domingo, 30 de abril de 2023

Nicolás Guillén (Cuba, 1902 - 1989)

 

Me matan si no trabajo...


Me matan si no trabajo,
y si trabajo me matan.
Siempre me matan, me matan, ay,
siempre me matan.
 
Ayer vi a un hombre mirando,
mirando el sol que salía.
El hombre estaba muy serio
porque el hombre no veía.
Ay, los ciegos viven sin ver
cuando sale el sol.
 
Ayer vi a un niño jugando
a que mataba a otro niño.
Hay niños que se parecen
a los hombres trabajando.
Ay, quién le dirá cuando crezcan
que los hombres no son niños,
que no lo son.

 

Diane di Prima (EEUU, 1934 - 2020)

 

La ventana

 

tú eres mi pan
y la raya del pelo
de mis huesos
eres casi
el mar
 
tú no eres piedra
o sonido fundido
creo que
no tienes manos
 
este tipo de pájaro vuela
hacia atrás
y este amor
se rompe contra el cristal
de una ventana
donde ninguna luz habla
 
este no es el momento
para el cruce de lenguas
(la arena aquí
nunca cambia)
 
Creo
que el futuro
te hizo girar con la punta del pie
y tú harás que brille
y brille
sin gastarlo y bajo tierra
 
 
(Fuente: Lab de poesía)
 
 

 

Lieve Robberecht (Países Bajos)

 

Telas húmedas

.
como cuando rompés la bolsa
 
como cuando la lluvia tibia te moja la camisa
y el viento te pega y te despega la tela de la piel
 
como cuando el aliento te humedece el barbijo 
 
como cuando de niño te meabas el pijama,
esa mojadura primero caliente y después muy fría
 
como cuando, también de noche, te mojabas
pero no era meo, y amanecías pegoteado
 
como cuando salías del mar y en la entrepierna lentamente
se te iba secando una mezcla de sudor agua salada y arena
 
como cuando un trapo mojado en la frente
es lo único que te salva de que te explote la cabeza
 
como cuando el uniforme ensangrentado 
 
como cuando el primer paño menstrual
 
como cuando el vomitito ricotoso en el hombro
mientras le hacés upa para que eructe
 
como cuando la enfermera te arranca la gasa, mitad
empapada de pus, mitad adherida a los bordes de la herida
 
como cuando en la pechera, también de noche,
el hilo de baba final 
 
.
trad. Jan de Jager

 

Francisco de Quevedo (España, 1580 - 1645)

 

Pronuncia con sus nombres los trastos
y miserias de la vida
 

La vida empieza en lágrimas y caca,
luego viene la mu, con mama y coco,
las viruelas, baba y moco,
y luego llega el trompo y la matraca.
 
En creciendo, la amiga y la sonsaca;
con ella embiste el apetito loco;
en subiendo a mancebo todo es poco,
y después la intención peca en bellaca.
 
Llega a ser hombre y todo lo trabuca,
soltero sigue toda perendeca,
casado se convierte en mala cuca.
 
Viejo encanece, arrúgase y se seca;
llega la muerte y todo lo bazuca,
y lo que deja paga, y lo que peca.


(Fuente: Viko Fluxus)

 

Cecilia Pontorno (La Plata, Argentina)

 

LO QUE ENSEÑA EL AMOR MENOS TEÓRICO

 
El silencio de la tierra se introducía en el corazón de todos
Joseph Conrad (El corazón de las tinieblas)
 

Tuve que ordenar mi biblioteca
dice el escritor
que sostiene en su mano izquierda
un libro sobre la edad de oro del canibalismo literario italiano
 
¿dónde haría menos daño?
 
una ventana abierta
permite el acceso ininterrumpido
del aire urbano
brumoso
y suspendido hasta entonces
 
por la noche
dejó en el descanso de la escalera
unos zapatos desnudos
 
yo también quisiera dejar algo
 
todos mis libros abiertos
una casa
con dirección incierta
 
pero solamente me doy
por ahora
un argumento definitivo:
usaré palabras que no estén atadas a ningún recuerdo
 
beberé las cenizas de aquellas cartas
de navegación dudosa
en un intento por aplicar
pacientemente
lo que enseña el amor menos teórico
 
Ron Padgett dijo
de mala manera
la vida es una sitcom con las sillas ocupadas y vómitos detrás del decorado
a mí me gusta decir
que a pesar de la mala dicción en público
nos entendemos en secreto
 
aprender quizás no sea
tan dramático
 
pensemos
ahora
en un local comercial con un cartel de SE BUSCA EMPLEADO
pegado en la puerta
pensemos en una fila de desocupados
algunos más viejos que otros
otros
muy jóvenes
pensemos en sus rostros
mejor aún
pensemos
en sus espaldas
negras encorvadas rosadas peludas
cansados lomos clavados en el tiempo
¿qué nos dicen estos indicios?
 
una mañana cualquiera
encontraremos un cuervo muerto
pensaremos en él (con cierta con tristeza)
preguntaremos ¿por qué ya no vuelas, pequeño mirlo?
no responderá
es un cuervo muerto
no lograremos entendernos
 
estática coincidencia la de los amantes
con la perspectiva de creer que no deben estar solos
pero las previsiones no se definen
Conrad estaría de acuerdo
aunque no haya forma de saberlo.

 

Wang Wan (China, S XVII)

 

Anclado al pie del cerro Pai-Ku

 





 

 

La rada de los navegantes

serpea al pie de cerros azules.

El barco se desliza

sobre las aguas verdosas.

Llanas marismas se extienden

entre vastas riberas.

A nuestra proa sopla el viento;

una simple vela

sostiene el horizonte.

Tan pronto expira la noche

el sol emerge del mar.

Sobre la ría, la primavera

ahuyenta al año viejo.

¿Cómo hacer para enviar

una carta a mi casa?

¡Oh, si pudiese atrapar

a esos gansos mensajeros

que atraviesan 

los confines e Lo-yang!

 

 

 

Notas

Pai-Ku. “Cerro del Fuerte Norte”, situado en Chin-Kiang, provincia de iang-su.

Lo-yang. Distrito de la provincia de Ho-nan y ciudad principal durante la dinastía T’ang, antigua capital de China.

 

 

 

en Poetas chinos de la dinastía T’ang, 1961

Traducción de Raúl A. Ruy



(Fuente: Descontexto)


 

Adam Zagajewski (Lwow, actual Ucrania, 1945-Cracovia, Polonia, 2021)

 

INFANCIA ("Give me my childhood again", John Burnside)

 
Devolvedme mi infancia,
la república de los locuaces gorriones,
las infinitas selvas de ortigas
y el llanto nocturno de la tímida coruja.
 
Nuestra calle vacía en domingo,
la roja iglesia neogótica
que no favorecía a los místicos,
los lampazos susurrando en alemán
 
y la confesión de un alcohólico
ante el altar de una blanca pared,
y las piedras, y la lluvia, y los charcos
en los que brillaba el oro.
 
Ahora seguro que sabría
cómo ser un niño, sabría
cómo mirar la escarcha en los árboles,
cómo vivir inmóvil.
 
 
 
 
____________________
en "Asimetría", Acantilado, Barcelona, 2017. Trad. del polaco, Xavier Farré. 
 
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

José Alejandro Peña (Santo Domingo, República Dominicana, 1964)

 

Mi amigo León

                               A León Félix Batista
 
 
Desde muy temprano aprendimos a leer
las palabras en los diccionarios
y a pensar en metáforas como las liebres
y los apiarios de Brooklyn.
Nos llama la atención el claroscuro
y saltamos de un edificio a otro en busca de equilibrio.
Sin embargo él tiene agudeza para explorar
en los bordes de la maleza y extraer de
la piedra zumos alimenticios y collares
deslumbrantes de fósiles de ámbar.
Siempre busca debajo del colchón por
si alguna vieja amante le ha guardado
un trozo de bizcocho o una chinche
exótica de mimbre.
Fanático frenético de juegos filosóficos
y armaduras formadas con vellos de señoras ilustres
alcanza a sorprender cierta clave muy suya
y guardarse de las frivolidades
de los licenciados en letras.
Por los alrededores del puente Brooklyn
se deja perseguir por los perros endebles
echando carcajadas con un inescrutable
anillo lezamiano.
Para hacerse invisible se cubre el rostro con
un libro de Kozer y empareja rejas y capuchas
con Eduardo Espina entre verde subrayado
por la piedra andando
y una lascivia adolescente definitiva en luces
por los callejones de viniebla de las rodillas
tenaces de Husserl
mas conoce su nivel entre los grandes bosques
y no compite ni en gracia ni en desprecio.
 
Humilde se despoja de la piel de antílope
bajo sombrero de periódico escondida
y ruge sobre las rocas encandiladas
con un rugido de tal linaje
medido por las auroras y los sonidos
de las palabras que multiplican sus eslabones
que son de plata fina
enrarecida plata del unicornio. 
 
 
 
José Alejandro Peña, del libro: "Amigos, amantes y demonios"
(en prensa) 

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908 - Turín, Italia, 1950)

 

De "Poemas inéditos", 2




 
Pensamientos de Dina
 

En el agua que corre limpia y fresca de sol, 
es un placer tirarse; a esta hora no viene nadie.
Dan escalofríos las cortezas de los álamos si tocan el cuerpo,
más que al agua ruidosa de una zambullida. Bajo el agua 
      está oscuro
todavía, y te da un hielo que mata, pero basta saltar al sol
y una empieza a ver las cosas con ojos limpios.

Es un placer tenderse desnuda sobre la hierba caliente
y buscar con los ojos entrecerrados las grandes colinas
que sobresalen sobre los álamos y me ven desnuda
y nadie desde allá se da cuenta. Aquel viejo en calzoncillos
y con sombrero que iba a pescar me vio zambullirme,
pero creyó que era un chico y ni siquiera me habló. 

Esta tarde volveré a ser una mujer con vestido rojo
-no saben que estoy aquí tendida, desnuda, esos hombres
que me sonríen por la calle-; vuelvo vestida
a provocar esas sonrisas; no saben esos hombres
que tendré las caderas más fuertes bajo el vestido rojo
y que seré otra mujer. Nadie me ve aquí abajo,
y pasando las plantas están los areneros, más fornidos
que aquellos que me sonríen: nadie me ve.
Son bobos los hombres -esta noche, bailando con todos,
estaré como desnuda, como ahora, y nadie sabrá
que podría encontrarme aquí sola-. Seré como ellos.
Solo los bobos querrán apretarme bien fuerte
y susurrarme propuestas de zorros. ¿Pero que me importan
sus caricias? Sé hacerme caricias yo sola. 
Esta noche deberíamos poder desnudarnos y mirarnos
sin hacer sonrisas de zorro. Yo sonrío sola
cuando me tiendo aquí en el pasto y nadie lo sabe.
 
 

En  Poemas inéditos*,
Barnacle, Buenos Aires, 2023
Versión de Jorge Aulicino

* Reúne los poemas inéditos que Italo Calvino compiló y publicó doce años después de la muerte de Pavese. La mayor parte de ellos están dentro del clima, el paisaje y los motivos de Trabajar cansa. Calvino los intercaló con los de este libro, el único de poesía que Pavese publicó en vida (Nota del Ad.).


Foto: Paris Review
 

Pensieri di Dina

Dentro l’acqua che scorre ormai limpida e fresca di sole,
è un piacere gettarsi: a quest’ora non viene nessuno.
Fanno rabbrividire, le scorze dei pioppi, a toccarle col corpo,
più che l’acqua scrosciante di un tuff o. Sott’acqua 
 è ancor buio
e fa un gelo che accoppa, ma basta saltare nel sole
e si torna a guardare le cose con occhi lavati.

È un piacere distendersi nuda sull’erba già calda
e cercare con gli occhi socchiusi le grandi colline
che sormontano i pioppi e mi vedono nuda
e nessuno di là se ne accorge. Quel vecchio in mutande
e cappello, che andava a pescare, mi ha vista tuff armi,
ma ha creduto che fossi un ragazzo e nemmeno ha parlato.

Questa sera ritorno una donna nell’abito rosso
—non lo sanno che sono ora stesa qui nuda quegli uomini
che mi fanno i sorrisi per strada— ritorno vestita
a pigliare i sorrisi. Non sanno quegli uomini
che stasera avrò fi anchi più forti, nell’abito rosso,
e sarò un’altra donna. Nessuno mi vede quaggiù:
e di là dalle piante ci son sabbiatori piú forti
di quegli altri che fanno i sorrisi: nessuno mi vede.
Sono sciocchi gli uomini —stasera ballando con tutti
io sarò come nuda, come ora, e nessuno saprà
che poteva trovarmi qui sola. Sarò come loro.
Solamente, gli sciocchi, vorranno abbracciarmi ben stretta,
bisbigliarmi proposte da furbi. Ma cosa m’ímporta
delle loro carezze? So farmi carezze da me.
Questa sera dovremmo poter stare nudi e vederci
senza fare sorrisi da furbi. lo sola sorrido
a distendermi qui dentro l’erba e nessuno lo sa.
 
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

Alberto Cisnero (La Matanza, Buenos Aires, Argentina, 1975)

 

ahora voy a cantar mi propia canción, canalla
y popular. mientras me dispongo a huir,
como un viejo, a los recuerdos, como un aspirante
literario a la poesía que vende en subasta pública
todo cuanto le es vergonzoso y que cualquiera evitaría
escribir hasta en la necrológica de un sucio amigo.
somos pocos. nuestra vida es ruda. ¿si me apresto
a descripciones realistas de los hechos?
pregunten en manuales de estilo para eso.
o léanse la recherche de nuevo. igual siempre voy
a preguntarme si estará lloviendo en tu rancho,
si al librar su secreto tu corazón al fin resistirá.
pero carezco por completo de ideas, salvo
acerca de la práctica, de una expresión personal,
una identidad, un deseo estético heredero
de un sectario que no hace negocios, ni compra
tierras ni trafica con impuestos: con palabras,
infrascritos, con palabras. fomentar la intranquilidad
y el desorden. consigo y con los otros. y cada cual
a su pirca. la primera vez distinguimos el inicio
de la noche por cierta zozobra. y nada quedó
del mundo que habíamos conocido. entonces
todo nos parecía posible, todo se mostraba efímero.
quizá muy próximo, quizá de mí.
 
Akata mikuy / 1
 
 
(Fuente: Ricardo Ruiz)
 

Victoria Viola (Buenos Aires)

 



ÁRBOL

 
La voz del árbol.
 
Decidiste hacer la casa, aquí, donde crecí solo.
Por las tardes mi sombra te cubre
como aquel kimono que abandonaste cuando tu vida era nueva.
Mi sombra de espinas y semillas
de avispas
de adentros.
Tu piedad me dejó ser.
 
La voz de ella.
 
Aquí cabe lo oscuro.
El insecto aturdido, mi espera.
La espina que ignoro, el tacto y la sangre.
La futura sombra apretada en la semilla abatida
donde mi cuerpo no estará.
 
 

COLOR
 

Los murmullos de la madre y su hijo se anunciaban entre la luz. Mi habitación les daba refugio.
Su hijo tenía los ojos del color del té que mi padre olvidaba beber y la risa en forma de canto.
Él reía. jugaba en el agua de su pileta y reía. A veces la voz ácida de la madre lo silenciaba y el murmullo abandonaba su latido.
Otras veces le exigía que se vistiera. Que se vistiera y peinara. Que se peinara bien, muy bien, con la raya prolija a un costado. Un sonido a látigo en la siesta.
Sólo algunas veces él corría por su jardín. Podía oír su risa sumergirse en la distancia. Antes que el sol los abandonase, la madre exigía que recogiese todos los juguetes arrojados entre sus rosales perfectos.
En el corazón del jardín, sentados en el último rectángulo de luz, la madre imponía sus certezas.
- ¿De cuál color te dije que era?
-No se…no me acuerdo.
- Repetí querés: El pasto es verde.
- El pasto es verde.
- Repetilo. Otra vez.
- El pasto es verde el pasto es verde…
- Otra vez, hasta que aprendas.
Mi habitación diminuta y sin luz, refugiaba su llanto partido, los verdes imposibles y la hierba del mundo.
 
 
(Fuente: Meta Poesía)

 

John Keats (Londres, 1795 - Roma, 1821)

 





















Al ver los mármoles de Elgin
 

Mi espíritu está débil; mortalidad
me aplasta como un sueño indeseado,
y cada cumbre y abismo que imagino
de la divina providencia me dice
que debo morir como un águila enferma
mirando hacia el cielo.

Pero es un lujo amable el lamentar
que no tenga que guardarme de los vientos grises
y fríos cuando la mañana abre sus ojos.

Tales oscuramente concebidas glorias del cerebro
llevan al corazón a una indescriptible rabia;
y estas maravillas lo sumen en un dolor perplejo,
en el que se mezclan la grandeza griega con el rudo
trabajo del tiempo pasado -en un ondulante dominio-,
un sol -la sombra de una grandeza.
 
 

John Keats, Robin Hood y otros poemas, versiones de J. Aulicino, Selecciones de Amadeo Mandarino, Buenos Aires, 2001
 


On Seeing the Elgin Marbles

My spirit is too weak—mortality
   Weighs heavily on me like unwilling sleep,
   And each imagined pinnacle and steep
Of godlike hardship tells me I must die
Like a sick eagle looking at the sky.
   Yet ’tis a gentle luxury to weep
   That I have not the cloudy winds to keep
Fresh for the opening of the morning’s eye.
Such dim-conceived glories of the brain
   Bring round the heart an undescribable feud;
So do these wonders a most dizzy pain,
   That mingles Grecian grandeur with the rude
Wasting of old time—with a billowy main—
   A sun—a shadow of a magnitude.

The Longman Anthology of Poetry (Palgrave, 2006)
Poetry Foundation

Imagen: Lapith luchando contra un centauro, mármoles de Elgin (del Partenón, Atenas), c. 440 a.C. British Museum. Wikimedia Commons
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

Konstantinos Kavafis (Alejandría, Egipto, 1863 - 1933)

 

Ítaca
 

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones, ni a los cíclopes,
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones, ni a los cíclopes,
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
 
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes. 
 
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
 
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Más no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Itaca te enriquezca.
 
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
 
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.
 
 
(Fuente: Literatura 451)

 

Shu Ting (China, 1952)

 

Dos o tres incidentes recordados

 


 
 
 
Una copa de vino derramada.
Un camino empedrado navegando hacia la luz de la luna.
Donde la azul hierba se aplana,
se abandona una flor de azalea.

La madera de eucalipto se arremolina.
Las estrellas rebosan en un caleidoscopio.
En una ancla oxidada,
los ojos reflejan el cielo vertiginoso.

Sosteniendo un libro para dar sombra a una vela
y con un dedo entre los labios,
me siento en el silencio de una cáscara de huevo,
teniendo un sueño semitransparente.
 
 
 

Shu Ting, incluido en Buenos Aires Poetry (Argentina, 30 de mayo de 2022, trad. de Chou Ping).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)


 

Luis Sepúlveda (Ovalle, Chile, 1949 - Oviedo, España, 2020)

 

las mujeres de mi generación










 
Las mujeres de mi generación
abrieron sus pétalos rebeldes
de rosas, camelias, orquídeas y otras yerbas,
de saloncitos tristes, de casitas burguesas,
de costumbres añejas,
sino de yuyos peregrinos entre vientos.

Porque las mujeres de mi generación florecieron
en las calles, en las fábricas,
se hicieron hilanderas de sueños,
en el sindicato organizaron el amor
según sus sabios criterios.

Es decir, dijeron las mujeres de mi generación,
a cada cual según su necesidad
y capacidad de respuesta,
como en la lucha golpe a golpe,
en el amor beso a beso.

Y en las aulas argentinas, chilenas o uruguayas,
supieron lo que tenían que saber,
para el saber glorioso
de las mujeres de mi generación.

Minifalderas en flor de los sesenta,
las mujeres de mi generación
no ocultaron ni las sombras de sus muslos,
que fueron los de Tania.

Erotizando con el mayor de los calibres
los caminos duros de la cita con la muerte.

Porque las mujeres de mi generación,
bebieron con ganas del vino de los vivos,
acudieron a todas las llamadas
y fueron dignas en la derrota.

En los cuarteles las llamaron putas
y no las ofendieron,
porque venían de un bosque de sinónimos alegres:
minas, grelas, percantas, cabritas, minones,
gurisas, garotas, jevas, zipotas,
viejas, chavalas, señoritas.

Hasta que ellas mismas escribieron
la palabra Compañera,
en todas las espaldas
y en los muros de todos los hoteles.

Porque las mujeres de mi generación nos marcaron
con el fuero indeleble de sus uñas
la verdad universal de sus derechos.

Conocieron la cárcel y los golpes,
habitaron en mil patrias y en ninguna,
lloraron a sus muertos y a los míos como suyos,
dieron calor al frío y al cansancio deseos,
al agua sabor y al fuego lo orientaron
por un rumbo cierto.

Las mujeres de mi generación parieron hijos eternos,
cantando Summertime les dieron teta,
fumaron marihuana en los descansos,
danzaron lo mejor del vino
y bebieron las mejores melodías.

Porque las mujeres de mi generación,
nos enseñaron que la vida
no se ofrece a sorbos, compañeros,
sino de golpe y hasta el fondo de las consecuencias.

Fueron estudiantes, mineras, sindicalistas, obreras,
artesanas, actrices, guerrilleras,
hasta madres y parejas
en los ratos libres de la Resistencia.

Porque las mujeres de mi generación,
sólo respetaron los límites
que superaban todas las fronteras.

Internacionalistas del cariño, brigadistas del amor,
cmisarias del decir te quiero, milicianas de la caricia.

Entre batalla y batalla,
las mujeres de mi generación lo dieron todo
y dijeron que eso apenas era suficiente.

Las declararon viudas en Córdoba y en Tlatelolco,
las vistieron de negro en Puerto Montt y Sao Paulo,
y en Santiago, Buenos Aires o Montevideo,
fueron las únicas estrellas
de la larga noche clandestina.

Sus canas no son canas,
sino una forma de ser
para el quehacer que les espera.

Las arrugas que asoman en sus rostros,
dicen he reído y he llorado y volvería a hacerlo.

Las mujeres de mi generación,
han ganado algunos kilos de razones
que se pegan a sus cuerpos,
se mueven algo más lentas,
cansadas de esperarnos en las metas.

Escriben cartas que incendian las memorias.

Recuerdan aromas proscritos y los cantan.
Inventan cada día las palabras
y con ellas nos empujan,
nombran las cosas y nos amueblan el mundo.

Escriben verdades en la arena y las ofrendan al mar.

Nos convocan y nos paren sobre la mesa dispuesta.

Ellas dicen pan, trabajo, justicia, libertad,
y la prudencia se transforma en vergüenza.

Las mujeres de mi generación son como las barricadas:
protegen y animan, dan confianza
y suavizan el filo de la ira.

Las mujeres de mi generación
son como un puño cerrado,
que resguarda con violencia la ternura del mundo.

Las mujeres de mi generación no gritan,
porque ellas derrotaron al silencio.

Si algo nos marca, son ellas.

La identidad del siglo, son ellas.

Ellas: la fe devuelta, el valor oculto en un panfleto,
el beso clandestino, el retorno a todos los derechos.

Un tango en la serena soledad de un aeropuerto,
un poema de Gelman escrito en una servilleta,
Benedetti compartido en el planeta de un paraguas,
los nombres de los amigos
guardados con ramitas de lavanda.

Las cartas que hacen besar al cartero,
las manos que sostienen los retratos de mis muertos,
los elementos simples de los días
que aterran al tirano,
la compleja arquitectura de los sueños de tus nietos.

Lo son todo y todo lo sostienen,
porque todo viene con sus pasos
y nos llega y nos sorprende.

No hay soledad donde ellas miren,
ni olvido mientras ellas canten,
intelectuales del instinto, instinto de la razón,
prueba de fuerza para el fuerte
y amorosa vitamina del débil.

Así son ellas, las únicas, irrepetibles, imprescindibles, sufridas,
golpeadas,
negadas pero invictas mujeres de mi generación.

***
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

sábado, 29 de abril de 2023

Idea Vilariño (Uruguay, 1920 - 2009)

 

Callarse





 
 
Callarse
Estoy temblando
está temblando el árbol desnudo y en espejos
cantando
y cantando está la luna
riendo
sin silencios
la lírica y romántica
flauta y en cielo en hoz
por vez primera
se abren su luz cereza y el estiércol.
 
No se pueden quejar ni las mañanas
ni el ardiente sopor que por lo estéril
no canto más no canto
ni puedo deshacer en primavera
ni negarla y beber
ni matar sin querer
ni andar a tientas
ya que el aire está duro
y hay monedas locuras
esperando
la marca del agua
en desazón riendo
riéndose riendo.
 
Ah si encono si entonces
ya no quiero
ya no pude se pasa nunca alcanza
una ola se vaga la marea
se desconcierta así
y el sol no existe aquí más que en palabras
Pero en cambio en el cielo
caben muchas pero muchas. A veces
se molestan se muerden
en los labios.



1945


 (Fuente: Descontexto)

Blaga Dmitrova (Byala Slatina, 1922-Sofía, 2003)

 

/ dos poemas











 

Juventud


Cuando eres joven
y ondean al viento
tus cabellos alborotados
y te sumerges en sus ojos
ves un fragmento del mundo,
un balcón rozando el cielo,
un tren rebelde sin raíles,
una bandada de álamos en vuelo.
¡ Mundo de libertad, sin fronteras
al cual añades fantasía con tu existencia!
De pronto un día tus cabellos clarean y ante ti
se descubre un mundo en su totalidad.
El balcón esta empotrado en un muro,
el tren se mueve por raíles
y los tallos inmovilizan a los álamos.
Aquí no hay lugar para la fantasía.
Perdiste tus cabellos alborotados.

~

Ars poetica



Crea cada uno de tus poemas como si fuera el último.
En este siglo saturado de estroncio,
lleno de terrorismo,
en el que todo ha echado a volar con velocidad supersónica
la muerte viene aún más rápida.
Manda cada una de tus palabras
como si fuera la última carta antes de la ejecución,
como un mensaje en el muro de la prisión.
No tienes derecho a mentir,
ni el derecho a los juegos infantiles.
Simplemente no tienes tiempo para corregir tus errores.
Escribe cada uno de tus poemas,
lacónicos y despiadados,
con sangre, como una despedida.

***

Versiones de Zhivka Baltadzhieva
Emma Gunst
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

Leire Bilbao (Ondárroa, Vizcaya, España, 1978)

 

UN POEMA DE AGUAS MADRES

 

 

 

 

ABRO LA MERLUZA EN DOS MITADES

por ver lo que hay que limpiar.

Todavía tiene el anzuelo en la boca.

Aparto las escamas,

lágrimas secas de salitre.

Y entonces aparecen en la cocina

mi bisabuela, mi abuela y mi madre,

vestidas de negro las dos mayores

y mamá con aquel vestido verde de flores

que le estilizaba la cintura.

 

Quién iba a creer que serías madre de dos niños,

comienza diciendo mi abuela,

mirando de reojo el contenido de la fuente.

Ya sabes le contesto, tú misma decías

que lo hijos han de traerse sin pensar.

Traerlos y deshacerse de ellos, añade mi bisabuela.

Vierto aceite sobre la bandeja,

me pongo a picar ajo.

Cuando la guerra, esta le dio paso libre a tu abuelo.

Nos lo dimos mutuamente responde.

 

El silencio es otro condimento

entre platos y vasos.

¿A esto habéis venido a mi cocina?

Tú no te quejes tanto,

que todavía te visita la sangre cada mes.

Además, no eres tan distinta de nosotras.

Y me he quedado observando su silueta,

la curva de su nariz, los bordes difuminados.

 

Cierro los ojos

y sigo raspando con el cuchillo.

Las escamas de mi piel sobre la tabla de la cocina.

 

Cuando me dispongo a encender el horno

las tres mujeres han desaparecido.

Intento quitar el anzuelo,

afiladísimo signo de interrogación.

 

 

 


Aguas madres

 

Traducción de Ángel Erro

 

               La Bella Varsovia

 

              (Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

Reinaldo Arenas (Cuba, 1943 - EEUU, 1990)

 

Voluntad de vivir manifestándose

 




 
 
Ahora me comen.
Ahora siento cómo suben y me tiran de las uñas.
Oigo su roer llegarme hasta los testículos.
Tierra, me echan tierra.
Bailan, bailan sobre este montón de tierra
y piedra
que me cubre.
Me aplastan y vituperan
repitiendo no sé qué aberrante resolución que me atañe.
                           Me han sepultado.
Han danzado sobre mí.
Han apisonado bien el suelo.
Se han ido, se han ido dejándome bien muerto y enterrado.

Éste es mi momento.


                                               (Prisión del Morro. La Habana, 1975)






en Voluntad de vivir manifestándose, 1989

(Fuente: Descontexto)