martes, 31 de mayo de 2022

Mário Cesariny de Vasconcelos (Lisboa, 1923-2006)

 

A un ratón muerto encontrado en un parque

 




 
 
 
Éste terminó aquí su vasta carrera
de ratón vivo y oscuro ante las constelaciones.
Su pequeña medida no humilla
sino a aquellos que todo quieren inmenso
y solo saben pensar en términos de hombre o de árbol,
pues en verdad este ratón destinó como supo (y hasta como no supo)
el milagro de las patas -¡tan cerca del hocico!- 
que finalmente servían muy bien 
para rastrear, huir, agarrar el alimento, volver
atrás de repente, cuando fuera necesario.
¿Es así, Oh, "Dios de los cementerios pequeños"?
¿Pero quién sabe quién sabe cuando hay engaño
en las oficinas del infierno? ¿Quién podría decir
que no era para príncipe o juzgador de pueblos
el ímpetu primero de esta creación
irrisoria para el mundo -con el mundo en ella?
¡Tantas preocupaciones daba a las amas de casa -y a los médicos-!
¿Cómo juzgar el bien y el mal si éstos nos faltan?
Algún mozalbete entendió su vida tan singular
y pasó en ella la rueda con la que se aman
frente a frente víctima y verdugo
¿No tenía amigos? ¿Engañaba a sus padres?
Este minúsculo cuerpo divertido
y ahora estático, acuoso, huele mal.
Sin abusar,
¿qué final ha de darse a este poema?
¿Romántico? ¿Clásico? ¿Regionalista?
¿Cómo acabar con un cuerpo valeroso y humilde
muerto en pleno ejercicio de su lira?
 

En Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, Tedi López Mills, compiladora, Fondo de Cultura Económica, México, 2011
Versión de Eduardo Langagne


Foto: © Archivo DN (Diario de Noticias, Lisboa)
 
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

Paul Laurence Dunbar (EEUU, 1872 - 1906)

 

La deuda

 

 

 

Paul Laurence Dunbar fue un importante poeta estadounidense. Nació el 27 de junio de 1872 en Dayton, Ohio. Sus padres eran antiguos esclavos. Como muchos afroamericanos en Ohio en ese momento, su familia tenía problemas económicos. Sus padres se separaron cuando él tenía solo dos años. Sin embargo, Dunbar asistió a las escuelas públicas de Dayton y se graduó de la escuela secundaria.

Después de graduarse, Dunbar encontró empleo como ascensorista. Recibía cuatro dólares por semana de salario. En su tiempo libre, escribía poesía. Durante la década de 1890 y la primera década de 1900, Dunbar fue reconocido como uno de los grandes poetas de su época. Publicó su primera colección de poesía, Oak and Ivy, en 1892. Continuó trabajando como ascensorista y pagó personalmente los gastos de publicación del libro. Dunbar vendió su libro a los pasajeros del ascensor por un dólar por copia. Pasó los siguientes años visitando grupos de lectura y sociedades literarias en todo Ohio, leyendo su poesía y atrayendo seguidores. En 1895 se mudó a Toledo, Ohio, donde publicó su segunda colección, Majors and Minors. La crítica recibió muy bien esta obra. El editor de Harper’s Weekly le dio al libro una excelente reseña. Una editorial de Nueva York contrató a Dunbar para publicar sus dos colecciones anteriores en un solo volumen llamado Lyrics of a Lowly Life. Se convirtió en un éxito instantáneo.

En 1897, Dunbar viajó a Europa, donde visitó sociedades literarias y realizó lecturas. Regresó a los Estados Unidos y aceptó un puesto en la Biblioteca del Congreso. Los problemas de salud hicieron que Dunbar renunciara a su cargo. Debido a su enfermedad y un matrimonio fallido, Dunbar se deprimió. Recurrió al alcohol para hacer frente a sus problemas y siguió escribiendo. Dunbar fue autor de doce colecciones de poesía, cinco novelas, una obra de teatro y una gran cantidad de artículos periodísticos antes de su muerte por tuberculosis el 9 de febrero de 1906.

La deuda

 

Esta es la deuda que pago
solo por un día desenfrenado,
años de arrepentimiento y dolor,
dolor sin alivio.

Págalo hasta el final —
hasta la tumba, amigo mío,
y te dé una liberación verdadera —
un broche de paz.

Pequeña fue la cosa que compré,
pequeña era la deuda, pensé,
y pobre el préstamo, en el mejor de los casos —
¡Pero Dios mío, el interés!

The Debt

This is the debt I pay
Just for one riotous day,
Years of regret and grief,
Sorrow without relief.

Pay it I will to the end —
Until the grave, my friend,
Gives me a true release —
Gives me the clasp of peace.

Slight was the thing I bought,
Small was the debt I thought,
Poor was the loan at best —
God! but the interest!


Extraído de POETRY | Traducción de Juan Arabia |  Buenos Aires Poetry, 2022


 

Angelina Weld Grimké (EEUU, 1880 – 1958)

 

Fragmento

 

 

Angelina Weld Grimké (1880 – 1958) fue una dramaturga, poeta y educadora estadounidense mejor conocida como una figura del Renacimiento de Harlem de la década de 1920.

Nacido en Boston, Massachusetts, Grimké era parte de una familia de activistas por los derechos civiles y, en generaciones anteriores, abolicionistas. Su padre se desempeñó durante algún tiempo como vicepresidente de la NAACP. Sus tías abuelas (incluida Angelina Grimké Weld) fueron conocidas abolicionistas y defensoras de los derechos de las mujeres en el siglo XIX; influencias significativas para el uso de la literatura por parte de Grimké como herramienta propagandística.

En Afro-American Women Writers (1988), Ann Allen Shockley escribió sobre la obra poética de Grimké: «Como poeta, se convirtió en colaboradora familiar de revistas y antologías del Renacimiento de Harlem. Dieciséis de sus poemas aparecieron en el clásico Caroling Dusk de Countee Cullen. También aparecieron en las páginas de las revistas The Crisis y Opportunity, aunque no se recopiló ninguno para su publicación».

Fragmento

 

Soy la mujer con la piel negra, negra
soy la mujer que ríe con la cara negra, negra
estoy viviendo en los sótanos y en cada lugar repleto de gente
estoy trabajando solo para comer
en el frío y en el calor
y me río
soy la mujer que ríe que ha olvidado cómo llorar
soy la mujer que ríe que tiene miedo de ir a dormir

Fragment

 

I am the woman with the black black skin
I am the laughing woman with the black black face
I am living in the cellars and in every crowded place
I am toiling just to eat
In the cold and in the heat
And I laugh
I am the laughing woman who’s forgotten how to weep
I am the laughing woman who’s afraid to go to sleep


Extraído de Literary Ladies Guides (literaryladiesguide.com) | Traducción de Juan Arabia | Buenos Aires Poetry, 2022


 

Fernanda Martínez Varela (Santiago de Chile, 1991)

 

fede "salmos"









 
 
mientras te ayudo con la mudanza
comienza el frío

los misiles cruzan los días martes
a la hora de la siesta, te digo intentando
entablar conversación, sabrás que los aviones
no dejan rastro, examina la trayectoria
de aquel sobre tu hombro

el invierno crece en las raíces de los árboles
trepa mi cuerpo y llega a ti al chocar las manos

en tus maletas guardas climas peores
advierto por si las quieres abrir cuando me vaya
hay fríos que es mejor pasar solos, mejor es no
contagiar el desespero

los misiles no pararán, indicas
sólo faltan tres calles para tu casa
¿nos despedimos una calle antes por si temes
que confunda mi casa con la tuya, siendo las tres
de la mañana, el próximo martes?
pregunto y asientes mirando al cielo
que asumo es la hora del ejercicio
de los misiles contra corea

hay ataques químicos

la muchacha con la que duermes
fornicas, revientas como esos misiles
que caen sobre la casa de una familia coreana
mientras te ayudo con las maletas, paciente
del suceso de irnos despegando, dices
bota esto, compraré todo nuevo
en la siguiente temporada
el calor avecina lenguas
de fuego, ¿en qué
idioma podremos
querernos mañana?

~

cuidar un pensamiento enfermo
requiere te adviertas caminando
herida de ojos, apuntar que nalgas
suben y bajan por las pupilas, tamaño
grande, chorrea el pensamiento adjetivos
posesivos: la quería para mí, para el desborde
de mis manos, para el goce de mi lengua
entrando y saliendo con otros idiomas

cuidarlo requiere
dejar que el pensamiento te posea
arranque las ventanas de la infancia
y al momento de verlo saltar por una
decirle “tú, por qué no vienes aquí
tengo lo que piensas
que tengo: una mujer
u hombre, una granja
con animales u objetos
que penetran a animales
animales que gimen de amor
como puertas que rechinan
si les partes la mandíbula
a besos”

cuidar un pensamiento
enfermo, requiere no dormir
más de lo justo, que erecta amaneces
por la mañana no escuches canciones
de amor son los caminos que van
a un muro de cemento, mantén
tu cabeza lejos de esquinas
el vértice donde dos
piernas se unen
en un pantalón
ajustado

cuidar
un pensamiento
enfermo, requiere
tu atención por los detalles
evitar conglomerados, un choque
de costra en el talón, no permitir
acerque su mejilla la muchacha
que amable en tus ojos sostuvo
el pensamiento por el cuello
y lo besó, como si fueses tú
al que besara, y ella el dios
al que reclamas “ven, baja
tu cabeza a mis rodillas”

~

a ti no te han largado de lugares de acogida
por eso llegas fuerte y se te nota en la parada
se nota que te amaron tal cual eras cuando niño
que tuviste una pared para rayar tus convicciones
que entraste con pies llenos de barro al dormitorio
que comiste con las manos sin lavártelas de pelos
ni quitarte las hormigas, la mancha del mosquito
que aplastaste con la palma con curiosa alevosía

que dejaste de querer antes que el otro
no te quiera, se te nota

se te nota y lo digo con envidia yo que dudo
de saltar al parabrisa sin piruetas y en la calle
desolada porque juro que mi madre ni vendría
a buscarse el parecido en mi rostro aunque supiese
que lo he hecho por estarme entre sus brazos regresada
desvalida, es ahora que comprendes mi arrogancia
es ahora que comprendes por qué debo
mantenerme en la ridícula certeza
de que el mundo gira si yo giro.

***

Carruaje de pájaros
 
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

Stanley Moss (Woodhaven, Nueva York, Estados Unidos, 1925)

 

Lenin, Gorki y yo




 
 
I

Ese invierno, cuando Lenin, Gorki y yo
tomamos el ferry de Nápoles a Capri,
nadie echó más de un vistazo
a los tres hombres que tomaban helados de limón
y vestían trajes de lana rusa dura como madera.
Detrás de nosotros, un olvidado y verde mar
y las nieves rusas asaltando el palacio de invierno.
Descendimos, tres hombres un poco extraños,
insistiendo en llevar nuestras propias maletas
cargadas de libros: Marx, Hegel, Spinoza.
Tomamos el funicular
hacia los riscos de adelfas y mimosas;
por entre el humo de nuestros gruesos cigarros
observamos que muchos viajeros habían venido
a Capri acompañados de beldades. Lenin a Gorki:
"En Moscú habría matado en la calle por la chica
que me mostró la habitación".
Al cabo de una hora de nuestra llegada
estábamos sentados en la piazza bebiendo champán,
deseando a las chicas que pasaban:
una madre, una hermana, una hija.
Se percibía un perenne olor a lilas en el aire.
"El amor debería ser como beber un vaso de agua...
Puedes decir cuán buena bolchevique es
por lo limpia que lleva la ropa interior."


II

Fue entonces cuando rompí con el Partido Comunista.
Gorki dio la bienvenida a un viejo amor
procedente de Cracovia. Lenin compró unos pantalones blancos de lino
pero no quería poner en peligro la Revolución rusa
por lo que llamaba "un poco de mermelada".
Fui yo quien se convirtió en una figura ridícula
colgado en la piazza como una maceta de geranios,
incapaz de prescindir del tacto, el gusto y el olfato
de aquellas mujeres de las islas en el puerto de Nápoles.
 
 

En A History of Color: New and Selected Poems, Seven Stories Press, Nueva York, 2003
Versión de Jonio González


Foto: Harvard Review


LENIN, GORKY AND I


I
That winter when Lenin and Gorky and I
took the ferry from Naples to Capri,
nobody looked twice
at the three men having a lemon ice
in Russian wool suits hard as boards.
Behind us, a forgetful green sea,
and the Russian snows storming the winter palace.
We descended, three men a bit odd,
insisting on carrying our own suitcases
heavy with books: Marx, Hegel, Spinoza.
We took the funicular
up the cliffs of oleander and mimosa;
yet through the fumes of our cheap cigars
we observed how many travelers had come
to Capri with a beauty. Lenin to Gorky,
“In Moscow they’d kill on the streets for the girl
who showed me my room.”
Within an hour of our arrival
we were sitting in the piazza drinking fizz,
longing for the girls strolling by:
a mother, a sister, a daughter.
You could smell an ageless lilac in their hair.
“Love should be like drinking a glass of water. . . .
You can tell how good a Bolshevik she is
by how clean she keeps her underwear.”


II

It was then I split with the Communist Party.
Gorky welcomed the arrival of an old flame
from Cracow. Lenin bought white linen trousers
but would not risk the Russian Revolution
for what he called “a little Italian marmalade.”
It was I who became the ridiculous figure,
hung up in the piazza like a pot of geraniums,
not able to do without the touch, taste, and smells
of women from those islands in the harbor of Naples.
 
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1648 - 1695)

 

CINCO ENIGMAS DE LA CASA DEL PLACER

 

 

 

 

 

 

¿Quál es aquella homicida

que piadosamente ingrata

siempre en quanto vive mata

y muere quando da vida?

 

 

 

 

 

¿Quál será aquella aflicción

que es con igual tiranía

el callara, cobardía,

dezirLa, desatençión?

 

 

 

 

 

¿Quál puede ser el dolor

de efecto tan desigual

que, siendo en sí el mejor mal,

remedia otro mal mayor?

 

 

 

 

 

¿Quál es la Sirena atroz

que en dulzes ecos velozes

muestra el seguro en sus vozes

guarda el peligro en su voz?

 

 

 

 

 

¿Quál puede ser el cuidado

que Libremente imperiozo

se haze a sí mismo dichoso

y a sí mismo desdichado?

 

 

 


Enigmas de La Casa del Placer

 

               Sabina editorial

 

              (Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

Francisco Brines (España, 1932 - 2021)

 



El ángel del poema

A César Simón

 

Dentro de la mortaja de esta casa,
en esta noche yerma con tanta soledad,
mirando sin nostalgia lo que en mi vida es ido,
lo que no pudo ser,
esta ruina extensa del pasado,
también sin esperanza
en lo que ha de venir aún a flagelarme,
solo es posible un bien: la aparición del ángel,
sus ojos vivos, no sé de qué color, pero de fuego,
la paralización ante el rostro hermosísimo.
Después oír, saliendo del silencio y en tanta soledad,
su voz sin traducción, que es solo un fiel entendimiento sin palabras.
Y el ángel hace, cerrándose en mis párpados y cobijado en ellos, su aparición postrera:
con su espada de fuego expulsa el mundo hostil, que gira afuera, a oscuras.
Y no hay Dios para él, ni para mí.



Zbigniew Beksiński

 

Tłum. Ada Trzeciakowska

Anioł wiersza

Do Cesara Simona

W fałdach domu tego całunu,
w tę noc jałową od samotności,
bez żalu patrzę na to, co życiu mym wygasłe,
na to, co być nie mogło,
na te rozległe ruiny przeszłości,
nie pokładając już nadziei
w tym, co dopiero spadnie na mnie i wychłosta
pociechą jest mi tylko jedno: objawienie się anioła,
jego oczy żywe, nie wiem jakiego koloru, ale z ognia,
paraliż przed najpiękniejszym obliczem.
To, że usłyszę, tryskający z ciszy i na samotność zdany,
głos jego bez tłumaczenia, wierne pojmowanie bez słów.
A wtedy anioł, powiekami mymi oddzielony i nimi okryty, ukazuje się:
ognistym mieczem wypędza świat wrogi, co wiruje poza mną, w ciemnościach.
I nie będzie Boga dla mnie, ani dla niego.

 

(Fuente: Ada Lírica)

 

Cristophe Tarkos (Francia, 1963-2004)

 

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Él dice yo estaba aquí antes de venir. Yo no había
venido todavía, después vine. Él dice que él estaba aquí antes de venir. Al comienzo yo no estaba aquí todavía porque no había venido, pero al comienzo yo estaba ya aquí. Un lugar me espera. Mi lugar estaba presente antes de mi
llegada. Yo no venía pero
mi lugar estaba aquí. Yo existía antes de ser. Él viene y toma
mi lugar. Él dice mi lugar es una serie infinita. Él dice yo
estoy ya en todos los lugares de la serie infinita de los lugares dispuestos desde
antes de mi llegada. Él dice, yo pre-existo desde la disposición infinita de los
lugares en los cuales vengo
a deslizarme.
 
 

Cristophe Tarkos, incluido en Poesía francesa actual (Biblioteca digital, República Dominicana, 2009).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

lunes, 30 de mayo de 2022

Guadalupe Grande Aguirre (Madrid, 1965-2021)

 


Cinco poemas de Guadalupe Grande

“Estas ruinas que una vez fueron carne y voz / están hoy abandonadas a nuestro cuidado / somos los responsables de su eternidad”, escribió Guadalupe Grande en El libro de Lilit.

Zenda rinde homenaje a esta poeta con las palabras que Francisco Caro escribió: “Ayer, como de pólvora, se extendió por nuestro pequeño mundo la noticia de la muerte de Guadalupe Grande. Rápida, terrible. Ella, tan en sí, tan de la pelea, de la justicia. Con todo el peso detrás de una herencia y una historia que llevaba digna y sola. Qué será de la calle Alenza, de esa casa en donde Paca Aguirre vigilaba el sueño de la niña y de Félix mientras ascendía escribiendo trescientos escalones (…) No fui del círculo de sus íntimos, muchos de ellos buenos amigos comunes, pero supo distinguirme con su sonrisa, con su amistad y su elegancia. De los momentos juntos y justos que vivimos, la guardo en pie, enhiesta, clara, leyendo en la sesión primera –junio 2017– de la tertulia Poesía en el Bulevar, levantando un poema inmenso y lento a la memoria de su padre. ¿Con qué silencio, con qué palabras despedirla? ¿Es esto la vida?  ¿Cómo nombrarla?”. Francisco Caro.  Blog: Mientras la luz.

 

 

 

Azogue

 

Vivimos de costado

pasamos de puntillas

Gracias a dios nadie quedará para recordar

en nombre de quién

habrá de dirimirse la venganza

Cuando el tiempo se escapa sin rostro de las manos

dejando un polvo amarillo en el azogue

es menester estar atentos.

Cuando los días huyen a hurtadillas

despreciando nuestro estupor

(mientras se pudre el grano en el almiar)

es menester ser precavidos.

Cuando la vida se oculta en los rincones

y no hay perro de caza que pueda hallar su rastro

solícitos acudimos a las puertas del miedo.

El bosque de certezas ardió hace tres noches.

Y yo he venido a pregonar

la escarcha de la duda.

 

(De El libro de Lilit. Ed. Renacimiento, 1995)

 

 

Junto a la puerta 

 

La casa está vacía

y el aroma de una rencorosa esperanza

perfuma cada rincón

Quién nos dijo

mientras nos desperezábamos al mundo

que alguna vez hallaríamos

cobijo en este desierto.

Quién nos hizo creer, confiar,

—peor: esperar —,

que tras la puerta, bajo la taza,

en aquel cajón, tras la palabra,

en aquella piel,

nuestra herida sería curada.

Quién escarbó en nuestros corazones

y más tarde no supo qué plantar

y nos dejó este hoyo sin semilla

donde no cabe más que la esperanza.

Quién se acercó después

y nos dijo bajito,

en un instante de avaricia,

que no había rincón donde esperar.

Quién fue tan impiadoso, quién,

que nos abrió este reino sin tazas,

sin puertas ni horas mansas,

sin treguas, sin palabras con que fraguar el mundo.

Está bien, no lloremos más,

la tarde aún cae despacio.

Demos el último paseo

de esta desdichada esperanza.

 

(De El libro de Lilit. Ed. Renacimiento, 1996) 

 

 

Bodegón 

 

Las nueve y la cocina está en penumbra:

estoy sentada ante una mesa tan grande como el desierto,

ante unos alimentos que no sé cómo mirar,

y si les preguntara, ¿qué me contestarían?

Son naranjas de una cosecha a destiempo,

mandarinas sin imperio,

acelgas verde luto,

lechugas verde olvido,

apios sin cabeza,

verde nada,

verde luego,

verde enfín.

(Bandejas de promisión

en el condado del desamparo.)

La tarde se dilata en la cocina

y aquí no llega el sonido del mar.

La soledad de las naranjas se multiplica:

no hay pregunta para tanta opulencia,

aquí, en la serenidad de esta banqueta de tres patas,

rodeada por una muralla de mandarinas huérfanas,

una legión de plátanos sin mácula,

un bosque de perejil más frondoso

que la selva tropical.

Alimentos mudos y sin perfume:

os miro y sólo veo una caravana de mercancías,

el sueño de los conductores,

una urgencia de frigoríficos

y un rastro de agua sucia atravesando la ciudad.

 

(De La llave de niebla. Edit. Calambur, 2003)

 

 

Letanía sin nosotros 

 

Es en este tiempo incierto, intacto,

es en este instante desnudo,

sin palabras, sin nosotros, tan sólo

tendido suavemente en el olvido.

Es bajo esta lluvia muda y ciega,

esta lluvia sin nosotros,

esta hora sin nosotros,

Este agua sin sed.

Es. Es sin siempre, es sin memoria,

es sin llanto y sin risa,

es sin miedo y sin gracias te sean dadas.

Es, como si eso fuera poco,

sin causa y sin remedio,

a pesar nuestro,

Y es, desde luego, sin calles ni avenidas,

sin fuentes ni estaciones,

sin la tristeza que da mirar el firmamento.

 

(De El libro de Lilit. Ed. Renacimiento, 1996)

 

 

La ceniza 

 

Diccionario inventario

lista número preciso

cómputo de un idioma

que no podemos entender

Digo que no existe el olvido;

hay muerte y sombras de lo vivo,

hay naufragios y pálidos recuerdos,

hay miedo e imprudencia

y otra vez sombras y frío y piedra.

Olvidar es sólo un artificio del sonido;

tan sólo un perpetuo acabamiento que va

de la carne a la piel y de la piel al hueso.

Así como las palabras primero son de agua

y luego de barro

y después de piedra y de viento.

 

(De El libro de Lilit. Ed. Renacimiento, 1996)

 

 

La poeta, ensayista y crítica Guadalupe Grande Aguirre (Madrid, 1965-2021), es autora de El libro de Lilit, Premio Rafael Alberti, La llave de niebla, Mapas de cera y Hotel para erizos. Sus poemas figuran en revistas y en antologías de ámbito nacional e internacional. Junto a Juan Carlos Mestre realizó la selección y traducción de La aldea de sal, antología del poeta brasileño Ledo Ivo. Hija de los poetas Félix Grande y Francisca Aguirre se licenció en Antropología Social por la UCM y fue responsable de la actividad poética de la Universidad Popular José Hierro, San Sebastián de los Reyes, Madrid, ciudad en la que falleció el pasado 2 de enero.

 

(Fuente: Zenda libros)

 

Abel Robino (Pcia. de Buenos Aires, 1952)

 



 
 
 
 
Animal de compañía

 
Éste es mi animal de compañía, sin metáforas
ni comparaciones recurrentes.
De tanto en tanto, sin que algo ocurra,
ladra despavorido, entra en pánico
sin fuegos de artificio, sin tormentas eléctricas
ni estridencias.
Se atrinchera, ovilla sus partes en un rincón
del patio, tirita.
Una estética primitiva lo hace arañar el suelo.
 
Un cuadrúpedo anunciatorio de la nada
porque nada ha ocurrido, sólo su espanto dócil.
Sólo su ladrar por ladrar y las quejas de algunos vecinos.
 
Ese sobresalto canino alguna ilusión traía
después de todo
a esta monotonía de provincia.

 
 
Tigre de Hokusay

 
Bordado sobre un cubrecamas,
sin precio a la vista, el mismo felino,
repetido, mal copiado, desprolijo, en
versión hirsuta de lanas estridentes.
 
Del desquiciado color, emerge el tigre
da la sensación que estratégicamente
dejó de respirar
(es preciso no ahuyentar la presa obnubilada
de otro comprador iluso).
 
La mala copia no ha podido borrar
la instancia del ataque,
más que la de la fiera, la del pincel.
 
¡Qué bien entendió el lugar de la vacilación
el entintado zarpazo de Hokusay!

 
 
Mensaje de texto
 
a César Cantoni
 
Ayer, un erizo de mar me pinchó, con esas
agujas de piedra con que la especie se defiende,
el mismo pie que días atrás pisó descalzo
una braza mientras hacía un asado,
y del que anteriormente me quité una espina
de un zarzal seco.
Supongo que mi pie derecho no entiende
de ser pie izquierdo,
pero igual me dio señas de lo poco
que era mantenerme erguido.

 
 
Manías del golpeador

 
Puede que cada intimidad posea un ritmo propio.
 
Parece que el viejo de la otra cuadra al fin partió;
comentan que se daba la cabeza contra el muro
repitiendo: “muérete de una vez, muérete”.
La época no tuvo mejor recompensa para los que
vivieron menos.
Una fuerza mayor acrecentó esos golpes y un día
la cuenta dio para que el anciano dejase de rogar.
 
Mientras limpio mi mate con pequeños golpes
para quitarle la yerba, me asalta la idea de un estilo propio
y presiento no ir por mal camino.

 
 
Textual sobre Albert Cossery

 
Vivió casi toda su vida sin hacer nada.
La belleza de su existencia fue lo imperceptible.
63 años en un hotel de París, sólo acompañado
por un número exiguo de bienes materiales:
una cama, un televisor y una heladera.
 
El médico le diagnostica un mal en las articulaciones;
él se las arregla para acusar a la humedad del Sena,
la edad y el sin sentido de la vida mundana.
 
Jamás hubiera denunciado a su cama pétrea, su heladera vacía
y las miles de películas en blanco y negro que supo consumir.
 
Este príncipe de los holgazanes,
vertía una frase cada cinco semanas.
“Éste sí –dijo Camus–, éste sí llegó
a conocer el valor de las palabras”.
 

Fuente: inéditos. Gentileza de Abel Robino.

Abel Robino nació en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, alrededor del 7 de octubre de 1952 (el acta de nacimiento adolece de inconsistencias). Es profesor y licenciado por la Facultad de Bellas Artes de La Plata. Como becario, revalidó su licenciatura e hizo su maestría (Máster 1 y Máster 2) en la Universidad de París VIII (Université Paris 8). Escribió textos de distinto tenor relacionados con el periodismo y la investigación universitaria y cuenta en su haber con cinco libros de poesía publicados: Obsesión (Ernesto Girard Editor, 1978), Las especies de la noche (Botella al Mar, 1982), El estado de la quietud (Libros de Tierra Firme, 1986), Hiel por hiel (Libros de Tierra Firme, 1997) y Burundanga (Ediciones Endymion, 2013, reeditado por la misma editorial en 2015 y 2021). Una selección de sus poemas fue reunida con el título Fiel pour fiel y publicada en Francia en edición bilingüe (español-francés) por Reflet de Lettres en 2017. En La Plata, fundó el Grupo Literario Latencia y cofundó el grupo de pintura El Faro. Anteriormente, había cofundado en su ciudad natal el Grupo Literario Pergamino. Desde muy joven militó políticamente. A los 14 años ingresó en la Juventud Comunista y a los 17 participó en las brigadas internacionales de alfabetización en Chile, durante la Presidencia de Salvador Allende. Asimismo, como poeta militante, intervino en lecturas de poesía en diversos países, entre ellos: Perú, Bolivia, Cuba y Panamá. En 1978 fue secuestrado por fuerzas de seguridad y permaneció transitoriamente desaparecido. Más tarde, fue sometido a Consejo de Guerra y juzgado en el Cuerpo de Ejército I con asiento en Palermo. Estuvo detenido en Devoto, en la Unidad Carcelaria N° 9 de La Plata y con prisión domiciliaria, hasta que, en 1982, la Justicia Civil resolvió liberarlo definitivamente. Ese mismo año, al desatarse la Guerra de Malvinas, fue convocado como oficial de reserva (condición que le había dejado el Servicio Militar Obligatorio), pero rehusó presentarse, razón por la cual Amnistía Internacional y el gobierno de François Mitterrand acordaron darle asilo político en Francia. Actualmente, reparte sus días entre el país galo, España y Martinica. Como artista plástico, colabora con TAC (Territorio, Arte, Creación) de Francia y es representado por la Galería y Residencia Internacional de Artistas Arteaga con sede en España. En 2010 vivió en China, “donde incurrió en la técnica de las rupturas, los cortes y desgarros de sus trabajos (cuadernos prédictives), el dibujo de un solo trazo y el disfraz del minotauro permanente” (“El minotauro guía en la gran exposición de lo actual”). Por lo demás, Robino trabaja en mancomunión con otras ramas de la creación, como el arte dramático y la música contemporánea. También realiza performances, ocupaciones de terreno, señalizaciones exprés y múltiples experiencias más. Ya en su memoria universitaria titulada “Arte y mestizaje” se perfila parte de su retórica creativa. Ejemplo de lo antedicho son sus colaboraciones con el Teatro Colón (2011 y 2015),  la Bienal de Suecia Éventa 3 y el homenaje en la tumba de Jean Genet en L’Arrache, Marruecos. Los poemas incluidos en esta página pertenecen a un libro en gestación y son, en consideración del autor, primarias anotaciones. A continuación, comparto algunos párrafos del texto leído en la presentación de la última edición de Burundanga, el 26 de marzo de 2022, en el Conservatorio de Música Gilardo Gilardi de La Plata:

La vida y la obra poética de Abel Robino se hallan atravesadas por el exilio.

(...)

Su voz, por lo tanto, es una voz nómada, trashumante... Sus palabras, como señala Luisa Futoransky, “llegan de muy lejos y sin amarras. Son palabras que vienen del desarraigo. Del infierno al que por vocación nadie está destinado”. De ahí que sus poemas –volviendo a citar a Futoransky– sean “ardientes y simples como la cal viva”.

(...)

Para situarlo en un mapa poético de fines del siglo XX, debemos decir que Robino publica “Obsesión”, su primer libro, en 1978, momento en que ya la poesía argentina había empezado a despegarse del coloquialismo sesentista y apuntaba a expresiones neorrománticas, neobarrocas y experimentales, mientras, por otro lado, algunas voces, nucleadas en torno de la revista “La Danza del Ratón”, mantenían en alto las banderas sociales. Dentro de ese contexto, dominado por propuestas grupales heterogéneas, Robino elige seguir un camino independiente, privilegiando cierta actitud reflexiva y el desarrollo de una intuición o de un concepto como motivos del poema; camino que, con diversos matices, continuará explorando en sus libros posteriores.

Aunque los encasillamientos son siempre limitativos y engendran controversias, hoy podríamos adscribir su obra a esa línea poética sustantiva que Santiago Sylvester llama “poesía de pensamiento”. Cabe aclarar que no estamos hablando, en este caso, de una corriente específica sino de algo más incluyente; vale decir: una modalidad creadora en la cual confluyen diferentes estilos e ideas de la vida, pero cuyo denominador común es la reflexión y el ansia de conocer.

(...)

Por otra parte, deliberadamente o sin proponérselo, Robino da origen con su creación poética a una rara mitología personal, que nada tiene que ver con los relatos simbólicos ya consagrados por la literatura. Se trata más bien de una mitología profana, elaborada a partir de sucesos y personajes históricos y de la vida diaria, que alcanzan, en la reencarnación verbal del poema, un sentido que los trasciende. Así, sus historias recuerdan, muy a menudo, las parábolas de Watanabe, emparentadas como están en la busca de una certeza reveladora, un saber que se halla implícito en la naturaleza de lo narrado, pero que exige la mediación de un poeta para hacerse patente.

Si aceptamos como decía Paul Klee, refiriéndose a la pintura, que “el contenido es la forma”, podemos convenir, duplicando la apuesta, que en la poesía de Robino forma y contenido hacen por igual al estilo, atentos al singular carácter de los temas expuestos, casi siempre extraños, curiosos y hasta extravagantes, surgidos, muchas veces, de peripecias personales o del propio imaginario poético, y, otras, de textos no sólo literarios sino también científicos y técnicos, lo que termina generando un mestizaje llamativo.

(...)

Por lo demás, no debemos esperar de Robino ni un lirismo acendrado ni demasiado apego a las pautas canónicas de la belleza. Su poesía nace del intelecto, pero también de las entrañas profundas del dolor; de ahí la voz lacerante que suele acompañarla. “Como los escudos de los héroes –podríamos agregar con Futoransky– tiene el color del hierro y la sangre derramada”. No hay en ella, sin embargo, ni asomo de queja ni acentos plañideros; tampoco reproches para formularle a nadie: sólo la cruda realidad, a la que expone –en opinión de Horacio Castillo– con “desolada grandeza”.

(...)

En suma, la poesía de Robino no es complaciente ni hace concesiones; su lectura implica siempre un desafío y una perturbación. Hija de la orfandad y el desarraigo propios del exilio, se quita la ropa para mostrarnos sin vergüenza los golpes vallejianos de la vida; conmueve, pero obliga a reflexionar al mismo tiempo, y, sobre todo, tiene en su esencia el poder persuasivo de la autenticidad.

César Cantoni

Foto: Abel Robino. Ph by Ángela Gentile.

 

(Fuente:  Lois poetas no van al cielo)

 

John Berger (Reino Unido, 1926 - Francia, 2017)

 

12 TESIS SOBRE LA ECONOMÍA DE LOS MUERTOS

1. Los muertos rodean a los vivos. Los vivos son el núcleo de los muertos. 
En este núcleo se encuentran las dimensiones del espacio y del tiempo. 
Lo que rodea al núcleo es atemporal.
2. Entre el núcleo y la periferia existen intercambios, que no suelen ser claros. Todas las religiones se preocuparon por aclararlos. 
La credibilidad de la religión depende de la claridad de ciertos intercambios inusuales.
Las mistificaciones de la religión son el resultado de intentar producir tales intercambios de manera sistemática.
3. La improbabilidad del intercambio claro se debe a la improbabilidad de que algo pueda atravesar intacto la frontera entre atemporalidad y tiempo.
4.  Ver a los muertos como los individuos que fueron alguna vez tiende a oscurecer su naturaleza. Tratemos de considerar a los vivos como asumimos que lo hacen los muertos: en forma colectiva.
El colectivo crecería no solo a través del espacio sino también a lo largo del tiempo. Incluiría a todos los que vivieron alguna vez. Y así también pensaríamos en los muertos. 
Para los vivos, los muertos se reducen a aquellos que vivieron, mientras que los muertos ya incluyen a los vivos en su propio gran colectivo.
5. Los muertos habitan un momento atemporal de construcción que se reinicia continuamente.
La construcción es el estado del universo en un instante cualquiera.
6. De acuerdo con su memoria de la vida, los muertos saben que el momento de la construcción es, también, un momento de colapso. Habiendo vivido, los muertos nunca pueden ser inertes.
7. Si los muertos viven en un momento atemporal, ¿cómo pueden tener memoria?
Lo único que recuerdan es haber sido arrojados al tiempo, como todo lo que existió o existe.
8. La diferencia entre los muertos y los que no nacieron es que los muertos tienen dicho recuerdo.
A medida que se incrementa el número de muertos, la memoria aumenta.
9. La memoria de los muertos, al existir en la atemporalidad, puede pensarse como una forma de imaginación concerniente a lo posible.
Esta imaginación está cerca de (reside en) Dios, pero no sé cómo.
10. En el mundo de los vivos, se produce un fenómeno equivalente pero opuesto.
Los vivos en ocasiones experimentan la atemporalidad, durante el sueño, el éxtasis, en momentos de peligro extremo, en el orgasmo y quizás en la experiencia misma de la muerte. En esos momentos, la imaginación abarca por completo el campo de la experiencia y desborda los contornos de la vida o la muerte individual. Roza la imaginación expectante de los muertos.
11. ¿Cuál es la relación de los muertos con lo que todavía no ocurrió, con el futuro?
Todo el futuro es la construcción a la que está abocada su “imaginación”.
12. ¿Cómo es que los vivos viven con los muertos? Hasta la deshumanización de la sociedad que produjo el capitalismo, todos los vivos esperaban alcanzar la experiencia de los muertos. Este era su futuro último. Por sí mismos, los vivos eran incompletos. Así es que vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Solamente una forma moderna y peculiar del egotismo rompió esa interdependencia con resultados desastrosos para los vivos, que ahora pensamos en los muertos como “los eliminados”.

 

(Fuente: Nodoarte.com)


 

Alberto Rubio (Chile, 1928 - 2002)

 

Retrato de un viejo





 

 

 

 

Vaciador de tu cara aquí en el vino,

derrochador de labios de experiencia,

necesitas la madre de la ciencia

para el goce frutal de tu camino.

 

Surcador de tu cara en caminatas

que a nada te llevaron, ahora aprendes

la senda verdadera entre las patas

animales que tú a este sol enciendes,

 

porque aprovechas bien el trajín sabio

de la vida que llévate, arrugada

de ser la bestia dulce hasta tu labio,

 

la sabia yegua nunca estacionada

que aprovecha la hierba de la senda 

a trago bebedor, suelta la rienda.




en La greda vasija, 1952




(Fuente: Descontexto)





 

Pablo Fidalgo Lareo (Vigo, España, 1984)

 


 

 

 

 

El perro en la puerta de la casa

 

 

El perro en la puerta de la casa

me ve y se tira al suelo contra la pared

para decir que quiere jugar ahora.

Lo acaricio con el pie y le hago cosquillas

y cuando dejo de acariciarlo se vuelve loco.

Necesita jugar porque la vida de un perro

en ningún sitio fue tan difícil como aquí,

 

Y, de pronto, mientras se revuelca veo que llora.

¿Está llorando porque está loco

o por el viento que no se para?

¿Hace el viento llorar a los perros?

¿Los enloquece hasta el llanto?

Nadie me lo explicó.

 

Este es un viaje del norte al sur

y de las personas a los perros.

Del miedo se sale con fascinación.

¿Sería suficiente para quedarme aquí

saber que podré jugar con este perro todos los días?

 

Tú no has estado nunca tan lleno de vida,

no has sabido esperar en la puerta de nadie,

no has tenido nunca un deseo de jugar

tan claro y tan urgente.

Y si lo has tenido, no lo recuerdas

por tu bien.

 

¿Ha venido a morir a la puerta de la casa?

¿Qué significa ir a morir a un sitio

que se parezca a un lugar?

¿Qué significa arraigarse

en el último momento?

 

Todo esto lo pienso mientras jugamos,

mientras miro cómo su cuerpo salvaje

se mueve bajo mis pies.

El perro tiene memoria del miedo que me daba

y que podría despertar en cualquier momento,

pero ni él ni yo damos ya nada por hecho

ni nada por perdido.

 

Tú y yo no nacimos para estar en casa

sino para elegir una puerta

y esperar que alguien quiera jugar.

¿Quién eres en la puerta de mi casa,

la vida o la muerte?

 

 

 


El perro en la puerta de la casa

 

Ediciones Liliputienses

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)