miércoles, 31 de mayo de 2023

Mario Arteca (La Plata, Argentina, 1960)

 

MAO EXPLICADO XVIII

“No se tiene miedo de algo de lo que se es mucho más fuerte.”
“La Divina Mímesis”, Pier Paolo Pasolini 
 
*
Fue hasta allí, y le dijo: “Bien, para conocer hay que participar
en la práctica que transforma la realidad. Y si la tarea es cruzar
un río, ¿no podemos hacerlo sin un puente o una embarcación?”.
Sentir lo que sucede cuando tomo estas cosas del mundo –sí,
esas mismas–: este urinario o lo que sea, el pelapapas oxidado
y abandonado en la cocina, donde el gato del vecino jugaba
a rasurarse el bigote para experimentar de una vez cierta dosis
de desorientación, etc. Para conocer, hay que participar.
Pero, mientras la cuestión del método no esté resuelta, será
inútil hablar de nuevas tareas, donde es imposible cumplir
lo mínimo, si al menos alguien se mostrara dispuesto a esforzarse.
“¡Taxi!”. Lléveme adonde el sol se pone gordo y rojo –aunque
no tanto, porque ya no quema como entonces–, y cada línea pasada
casi que superó el límite de su papel y, sin embargo, es un pasado
tan delgado como la hoja que lo recubre, no la cosa en sí misma.
Toda historia es una historia de lo que no funciona de inmediato,
y esta no será la excepción. Ah, escuchá su modo de contarla.
Parece interesante, ¿verdad? No obstante, en aquel momento
comprendí lo mucho que nos acostumbramos a pasarla bien,
a veces muy bien. ¿Es que ciudades como ésta también arrastran
su tiempo de incontinencia? De todos modos, cualquiera que haya
vivido solo conoce hasta dónde el monólogo está en la naturaleza
del hombre, ¿no? De hecho, no estamos obligados a nada –salvo
a dirigirnos la palabra, claro–; aunque, desde ya, tampoco estamos
obligados ni siquiera a eso. Es necesario comprometerse más allá
del adulterio de la razón, decía un expatriado; y entonces, habrá
una especie de beatitud, e idénticos focos de incendio donde lucirse
en combate, cuando creías mantener a resguardo algo de lo nitroso
mientras aún durase la adolescencia, y así sucesivamente; y no
decir una palabra de más en el transcurso de ese tiempo. Y a todo
esto ¿para qué tanto, si muchas veces nos quedamos atrás sin reparar
para lo que nunca tuvimos ojos? “Sábado/Sábado/ Sábado 4 p.m”:
el tiempo parece significar algo como “la hora del conflicto social”.
“En efecto, los conductores están peleándose por el retraso que
cada uno le está costando al otro. Y nadie quiere pagar”. ¿Taxi?
 
31 de mayo de 2023

Julián Herbert (Acapulco, México, 1971)

 

No entendí tu poema

 

 
 
Me perturbó el hedor a basura inorgánica.
Se le veían los clavos.
Tiene escamas.
Pensé que iba a ser unitario.
Pensé que tendría un enfoque social.
No venía con un dragón de juguete sorpresa.
Me dio asco que hablara de dolores de muelas en las muelas de otros.
Parecía una lista de pendientes domésticos.
Algo en su interior me dice que estamos solos.
Se tapa los oídos cuando roba.
Hay demasiado hermetismo y vanidad en su tejido de referencias.
No ayuda a que los jóvenes lean más.
Le falta idolatría.
Parece un dibujo del cielo pegado con cinta scotch en el cielo.
Sutura heridas reales con mímica.
Sabe a ajo.
Pide becas para comprar volkswágenes verdes entre blancas gallinas.
Compra colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras,
[microondas.
Paga mal.
No sale en el insta.
No sabe perrear.
Propone aporías descabelladas, por ejemplo mitusear perrhijos.
Solo bebe agua de animal mimado.
Deja un rastro de baba, como los koanes o los caracoles.
Perora que la magia consiste en que otras personas te transfieran su
[sentido de la realidad.
Optó por las ciudades en lugar de las selvas o las ruinas.
Masticaba tentáculos de ideas oscuras.
Masticaba esfínteres de esfinges.
No confía en –ni alaba– las sonrisas de las chicas bonitas y valientes
[que sostienen el mundo.
No sé a qué se refiere cuando dice que la memoria es un fantasma
[gradual.
No sé a qué se refiere cuando dice que tienes que saber qué es un objeto
[antes de poder
      fijarte en él.
No hay ideas ni experiencias detrás de sus palabras.
No aprendió a socializar con ventaja.
Se comporta como si estuviera leyéndonos la mente en voz alta.
Me ofende que se burle de las flores
inusitadamente bellas
de plástico del parque. ~
 
(Fuente: El Hombre aproximativo) 

 

Gabriela Atencio (Lima, Perú, 1994)

 

Palabra del casuario

 

 

 

 

Yo soy aquél cuya vida y alma son tortura
Sayat-Nová

 

Hay quien trabajó para mí         esta niñez ensombrecida

los hermanitos solubles            maldicientes

el patio de recreo fermentándose           jardín

sobre el cadalso

 

Los cuerpos secos anidando entre las ramas      feroces

las yemas afiladas escurriéndose           entre el sexo

líquido de las hormigas             murmurando

 

Aún no eclosionaban nuestros huesos

cuando aprendimos      a caminar         sobre las arcas

del dolor          solfeando         vértebra incipiente

el discurso indigesto del mundo

reducido al cristal de la palabra             o una píldora

 

Pero éramos aún           aves jóvenes

para crear eufemismos de la muerte

o reducir el ser             a un órgano predictivo que contempla

su aniquilación anticipada         en la mirada de otros

 

No es que en todos se fermente el dolor

como un trigo rancio y memorioso        mitosis

de un sol fantasmal       del que ya soy              ombligo de carne

solitario historiador de guerras santas               sin escritura

que ensaye el olvido

 

Hay quien hizo de mí

cuenco nido de mar      silenciado

las sierpes sedientas ordeñándose          la savia hostil

grapándome     sus clavos de sarro

para no torcer las aguas

para no torcer las aguas            que también beberán

crucificados saturnos

 

Yo soy             suburbio de animal       casuario sin mundo

que habita los umbrales del poema        traduciéndose

voz sin órgano             traicionándose

enjaulado en los significantes               de esta prótesis mental

cristal               crisálida          ventana ensombrecida

 

Estoy exhausto de esta muerte con vida humana

el turismo maléfico       de planetas sonrientes

por el jardín natal

los hermanitos ácimos predilectos         escurriéndose

en el sudor de sus sangres         y los atajos del padre

al vacío legal de los sueños

 

Padre  habías estrechado

tu semilla espuria entre las rocas          para cederle

el oro transpirado de tus años

yo soy el hijo bastardo              más extraño

yo soy el hijo extraño               más extranjero

y tus panes amados      pasaron la noche         comiéndose

coléricos          unos a otros

mientras descansabas               complaciente a la dictadura

de tu ensoñación          porque no fuiste tú       sino el amor

de tu simiente               ángel exterminador

quien los llevó al abismo

Hay quien viene torciéndome el camino de la sangre

auscultando      el oleaje           erizado de mi músculo

renovando los contratos            del cristo ambiguo

que comulgo a deshora

 

No es que en todos se fermente la memoria

como el dolor apocalíptico        de un animal desnudo

mordiendo       los párpados cansados              del arca

que se niega     a dejarlo pasar

 

Las sierpes       arrastrándose por los maderos

declamando inocentes              las traducciones de Dios

vocalizando                 el sembrado discurso

de la nueva gravedad

he visto el rasgar de sus lenguas cada vez que extendían sus líneas

mientras una especie intranquila           rondaba los extramuros

 

Yo soy             suburbio de animal                  casuario sin mundo

que aun pudiendo el vuelo        escogería         esta pasión triste

casuario escribe

la palabra         ama      lo que viene prometido a la ruina

 

Porque aún somos        aves jóvenes               para crear

espejismos de Dios       y          camuflar

los bajos síntomas del ser         con estigmas de pureza

 

He visto al animal más pobre

roer los vidrios             sin salvarse      las fieras

lamer el óleo de sus frentes       diciendo adiós

y no había píldora que junte      mis labios de noche

 

No pueden narrar la vida          los que aun viva

la vislumbran muerta

 

Yo estoy cansado de la domesticación

de mi palabra               he sido el hijo más extraño y dócil

sonreía con la espina somnolienta de las pestes

hoy debo renunciar       a esta prótesis mental

 

No puede confiarse       la semblanza de los perseguidos

a la escritura santa de su Inquisición

 

Hay quien trabajó para mí esta pasión triste

los hermanitos radiantes           diligentes                     desangrarse

en los tinteros               nombrándome              verdugo

de su sueño parricida

casuario escribe

un poema es pretexto                para retozar en la orfandad

 

Y escribí          sabiendo el devenir de mis palabras

en píldoras hostiles       que no pueda acumular

ni tensar con ellas         mi garganta iridiscente

y el silencio      un abismo        atribulado        esponjoso

 

Acaríciame      que son arcanos los afectos del tiempo

que ya me ha olvidado              como a un niño

que ya me ha olvidado como a un niño              en los patios

del mundo

Y ya todo es un mundo intranquilo

rasguñando los muestrarios

déjenme ser     contraveneno de los perseguidos

las sierpes solfeando     los nuevos himnos de Dios

los hermanitos ácimos predilectos       digiriéndose

sobre las escaleras

 

Un establecimiento cerrado es un rostro cruel

yo los vi morder           los talones del farmaceuta

fingiendo una tos arcaica

he visto el torcer de sus sangres

para adormecer sus torres

yo dejé de medicar el tiempo

 

Hay quien trabajó para mí         riendo

este cristal ensombrecido

los hermanitos nublados           feroces

girando            como un espiral de hormigas    hasta la insolación

casuario ríe

quien sobreviva al fin del mundo deberá escribirlo

            mi venganza será el amor

 

 

(Fuente: Revista Altazor)

 

Marusa Krese (Liubliana, Eslovenia, 1947-2013)

 

ME ENCERRÉ EN MÍ MISMA...

 

Me encerré en mí misma y busqué palabras.
Palabras verdaderas, palabras para mi gente.
Para mi hermana, para mis hijos.
Y para los suyos.
 
Busco palabras. Sola.
Busco palabras que lo digan todo.
Esas pequeñas, las únicas.
Sencillas y cortas.
 
No sé qué está ocurriendo.
¿Será, quizá, que ya me estoy yendo?
No consigo encontrar las palabras.
Mis palabras, esas verdaderas.
 
No puedo partir sin ellas.
 
 
_________________________
en "Kataložni Zapis", Univerzitetna Knjižnica, Liubliana, 2013. Trad. del esloveno al inglés, Tina Mahkota. Versión del inglés al castellano, Jonio González. 
 
 

I enclosed myself and looked for words.
For real words, words for people who are mine.
For my sister, for my children.
And for theirs.
 
I’m looking for words. On my own.
I’m looking for words that say everything.
Those little ones, the only ones.
Simple and short ones.
 
I don’t know what is happening.
It can’t be that I’m departing already?
I can’t find the words.
My words, those real ones.
 
I cannot depart without them.
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Tana Pasquini (Rosario, Argentina, 1969)

 

 
/ Del Libro H



Ahora me auscultan me revisan
como a un objeto extraño peligroso
un artefacto a punto de estallar
aproximan el oído al abalorio
buscan el tic tac que confirme la sospecha
o no lo buscan
soy una bomba de Dios
un explosivo salvaje olvidado arteramente
en el lugar del estallido
una mecha que se enciende para deflagrar
un oculto mecanismo una joya de relojería
precisa certera mortífera
una bala detonada en el blanco
en un procedimiento sencillo
una ablación limpia
me arrancan el pecho que me sobra
con el otro dicen / con el que queda /alcanza
para amamantar lo que crece en la desgracia
lo que se mece torpemente en su sombra
ahora me auscultan me revisan
me miran de reojo
como a un objeto extraño peligroso
como a un artefacto a punto de estallar
entonces estallo.


(Fuente: Alicia Silva Rey)

Daniel Quintero (Buenos Aires, 1957)

 

Warning
 

Mi poesía contiene
octogonales de advertencia
 
es básicamente nociva
en especial al canon de literatura
 
no importa demasiado
en cuál línea de cabotaje
todos los vuelos
conducen a Manhattan
antes era a Roma /claro
 
mi poesía tiene excesos
de todo tipo de faltas
 
tiran de un lado
y se destapa del otro
llueve y hay que salir
a juntar agua
 
pero en verdad no le falta nada
es decir
nada le hace falta.

 

Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949)

 

Tardes celestes

 

/
"Esos hombres no son baraja, ni dioses, ases,
pero llevan en cierto modo una coraza tan
trenzada a la carne, que no abyecta ni melancólica
ni aun sensible suena su voz lírica
-opresos son de su sensibilidad, contra ella yugan.
Hombres de esquinas amarillas, que no rosadas.
El facón tirita como su único huesillo en sombras.
Blanco es, se diría ebúrneo, pero es hueso o puñal,
según la metáfora se vea.
Sobreviven. Grandes poetas nuestros con olor a manta,
a aguantadero, a bebidas de otoño, a altiva herrumbre.
Querés seguir, como Juan L., el tránsito de la tarde, en detalle:
variaciones del celeste, brillante sobre los edificios, más allá marítimo,
y el discurrir, el paso, la física de su tiempo salvaje te detiene.
Canta una torcaza, algo, entre edificios urbanos, el humo
sube en fríos nubarrones entre esos palazzi que te recuerdan
los amarillentos monobloques de la República Democrática Alemana:
un invierno fallido, una eternidad que no fue.".
 
 
(Fuente: Alicia Silva Rey)

 

León Félix Batista (República Dominicana, 1964)

 

𝘏𝘢𝘷𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘯𝘰 𝘮𝘦𝘮𝘰𝘳𝘪𝘦𝘴, 𝘋𝘢𝘳𝘬𝘭𝘺 𝘉𝘳𝘪𝘨𝘩𝘵?”
                                  Hart Crane.
 
 
No, no me digas qué es una oscuridad brillante,
será la historia de nuestra vida
o la vieja pulsión que nos lleva, será
esa sombra fría extendida sobre el suelo
o la pobre luz que psyque aplica a nuestros sueños.
También puede verse
como el frío lúcido entrando en los huesos,
el rumor de madreselvas dormidas en la noche,
la respiración muelle de los ficus entrado el ocaso.
 
No.
No me hables de recuerdos si no practicas el olvido:
Pues de esa reluciente rama de nuestra vida
—despreciada por doctos y sabidos—
penden dulces frutos desconocidos
y en su lomo bellas aves reposan.
 
Memoria es lenocinio de ideas, deseos, vagares…
Por ello saco mi casaca negra,
parchada de certezas y sueños fementidos,
y me dispongo a caminar la ciudad toda la noche;
porque la oscuridad más bella es la de la pasión
y en el licor oscuro de las madrugadas
una sabiduría cierta malenciende,
para perdurar brillante, ignorada.
 
 
(Fuente: Lab de Poesía)

 

Yulino Dávila (Perú, 1952)

 

5 poemas de Fusión seguido de Diapasón

de lo inverosímil en la carne (2010),

por Yulino Dávila

 

 

FUSIÓN:

Bilis negra/poema curvo

como el tiempo,

el espacio,

el beso y el pecho que recoge mi carencia,

acaso el silencio descuartizado.

 

La esperanza la llevo en el bolsillo

apunto de ladrones.

¡Quién me diera otra clase de sustento!

 

Al ojo del agua le zurcen lágrimas de trapo

donde alojar fulgores

para copiar dictado     que la vida ausente

manda

al presente     o imago vivis

loquor mortuus     que me hostiga,

quiero decir:

¡la vida me puede!

 

Pudre la luz que yo defiendo.

La vida pudre por el lado muerte

Por eso  – aquí     hago constar esta fusión.
Poesía impertinente

procaz

brusca y descarada / lengua calva.

La realidad filtra   como una verdad oculta

abre sus alas de murciélago:     a ella me congrego

que conste,

escribo (poesía) para esconderme en la luz:

-la infancia siempre es más larga que la vejez,

le sangran las cosas muertas

como el tiempo

-al amor le sangra su propia infancia.

 

Tiempo y muerte     se pueden verificar

con la ausencia del amor

-pero yo te amo,

Carlota

de mis esporas,

Lucrecia de mis Hortensias

dulce Dorotea que afila las Helenas

Esther restregada con Magdalena

desbroza un cromatismo, compulsa mis neutrinos.

Beatriz deshojando la palma de Eloísa

-pero yo te amo,

Zenobia labrando tejas en Bettina

Briseida partida en el ángulo Cordelia

te amo y

ayunto mi hipogloso al brote en tu plomada

Isolda en el espliego / en el hemiciclo Monsieur Le Blanc

(en realidad Sophie Germain)

deshilacha vibraciones de las láminas elásticas

para alcanzarme hasta su agua primordial,

Julia trota el abanico de Ninon lavando una palabra,

y se me escapa.

 

Σ

 

Amo

en los huesos del tiempo

(hocico y fermento)

mastico

rodancias del animal en su engranaje

escarbando en lágrimas propias / casi ajenas

al sustanciarse con el meollo de las horas

¡mis umbrales!

 

Un brillo peina las palabras (como palomas en desorden)

para hablar este grito:

discordia estructural del hombre que cae

-un lugar en la historia no es el olvido-
Un artificio oscuro siembra la desnudez.
Dama de mi planear en Lilit,

la primera de mi sombra

que espumó la raza.

A ti me llego por las huellas de Laetoli / cenizas

del Plioceno

se hace 3,7 millones de años (con el método

potasio-argón)

gracias a Mary Leaky           apenas con infancia.
El abismo, pedante turbamulta, nos pela la muela sin

alharaca.

Y puse sombrero al vacío umbilical.
¡Por favor, un poco más de respeto al infinito!

Σ

 

14483909_10154585445712386_1346013556_n

 

TODOS LOS PROCESOS SON PARCIALES

 

Aquí sólo la poesía nos absuelve,

y es aquí donde puedo danzar al filo de descalabro,

o cantar lo sucedido en el futuro, ¡te lo dije!, y

merecer el repleto vacío macerado.

 

De carne ante las vísperas que me ajochan

retrocedo hasta el esqueleto de la leche:

-algo te transparece-       y       empato

por el hurgar licencioso de las discordancias

para besarte atolondrado,

y eres mi crupier de la suerte que me luce.

 

¡Oh querida!

sin omitir detalles         te celebro en medio de la debacle:

 

La marquesa de Chatelet tradujo

los Principia Mathematica de Newton

y Mary Somerville la Mecánica celeste de Laplace

pero el mundo siguió sangrando

(el apartheid viene de lejos).

 

Orfandad se paga, risa agujereada se paga, volver sin ir,

dame que no estoy, no toques, no digas, se paga,

el cajón involucrado, la intemperie, se paga,

¡hondamente! ¡hondamente!

y observamos su compostura en el lóbulo izquierdo

para sudar el olvido, para mirarnos la cara,

 

y tuvimos que forjar un amor más robusto

– ardorosa zarza / anilina indeleble-

amándonos con mejor amor

(apretado halago glosa los últimos alvéolos de la noche,

galopan por el auge de tu desnudo a contraluz.)

 

Y yo te amo:       Dama de mis entregas tullidas,

mi colaboradora     mi equivalente mayor,

contigo agoto mis recursos,

contigo dialogan las golondrinas de mis quejas,

contigo procuro repetirme diferente.

 

Te apuro a calibre de astrolabio en el jardín,

a gallardo adoquín de pataleta,

Te apuro a bujía de calistenia / a sol mojado por mi frente.

Contigo me deslomo por la punta,

me colapso hacia la voz en off,

me remonto auspiciado de insolvencia,

me involucro de castillos en el aire para que seas

mi princesa.

Contigo encuentro la harina para mis bizcochos,

cancelo la orilla de océanos desteñidos,

me subo al aire que te ríe, y otra vez

nos amamos en redondo, contigo.

Contigo

me sosiega el escalofrió que desgasta a los indignos.

 

Contigo las cosas buenas son más buenas        contigo

eso me hace inmune contra la rutina

y te convoco:

 

Ginebra        de mi Camelot de esquina.

Hagia Sophia filtrando el parque de la infancia:

Amor de Colombina /  disfraz de dominó

confeti y serpentina,

la vaina entre el guitarreo forzudo y el poema

(cenizas del Parque Huirocoha que los ajenos refractan).

 

Isadora descalza restaura mi caníbal binario.

Galatea me trastorna por el ojo eclipse.

Se baña Betsabé y enhebra la descartable pupila

-mi gorrión en el mástil-

para ti, donde riñen mis opositores, Berenice,

el charol de mis arrullos,

mi Amerigo Vespucci de los errores que dejé.

 

Aquí tienes este jazz        -libre y entrañable-

en el umbral de la coherencia,

mis arregladas convulsiones,

sintaxis sincopada /  miel disonante.

Una obsidiana trepana las inercias

¡retúmbate pues con esta prosodia y sobre mi lampiño!

aguarece a sus desfondos así como ensimismo

te acopla,

gesta con el musgo estos diretes.

 

¡Oh querida!

me renuevo de caleidoscopio para que seas la última Lila

que me lama.

Contigo…          afán y sintonía.

 

Tendré que volver sobre mi escudo roto

-caléndula sobre mis pestañas-

 

(lejos del Taigeto).

 

Σ

 

dsdiod
El poeta Yulino Dávila

 

2. palabra: estertor de beso

 

a este sur le toca (por el lado de su redondez)

geografías que calcan purgatorios

para no se sabe qué delitos

o extravíos aún por cometer que carecen de mentor

 

perdedores sin recato ni remordimiento

sin tan siquiera una culpa

donde secar el desierto que su lágrima tuerce

 

en esta orfandad las esperanzas

caricaturan coordenadas

(un estertor como lanuda cosquilla panfletaria

se aloja en el bucle de la risa)

pernocta pues un agravio audaz        casi perverso

pozo lúgubre que fricciona: placer y extrañamiento

 

la virtud tambaleante de los cielos se torna trapo

: marsupio reseco

La intemperie del desahucio retrocede hasta su tara

¡insolente aporía!

 

el ego fofo se aglomera entre la náusea y el sarcasmo

ríe a gatas ilustrando        solemne tórax y garabato

 

un amargor articula una flema sin costuras

en forma de escápula añadida

quizá leve joroba o hueso de calandraca

luego bizquea

hollejo adentro    en los molinos del tiempo

 

¡tachón de féretro que no se termina de evacuar!

 

Σ

 

8. palabra: descaro y palo

 

 

la incógnita asimétrica incuba

en la casa del herrero con cuchillo de palo

el dolor de palo

 

mas para sus adentros

la locura albina esmera su acto de tallar

patíbulo y corbata

un kilo que sustrae al gramo la inocencia

la pereza               el espesor

y como si llegara temprano para algo

se embadurna con la nada más cercana / nos guiña

 

un martes se repite a lo ancho de la semana

vomita su folletín / ¡no te embarques!

nueve meses se aprietan dispersos en toda una vida

humea en las gavetas la prueba delatora

nos depila en el espejo

salpica el delantal con esquinas por donde lo efímero

huye sin desprecio

perfuma su alharaca

 

ese sarcasmo hila a trompicones        un robusto silencio

el llanto habla la palma de su mano que saluda

acusa con el hueco de la palabra

se despacha:

 

hace florecer

en el dolor de palo una lágrima de palo

sin amén.

 

 

 

 

*(Perú, 1952). Estudió Psicología Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y se inició en la poesía a finales de los años 60. Miembro histórico del Movimiento Hora Zero. Viajó a Europa en 1977. Colaboró con la Editorial Banda de Moebius durante su estancia en Madrid. Vive actualmente en Barcelona. Ejerció como lector de la Editorial Planeta y lo dejó por salud mental. Ha trabajado largo tiempo como bibliotecario del Instituto de Estudios Norteamericanos. Actualmente está abocado a tiempo completo en su labor poética y plástica, además colabora como crítico literario para diversos medios de información de España y Latinoamérica. Da clases de iniciación al arte culinario y tiene una exposición permanente en su Factoría√-1. Ha publicado en poesía El tratante (1995), Hebras de Malasaña (1998), Monasterio de palabras (2009), Fusión (2010), Tálamo y Escalpelo (2013), Sin ambages (2015).

(Fuente: Vallejo & company)

 

Herberto Helder de Oliveira (Portugal, 1930-2015)

 


Poemacto

 
I
Me acuesto, me levanto, pienso que es enorme cantar.
Una rama canta blanco.
Una ciudad canta luces.
Pienso ahora que es profundo encontrar las manos.
Encontrar instrumentos dentro de la angustia:
clavicordios y liras o laúdes
intencionados.
Cantar rosetones de piedra en la neblina.
Cantar la sangrienta neblina.
El amor atravesado por un dardo
que estremece al hombre hasta las bases.
 
Cantar nuestro propio dardo lanzado
a la bestia que atraviesa el mundo.
Al nombre que sangra.
Que va sangrando y dejando un rastro
por la culminante noche afuera.
Eso es el nombre del amor que es el nombre
del canto. Canto en la soledad.
El amor obsesivo.
La obsesiva soledad cantante.
Me acuesto, y es enorme. Es enorme levantarse,
cegar, cantar.
Tener las manos como la neblina ardiendo.
 
Las casas son fabulosas, cuando digo:
Casas. Son fabulosas
las mujeres, si conmovido digo:
Las mujeres.
Las cortinas en la cima de las ventanas
fulguran como relámpagos. Yo vivo
cantando a las mujeres incendiarias
y a la inmensa soledad
verídica como un vaso.
Porque un vaso canta en mi boca.
Canta la bebida en mí.
Verídicamente, yo canto en el mundo.
 
Que hablen deprisa. Extiéndanse
en mi pensamiento.
Sumerjan su voz en mi
tiniebla como una garganta.
Porque yo desearía tanto despertar
dentro de vuestra voz en mi boca.
Ahora sé que las estrellas están habitadas.
Vuestra existencia dura y caliente
es la masa de una estrella.
Porque esa estrella canta en el sitio
en el que va a ser mi vida.
 
Quemáis vuestras noches a la gloria
de mi amor. El amor es fuerte.
Qué fuerte cosa es la locura.
Porque la locura canta minada de puertas.
Nosotros salimos por las puertas, nosotros
entramos en el interior de la locura.
Las sillas cantan a los que están sentados.
Cantan los espejos la juventud
adjetiva de los que se miran.
Estoy inquieto y ciego. Canto.
La muerte me canta al fondo.
Es un canto absoluto.
Imagino mi cuerpo, una colina.
Mi cuerpo escalera de estrella.
Nata. Flecha. Objeto cantante.
Cuerpo con su muerte que canta.
Imagino una colina con voces.
Una escalera con canto de estrella.
Imagino esa espesa nata cantante.
Una que canta flecha.
Imagino mi voz total de la muerte.
Porque todo canta y cantar es enorme.
Imagino la delicadeza. La sutileza.
El toque casi aéreo, casi
aéreamente brutal.
Ser tocado por las voces como ser herido
por los dedos, por los rudos clavos
de la planicie.
Ser despertado, despertado.
Porque cantar es un subterráneo.
Después es un patio.
Imagino que las voces son escaleras.
Voces para alcanzar el canto.
El canto es mi cuerpo purificado.
Porque mi cuerpo tiene una muerte suya
tocada incendiariamente.
La muerte —dice el canto— es el amor enorme.
Es enorme estar ciego.
Canta mi gran cuerpo ciego.
Relucir en lo alto por el silencio adentro.
El silencio canta alojado en la muerte.
Me acuesto, me levanto, pienso que es enorme cantar.
 
 
II
Mi cabeza se estremece con todo el olvido.
Yo intento decir cómo todo es otra cosa.
Hablo, pienso.
Sueño sobre los tremendos huesos de los pies.
Es siempre otra cosa, una
sola cosa cubierta de nombres.
Y la muerte pasa de boca en boca
con la leve saliva,
con el terror que hay siempre
en el fondo informulado de una vida.
Sé que los campos imaginan sus
propias rosas.
Las personas imaginan sus propios campos
de rosas. Y a veces estoy enfrente de los campos
como si muriera;
otras, como si ahora solamente
yo pudiera despertar.
A veces todo se ilumina.
A veces sangra y canta.
 
Yo digo que nadie se perdona en el tiempo.
Que la locura tiene espinas como una garganta.
Yo digo: Rueda a lo lejos el otoño,
¿y qué es el otoño?
Los párpados golpean contra el gran día masculino
del pensamiento.
Echo cosas vivas y muertas en el espíritu de la obra.
Mi vida se extasía como una sala de antorchas.
Era una casa —¿cómo diré?— absoluta.
Yo juego, yo juro.
Era una casinfancia.
Sé que era una casa loca.
Yo metía las manos en el agua: me adormecía,
rememoraba.
Los espejos se rajaban contra nuestra juventud.
Palpo ahora el girar de las brutales
y líricas ruedas de la vida.
Hay en mi olvido, o en el recuerdo
total de las cosas,
una rosa como una alta cabeza,
un pez como un movimiento
rápido y severo.
Una rosapez dentro de mi idea
desvariada.
Hay vasos, tenedores embriagados dentro de mí.
—Porque el amor de las cosas en su
tiempo futuro
es terriblemente profundo, es suave,
devastador—.
Las sillas ardían en los lugares.
Mis hermanas habitaban en la cima del movimiento
como seres pasmados.
A veces se reían en alto. Se tejían
en su oscuro terrífico.
La menstruación soñaba podrida dentro de ellas,
en la boca de la noche.
Cantaba muy bajo.
Parecía fluir.
Rodear las mesas, las penumbras fulminadas.
Llovía en las noches terrestres.
Yo quiero gritar mas allá de la locura terrestre.
—Era húmedo, destilado, inspirado—.
Había rigor. Oh, ejemplo extremo.
Había una esencia de taller.
Una materia sensitiva en el secreto de los fruteros,
con sus manzanas centrípetas
y las uvas colgadas sobre la madurez.
Había la magnolia caliente de un gato.
Gato que entraba por las manos, o magnolia
que salía de la mano hacia el rostro
de la madre sombríamente pura.
Ah, madre loca alrededor, sentadamente
completa.
Las manos tocaban por encima del ardor
la carne como un trozo extasiado.
Era una casabsoluta —¿cómo
diré?—, un
sentimiento en el que algunas personas morirían.
Demencia para sonreír elevadamente.
Tener moras, hojas verdes, espinas
con pequeña tiniebla por todos los rincones.
Nombre en el espíritu como una rosapez.
Prefiero enloquecer en los pasillos arqueados
ahora en las palabras.
Prefiero cantar en los balcones interiores.
Porque había escaleras y mujeres que quedaban
minadas de inteligencia.
El cuerpo sin rosetones, el lenguaje
para amar y rumiar.
La leche cantarina.
Yo ahora me sumerjo y asciendo como un vaso.
Trago hacia arriba esa imagen de agua interna.
—Bolígrafo del poema disuelto en el sentido
primacial del poema.
O el poema subiendo por el bolígrafo,
atravesando su propio impulso,
poema regresando—.
Todo se levanta como un clavo,
un cuchillo levantado.
Todo muere su nombre en otro nombre.
Poema no salido del poder de la locura.
Poema como base inconcreta de creación.
Ah, pensar con delicadeza,
imaginar con ferocidad.
Porque yo soy una vida con furibunda
melancolía,
con furibunda concepción. Con
alguna ironía furibunda.
Soy una devastación inteligente.
Con caléndulas fabulosas.
Oro por encima.
La madrugada o la noche triste tocadas
en trompeta. Soy
alguna cosa audible, sensible.
Un movimiento.
Silla conjeturándose en la cavidad
hecha al sentarse.
O flores bebiendo el jarrón.
El silencio estructural de las flores.
Y la mesa debajo.
Soñando.
 
 
III
El actor enciende la boca. Después los cabellos.
Finge sus caras en las charcas interiores.
El actor se pone y quita la cabeza
de búfalo.
De venado.
De rinoceronte.
Pone flores en los cuernos.
Nadie ama tan desalmadamente
como el actor.
El actor enciende los pies y las manos.
Habla lentamente.
Parece que se difunde a bocados.
Bocado estrella.
Bocado ventana hacia afuera.
Otro bocado gruta hacia adentro.
El actor toma las cosas para echar fuego
al pequeño talento humano.
El actor restalla como sal quemada.
Lo que rutila, lo que arde destacadamente
en la noche, es el actor, con
una voz pura monótonamente golpeada
por la soledad universal.
El espantoso actor que quita y coloca
y retira
el adjetivo de la cosa, la sutileza
de la forma,
y precipita la verdad.
De un lado extrae la manzana con su
divagación de manzana.
Fabrica peces sumergidos en la propia
llamarada de peces.
Porque el actor está como la manzana.
El actor es un pez.
Sonríe así el actor contra la faz de Dios.
Ornamenta a Dios con simplicidades silvestres.
El actor sustrae a Dios de Dios,
y da velocidad a los lugares aéreos.
Porque el actor es una astronave que atraviesa
la distancia de Dios.
Envuelve. Desvela.
El actor dice una palabra inaudible.
Reduce la humedad y el calor de la tierra
a la confusión de esa palabra.
Recita el libro. Amplifica el libro.
El actor enciende el libro.
Levita por los campos como la dura agua del día.
El actor es tremendo.
Nadie ama tan repelentemente
como el actor.
Como la unidad del actor.
El actor es un adverbio que se ha ramificado
de un sustantivo.
Y el sustantivo retorna y gira,
y el actor es un adjetivo.
Es un nombre que proviene finalmente
del Nombre.
Nombre que se murmura en sí, y se agita,
y enloquece.
El actor es el gran Nombre lleno de reflectores.
El nombre que ciega.
Que sangra.
Que es la sangre.
Así el actor levanta el cuerpo,
llena el cuerpo con melodía.
Cuerpo que tiembla de melodía.
Nadie ama tan corporalmente como el actor.
Como el cuerpo del actor.
Porque el talento es transformación.
El actor transforma la propia acción
de la transformación.
Solidificándose. Gasificándose. Complicándose.
El actor crece en su acto.
Hace crecer el acto.
El actor actificándose.
Es enorme el actor con su osamenta de base,
con sus tantas ventanas,
las calles…
el actor con la emotiva publicidad.
Nadie ama tan públicamente como el actor.
Como el secreto actor.
En estado de gracia. En compacto
estado de pureza.
El actor ama en acción de estrella.
Acción de mímica.
El actor es un tenebroso recogimiento
de donde brota la pantomima.
El actor ve aparecer la mañana sobre la cama.
Ve la serpiente entre las piernas.
El actor ve fulminantemente
cómo es de puro.
Nadie ama el teatro esencial como el actor.
Como la esencia del amor del actor.
El teatro general.
El actor en estado general de gracia.
 
 
IV
Las vacas duermen, las estrellas son truculentas,
la inteligencia es cruel.
Yo me abro hacia el lado de los campos.
Veo como estoy minado por ese
puro movimiento de inteligencia. Porque miro,
ruedo en los goznes como hacia la felicidad.
Más elevadas son las arbitrarias hierbas
que las estrellas.
Todo duerme en las vacas.
Oh violenta inteligencia donde las cosas
levitan preciosamente.
El campo choca contra mí, en el aire donde ellas
duermen
—vacas truculentas, estrellas
apaciguadas estrellas— y la inteligencia, al fin
salvajería celeste sobre mi respiración.
Pienso cambiar estos campos acostados, crear
un nombre para las cosas.
Donde era establo, en la dulce morfología,
hacer
que las estrellas mujan y las polvaredas
resuciten.
Decir: Revienten los taludes, enloquezcan las vacas,
que mi inteligencia se vuelva terrífica.
Unir la ferocidad de la noche al embriagado
movimiento de la tierra.
Puedo cambiar la arquitectura de una palabra.
Hacer explotar el descendido corazón de las cosas.
Puedo meter un nombre en la intimidad de una cosa
y recomenzar el talento de existir.
Meto en la palabra el corazón cargado de una cosa.
Yo puedo modificarme.
Ser más alto que la corrupción.
Campos abanicados por el silencio. Alguien como yo
sumergiéndose en lo que es lo oscuro
de las vacas dormidas.
Estrellas giradas, de repente muertas
sobre mí. Ah, pienso alterarlo todo,
recuperar ahora las colinas del mundo.
Hablando de amor, yo hablo
del genio destructor. Digo que es necesario
crear la velocidad de las cosas.
Que es necesario cazar flores, golpear estrellas,
meter el sueño en las vacas, desentrañarles
el sueño,
dar el sueño a las estrellas.
Enloquecer.
Que es necesario recrear el crear, Dios mío, ser truculento.
Ser simple y no serlo.
Abandonar los campos, remolinar
la inteligencia, la crueldad.
Abro la puerta para no olvidar esta
absurda tarea.
Esta tan particular necesidad.
Porque ahora he dejado totalmente de ser puro.
Me levanto para dar de comer calientes
estrellas a las vacas.
Soy tan puro, Dios mío, tan truculento.
Es necesario comenzar.
Digo en bajo el nombre. Corto los pies de las estrellas.
Dejarlas en su savia estremeciente.
Digo en bajo que es talento envenenarlas.
Mi alegría furibunda es la pureza del mundo.
Y es tan bello agarrar con los huesos
que hay dentro de las manos
la punta de un nombre, y desplegarlo.
Arrancar esa alma apretada.
Porque yo conozco el estilo de un alma
precisamente original.
Corto las estrellas de las vacas.
Traigo velas a los campos extraordinarios.
Porque llamo a la puerta con mi júbilo furioso.
El amor se acumula.
Es para dar el ardor en dulce disipación.
Dios no sabe y sonríe, despedazado
contra el muro humano.
Respiro, respiro. Las cosas respiran.
Esta ofrenda masculina vocifera en las tinieblas.
Crear es delicado.
Crear es una gran brutalidad.
Porque yo soy feliz. Duermo
en la obra.
Solo yo sé que la locura ha minado este ser
inexplicable
que me extiende en las cosas.
La locura ha entrado en cada hueso,
y los campos son mi espejo.
Esta imagen perfecta arruina los espejos.
Los nombres son locos,
son verdaderos.
 
 
V
Las barcas gritan sobre las aguas.
Yo respiro en las quillas.
Atravieso el amor, respirando.
Como si el pensamiento se rompiera con las estrellas
brutas. Arrimo la cara a las barcas dulces.
Barcas macizas que gimen
con las puntas del agua.
Me arrimo a la dureza general.
Al sufrimiento, a la idea general de las barcas.
Arrimo la cara para atravesar el amor.
Lo hago todo como quien deseara cantar,
situado en las palabras.
Respirando el casco de las palabras.
Su estela batiente.
Con la cara hacia el aire en las gotas, en las estrellas.
Situado en el doloroso chirriar de los remos,
de los timones de las palabras.
Es el llamado río Tajo
por el amor dentro.
Veo los puentes escurriéndose.
Oigo las campanas de las tinieblas.
Las cuerdas tensas de los peces que violinan el agua.
Es en las barcas como se atraviesa el mundo.
Las barcas chocan, gritan.
Mi vida atraviesa la ceguera,
llega a cualquier parte.
Barca alta, noche demente, amor en el medio.
Amor absolutamente en el medio.
Yo respiro en las quillas. Es fuerte
el olor del río Tajo.
 
Como si las barcas traspasaran campos,
la rumia de las flores ciegas.
Si el Tajo fuera ortigas.
Vacas durmiendo.
Charcas locas.
Como si el Tajo fuera el aire.
Como si el Tajo fuera el interior de la tierra.
El interior de la existencia de un hombre.
Tajo caliente. Tajo muy frio.
Con la cara arrimada al agua amarilla de las flores.
A los guijarros de la mañana.
Respirando Atravesando el amor.
Con la cara en el sufrimiento.
Con voluntad de cantar en el orden de la noche.
Si se me cae la mano, el pie.
La atención en el agua.
Pienso: El mundo es húmedo. No sé
qué quiere decir.
Atravesar el amor del Tajo es cualquier cosa
como no saber nada.
Es ser puro, existir en la cima.
Atravesarlo todo en la noche despeñada.
En la despeñada palabra atravesar la estructura del agua,
de la carne.
Como para cantar en las barcas.
Morir, revivir en las barcas.
Los puentes no son el río.
Las casas existen en las márgenes coaguladas.
Ahora yo pienso en la soledad del amor.
Pienso que es el aire, las voces casi inexistentes en el aire,
lo que acompaña al amor.
Acompaña al amor algún pez sutil.
Una extraña imagen universal.
El amor acompaña al amor.
Es necesaria una existencia de una dureza lenta.
Las barcas gritan.
El agua es general sobre la cara que respira.
Puedo hablar a las manos.
Puedo extremamente hablar a las palabras.
Es en las palabras donde las barcas gimen.
En ellas se establece el río.
Hablo de mi vida caliente.
Palabras —digo— es tan caliente la noche
que atravesamos.
Barcas calientes.
General calor en medio de la carne.
Y ahora el río Tajo se enciende en el medio
de muchas palabras.
Amor de la vida del Tajo con mi
gran vida pura.
Con mi amor completo como un río.
 
*
Traducción de Enrique Gutiérrez Miranda
 
(Fuente: Cecilia Pontorno)

Herta Müller (Rumania, 1953 / Alemania)

 



Esta extraordinaria colección de poemas-collage fue publicada como una serie de páginas sueltas encerradas en una caja. Es considerada la obra más original de la célebre escritora, Premio Nobel de Literatura en 2009.

Trad. Ada Trzeciakowska

 

El guardián coge su peine

1

abrirse paso en la vida
no implica
alcanzar la felicidad
mi señor
Lo primero es
un coche de niño
Lo otro
una bicicleta de hombre
y nadie monta
Yo tenía
una morera que tenía
hojas y hojas
Creció un ángel en ella
con fiebre roja
en la boca
Decir no dijo nada.
en verano dejó
que se le desgarrara un labio
y negro fue
el descenso de la fruta
y siempre infestada de orugas estaba el sobaco,
a veces era un guardián y violinista
entonces era un fugitivo y acariciaba el nervio
del verano su maleta estaba fuera de tiempo
entonces un sastre habitaba el cielo como huésped hoja a hoja
cortadas en septiembre septiembre pagó
los detalles no importaban querido señor

 

Tłum. Artur Kożuch

STRAŻNIK BIERZE SWÓJ GRZEBIEŃ*

1

iść przez życie przebojem
nie znaczy,
dojść do szczęścia
mój panie
Pierwsze to
wózek dziecięcy
To drugie
rower męski
i nikt nie jedzie
Miałam kiedyś
drzewo morwy ono miało
liści a liści
A w nim taki anioł rósł
z czerwoną gorączką
w środku ust
Rzec nie rzekł nic.
w lecie sprawił
że pękła warga
i czarne było
zejście owoców
a pod pachą zawsze był wysyp gąsienic,
czasem był to strażnik i skrzypek
wówczas on był uchodźcą i pieścił nerw
lata jego walizka była spoza czasu
Wtedy w niebie mieszkał krawiec jako gość list za listem
obciąwszy uiścił we wrześniu wrzesień
szczegóły nie grały roli drogi panie

*Ten niezwykły zbiór wierszy w formie kolaży ukazuje się w serii Liberatura, w której publikowane są najbardziej niekonwencjonalne utwory literackie, przemawiające do czytelnika nie tylko poprzez tekst, ale również grafikę i formę książki. Dzieło to, wydane w formie luźnych kart włożonych do pudełka, uchodzi za najoryginalniejszy utwór w dorobku sławnej pisarki (opis i wybór ze strony wydawcy)

Der Wächter nimmt seinen Kamm

1

sein Leben machen
ist nicht,
sein Glück machen
mein Herr
Das eine ist
ein Kinderwagen
Das andere
ein Herrenrad
und niemand fährt
Ich hatte einen
Maulbeerbaum der hatte
Blätter und Blätter
Da wuchs ein Engel drin
mit rotem Fieber
im Mund
Gesagt hat er nichts.
im Sommer ließ er
die Lippen platzen
und schwarz war
der Abstieg der Früchte
und immer befallen von Raupen war die Achselhöhle,
manchmal war es ein Wächter und Geiger
damals war der ein Flüchtling und strich über den Nerv
des Sommers sein Koffer war aus der Zeit
Da bewohnte ein Schneider den Himmel als Gast Blatt um Blatt
geschnitten beglich im September den September
Einzelheiten spielten keine Rolle lieber Herr

 

(Fuente: Ada Lírica)

Chinua Achebe (Ogidi, Nigeria, 1930 - Boston, EEUU, 2013)

 

Sin compromiso

 

Vivan los que no hacen nada

no ven nada no sienten nada los que

tienen prudencia en el corazón

como un diafragma a las puertas

del útero para cerrarle el paso

al oprobio del furor seminal. Dicen

que el búho también porta la sabiduría

como un anillo defensivo alrededor

de sus frágiles ojos que lo protege

de llos dardos de la vista. Hace mucho

en Medio Oriente Poncio Pilato

se hizo famoso por desentenderse

en público lavándose las manos. (¿De qué

otro funcionario romano se habla

todos os domingos en el Credo

de los Apóstoles?). Y hablando de apóstoles

ese muchacho Judas tampoco era

ningún boudo, a pesar del desprecio

de las generaciones venideras lo cierto

es que fue el único de toda esa comparsa

que tuvo el buen tino de darse cuenta enseguida

de que era un movimiento destinado al fracaso

y se mandó a mudar y encima hizo negocio

y se llevó una linda bolsita de monedas

que le abultaba el pecho: un tipo muy sensato.

 

Traducción de Ezequiel Zaidenwerg