sowing my life into a lakebed, / volcano-flanked, / belly soft, / loved, smack-dab in the middle of a planetary study on / air, // I let the bread / grow / in the bowl of itself. / The bread means / breath, means pleasure, means nothing, perfect, just / enough– // I don’t even know what else to / say / about it, okay, it’s / a bean / in a cup.

 

(Fuente: hablar de poesía.com)

 

Marie Howe (Nueva York, EEUU, 1950)

 


DEL DEBATE DE EVA

 

Era igual al momento en que un pájaro decide no comer de tu mano,
y volar, justo antes de volar, al momento en que los ríos parecen aquietarse
y detenerse porque una tormenta está llegando, pero no hay tormenta, o cuando
cien estorninos despegan y se alinean antes de girar y bajar rápido,
muy parecido a cuando manejás sobre hielo resbaladizo, y se te ocurre
que tu auto puede patinar, justo antes de que lentamente empiece a patinar, como
el instante previo a olvidar qué ibas a decir,       
era así, y después era aún así, sólo que
todo el tiempo.

 

  Trad. Carolina Méndez Alí

 

 

PART OF EVE’S DISCUSSION // It was like the moment when a bird decides not to eat from your hand, / and flies, just before it flies, the moment the rivers seem to still / and stop because a storm is coming, but there is no storm, as when / a hundred starlings lift and bank togheter before they wheel and drop, / very much like the moment, driving on bad ice, when it occurs to you / your car could spin, just before it slowly begins to spin, like / the moment just before you forgot what it was you were about to say, / it was like that, and after that, it was still like that, only / all the time.

 

(Fuente: hablar de poesía.com)

 


Wislawa Szymborska (Polonia, 1923-2023)

 

A cien años del nacimiento 

Wislawa Szymborska 

 

AMOR FELIZ Y OTROS POEMAS

 

ALGO EVIDENTE

 

Henos aquí, amantes desnudos,

bellos –y mucho- para nosotros mismos,

sólo cubiertos con hojas de párpados,

recostados en una noche profunda.

Pero saben ya de nosotros, saben,

estas cuatro esquinas, este quinto horno,

esas sombras sagaces sentadas en las sillas

y la mesa con su muy significativo silencio.

Y saben los vasos por qué, en el fondo,

El té se enfría sin que nadie se lo tome.

Swift ya no tiene ninguna esperanza,

nadie lo leerá esta noche.

¿Y los pájaros? No te hagas ilusiones:

ayer vi como en el cielo

escribían abierta y claramente

el nombre con el que te llamo.

¿Y los árboles? Dime qué quiere decir

su murmullo infatigable.

Dices: tal vez el viento tenga a bien saber.

¿Y cómo supo el viento de lo nuestro?

Entra por la ventana una mariposa nocturna

y con sus alas velludas

ensaya despegues y aterrizajes

zumbando terca sobre nuestras cabezas.

¿Acaso ve más que nosotros

con la agudeza de su vista de insecto?

Yo no lo presentí, tú no lo adivinaste:

nuestros corazones brillan en la oscuridad.

 

 

SIN TÍTULO

 

Tanto se quedaron solos,

tanto sin una palabra,

en tal desamor, que merecen un milagro:

un rayo desde una nube alta, convertirte en piedra.

Dos millones de ejemplares de la mitología griega

y no hay salvación para ella ni tampoco para él.

Si cuando menos alguien estuviera de pie junto a la puerta,

si cualquier cosa apareciera, cuando menos un momento, y desapareciera:

algo triste, optimista, de donde sea, de ningún lado,

que provocara risa o miedo.

Pero no va a pasar nada. Ninguna espontánea

improbabilidad. Como en un drama burgués

será una separación correcta hasta el final,

no honrada ni siquiera por un hoyo en el cielo.

En el fondo inconmovible de la pared,

deplorables el uno para el otro,

están de pie frente al espejo, en el que

no hay nada más que un consecuente reflejo.

Nada más que el reflejo de dos cuerpos.

La materia está todo el tiempo en guardia.

Qué larga, amplía y alta,

en la tierra, en el cielo y a los lados

cuida de los destinos innatos,

como si por un corzo inesperado en este cuarto

tuviera que desplomarse el universo.

 

 

TOMANDO VINO

 

Me miró, me dio belleza,

y yo la creí mía.

Feliz, me trague la estrella.

Permití ser pensada

a imagen del reflejo

producido en sus ojos. Bailo, bailo

al compás de repentinas alas.

La mesa es una mesa, el vino, vino

en una copa, que es una copa

y está estando en la mesa.

Y yo soy imaginaria,

increíblemente imaginaria,

imaginaria hasta la médula.

Le hablo de lo que quiere, de las hormigas

que mueren de amor

bajo la constelación del diente de león.

Juro que una rosa blanca

salpicada de vino, canta.

Me río, inclino la cabeza

con cuidado, como si comprobara

un invento. Bailo, bailo

en una sorprendida piel, en un abrazo,

que me crea.

La Eva de la costilla, la Venus de la espuma,

la Minerva de la cabeza de Júpiter

eran más reales.

Cuando él no me mira,

busco mi reflejo

en la pared. Y sólo veo

un clavo del que han descolgado un cuadro.

 

 

PAISAJE

 

En el paisaje del viejo maestro

los árboles tienen raíces bajo el óleo;

el sendero, seguro, que conduce al objetivo,

la brizna de hierba, seria, sustituye la firma,

son las fidedignas cinco de la tarde;

mayo está delicada pero categóricamente detenido,

así pues yo también me detuve: sí, sí, querido,

yo soy esa mujer bajo el fresno.

Mira cuánto me alejé de ti,

qué gorro blanco tengo y qué falda amarilla,

qué bien agarro el cesto para no dejarme salir del cuadro,

cómo poso en un destino ajeno

y descanso de los secretos vivos.

Aunque llames, no te oiré,

y aunque te oiga, no me giraré,

y aunque hiciera ese movimiento imposible,

tu rostro me parecería ajeno.

Conozco el mundo en un radio de seis millas.

Conozco hierbas y conjuros para todos los dolores.

Dios todavía me mira la coronilla.

Rezo todavía por una muerte no repentina.

La guerra es un castigo y la paz un premio.

Los sueños vergonzosos provienen de satanás.

Mi alma es tan evidente como el hueso en la ciruela.

No conozco el juego del corazón.

No conozco la desnudez del padre de mis hijos.

No sospecho que el Cantar de los Cantares

sea fruto de un complejo manuscrito lleno de tachaduras.

Lo que quiero decir está en frases preparadas.

No uso la desesperación, porque no es cosa mí,

y sólo me fue entregada en depósito.

Aunque me cortaras el paso,

aunque me miraras a los ojos,

te dejaría atrás por el borde mismo del precipicio, más delgado que un cabello.

A la derecha está mi casa que conozco por los cuatro costados,

junto con sus escaleras y su entrada al interior,

donde tienen lugar historias no pintadas:

el gato salta al banco,

el sol cae sobre un jarrón de estaño,

detrás de la mesa hay un hombre huesudo sentado que agarra un reloj.

 

 

ENSERES MASCULINOS

 

Es uno de esos hombres que todo lo quieren hacer ellos mismos.

Hay que ser amado con estantes, cajones y guarismos,

con lo que hay en sus armarios o que por debajo asoma.

Taladros, martillos, tenazas, un crisol, una redoma.

No hay cosa que no sirva para nada.

Varillas de paraguas, resortes, una cuchilla oxidada,

pegamentos medio secos, tubos medio exprimidos,

frescos grandes y pequeños con líquidos podridos,

un surtido de piedritas, un yunquecito, un torno,

un despertador y a un lado cien tornillos sin retorno,

un escarabajo muerto dentro de una jabonera,

y esa botella que tiene pintada una calavera,

molduras largas y cortas, enchufes, juntas, un broche,

tres plumas de gallineta traídas del Mamry una noche,

varios corchos de champán atrapados en cemento

y dos lentes chamuscadas durante el experimento,

una pila de tablitas y barritas, cartoncitos y plaquitas

que tuvieron algún día –o tendrán- utilidad infinita,

mangos de distintas cosas, jirones de manta, retazos de cuero,

montones de llaves y clavos y un tirachinas de niño certero…

¿Y si tiráramos algo? –pregunté yo una vez, inocente.

El hombre al que amo me miró severamente.

 

 

RETRATO DE MUJER

 

Tiene que ser para elegir.

Cambiar para que no cambie nada.

Es fácil, imposible, difícil, vale la pena intentarlo.

Tiene ojos, si hace falta, a veces grises, otras azules, negros, alegres, llenos de lágrimas sin motivo.

Se acuesta con él como primera de la fila, la única en el mundo.

Le da cuatro hijos, no le da hijos, le da uno.

Ingenua, pero de buenos consejos.

Débil, pero puede con la carga.

No tiene nada en la cabeza, pero lo va a tener.

Lee a Jaspers y revistas femeninas.

No sabe para qué es ese tornillo y construye un puente.

Joven, como de costumbre joven, constantemente joven.

Tiene en la mano un gorrión con el ala rota,

su propio dinero para un viaje largo y lejano,

un cuchillo, una compresa y un vaso de vodka.

Adónde va con tanta prisa, ¿no estará cansada?

Claro que no, sólo un poco, mucho, no importa.

O lo ama o está encaprichada.

En las buenas, en las malas y por el amor de Dios.

 

 

AMOR A PRIMERA VISTA

 

Ambos están convencidos

de que los ha unido un sentimiento repentino.

Es hermosa esa seguridad,

pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían

no había sucedido nada entre ellos.

Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos

en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles

si no recuerdan

-quizá un encuentro frente a frente

alguna vez en una puerta giratoria,

o algún “lo siento”

o el sonido de “se ha equivocado” en el teléfono-,

pero conozco su respuesta.

No recuerdan.

Se sorprenderían

de saber que ya hace mucho tiempo

que la casualidad juega con ellos,

una casualidad no del todo preparada

para convertirse en su destino,

que los acercaba y alejaba,

que se interponía en su camino

y que conteniendo la risa

se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,

pero qué hacer si no eran comprensibles.

¿No habrá revoloteado

una hoja de un hombro a otro

hace tres años

o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.

Quién sabe si alguna pelota

en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres

en los que un tacto

se sobrepuso a otro tacto.

Maletas, una junto a otra, en una consigna.

Quizá una cierta noche el mismo sueño

desaparecido inmediatamente después de despertar.

Todo principio

no es más que una continuación,

y el libro de los acontecimientos

se encuentra siempre abierto a la mitad.

 

 

Traducción: GERARDO BELTRÁN y ABEL MURCIA SORIANO

Amor feliz y otros poemas. Caracas. bid & co. editor. 2010. Págs. 15-16, 27, 35-36, 43-44,55, 67, 87-88.

 (Fuente: La Mecánica Celeste)

Juan Manuel Silva (Chile)

 

Octavo clima





 

 

Algunos trabajan

                        solo lo que conocen

                                   o lo que pueden entender:

un pintor japonés

            necesitaba la visión del espanto

                        para producir su semejanza

                                   en el biombo del rey.

 

De niño cultivé una imagen

                                   el infierno:

yo

            un abismo de roca dúctil

                        un cañón

                                   de carne viva y barro.

Heridas, fuego, perfección

                        “el vacío es armonioso”,

                        hubiera querido decir.

 

Eso, la idea era evitar la idea

                        los trapos sucios, los tropos,

            y sus trágicas alusiones

            se lavan en casa

así la nvidia

de la imagen

en HD

literal.

 

Como el pintor japonés, todos

                        somos pasos en la nieve

las siete letras del nombre

en el carnet de identidad de un muerto.

 

 

 

en Apiachere, 2023

Libros La Calabaza del Diablo




(Fuente: Descontexto)

 

Philippe Jaccottet (Suiza, 1925 - Francia, 2021)

 

QUE EL FIN NOS ILUMINE
 

Oscuro enemigo que nos combate y nos sujeta, déjame
--los pocos días que soporte-- dedicar mi debilidad y mi fuerza
a la luz: y que me transforme en relámpago al final.
 
Cuanta menos avidez y elocuencia hay en nuestras palabras,
mejor las descuidamos para ver aun en su vacilación el mundo
brillar entre la mañana ebria y la liviandad de la noche.
 
Cuanto menos nuestras lágrimas nublen nuestros ojos
y nuestra gente se paralice por el miedo,
más claras serán las miradas y mejor
reconocerán los perdidos las puertas sepultadas.
 
La borradura sea mi forma de brillar,
la pobreza sobrecargue de frutos nuestra mesa,
la muerte, cercana o vaga según ella quiera,
sea el alimento de la luz inextinguible.


(Traducción y Fuente: Lab de Poesía)

César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 1892 -París, 1938)

 

Cuídate, España


XIV

¡Cuídate, España, de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima a pesar suyo,
del verdugo a pesar suyo
y del indiferente a pesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaveras!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!…

En "España, aparta de mí este cáliz" *, Obra poética completa, Francisco Moncloa Editores, Lima, 1968

*"Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya", Lucas 22.42

Nota: Hace 70 años, con la caída de Barcelona (enero), Madrid (marzo) y otras ciudades defendidas por el ejército y las milicias del gobierno legal republicano, finalizó la Guerra Civil española.


Foto: Montblanch, cerca de Barcelona, 25 de octubre de 1938, despedida de las Brigadas Internacionales Robert Capa /Agencia Magnus

 

(Fuente: Campo de maniobras)

 

Gamaliel Churata (Arequipa, Perú, 1897 - Lima, 1969)

 

 

I


Tumbo rojo sobre la orilla

manojos de estrellas trilla,

palpitaciones de pleamar.

Sobre la grupa de los cielos

se amontonan los vuelos

en tormentosa ebullición.

Su canto el ave asume

i su menuda prestancia insume

en la fiereza pedernal.


Espumajo de la sombra

sus viejos ritos combra

desde hoy para el ayer…

Coraza de sagradas canciones

sabes que todas la oraciones

se encaminan a la Oración…

I eso es en el corazón pedernido

la fresca leche de alborada

reventando el rosado pezón.


VII


Leves fugas

en las pampas

cuando entonan su canción los pajonales

a la luz de los relámpagos.

Ronco grito,

voz de trueno,

resonancias de las piedras

cataclismo de las horas en las horas expirantes.

Cuela el cierzo

finas flechas,

arduas flechan los tendones de las bestias

mientras graves parpadean cielos cárdenos...

 

(Fuente: Sol negro)


José Antonio Mazzotti (Lima, Perú, 1961)

 


A un joven poeta activista

 
No me hables
de la Realidad, a mí
hundido en cien batallas,
diez cantinas, una cárcel y tres parques cuatro veces al año. No me digas
cómo lavar las paredes de Lima,
ni cómo darles vuelta a los relojes de la Catedral.
Si a veces me sorprendes
cargando un libro de poemas, no
me lo reproches: el oficio
exige mil respuestas para cada caminata
y Lima tiene más veredas que tu espesa cabellera.
No me hables
de la Realidad, por Dios, no me la pintes
de negro o rosa o verde o marquesinas.
Cuida tu verbo, que es tu carne, cuida el piso
en que también caminas:
 
métete la realidad en el poema.
***
 
Poemas no recogidos en libros (1981).
 

Sakra Boccata

21
Huele el viento a espuma del Atlántico
La sombra se articula como un rumor extranjero
De campanadas al compás del río
Una extraña picazón le raspa los pies a la ciudad
El Ciego deambula
Preguntando por el otro es el tiempo
de los Vientos Árticos
Y el Hada Cristalina que toca con su vara erecta
Cuanto en piedra en barro en polvo
Se le tiende y lame
Es el tiempo de la alfombra mágica del último rosal
el que aún tiene
La yema relumbrante de las cortaduras
Las pasiones secretas y las interrumpidas
Las miradas profundas que por un instante
Arrojan su deseo por la lengua
Es el tiempo es el tiempo —el Hada proclama—
Pidiendo que le rasguen las propias vestiduras
Con las arañas de un pincel
 
Así
Mirábanle y mirábanse alterados
Cubierto el mundo de doradas hojas de crujidos
Y colas acolchadas reventando
En la punta las flores encarnadas
Y al centro las agujas retorciéndose
***
 
Sakra Boccata (2006)
 
13

Cochas

 

Dedo de río cabalgando sobre la gamuza
Paisaje en miniatura de la vía láctea
Hasta aquí he llegado para buscar en tu
Barriga nebulosa el batracio de luz
 
Quiero mirar sus aletas estirando rocío
Airear su ignorancia de milenios por donde
Se pisa el silencio de estar en esta bola
Mirando los luceros hasta encontrar un signo
 
De pronto una sirena se levanta del fondo
Los cabellos se le erizan de hermosura azul
Los ojos se le erectan como dos orquídeas
Ardiendo en la sombra de su tímida calma
 
Ella seduce al viajero como una lluvia la balsa
Lo lleva por castillos de amatista adonde no
Puede llorar para salvarse y se quema
Abandonado como un huérfano en la noche
 
En ese laberinto yanamayu se presenta
Señora de las boas de los fondos limosos
Allí lamen su escama las perlas de los peces
Y le abren paso ante la gruta dentada
 
Ella te habita como el alma la montaña mágica
Como una bocanada de aire puro los pulmones
Como la inercia de la ola que no encuentra
Consuelo entre las piedras de la playa dorada
 
Estruja tus tobillos de placer infinito lamiendo
Las comisuras de los dedos líquidos que soba
En su camino sinuoso que se escurre en la noche
Como el ave en el aire o el hombre en la hembra
 
Así desapareces en la bruma encendiendo cien ojos
El cielo toca por primera vez la hondura infinita
Goza la gloria tu ligera turbulencia que sólo dice
Las letras del vacío cuando ya eres un recuerdo

 

Apu Kalypso / palabras de la bruma (2015).

 

(Fuente: Lab de Poesía)

Edwin Morgan (Reino Unido, 1920 - 2010)

 

Hiena


Te estoy esperando.
He viajado toda la mañana entre la maleza
y no he comido.
Estoy acostada a la orilla del bosque
sobre un camino polvoriento que viene desde el corral calcinado.
Estoy jadeando, es mediodía, no encontré ningún abrevadero.
Soy muy feroz cuando no he comido y aunque mis ojos
se han vuelto rendijas por el sol
debes saber que estoy lista para saltar.

¿Qué piensas de mí?
Tengo un abrigo áspero como África.
Soy ladina y con manchas negras
como las planicies de hirsutos matorrales de África.
Me extiendo como un bulto desgreñado de energía acumulada
como África se extiende en sus aguas.
Troto, galopo, esclavizo, soy rastreadora.
Arqueo los hombros. Devoro muertos.

¿Te gusta mi canción?
Cuando la luna fría y dura se derrama sobre el altiplano,
yo canto y soy esclava de la oscuridad.
Sobre muros de piedra, muros de lodo, sitios en ruinas
y búhos, cae la luz de la luna.
Olfateo un tambor roto. Me erizo. Mi pelaje es de plata.
Aúllo mi canción a la luna — allá va.
¿Te gustaría encontrarme en yermos parajes?

Se dice que soy un buen partido
para el león muerto. Llevo mi hocico
a sus dorados flancos y desgarro.
Es mi cena de oro, pero soy fácil de complacer.
Tengo una multitud de colmillos y los utilizo.
Oh, y mi lengua: ¿te agrado
cuando sale colgando de mi quijada
con tal largura y estoy riendo?
No estoy riendo.
Pero tampoco estoy gruñendo, sólo
jadeo bajo el sol y te muestro
con qué sujeto
la carroña.

Estoy esperando
el pie que resbala,
el corazón que se detiene,
los tendones que se aflojan al saltar,
la pelea a muerte para pelearla a muerte,
la mirada vidriosa y el rumor de la sangre.
Estoy agazapada en mis áridas sombras
hasta que estés listo para mí.
Mi lugar es desmenuzarte
y dejar tus huesos al viento.

 

(Fuente: Life vest under your seat)


 

Giacomo Leopardi (Recanati, 1798- Nápoles, 1837)

 

tres versiones de "el infinito"









 
 
Amé siempre esta colina,
y el cerco que me impide ver
más allá del horizonte.
Mirando a lo lejos los espacios ilimitados,
los sobrehumanos silencios y su profunda quietud,
me encuentro con mis pensamientos,
y mi corazón no se asusta.
Escucho los silbidos del viento sobre los campos,
y en medio del infinito silencio tanteo mi voz:
me subyuga lo eterno, las estaciones muertas,
la realidad presente y todos sus sonidos.
Así, a través de esta inmensidad se ahoga mi pensamiento:
y naufrago dulcemente en este mar.

~

Siempre me fue querida esta colina
Solitaria, y querida esta espesura
Que oculta a la mirada una gran parte
Del último horizonte… Pero aquí,
Sentado, contemplando, ilimitados
Espacios a lo lejos, sobrehumanos
Silencios, profundísima quietud
Finjo en mi pensamiento, donde falta
Poco para aterrar al corazón.
Y como el viento escucho susurrar
Entre el follaje, yo comparo aquel
Infinito silencio y esta voz:
Y llega a mí el oleaje de lo eterno,
Las estaciones muertas, la presente
Y viva, y su rumor. Así, entre esta
Inmensidad se anega el pensamiento
Y naufragar me es dulce en este mar.

~

Siempre quise a este cerro seco,
Y a este seto, que desde todos lados
excluye la mirada del último horizonte.
Pero posando y contemplado, interminables
Espacios de allá lejos y sobrehumanos
Silencios, y una profundísima calma
En mi pensamiento me finjo, por poco
El corazón no se asusta. Y como el viento
Entre estas plantas oigo el crujir, yo que
El infinito silencio voy comparando
A esta voz: me sobreviene lo eterno,
Y las estaciones muertas, y la actual
Y viva, y su sonido. Así entre esta
Inmensidad mi pensamiento se ahoga
Y el naufragar me es dulce en este mar.

***

Versiones de Carlos López S., Pablo Anadón y Nicolás López-Pérez respectivamente
A media voz
El trabajo de las horas

/

L'infinito (canto XII)



Sempre caro mi fu quest’ermo colle,
E questa siepe, che da tanta parte
Dell’ultimo orizzonte il guardo esclude.
Ma sedendo e mirando, interminati
Spazi di là da quella, e sovrumani
Silenzi, e profondissima quiete
Io nel pensier mi fingo; ove per poco
Il cor non si spaura. E come il vento
Odo stormir tra queste piante, io quello
Infinito silenzio a questa voce
Vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
E le morte stagioni, e la presente
E viva, e il suon di lei. Così tra questa
Immensità s’annega il pensier mio:
E il naufragar m’è dolce in questo mare.
 
 
(La comparecencia infinita)

 

Sandro Penna (Perugia, Italia, 1906 - Roma, 1977)

 

  Tres poemas





Andaba por la ciudad, entre las callejuelas
del amado suburbio. Y me topaba
con queridos rostros desconocidos… Y después,
en la portería adonde había ido
en busca de una pieza, encontré…
Encontré algo gentil.

La madre me hablaba del precio a pagar.
Yo estaba en otra orilla. Mi vivienda
ya estaba en el paraíso de la nave. El paraíso
altísimo y confuso, que nos lleva
a beber la cicuta…

Pero volvamos
a la portería, a aquellos sinceros
modos del relato, a aquel vivo rubor…

Pero supremo ante todo era el olor
casto y gentil de la pobreza.

[Poesie, 1939]

*

Las estrellas me miraban si por momentos
entrecerraban los ojos como hacen los gatos

[Una strana gioia di vivere, 1949-1955]

*

¡Qué intenso es el rumor del alba!
Hecho de cosas más que de personas.
A veces lo precede un silbido breve,
una voz que alegre desafía al día.
Pero después en la ciudad todo está sometido.
Y mi estrella es aquella estrella pálida
mi lenta muerte sin desesperar.

[Una strana gioia di vivere, 1949-1955]


Versiones de Roberto Raschella


Foto: Sandro Penna en la Radiotelevisione Italiana (RAI). Captura de pantalla en La Tramontana


Ero per la città, fra le viuzze
dell’amato sobborgo. E m’imbattevo
in cari vissi sconosciuti… E poi,
nella portineria dov’ero andato
a cercare una camera ho trovato…
ho trovato una cosa gentile.

La madre mi parlava dell’affitto.
Io ero ad altra riva. Il mio alloggio
era ormai in paradiso. Il paradiso
altissimo e confuso, che ci porta
A bere la cicuta…
Ma torniamo
alla portineria, a quei sinceri
modi dell’una, a quel vivo rossore…

Ma supremo fra tutto era l’odore
casto e gentile della povertà.

*
Le stelle mi guardavano se a tratti
socchiudevano gli occhi come fanno i gatti.

*
Come è forte il rumore dell’alba!
Fatto di cose più che di persone.
Lo precede talvolta un fischio breve,
una voce que lieta sfida il giorno.
Ma poi nella cittá tutto è sommerso.
E la mia stella è quella stella scialba
mia lenta morte senza disperazione.
 
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

Anne Brontë (Gran Bretaña, 1820-1849)

 

"Versos compuestos en el bosque un día ventoso"

 


 
 
 
 
Mi alma está despierta, mi espíritu se eleva,
      y las alas de la brisa lo acompañan hasta la cima;
la naturaleza salvaje ruge a mi alrededor,
      se despereza para raptar a la tierra y a los mares.

La hierba más crecida se marchita bajo la mirada del sol,
      los árboles desnudos sacuden las ramas más altas
en el suelo las hojas muertas consuman su danza alegre,
      mientras las nubes más blancas surcan el cielo azul.

Me gustaría contemplar cómo azota el océano
      la espuma del oleaje formando torbellinos;
me gustaría ver la huida de las orgullosas olas,
      ¡y escuchar a diario el rugido salvaje del trueno!
 
 
 

Anne Brontë, incluido en Antología de poetas inglesas del siglo XIX (Alba Editorial, Barcelona, 2021, trad. de Xandru Fernández y Gonzalo Torné).
 
 
(Fuente; Asamblea de palabras)

 

Jorge Boccanera (Bahía Blanca, Argentina, 1952)

 



MORIBUNDAJE

 
                          “El dolor no se puede matar”
                                         CRISTIAN ALIAGA
 
 
La bestia del dolor al centro del lago artificial,
la montaña nevada tras los barrotes blancos de la cama,
sábanas y almidón.
Bajo la piel los dados de marfil se juegan un estar, moribundeando vamos, tanteos en la oscuridad de un cuerpo propio, el extranjero de uno mismo.
Se escucha trabajar cerca del lago al pulidor de huesos.
Una radio lejana da noticias de una guerra que termina y empieza
cada día.
 
Al que agoniza le dan de comer en la frente,
le dan de vivir en la boca,
le dan de soñar en el pecho,
le dan de pensar en la sombra.
 
El lago artificial va sin arrugas, ignorante de los colores, sin el latido de una sola hoja, sin el chasquido de una garza.
Sólo el afligido va de aquí para aquí con su pregunta incrustada
en los ojos.
Pero el dolor no hace tratos con nadie.
Y aunque no duela siempre, siempre duele.
Las palabras, las ganas están hechas de aire, ese polvo de oro
fugado de los bolsillos rotos del cuerpo, 
 
Y le dan de comer en la frente,
de vivir en la boca,
de soñar en el pecho,
de pensar en la sombra.
 
Hacer de tripa, corazón; de hueso corazón; de almita, corazón. Pero ¿y de corazón?, ¿una coraza?, ¿un pájaro de
sangre?
Alguien se vuelve anónimo envuelto en su sí mismo.
La bestia del dolor al centro del lago artificial, la montaña nevada tras los barrotes blancos de la cama,
el almidón, las sábanas, los dados de marfil, moribundaje.
Aspirar, exhalar, armar con pedacitos de nada una enorme
paciencia de dientes apretados.
Y el deseo con mordaza en el paisaje de los frascos, el lago artificial, el náufrago aferrado a una astilla de luz, de puntillas de
pie sobre las fauces del vacío.
 
Y le vuelven a dar de comer en la frente,
y de nuevo le dan de vivir la boca,
y otra vez de soñar en el pecho,
y de nuevo le dan de pensar en la sombra.
No hay quien le ponga el cascabel al gato.
 
 
(Fuente: Daniel Rafalovich)


 

jueves, 29 de junio de 2023

Nelson Simón González (Cuba, 1965)

 

La polilla encontrada


La polilla encontrada
entre tus papeles, no es un insecto.
En su pequeño cuerpo
está contenido el insomnio.
En la rapidez con que escapa
al verse descubierta,
tu imposibilidad
de evadir el olvido.
Toda palabra es un hueco.
Puedo decir silla, casa, pájaro o corazón
y no tendría reposo, sombra o libertad,
mucho menos
seguridad de estar viviendo.
La realidad no fluye entre esos dientes
invisibles para el ojo de un hombre.
Pero el sueño sí.
En el audaz pozo que cava la polilla
se desvanecen tus días.
Todo es reducido a ese agujero
donde empolla sus huevos la nada.
De su voracidad depende tu permanencia.
Las palabras son el pasto. Sólo el pasto:
un mundo que finge copiarse
—a sí mismo—
al ser nombrado.
Que nada turbe tu sueño de eternidad.
Acéptalo y con dignidad
inclina
—elegantemente—
la cabeza.

 

(Fuente: Life vest under your seat)


Julieta Paola Mazzara (Córdoba, Argentina, 1976)

 

3 poemas 3


Ahora que ya bajé al barro de la vida...
Ahora que ya sembré esperanzas mentirosas...
Ahora que ya sostuve el infierno entre mis manos...
Ahora que ya lloré el dolor inquietante y punzante...
Ahora que ya sobrellevé mi disfraz de felicidad truncada...
Ahora que ya cumplí  con lo instituido  y lo prohibido...
Ahora que ya habité los laberintos más oscuros y tenebrosos...
Ahora que ya memoricé los versos inventados por el odio...
Ahora que ya acepté tranzar con los demonios cotidianos...
Ahora que ya enfermé hasta la putrefacción de mis entrañas...
Entonces ahora...
El aire es más liviano...
El agua es más clara...
El sol es reflejo oro...
El amigo es hermano eterno...
El amor es compañero... 
El hijo es cómplice sincero...
La lluvia es canto milagroso...
La lucha es toda libertad...
La risa es inconmensurable dicha...
Entonces ahora...
Justo ahora, 
vivo...
siento...
respiro...
vibro...
sueño...
sostengo...
Y AMO ...



 
 
EL AMOR SIENDO Y EN EL AMOR SIENDO

Y una mañana apareciste sorpresivamente bajo un sol ardiente y rojo de enero …
Apareciste con la delicadeza mansa y suave que te enmarca y te enarbola bajo un halo de solemnidad …
Apareciste haciéndome saber sobre tu bondadoso y apacible sentimiento, rebalsado de alquimias indescriptibles…
Apareciste con  la profundidad de tu mirada donde puedo y me permites perderme cada vez que me reflejo en ella …
Apareciste con una sutileza envolvente,  capaz de hacerme viajar a lugares inesperados  …
Apareciste con todas las fuerzas y el ímpetu de un Amor nuevo y energizado hecho carne y pasión …
Apareciste como aparecen los hechizos, detrás de una nube con forma de corazón …
Apareciste amándome como quien ama descaradamente de un sólo impulso y para siempre…
Apareciste con tu voz tierna y sabia,  voz colgada de un arpegio de sonidos de cuerdas…
Apareciste con una dulzura única y una clavada presencia de seguridad en cada una de tus palabras…
Apareciste con un sin fin de maravillas y propuestas salientes de tus manos dadoras de vida…
Apareciste con la verborragia de un enamorado destellando amor incondicional…
Apareciste con tu elixir de amante fuego, sellando y marcando cada una de mis zonas somnolientas de amor…
Y estás… apareciendo,  impulsando,  movilizando,  buscando los destellos de un amor incandescente ; incandescente de luces que solo pueden ser espejo de una mejor y placentera vida .



CON MI COMPAÑERA, EN LA ESCUELA...

Con mi compañera, fluimos y flotamos en los aires más densos y pesados.
Con mi compañera, somos libres e irreverentes.
Con mi compañera, cantamos las historias no contadas. 
Con mi compañera, bailamos los ritmos de la desigualdad, de la ignorancia y también los de la lucha cotidiana.
Con mi compañera, batallamos todos los sinsabores diarios.
Con mi compañera, comemos mandarinas ácidas y en cada semilla que tiramos se van nuestas penas.
Con mi compañera, proyectamos simplemente con una  mirada sincera.
Con mi compañera, hablamos siempre con los mismos códigos de la ética y la justicia.
Con mi compañera, somos niñas haciendo inteligentes  travesuras. 
Con mi compañera, soñamos e inventamos mundos imaginarios e ideales para sobrevivir a la inmundicia que nos rodea.
Con mi compañera, nos sentimos plenas en medio de susurradores y bibliotecas ambulantes. 
Con mi compañera, leemos los poemas más libres e inclusivos.
Con mi compañera, guerreamos para la adquisición de más derechos de les que habitan/habitamos las alulas.
Con mi compañera, tenemos un idéntico transmitir y caminamos juntas.
Con mi compañera, militamos la conciencia de clase en un contexto difícil y paradójico. 
Con mi compañera, institucionalizamos lo que nadie quiere que se vea ni que se escuche. 
Con mi compañera, construimos sentidos desde la literatura y desde nuestras improntas.
Con mi compañera, lucimos incandescentes y luminosos verdes que ciegan a quienes no desean el bien.
Pero jamás podrán quitarnos ni robarnos la fuerza, el coraje, la valentía y la alegría que nos impulsa a trabajar por una educación inclusiva, equitativa y de calidad.





Julieta Paola Mazzara
(Córdoba, Argentina, 1976)

 

 

 

 

 

 

(Fuente: Emma Gunst)

Jorge Andrés Gómez Valdez (Quito, Ecuador, 1984)

 

Del libro «Tonta muerte, mi compañera de juegos»

Ilustración de LINO (Marcelo Torres).
 
 
Voy a serte ruido
cuando el último espasmo 
del visceral grito se desvanezca
y no haya nada más, 
para ti,
que el sueño imposible del silencio
o la aspiración sempiterna
a las palabras disecadas.

Voy a sernos despedida,
aunque en este mundo 
se perpetúe la constancia del saludo
o la inclinación prolongada al abrazo
sobre el lecho de lo que se empecina 
en resistir, 
aunque todo aquello
para lo que nos criaron 
fuera una eternidad adoquinada 
o un par de manos infantiles 
que te muerden la cintura.

Voy a serte muerte
a pesar del tiempo que nos 
desgastamos en vivir,
a pesar del incontenible susurro
de los cadáveres que nos acompañan.

Voy a serte olvido, 
aun cuando nada 
de lo que hemos cultivado
se pierda,
aun cuando todo lo que acostumbramos
acariciar entre los dedos
sea una tribu de estrellas
reventadas en plena flor, 
aun cuando esta promesa luminar
desemboque en algún universo alterno 
corriendo y aullando 
sin torso ni memoria.
 
(Fuente: El hombre aproximativo) 

 

Micaela Paredes Barraza (Chile, 1993)

 

Noche adentro





 

 

 

Escucho una estampida de pájaros nocturnos,

el eco que repiten las piedras sin memoria.

Las hojas empozadas se sueñan en su rama

mientras las aguas callan el curso de las horas.

 

Solo he vivido un día y todo ha sido noche.

 

Herida de ceniza mi frente aún espera.

Oscuras mariposas en mis manos escampan.

Sus alas rotas cargan la errancia de otro entonces,

las esquirlas de un tiempo que en ofrenda se alza.

 

Vivir es soñar días sabiendo que es de noche.

 

 

 

en Nocturnal, 2017



(Fuente: Descontexto)