domingo, 28 de enero de 2018

Frank O'Hara

Maiacovski


1
¡Mi corazón está perturbado!
estoy de pie en la bañera
llorando. Madre, madre
¿quién soy? Si él
volviera solo una vez
y me besara en el rostro
su áspero cabello rozara
mi sien, ¡está latiendo!
 
entonces podría vestirme
creo, y andar las calles.
 
2
Te amo. Te amo,
pero estoy volviendo hacia mis versos
y mi corazón se cierra
como un puño.
 
¡Palabras! Sean
tan enfermas como lo soy yo, extasíense,
pongan en blanco los ojos, un charco,
 
y observaré insistente
mi herida belleza
que, a lo mejor, es solo un talento
para la poesía.
 
No puedo gustar, no puedo cautivar o ganar
¡vaya poeta!
y la transparente agua se espesa
 
con golpes salvajes sobre su cabeza.
Abracé una nube,
pero cuando me elevé
comenzó a llover.
 
3
¡Qué gracioso! ¡Hay sangre en mi pecho!
ah, cierto, he estado cargando ladrillos
¡qué gracioso lugar para romperse!
y ahora llueve sobre el ailanto
mientras paseo sobre el alféizar
las huellas detrás de mí están llenas de humo y
brillando apasionadas por correr
salto en las hojas, verdes como el mar
 
4
Ahora espero tranquilamente
que la catástrofe de mi personalidad
finja ser bella otra vez,
e interesante, y moderna.
 
La región es gris y
de árboles marrones y blancos
nieves y cielos de risa
siempre apagándose, menos graciosa
no simplemente oscura, no simplemente gris
 
Este puede ser el día más frío
del año, ¿qué es lo que piensa él de
eso? Quiero decir, ¿qué pienso yo? Y si lo pienso,
quizás sea yo mismo de nuevo.

viernes, 19 de enero de 2018

Mario Montalbetti (Lima, Perú, 1953)

 

Himno


Todavía quedan días en los que me digo:
hoy un lugar que puedo hacer mío,
un café, por ejemplo, que puedo reclamar
como propio, luego de tantos excesos
o un terreno baldío en las afueras.
Pero eso sólo quiere decir que hay objetos
que me encuentran familiar, inanimado.
Mi anhelo es retórico: no espero afecto
de las cosas. Por eso mismo admiro
dos incomodidades: las sillas de madera
y las letras. En cambio, los poderes y la lujosa
circulación del guiso me dejan indiferente.
No en la explicación sino en la soledad
deseo usar estas palabras. yo no soy de acá.

martes, 16 de enero de 2018

Margaret Atwood (Canadá)

La canción de la rata


Cuando me oyes cantar
bajas el rifle
y la linterna, apuntándole a mi cerebro
pero siempre le erras
 
y cuando pones veneno
yo lo meo
para avisarle a las otras.
 
Piensas: Ésta es demasiado inteligente,
es peligrosa, porque
no me quedo ahí para que me masacres
y también piensas que soy fea
a pesar de mi pelo y de mis dientes hermosos
y de mis seis pezones, y mi cola de serpiente.
Todo lo que quiero es amor, estúpido
humanista. Fíjate si puedes entenderlo.
 
Es verdad, soy un parásito, vivo de lo que tu
desechas, cartílagos y grasa rancia
agarro sin pedir
y hago mis nidos en tus armarios
entre tus trajes y tus calzoncillos.
Tu harías lo mismo si pudieras,
 
si te permitieras compartir
mi odio cristalino.
Es tu garganta lo que quiero, a mi compañero
atrapado en tu garganta.
Aunque trates de ahogarlo
con tu voz grasosa de persona,
él está escondido / entre tus sílabas
lo puedo oír cantar.



sábado, 13 de enero de 2018

Francisco Umbral


Mi gata y la nieve

Mi gata mira la nieve
y lo que ve es un gato grande y blanco.
Y lo que ve es un gato en copos.
Y lo que ve
son los suaves zarpazos de la nieve,
las delicadas garras de un gran gato.
Un gato frío,
misterioso gato
venido de las azoteas del cielo,
gato de otros tejados sin ratones,
pisada blanda y pura de la nieve,
con su rabo de gato, sus mil rabos
y esos ojos de gato
con que la nieve mira nuestra vida.
Gato recién llegado, inmenso gato,
manos y pies de sigilo y blancura,
bello, soluble gato
que me asusta a la gata
o me la aburre
como acaba aburriendo la pureza.


miércoles, 10 de enero de 2018

Vicente Huidobro


No hay tiempo que perder
Los iceberg que flotan de los ojos de los muertos
Conocen su camino
Ciego sería el que llorara
Las tinieblas del féretro sin límites
Las esperanzas abolidas
Los tormentos cambiados en inscripción de cementerio
Aquí yace Carlota ojos marítimos
Se le rompió un satélite
Aquí yace Matías en su corazón dos escualos se batían
Aquí yace Marcelo mar y cielo en el mismo violonchelo
Aquí yace Susana cansada de pelear contra el olvido
Aquí yace Teresa ésa es la tierra que araron sus ojos hoy ocupada por su cuerpo
Aquí yace Angélica anclada en el puerto de sus brazos
Aquí yace Rosario río de rosas hasta el infinito
Aquí yace Raimundo raíces del mundo son sus venas
Aquí yace Clarisa clara risa enclaustrada en la luz
Aquí yace Alejandro antro alejado ala adentro
Aquí yace Gabriela rotos los diques sube en las savias hasta el sueño esperando la resurrección
Aquí yace Altazor azor fulminado por la altura
Aquí yace Vicente antipoeta y mago
Ciego sería el que llorara
Ciego como el cometa que va con su bastón
Y su neblina de ánimas que lo siguen
Obediente al instinto de sus sentidos
Sin hacer caso de los meteoros que apedrean desde lejos
Y viven en colonias según la temporada
El meteoro insolente cruza por el cielo
El meteplata el metecobre El metepiedras en el infinito
Meteópalos en la mirada
Cuidado aviador con las estrellas
Cuidado con la aurora
Que el aeronauta no sea el auricida
Nunca un cielo tuvo tantos caminos como éste
Ni fue tan peligroso
La estrella errante me trae el saludo de un amigo muerto hace diez años
Darse prisa darse prisa
Los planetas maduran en el planetal
Mis ojos han visto la raíz de los pájaros
El más allá de los nenúfares
Y el ante acá de las mariposas
¿Oyes el ruido que hacen las mandolinas al morir?
Estoy perdido
No hay más que capitular
Ante la guerra sin cuartel
Y la emboscada nocturna de estos astros

*

(De "Altazor")