martes, 31 de enero de 2017

Raúl Vallejo (Ecuador)


Autorretrato, 2003




He sido en otras vidas parte de la transparencia condenada
mancebo y aprendiz en academia de filósofo griego
prostituta azotada en las cercanías de un templo repleto de mercaderes
predicador escondido en catacumbas o expuesto en la arena de un coliseo
bruja servida para saciar los escrúpulos de Torquemada
adorador de huacas en tiempos del virrey Toledo
negra en Alabama judío en Auschwitz poeta en Wall Street.

He sido lo que está al margen del camino y que el viajante escupe
la basura que arrojan los decentes sin que nadie los vea
el mal pensamiento de la anciana que no sabe bien por qué suspira
la desenfrenada mano solitaria del quinceañero
el espejo en donde mira el nacimiento de sus formas la núbil desconcertada
las cartas de aquellos amantes que transgredían el espacio con papeles perfumados
soga de ahorcado bola de cristal enmudecida piedra de sacrificio maya.
He sido aquello que el orden y el poder marcaron con fuego
remero de galeón sacudido por el latigazo continuo en las espaldas
enano y hazmerreír en castillos medievales
crítico del mecenazgo en la Florencia renacentista
monja de clausura ávida de mundo y con vocación para las ciencias
curaca sublevado y seguidor de Túpac Amaru
palafrenero de palacio concubina fea madrastra en cuentos de hadas.
He sido lo que se habla en voz baja, lo que está prohibido para menores
lo que se acepta bajo la mesa, lo que se compra a hurtadillas
muchacha adolescente de espectáculo nudista en Bankok
inmigrante trasvestido en el Bosque de Bologna
jinetera comunista en las noches del malecón de La Habana
acompañante de ejecutivos de una agencia de Dupont Circle
mulatillo que deambula madrugadas por las playas de Río
VIH positivo aprendiz de masajista amante del alcalde en pueblo chico.
Soy
el mundo lapidado
por los que arrojaron con rabia las primeras piedras.


Gilberto Owen (México)

Sindbad el varado   (fragmentos)


Día veinticinco, Yo no vi nada
Mosca muerta canción del no ver nada,
del nada oír, que nada es.

De yacer en sopor de tierra firme
con puertos como párpados cerrados, que no azota
la tempestad de un mar de lágrimas
en el que no logré perderme.

De estar, mediterránea charca aceda,
bajo el sueño dormido de los pinos, inmóviles
como columnas en la nave de una iglesia abandonada,
que pudo ser el vientre
de la ballena para el viaje último.

De llamar a mi puerta y de oír que me niegan
y ver por la ventana que sí estaba yo adentro,
pues no hubo, no hubo
quien cerrara mis párpados a la hora de mi paso.

Sucesión de naufragios, inconclusos
no por la cobardía de pretender salvarme,
pues yo llamaba al buitre de tu luz
a que me devorara los sentidos,
pero mis vicios renacían siempre.


* * * * *

Día veintiseis, Semifinal

     Vi una canción pintada de limón amarillo
     que caía sin ruido de mi frente vencida,
 y luego sus gemelas una a una.
Este año los árboles se desnudaron tan temprano.

Ya será el ruido cuando las pisemos;
     ya será de papel su carne de palabras,
     exánimes sus rostros en la fotografía,
     ciudad amalecita que el furor salomónico ha de poblar
     de bronces,
ya no serán si van a ser de todos.

Fueron sueño sin tregua, delirio sin cuartel,
amor a muerte fueron y perdí.

* * * * *

Día veintisiete, Jacob y el mar
Qué hermosa eres, Diablo, como un ángel con sexo pero
     mucho más despiadada,
cuando te llamas alba y mi noche es más noche de esperarte,
     cuando tu pie de seda se clava de caprina pezuña en mi
     abstinencia,
cuando si eres silencio te rompes y en mis manos repican
     a rebato tus dos senos,
cuando apenas he dicho amor y ya en el aire está sin boca
     el beso y la ternura sin empleo aceda,
cuando apenas te nombro flor y ya sobre el prado ruedan
     los labios del clavel,
cundo eres poesía y mi rosa se inclina a oler tu cifra y te
     me esfumas.

Mañana habrá en la playa otro marino cojo.


* * * * *

Día veintiocho,
Final

Mañana. Acaso el sol golpea en dos ventanas que entran
     en erupción.

Antes salen los indios que pasan al mercado tiritando con
     todo el trópico a la espalda.
Y aún antes
     los amantes se miran y se ven tan ajenos que se vuelven
     la espalda.

Antes aún
     ese ángel de la guarda que se duerme borracho mientras
     allí a la vuelta matan a su pupilo:
¿Qué va a llevar más que el puñal del grito último a su
     Amo?
¿Qué va a mentir?

"Lo hiciste cieno y vuelve humo pues ardió como Te amo."

Tal vez mañana el sol en mis ojos sin nadie,
tal vez mañana el sol,
tal vez mañana,
tal vez.
                                                                                        Bogotá, 1942


sábado, 28 de enero de 2017

Bertolt Brecht


Nuestras derrotas no demuestran nada


Cuando los que luchan contra la injusticia
muestran sus caras ensangrentadas,
la incomodidad de los que están a salvo
es grande.

¿Por qué se quejan ustedes?, les preguntan.
¿No han combatido la injusticia? Ahora
ella los derrotó.
No protesten.

El que lucha debe saber perder.
El que busca pelea se expone al peligro.
El que enseña la violencia
no debe culpar a la violencia.

Ay, amigos.
Ustedes que están asegurados,
¿por qué tanta hostilidad? ¿Acaso somos
vuestros enemigos los que somos enemigos de la injusticia?
Cuando los que luchan contra la injusticia están vencidos,
no por eso tiene razón la injusticia.

Nuestras derrotas lo único que demuestran
es que somos pocos
los que luchamos contra la infamia.
Y de los espectadores, esperamos
que al menos se sientan avergonzados.




viernes, 27 de enero de 2017

Sylvia Plath (Boston 1932 - Londres 1963)


El espejo


Soy plateado y exacto. No tengo prejuicios.
Todo lo que que veo lo trago de inmediato
Tal como es, sin que me empañen ni el amor ni el disgusto.
No soy cruel, soy sincero,
El ojo de un pequeño dios de cuatro ángulos.
La mayor parte del tiempo la paso meditando acerca de la pared de enfrente.
Es rosada, con manchas. Tanto la miré que
Me parece que ya forma parte de mi corazón. Aunque con intermitencias.
Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez.
Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mi,
Buscando en mi extensión su verdadero ser.
Después se vuelve hacia esas mentirosas, las velas o la luna.
Veo su espalda y la reflejo fielmente.
Ella me recompensa con lágrimas y agitando las manos.
Soy importante para ella. Ella viene y va.
Es su cara, cada mañana, la que reemplaza la oscuridad.
En mi, ella ahogó a una muchacha, y en mí, una vieja
Se alza hacia ella día tras día, como un pez terrible.


Versión: Isaias Garde

jueves, 26 de enero de 2017

Gilberto Owen (México 1904 - 1952)





Sindbad el Varado

Bitácora de febrero


                                           Encontrarás tierra distinta de tu tierra, pero
                                                tu alma es una sola y no encontrarás otra.
                                                                                                  Sindbad el marino

                                                              Bacause I do not hope to turn again
                                                                                           Because I do not hope
                                                                            Because I do not hope to turn
 

Día primero, El naufragio

Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos;
sin más que un aire de haber sido y sólo estar, ahora,
un aire que te cuelga de los ojos y los dientes,
correveidile colibrí, estático
dentro del halo de su movimiento.
Y no hablas. No hables,
que no tienes ya voz de adivinanza
y acaso te he perdido con saberte,
y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo, y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta.

Esta mañana me consume en su rescoldo la conciencia mis llagas;
sin ella no creería en la escalera inaccesible de la noche
ni en su hermoso guardián insobornable:
aquí me hirió su mano, aquí su sueño,
en Emel su sonrisa, en luz su poesía,
su desamor me agobia en tu mirada.

Y luché contra el mar toda la noche,
desde Homero hasta Joseph Conrad,
para llegar a tu rostro desierto
y en su arena leer que nada espere,
que no espere misterio, que no espere.

Con la mañana derogaron las estrellas sus señales y sus leyes
        y es inútil que el cartógrafo dibuje ríos secos en la palma
        de la mano.

* * * * *
Día dos, El mar viejo

Varado en alta sierra, que el diluvio
y el vagar de la huida terminaron.

Te ascendieron a cielo, mar, y a turbios
y lentos nubarrones a tu oleaje.
Por tu plateada orilla de eucaliptos
salta el pez volador llamado alondra,
mas yo estoy en la noche de tu fondo
desvelado en la cuenta de mis muertos:

el Lerma cenagoso, que enjugaba
la desesperación de los sauces;
el Rímac, sitibundo entre los médanos;
el helado diamante del Mackenzie
y la esmeralda sin tallar del Guayas,
todos en ti con mi memoria hundidos,
mar jubilado cielo, mar varado.

* * * * *

Día tres,
Al espejo

Me quedo en tus pupilas, sin convite a tu fiesta de fantasmas.
Adentro todos trenzan sus efímeros lazos,
yo solo afuera, y sin amor, mas prisionero,
yo, mozo de cordel, con mi lamento, a tu ventana,
yo, nuevo triste, yo, nuevo romántico.

Dentro de ti, las nupcias de hielo al sol del árbol y la nube,
pareadas risas que se pierden por perdidos senderos,
la inevitable luna casi líquida,
el agua rota en trinos y en su música un lirio y una abeja
     en su estigma
y en su aguijón tu anhelo de olvidarme.

Yo, en alta mar de cielo
estrenando mi cárcel de jamases y siempres.
Dentro de ti, la casa, sus palmeras, su playa,
el mal agüero de los pavos reales,
jaibas bibliopiratas que amueblan sus guaridas con mis versos,
y al fondo el amarillo amargo mar de Mazatlán
por el que soplan ráfagas de nombres.
Mas si gritan el mío responden muchos rostros que yo no conocía
o que borró una esponja calada de minutos,
     como el de ese párvulo que esta noche se siente solo e íntimo
y que suele llorar ante el retrato
de un gambusino rubio que se quemó en rosales de sangre al mediodía.

* * * * *

Día cuatro,
Almanaque

             Todos los días 4 son domingos

             porque los Owen nacen ese día,
             cuando Él, pues descansa, no vigila
             y huyen de sed en sed por su delirio.
            Y, además, que ha de ser martes el 13
            en que sabrán mi vida por mi muerte.




martes, 24 de enero de 2017

Luis Alberto Arellano

  Efecto Nocturno



No mire a sus espaldas/ no hay nadie
No camine a sus espaldas/ no hay nadie
No entienda las voces a sus espaldas/ no hay nadie
No finja conocer el barrio a sus espaldas/ es de Nadie
No mire de frente a los hombres a sus espaldas / se llaman Nadie
No esconda sus plumas en el puño cerrado a sus espaldas/ el muro es de Nadie
No escriba su nombre completo a sus espaldas/ es lectura de Nadie
No escuche consejos de viajeros a sus espaldas/ es tierra de Nadie
No pague con billetes en público a sus espaldas/ nada es el valor de Nadie
No vaya a lugares públicos a sus espaldas/ el festejo es de Nadie
No se quede en casa sólo a sus espaldas/ lo visitará Nadie
No encienda aparatos electrónicos durante el despegue a sus espaldas / el vuelo lo pilota Nadie
No recline su asiento antes de que se encienda la luz roja a sus espaldas / caemos por culpa de Nadie
No registre su teléfono a sus espaldas / es trabajo de Nadie
No espera detrás de la puerta a sus espaldas/ la escucha es para favorecer a Nadie
No intente esto en casa a sus espaldas/ usted vive en casa de Nadie
No discuta cuando le pidan sus objetos de valor a sus espaldas / Todo pertenece a Nadie
No exponga a sus hijos al fuego a sus espaldas / la materia es porosa como Nadie
No se deje al alcance de los niños a sus espaldas / la precaución es objeto de estudio de Nadie
No conteste el teléfono a cualquiera a sus espaldas / su posición en el mapa es saber de Nadie
No camine por calles sin iluminación a sus espaldas / la oscuridad es premisa de Nadie
No finja que sabe la respuesta a sus espaldas / la pregunta la formula Nadie
No negocie con terroristas a sus espaldas / no tiene permiso de Nadie


domingo, 22 de enero de 2017

Francis Ponge (Francia 1899 -1988)


El objeto es la poética

La relación del hombre con el objeto no es en absoluto
solo de posesión y de uso. No, sería demasiado sencillo.
Es harto peor:
Los objetos están fuera del alma, por supuesto; sin embargo
son también nuestro plomo en la cabeza.
Se trata de una relación con el acusativo.

El hombre es un curioso cuerpo, que no tiene en sí
mismo su centro de gravedad.
Nuestra alma es transitiva. Requiere de un objeto que
la afecte, como su complemento directo, acto seguido.
Se trata de la relación más grave (para nada con el tener
sino con el ser).
Más que todo otro hombre, el artista soporta su carga y
acusa su golpe.

Por fortuna, sin embargo, ¿qué es el ser? -Solo hay
maneras de ser; sucesivas. Hay tantas como objetos. Tantas
como parpadeos.
Tanto más cuanto que, convertido en nuestro régimen,
un objeto nos concierne, nuestra mirada lo ha cercado y 
lo discierne. Gracias a los dioses, se trata de una 'discreción'
recíproca; y el artista pronto da en el blanco.
Sí, solo el artista, entonces, sabe cómo hacer.
Deja de mirar y ejecuta su tiro.
El objeto por supuesto acusa el golpe.
La Verdad retoma el vuelo, indemne.
La metáfora acaba de tener lugar.

Si no fuéramos sino que un cuerpo, lo más seguro es que
estaríamos en equilibrio con la naturaleza. Pero nuestra
alma ocupa el mismo lado nuestro en la balanza.
Pesado o leve, no lo sé.
La memoria, la imaginación, los afectos inmediatos, la recargan;
sin embargo, tenemos la palabra (o algún otro medio
de expresión); cada palabra que pronunciamos nos aliviana.
En la escritura la palabra se pasa incluso para el otro lado.
Pesados o leves, pues, no lo sé, tenemos necesidad de un contrapeso.

El hombre no es más que un pesado navío, un pesado
pájaro sobre el abismo.
Eso sentimos.
Cada 'battibaleno' nos lo confirma. Batimos la mirada,
como el pájaro sus alas para mantenernos.

Ora en la cresta de la ola, tanto en la creencia de abismarnos.
Eternos vagabundos, por lo menos mientras estamos vivos.
Pero el mundo está poblado de objetos. En sus orillas,
su multitud infinita, su acopio, se nos parecen más bien 
indistintas y vagas.
La que, no obstante, basta para tranquilizarnos. Porque,
también es algo que sentimos, cada uno de ellos, a nuestro
amaño, cada vez, puede convertirse en nuestro punto de amarre,
el jalón en que apoyarnos.
Le basta con hacer el peso.
Mucho más que de nuestra mirada, es entonces asunto de 
nuestra mano, -sepa ella llevar la maniobra a cabo.

Basta, digo, con que haga el peso.
La mayor parte de ellos no hace el peso.
El hombre, muy a menudo, no echa mano sino a sus
emanaciones, a sus fantasmas. Tales son los objetos subjetivos.
No hace más que valsar con ellos, cantando todos la misma canción;
luego, alza el vuelo en compañía de ellos o 
se abisma.

Tenemos, pues, que escoger objetos verdaderos, objetando 
indefinidamente nuestros deseos. Objetos que cada día escojamos y 
volvamos a escoger; y no ya como decorado, como nuestro marco; 
más bien como espectadores nuestros, jueces nuestros: 
para que no seamos, por supuesto, ni sus comparsas de baile ni sus payasos.

Nuestro secreto consejo, al fin y al cabo.
Y montar así nuestro templo doméstico:
Todos y cada uno de nosotros conocemos, supongo su 
Belleza.
Ella se mantiene al centro, fuera de alcance.
Todo en orden en torno a ella.
Ella, intacta.
Fuente de nuestro patio.

Francis Ponge, Montpellier, 1899-  Le Bar-sour-Loup,1988
de Antología crítica - Francis Ponge, Gog y Magog, Buenos Aires, 2016
Selección, introducción, traducción y notas de Waldo Rojas




(De  de Sibilas y Pitias)

Nicolás del Hierro (España 1934 - 2017)

 

Envido y pierdo la vida



Mi parcela mayor está en la vida
Esta pasión que crece y me arrebata
En la doble razón que nos delata
La plural sensación a que convida
        
He de jugar con ella la partida
Lo sé: envido y pierdo. Su cantata
Hasta el final me ofrece en catarata
El dulce amor donde el amor anida
Es algo que me llama desde dentro 
Algo que habita en mí, que late activo
Sobre el tramo final que me precede
Una duda me atrapa, se hace centro 
De la eterna parcela en su cultivo:
El Más Allá que intacto me sucede.
 
De su libro
Nota quisiera ser de cuanto sueño
(2016) Ed. Lastura.
 
 
 
 
 (De Poesía del Toro de Barro)
 
 

jueves, 19 de enero de 2017

John Berger


      Doce tesis sobre la economía de los muertos

John Berger, Reino Unido, 5 de noviembre 1926 - Reino Unido, 2 de enero 2017
Versión Sandra Toro
 


Doce tesis sobre la economía de los muertos
 

1. Los muertos rodean a los vivos. Los vivos son el núcleo de los muertos.
En este núcleo se encuentran las dimensiones del espacio y del tiempo.
Lo que rodea al núcleo es atemporal.

2. Entre el núcleo y la periferia existen intercambios, que no suelen ser claros. Todas las religiones se preocuparon por aclararlos.
La credibilidad de la religión depende de la claridad de ciertos intercambios inusuales.
Las mistificaciones de la religión son el resultado de intentar producir tales intercambios de manera sistemática.

3. La improbabilidad del intercambio claro se debe a la improbabilidad de que algo pueda atravesar intacto la frontera entre atemporalidad y tiempo.

4.  Ver a los muertos como los individuos que fueron alguna vez tiende a oscurecer su naturaleza. Tratemos de considerar a los vivos como asumimos que lo hacen los muertos: en forma colectiva.
El colectivo crecería no solo a través del espacio sino también a lo largo del tiempo. Incluiría a todos los que vivieron alguna vez. Y así también pensaríamos en los muertos.
Para los vivos, los muertos se reducen a aquellos que vivieron, mientras que los muertos ya incluyen a los vivos en su propio gran colectivo.

5. Los muertos habitan un momento atemporal de construcción que se reinicia continuamente.
La construcción es el estado del universo en un instante cualquiera.

6. De acuerdo con su memoria de la vida, los muertos saben que el momento de la construcción es, también, un momento de colapso. Habiendo vivido, los muertos nunca pueden ser inertes.

7. Si los muertos viven en un momento atemporal, ¿cómo pueden tener memoria?
Lo único que recuerdan es haber sido arrojados al tiempo, como todo lo que existió o existe.

8. La diferencia entre los muertos y los que no nacieron es que los muertos tienen dicho recuerdo.
A medida que se incrementa el número de muertos, la memoria aumenta.

9. La memoria de los muertos, al existir en la atemporalidad, puede pensarse como una forma de imaginación concerniente a lo posible.
Esta imaginación está cerca de (reside en) Dios, pero no sé cómo.

10. En el mundo de los vivos, se produce un fenómeno equivalente pero opuesto.
Los vivos en ocasiones experimentan la atemporalidad, durante el sueño, el éxtasis, en momentos de peligro extremo, en el orgasmo y quizás en la experiencia misma de la muerte. En esos momentos, la imaginación abarca por completo el campo de la experiencia y desborda los contornos de la vida o la muerte individual. Roza la imaginación expectante de los muertos.

11. ¿Cuál es la relación de los muertos con lo que todavía no ocurrió, con el futuro?
Todo el futuro es la construcción a la que está abocada su “imaginación”.

12. ¿Cómo es que los vivos viven con los muertos? Hasta la deshumanización de la sociedad que produjo el capitalismo, todos los vivos esperaban alcanzar la experiencia de los muertos. Este era su futuro último. Por sí mismos, los vivos eran incompletos. Así es que vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Solamente una forma moderna y peculiar del egotismo rompió esa interdependencia con resultados desastrosos para los vivos, que ahora pensamos en los muertos como “los eliminados”.
 
 
 
 
 
(De Caínabella blog)



Sergio Quitral



Gimnasio



En la vidriera iluminada

del gimnasio

gente que corre

gente que pedalea en sus máquinas

afuera

la noche sabe que sus vidas

no irán a ninguna parte

corren

pero la noche es más rápida

cómo podrán escapar

de la locura de un cuarto negro

del encierro de sus vidas

y del viejo televisor

cuando sean viejos

la noche es más rápida

corren

pero la noche afuera sube

que la muerte viaja sentada

en nosotros.


miércoles, 18 de enero de 2017

Sergio Quitral

 

La muerte de la gallina



Como un baile

a la noche abuela la amarra

boca abajo en un alambre

hace frío

y la gallina no sabe que ha muerto

Como un baile a la noche

pone a hervor las ollas

donde se quema la noche

ella sigue aleteando y luego

con grandes patas fuera de la olla

su cuerpo regresa a otra cáscara

miro los ojos de la gallina

al quitar las plumas a tirones

abuela sabe que la vida

ya no importa

ella es vieja y lo sabe

la vida es un tormento

esa agonía final

es un baile que se rinde

solitario

y cae

y esa rabia

ese espanto

lo bebemos

en el caldo”.

domingo, 15 de enero de 2017

Pablo Neruda

Muchos somos!



"De tantos hombres que soy, que somos,
no puedo encontrar a ninguno:
se me pierden bajo la ropa,
se fueron a otra ciudad.

Cuando todo está preparado
para mostrarme inteligente
el tonto que llevo escondido
se toma la palabra en mi boca.
Otras veces me duermo en medio
de la sociedad distinguida
y cuando busco en mí al valiente,
un cobarde que no conozco
corre a tomar con mi esqueleto
mil deliciosas precauciones.
Cuando arde una casa estimada
en vez del bombero que llamo
se precipita el incendiario
y ése soy yo. No tengo arreglo.
Qué debo hacer para escogerme?
Cómo puedo rehabilitarme?
Todos los libros que leo
celebran héroes refulgentes
siempre seguros de sí mismos:
me muero de envidia por ellos,
en los filmes de vientos y balas
me quedo envidiando al jinete,
me quedo admirando al caballo.
Pero cuando pido al intrépido
me sale el viejo perezoso,
y así yo no sé quién soy,
no sé cuántos soy o seremos.
Me gustaría tocar un timbre
y sacar el mí verdadero
porque si yo me necesito
no debo desaparecerme.
Mientras escribo estoy ausente
y cuando vuelvo ya he partido:
voy a ver si a las otras gentes
les pasa lo que a mí me pasa,
si son tantos como soy yo,
si se parecen a sí mismos
y cuando lo haya averiguado
voy a aprender tan bien las cosas
que para explicar mis problemas
les hablaré de geografía"!!!

Luis Alberto Arellano


ESCRITO EN EL POLVO


Caminamos oscuros por el bosque.
Atrás quedó el campamento donde
todos bailan y ríen junto al fuego.
En un claro encontramos un grupo grande de luciérnagas.
Sus cuerpos encienden y apagan un ritmo
pausado que parece un mensaje a los cielos.
Mi hijo grita y señala el abrasarse,
como teas al viento, de los bichos.
Parece que los cuerpos interrogan a las estrellas
por el paradero de Dios.
Algo urge que le comuniquen.
La noche nada responde.
Sólo el croar de algunas ranas
y el parloteo inútil de las aves en la enramada.
El aire sabe a sal como una lágrima.
Amenaza lluvia y la inminencia todo lo cubre.
La mano de mi hijo en mi mano
me salva del mudo abandono de las estrellas.

viernes, 6 de enero de 2017

Salvador Benesdra (Argentina)


            El traductor

Salvador Benesdra, CABA, 22 de noviembre 1952-CABA, 2 de enero 1996


El traductor

Me dije que tal vez era cierto después de todo
que las ideologías están muertas;
me regodeé mirando por la ventana del bar
cómo el sol caliente de la primavera de Buenos Aires
comenzaba a fundir todas las convicciones del invierno.
Sospechaba por primera vez
que podía haber un placer en el vértigo de flotar
en ese caldo uniforme
que se había adueñado hacía tiempo
de todos los espacios del planeta.
El sol volcaba su fiesta de distinciones
sobre todos los objetos de esa esquina,
pero yo sentía que por todas partes
estaba drenando una noche gris de gatos
universalmente pardos,
una apoteosis de la indiferenciación
que por primera vez no lograba despertarme miedo.
Empecé a jugar con esas sensaciones.
Me imaginaba que no solo había caído el Muro de Berlín,
y podía desaparecer la URSS,
y con ella la izquierda víctima y la izquierda verduga,
sino que el sol mismo se había puesto a transgredir sus propias normas.
Se prende y se apaga, se prende y se apaga.
Ya titila como una lámpara descompuesta,
como los juegos de luces de las discotecas.
Los circuitos del planeta se excitan
con la alternancia, se recalientan.
Están por reventar en una eyaculación final.

-perdón ¿lo molesto?
-estamos trayendo el mensaje del Señor
a todas las almas que buscan salvación.



(De Caínabella.blogspot)





miércoles, 4 de enero de 2017

Jorge Barón Biza (Argentina)


Jorge Barón Biza, Córdoba, 22 de mayo 1942 – Córdoba, 9 de septiembre 2001


El desierto y su semilla

En los momentos que siguieron a la agresión,
Eligia estaba todavía rosada y simétrica,
pero minuto a minuto
se le encresparon las líneas
de los músculos de la cara,
bastante suaves hasta ese día,
a pesar de sus 47 años
y de una respingada cirugía
estética juvenil
que le había acortado la nariz.
Aquel recortecito voluntario
que durante tres décadas
confirió a su testadurez
un aire impostado de audacia
se convirtió en símbolo de resistencia
a las grandes transformaciones
que estaba operando el ácido.
Los labios, las arrugas de los ojos
y el perfil de las mejillas
iban transformándose
en una cadencia antifuncional:
una curva aparecía en un lugar
que nunca había tenido curvas,
y se correspondía con la desaparición
de un línea que hasta entonces
había existido como trazo
inconfundible de su identidad.

La cara ingenuamente sensual de Eligia
empezó a despedirse
de sus formas y colores.

Por debajo de los rasgos originarios
se generaba una nueva sustancia:
no una nueva cara sin sexo,
como hubiera querido Arón,
sino una nueva realidad,
apartada del mandato
de parecerse a una cara.






(De Caínabella.blogspot)

martes, 3 de enero de 2017

Silvina Ocampo


PRESENTIMIENTO


Durante muchos días me seguiste.
En el canto del pájaro, en las sombras,
en las modulaciones del espacio:
aprendí a conocerte.
Yo sentía tu luz atravesarme
como una flecha de oro envenenada.
Te desobedecía arrepentida.
Me hablabas en secreto.
En los espejos rotos, en la tinta
azul de los cuadernos que dejabas
sobre la mesa de mi dormitorio.
Yo temblaba al mirarte, yo temblaba
como tiemblan las ramas reflejadas
en el agua movida por el viento.
Ahora que conozco tus señales,
tu piel y tus orejas, tu semblante,
no trataré de desobedecerte,
y me arrodillaré frente a tu imagen,
implacable sibila que me sigues.


domingo, 1 de enero de 2017

Néstor Sánchez


                  noveno 

 

Néstor Sánchez, Villa Pueyrredón, 7 de febrero 1935–Villa Pueyrredón, 15 de abril 2003


noveno

noveno que el muy despeinado Yuyo chico le tendió un crisantemo a María quien le pasó dicho crisantemo a Batsheva mientras Donald Gleason le daba una cala al Yuyo grande y éste recibía claveles de manos de Batsheva y el Yuyo chico le daba helechos a María que a su vez le ponía un gladiolo en las manos a Donld Gleason quien tomó un clavel para el Yuyo chico que me tendió una rosa que le tendí al Yuyo grande mientras Batsheva recibía gladiolos de María que a su vez le pasaba helechos al Yuyo grande que se los dio a Donald Gleason que me tendió una cala mientras María recibía dos claveles de manos de Batsheva que me tendió una cala, un clavel, helechos, y yo le pasé los helechos al Yuyo chico, la cala al Yuyo grande que me dio crisantemos y a María una rosa en el momento en que Donald Gleason le pasaba dos calas a Batsheva y el Yuyo chico recibía un único gladiolo por parte de María quien a su vez le daba helechos al Yuyo grande que me dio un crisantemo y otro al Yuyo chico que le dio una rosa a Batsheva que me tendió una cala que le pasé a Donald Gleason y éste a María quien se la pasó a Giménez y Giménez le tendió la cala a Batsheva cuando Donald Gleason le daba rosas (a Giménez) y el Yuyo grande una cala y el Yuyo chico un clavel y Giménez le tendió una cala a Batsheva y yo un clavel a Giménez y Batsheva un crisantemo al Yuyo grande a punto de recibir calas por parte del Yuyo chico y debido a la fuerza del viento se le voló el sombrero a Giménez y Giménez dejó que se le volara por uno de los senderos de esa juntidad flagrante en la meseta que es el cementerio de Flores mientras María le pasaba rosas al Yuyo grande que me tendió un crisantemo cuando yo ponía helechos en las manos de Batsheva






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