viernes, 26 de abril de 2024

Hugo Giovanetti Viola (Uruguay, 1948)

 

Puede ser una ilustración

(La peor de las ratas humanas)
 
 

Lo vi emerger del sótano del mundo
al resplandor de la mirada verde
que te mata mejor cuando te muerde
la inocencia inicial y hay un profundo
 
descalabro espacial y un moribundo
eje terráqueo que se raja y pierde
su aspa inmortal sin que nadie recuerde
que la verdad es un rayo rotundo
 
capaz de amar a ciegas y un celeste
resucitar adorando el abismo
donde los santos aplastan la peste
 
de la envidia biliosa aunque les cueste
tronar trotando en el centro del sismo
para que el monstruo se asuste a sí mismo.

 

Jorie Graham (Nueva York, 1950)

 

Mente

Jorie Graham - Mente

 

Versión: Isaías Garde


La obertura cansina de la lluvia,

cada gota rompiéndose

en la siguiente sin romperse,

refleja a la mente inexorable, sincopada.

No de otro modo

los colibríes

imaginan que sus alas

son sus corazones, y las golondrinas

conciben el horizonte

como una línea

que ellas tensan

y sueltan. ¿Qué es

lo que buscan? Los álamos,

avanzando o retirándose,

pierden igualmente su estatura,

pero se mantienen firmes,

y se las arreglan

a fin de volverse

imaginarios. La ciudad

atrae a la mente hacia las calles,

y las calles la incitan

desde sus esquinas,

donde muy poco

pertenece a ninguno. Es

lo que se mueve a través

de las partes estacionarias

del mundo, la impronta

de la gravedad en las cosas, en las hojas,

que aplastadas contra la húmeda

ventana del suelo de noviembre,

permanecen descolocadas

hasta que, transformadas en piezas

de un rompecabezas insoluble,

sus bordes

se adelgazan y suavizan.

Fijate cómo, entonces, el cuadro se vuelve claro,

la mente que, en trozos, penetra en el suelo

con mayor facilidad

y es mucho más fructífera por eso.

 


Mind


The slow overture of rain, 

each drop breaking 

without breaking into 

the next, describes 

the unrelenting, syncopated 

mind. Not unlike 

the hummingbirds 

imagining their wings 

to be their heart, and swallows 

believing the horizon 

to be a line they lift 

and drop. What is it 

they cast for? The poplars, 

advancing or retreating, 

lose their stature 

equally, and yet stand firm, 

making arrangements 

in order to become 

imaginary. The city 

draws the mind in streets, 

and streets compel it 

from their intersections 

where a little 

belongs to no one. It is 

what is driven through 

all stationary portions 

of the world, gravity's 

stake in things, the leaves, 

pressed against the dank 

window of November 

soil, remain unwelcome 

till transformed, parts 

of a puzzle unsolvable 

till the edges give a bit 

and soften. See how 

then the picture becomes clear, 

the mind entering the ground 

more easily in pieces, 

and all the richer for it. 


(Fuente: Zoon Phonanta - Isaías Garde)

 

Gerardo Arturo Gambolini (Buenos Aires, 1957)

Puede ser una imagen de naturaleza

 
Distancia de las cosas
 

                         Los poetas carecen de pudor respecto de
                         sus aventuras: las explotan.
                                                                       —Nietszche
 
 
 
Ah, la luz se descompone
y todos los bosques de Trakl,
los bosques estúpidos de Trakl
vienen a mí.
 
Pero no es la noche
o la lluvia de Lima, o el lago de Albinoni,
los álamos de Brabante. En un punto,
el pesar sugerido 
 
siempre es falso, cobarde,
inconmovible — el tenebroso
riesgo del arte, la emoción
por interpósita persona.
 
Otras luces más graves se apagan a diario
y no cambia la distancia de las cosas
ni los ruidos, la rebelión aprendida
o la gratitud.
 
La noche termina
en un comercio de la piedad —
la verdadera elegía
es otra.
 
 
(Fuente: Facebook)

 

Roberto Fernández Retamar (Cuba, 1930 - 2019)

 

De: Una salva de porvenir
 
 

No hay pruebas. Las pruebas son que no hay pruebas.
No estaban, no están, no estarán dadas las condiciones.
Creer porque es absurdo,
y creemos.
Más absurdo que creer es ser,
y somos.
Nada garantiza que fuera menos absurdo
no ser ni creer.
Las llamadas pruebas yacen por tierra,
húmedas reliquias de la nave.
Se derrumbaron las estatuas mientras dormíamos.
Eran de piedra, de mármol, de bronce.
Eran de ceniza,
y un grito de ánades las hizo huir en bandadas.
No guardar tesoros donde
la humedad, los bichitos los mordisqueen.
No guardar tesoros.
No existen las hazañas ni los horrores del pasado.
El presente es más veloz que la lectura de estas mismas
palabras.
El poeta saluda las cosas por venir
con una salva en la noche oscura.
Solo lo dificil.
Solo lo oscuro.
 
Y contra él, en él, el fuego levantando
su columna viva, dorada, real.
 
El amor es
quien ve.
 
 
Roberto Fernández Retamar, "Una salva de porvenir", París-La Habana, 1992-1994.

 

(Fuente: Alicia Silva Rey)

Juan José Rodinás (Ecuador, 1979)

 

29 años
(¿Quién es este señorito que se fotografía entre montañas?)
 
Mi corazón es el último casete del que alguien oyo “I can” de Nas
(esa canción donde suena de fondo Fur Elise de Beethoven). 
 
Mi corazón es un arce blanco sobre la nieve en Papallacta,
(palas y azadones junto a un camión Ford de los sesenta). 
 
Allí, por ejemplo, un perro flaco ladra en la calle que se dirige al río.
Allí, ¿quién lee adentro de la savia que circula en las arterias 
 
que atraviesan cada fragmento de la tierra oscura? 
 
Leo cartas de amor sobre lagos helados. Leo una estampida
—y retablo— de caballos fantasma. Leo un cielo escrito sin lenguaje 
 
o donde el lenguaje es un chico que se peina bonito para ir a clase,
pero al llegar al colegio se da cuenta que no tenía rostro.
 
O reprueba en educación física. En la montaña, el manantial,
lo explica: agua que lee y agua que rompe lo leído. ¿Quién, 
 
como aurora boreal, escribe en un ayer que llora? Si lo escribieras
nevando dentro tuyo, los polilepis serían traducidos 
 
a chozas inundadas y papel amarillo. Hoy, por ejemplo, sabemos
que los poemas de los bosques solo serán fragmentos
 de la naturaleza perforada por el capitalismo vertical.
 
¿Qué diremos de un libro donde sonaba la sinfonía de los parques
y ya estabas navegando en el núcleo del último sauce enloquecido?
 
Como si la vida te mostrara todas las mentiras
en un plato servido en la ficción profunda de todo lo existente 
 
sobre una mesa con un tipo haciendo muecas elegantes imitando
a otro tipo imitando a otro tipo (todos muertos, incluso el vivo)
 
con las mismas preguntas sin respuesta —en la ilógica lógica
belleza del sonido— en el vasto, muy frívolo, universo.

Salvatore Quasimodo. (Italia, 1901-1968)

 


EN LAS FRONDAS DE LOS SAUCES

 

 
¿Cómo hubiéramos podido cantar
con el pie extranjero sobre el corazón,
entre los muertos abandonados en las plazas
sobre la hierba dura de hielo, ante el lamento
de cordero de los niños, el alarido negro
de la madre que iba hacia el hijo
crucificado en el poste de telégrafo?
En las frondas de los sauces, como ex-votos,
también nuestras liras estaban colgadas,
oscilaban leves al triste viento.
 
De "Día tras día", 1947.
Versión Carlo Frabetti
 
 

ALLE FRONDE DEI SALICI
 

E come potevano noi cantare
con il piede straniero sopra il cuore,
tra i morti abbandonati nelle piazze
sull'erba dura de ghiaccio, al lamento
d'agnello dei fanciulli, all'urlo nero
della madre che andava incontro al figlio,
crocifisso sul palo del telegrafo.
Alle fronde dei salici , per voto,
anche le nostre cetre erano appese,
oscivallano lievi al triste vento.
 
 
(Fuente: Héctor Giuliano)

 

Tilo Wenner (Entre Ríos. 1931 - 1976)

 

VIENTOS PROPICIOS (*)

 


La experiencia presenta su lado de aventura.
Lanzarse en las entrañas de la vida.
Gozar de todas las primicias.
Tocar, acariciar las partes dulces de las cosas,
perderse en las avenidas entre las multitudes.
Llenar el tiempo en conversaciones con desconocidos.
Hacer juramentos incumplibles.
¡Oh el pañuelo blanco en alto!
Ella, la de rostro fugitivo, se calza las sandalias.
Las flores de agua cantan entre las barcazas.
Latitudes y paralelos áureos.
Mitomanías erráticas.
Vorágine de pasiones presentidas.
A veces la vida es una erupción mágica, cuando todo confluye en un latido
del corazón.
Llenarse los pulmones del aire enrarecido en las alturas, con oxígeno de las
playas.
Días y noches de todos los países.
Auroras inéditas.
Árboles, frutos nuevos.
Abrazos y besos repetidos.
Encontrarse con el amigo de la infancia en una ciudad de nombre difícil.
Atravesar el vidrio y perderse con la recién conocida en un laberinto
amoroso.
El viaje siempre tiene un lado indescriptible.
La ausencia es irresistible.
Pájaro en un cielo de paisajes cambiables.
 
 
(*) Fuente: https://www.poemas-del-alma.com/tilo-wenner-vientos...

 (Vía Mari Lamas)