martes, 29 de diciembre de 2015

Rimbaud


LA ORGÍA PARISINA   



¡Cobardes, aquí está! ¡La estación os vomita!
El sol ha enjugado con su ardiente pulmón
los paseos que un día ocuparon los Bárbaros.
Ésta es la Ciudad santa, sentada al occidente.
¡Vamos! se han prevenido los reflujos de incendios.
Ved los muelles aquí, allá los bulevares,
las casas sobre el cielo azul, brillante, ingrávido,
antaño constelado por un rubor de bombas.
¡Esconded los palacios muertos en cajoneras!
El viejo día loco refresca los recuerdos.
Ved el rebaño rojo de impúdicas nalgueras:
locos, podréis ser raros, pues vais despavoridos.
Perras que vais en celo comiendo cataplasmas,
las casas de oro os llaman a gritos. ¡Id, volad!
¡Comed! La noche alegre con sus hondos espasmos
ha bajado a la calle. ¡Bebedores aciagos
bebed! Cuando amanece, con luz intensa y loca
que a vuestro lado husmea los lujos desbordados,
¿no os volvéis, frente al vaso, impávidos babosos,
con los ojos perdidos en blancas lejanías?
¡Tragad, para la Reina de nalgas en cascada!.
Escuchad cómo suenan los eructos estúpidos,
¡desgarrados! ¡Oíd, cómo en noches ardientes
saltan con estertores, viejos, peleles, siervos!
¡Corazones mugrientos, bocas horripilantes,
más fuerte, ¡masticad! hediondos gaznates!
Que les traigan más vino a estos lerdos innobles:
la andorga se os derrite de infamia, ¡Vencedores!
¡Desplegad vuestro olfato a las náuseas grandiosas!
¡Emponzoñad las cuerdas que esperan vuestros cuellos!
Posando, en vuestras nucas, sus manos enlazadas
el Poeta os impele, «¡cobardes!, a ser locos».
Como andáis escarbando el vientre de la Hembra
teméis que tenga aún un estremecimiento,
y grite, sofocando vuestra infame camada
contra su duro pecho, con horrible apretón.
Peleles, sifilíticos, locos, reyes, ventrílocuos,
¿qué le puede importar al putón de París
vuestras almas y cuerpos, harapos y ponzoñas?
¡Os zarandeará, hurañas podredumbres!
Y cuando hayáis caído, gimiendo contra el pecho,
derrumbados, pidiendo, locos, vuestro dinero,
la roja cortesana, la de las tetas bélicas
lejos de vuestros miedos, apretará los puños.
Después de haber bailado con furia en las tormentas,
París, tras recibir tan numerosos tajos,
cuando yaces, ahora, guardando en tus pupilas
luminosas, la dicha de un renacer salvaje.
¡Oh ciudad dolorida, oh ciudad casi muerta,
con tu rostro y tus pechos de cara al Porvenir,
ofrecida a la noche de mil puertas vacías,
y que un Pasado horrible podría bendecir:
cuerpo magnetizado para males enormes,
que te bebes la vida, espantosa, de nuevo,
al manar de tus venas un flujo de gusanos
blancos, mientras helados dedos rondan tu amor.
¡Y no está mal! Las larvas, las larvas macilentas
no podrán estorbar tu soplo de Progreso,
igual que las Estringes no apagaron el ojo
azul de las Cariátides que inunda un oro astral.
Aunque sea espantoso verte cubierta así;
aunque nunca ciudad fuera cambiada en úlcera
tan hedionda, en medio de la verde Natura,
el Poeta te dice: “Tu Belleza es espléndida”.
La tormenta te ha hecho poesía suprema;
el inmenso bullicio de las fuerzas te alienta;
tu obra hierve, la muerte ruge, ¡Ciudad ungida!
Amontona estridencias en lo hondo del clarín
El Poeta hará suyo el llanto del Infame,
el odio del Forzado, el clamor del Maldito;
y sus rayos de amor flagelarán las Hembras.
Su estrofa brincará: ¡Mirad, mirad, bandidos!
Sociedad, todo ha vuelto a su sitio: la orgía
llora su estertor viejo en el viejo prostíbulo;
y el gas, en su delirio, por las murallas rojas,
arde siniestramente hacia el pálido azul.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Charles Bukowski




"La gente espera toda su vida. Esperan vivir, esperan morir. Esperan en la cola para comprar papel higiénico. Esperan en la cola para recibir dinero. Y si no tienes dinero, esperas en la cola mas larga. Esperas para dormirte y esperas para despertarte. Esperas para casarte y esperas para divorciarte. Esperas que llueva, esperas que deje de llover. Esperas para comer y esperas para volver a comer. Esperas en la consulta del loquero con un montón de anormales y te preguntas si serás uno de ellos."

sábado, 26 de diciembre de 2015

W. H. Auden


Rimbaud

 
Noches, el cielo aciago, las arcadas del tren;
sus malas amistades no lo sabían, pero
lo falso del retórico, en ese chico, habría
de arder como una pipa: el frío hizo un poeta. 
Los tragos que el amigo, frágil bardo, pagaba,
sistemáticamente, sus sentidos turbaban.
Al sinsentido usual le concedió él un fin;
hasta decir adiós al pecado y a la lira.
Si el verso era tan sólo un vicio del oído...
–la integridad no alcanza  –parecía concluir
del infierno de infancia–; debo empezar de nuevo.
Ahora, galopando, atravesando África,
soñó con su yo nuevo –un hijo, un ingeniero:

su verdad aceptable para hombres perversos. 


T. S. Eliot


LA TIERRA BALDÍA

I
El entierro de los muertos

Abril es el mes más cruel, engendrando
lilas que emergen de la tierra muerta, reuniendo
memoria y deseo al conmover
raíces embotadas con lluvia de primavera.
El invierno nos mantuvo abrigados, al cubrir
la tierra de nieve llena de olvido, al alimentar
un poco de vida con tubérculos secos.
El verano nos sorprendió, viniendo sobre el Starnbergersee
con una llovizna pasajera; nosotros paramos bajo la columnata,
y luego retomamos con el sol, hacia el Holfgarten,
y tomamos café, charlamos por una hora
Bin gar keine Russin, stamm’ aus Litauen, echt deutsch.[1]
Y cuando éramos chicos, y nos quedábamos en lo del archiduque,
mi primo, él me llevaba a pasear en trineo.
Yo tenía miedo. Y él me decía, Mari,
Mari, agarrate fuerte. Y descendíamos.
En las montañas, ahí te sentís libre.
Leo gran parte de la noche, y voy al sur en invierno.
¿Cuáles son las raíces que prenden, qué ramas las que emergen
de esta basura pétrea? Hijo de hombre,
no lo podés decir, o conjeturar, porque vos conocés tan sólo
un montón de imágenes rotas, contra las que el sol golpea;
y el árbol muerto no refugia, el grillo no libera,
la piedra seca no hace sonar el agua. Sólo
hay sombra bajo esta piedra roja,
(vení a la sombra de esta piedra roja),
y yo te mostraré algo diferente que tu sombra
a la mañana dando zancadas detrás tuyo
o tu sombra levantándose a la tarde hasta encontrarte;
te mostraré el miedo en un puñado de polvo
Frisch weht der Wind
Der Heimat zu
Mein Irisch Kind
Wo weilest du?[2]
“Primero me diste jacintos el año pasado;
y me decían la chica de los jacintos.”
Después, cuando ya habíamos vuelto del jardín,
tus brazos llenos, tu pelo mojado, yo
no podía hablar, y mis ojos fallaron, no estaba
ni viva ni muerta, tampoco entendía nada,
estudiando el corazón de la luz, el silencio.
Oed’ und leer das Meer.[3]
Madame Sosostrís, vidente famosa,
estaba muy engripada, de todas formas
es considerada la mujer más sabia de Europa,
con un mazo de cartas perversas. Acá, dijo ella,
está tu carta, el Marinero Fenicio ahogado,
(Esas son perlas que fueron sus ojos. ¡Mirá!)
ésta es Belladona, la Dama de las Rocas,
señora de las situaciones.
Acá está el hombre con los tres bastos, y acá la Rueda,
y acá el mercader de un solo ojo, y esta otra carta,
que está en blanco, es algo con lo que él carga
pero que yo no tengo permitido adivinar. No encuentro
al Hombre Ahorcado. Tema a la muerte por agua.
Veo una multitud de gente, forman un círculo.
Gracias. Si la ve a mi querida Señora Equitone,
dígale que yo misma le llevo el horóscopo:
hay que ser cuidadosa hoy en día.  
Ciudad irreal,
bajo la niebla marrón de una aurora invernal,
la muchedumbre fluye sobre el Puente de Londres, tanta gente,
yo no tenía idea de que la muerte hubiera deshecho a tantos.
Suspiros cortos y variados, exhalaban,
cada hombre clavaba su mirada delante de sus pies.
Subí la colina y tomé por King William Street,
hacia el lugar donde Santa María de Woolnoth[4] guardaba la hora
con un sonido seco en la campana final de las nueve.
Ahí vi a un conocido, y lo paré de un grito: “¡Stetson!
¡vos que estuviste conmigo en las naves de Milas!
ese cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
¿ya empezó a germinar? ¿va a florecer este año?
¿o la escarcha repentina te estropeó el suelo?
¡Oh no permitas que el Perro se acerque por ahí, ese amigo del hombre,
o con sus uñas lo desenterrará!
¡Tú! hypocrite lecteur! —mon semblable, —mon frère![5]

Juan José Manauta


Poema extraído desde Entre dos ríos, 1956.

La Creciente

Casi todos los años, o cada dos, la trae,
junto a una anciana que tirita,
la bruma;
y un invierno tras otro,
con sus oros,
ampara bajo su capa gris desolados reflejos.
Suele llegar de noche,
en otoño,
y deja a la puerta del rancho su lamido de perra hambrienta y vieja,
sus cabellos
de ceniza maldita,
de fatal pedrería,
y un cabo de guadaña, un resplandor deshecho,
y a veces una escoba gastada,
camalotes,
serpientes,
y otras sustancias de pretendencia y médula salvaje.
Casi todos los años, o cada dos, pregunto...
Y una provincia de agua,
bajo la nube fría,
cuando se inclina el muro ya final de la noche
preparando su huida milagrosa y escueta,
desborda su cintura de sinsabores y hojas.
Casi todos los años, o cada dos, prepara
su mar remoto,
instala en la distancia
su inmensidad de niebla y de sigilo,
confunde límites y anda traicionera
por los arroyos muertos, cañadas y zanjones.
En un recodo el río alimenta
y la detiene a ver como resisten los grises terraplenes.
Pero ella los acosa y acumula
restos domésticos que flotan, viajan en lenta furia,
y llegan,
desde otros hombres,
en una angustia peregrina, parecida a la nuestra.


viernes, 11 de diciembre de 2015

Héctor Viel Temperley


Larga esquina de verano


¿Nunca morirá la sensación de que el demonio puede
servirse de los cielos, y de las nubes y las aves,
para observarme las entrañas?
Amigos muertos que caminan en las tardes grises
hacia frontones de pelota solitarios: El rufián que
me mira se sonríe como si yo pudiera desearla
todavía.
Se nubla y se desnubla. Me hundo en mi carne; me
hundo en la iglesia de desague a cielo abierto en
la que creo. Espero la resurrección espero su
estallido contra mis enemigos- en este cuerpo, en
este día, en esta playa. Nada puede impedir que en
su Pierna me azoten como cota de malla -y sin
ninguna Historia ardan en mí- las cabezas de
fósforos de todo el Tiempo.
Tengo las toses de los viejos fusiles de un Tiro
Federal en los ojos. Mi vida es un desierto entre
dos guerras. Necesito estar a oscuras. Necesito
dormir, pero el sol me despierta. E1 sol, a través
de mis párpados, como alas de gaviotas que echan
cal sobre toda mi vida; el sol como una zona que me
había olvidado; el sol como un golpe de espuma en
mis confines; el sol como dos jóvenes vigías en una
tempestad de luz que se ha tragado al mar, a las
velas y al cielo. (1984)

Hector Viel Temperley, Obra completa, Ediciones del Dock


jueves, 10 de diciembre de 2015

John Keats


John Keats, Londres, 31 de octubre 1795 – 
Roma, 23 de febrero 1821
Traducción Ana Bravo y Javier Adúriz


Oda al ruiseñor

I

Me duele el corazón y una modorra entumece
mis sentidos, como si hubiera bebido cicuta
o empinado, hace un minuto, algún denso
narcótico, y me hubiera hundido en el Leteo:
no por envidia de tu feliz destino,
sino por ser feliz en tu felicidad;
porque tú, alada dríada de los árboles
       en melodiosa trama
con verdes hayas y sombras incontables,
a plena voz le cantas al verano.


II

Oh, si un trago de vino, largamente enfriado
en la tierra profunda, con sabor a Flora
y a los campos verdes, a danzas y canciones
provenzales, y gozo soleado;
oh, si una jarra llena del sur caluroso,
llena de auténtico y ruboroso Hipocrene,
con redondas burbujas rebosando los bordes
       y la boca manchada de púrpura,
yo pudiera beber y alejarme invisible del mundo,
desaparecer contigo en la penumbra del bosque.


III

Irme lejos, disolverme y olvidar del todo
lo que tú entre las hojas nunca conociste:
el cansancio, la fiebre, el ajetreo de aquí,
donde sentados los hombres óyense gemir,
donde el temblor sacude unas pocas tristes canas,
donde la juventud empalidece espectral y muere;
donde pensar no es sino llenarse de pena,
       desesperanzas con ojos de plomo,
donde la belleza no puede mantener el brillo de sus ojos
ni el nuevo amor suspirar por ellos más allá de mañana


IV

¡Basta! ¡Basta! Porque volaré hacia ti,
no conducido por Baco y sus leopardos
sino en las alas invisibles de la poesía,
aunque el cerebro torpe quede lento y perplejo.
Si ya contigo, tierna es la noche...
y tal vez, la reina luna esté en su trono,
rodeada por sus hadas estelares;
         pero aquí no hay luz,
salvo la que soplan las brisas desde el cielo
por entre sombras verdes y senderos musgosos.


V

No alcanzo a ver las flores a mis pies
ni el incienso suave que flota entre las ramas;
pero adivino, en la penumbra fragante, la dulzura
con que la estación propicia dota
a la hierba, el seto y los frutos silvestres,
al espino blanco y la pastoril eglantina,
a las violetas marchitas cubiertas de hojas
         y a la primogénita de mayo:
la naciente rosa mosquete, llena de rocío,
delicia de las moscas en tardes de verano.


VI

Mientras oscurece escucho. Y cuánto tiempo estuve
medio enamorado de la muerte apacible;
la he llamado con suavidad en rimas meditadas
para que se lleve al aire mi aliento sosegado.
Ahora más que nunca parece bueno morir,
dejar de ser sin dolor sobre la medianoche,
mientras derramas por todas partes tu alma
         ¡en, semejante éxtasis!
Aún seguirías cantando..., cuando vanos mis oídos
se volvieran de tierra para tu alto réquiem.


VII

Tú no naciste para la muerte, ave inmortal,
ni te han gastado las generaciones hambrientas:
la voz, que oigo osla noche fugaz ya fue oída
en antiguos tiempos por emperadores y bufones;
quizás, la misma canción que se abrió camino
al triste corazón do Ruth, cuando deseosa
de patria lloraba de pie entre mieses ajenas;
          la misma que otras veces
hechizara mágicas almenas abiertas a la espuma
de mares peligrosos, en tierras legendarias, desoladas.


VIII

¡Desoladas...! Como una campana, la misma palabra
me aparta de ti hacia mi propia soledad.
¡Adiós! la fantasía no alcanza a mentir tan bien
como lo dice su fama de duende embustero.
¡Adiós!, ¡adiós! Doliente tu himno se diluye
más allá de los prados, sobre el arroyo quieto,
colina arriba; el que ahora, se entierra hondo
           en los claros del valle contiguo.
¿Fue una visión o un sueño de vigilia?
La música ha volado: ¿estoy despierto o duermo?




martes, 8 de diciembre de 2015

Gottfried Benn


Gottfried Benn
Circulación
 
La solitaria muela de una puta,
una muerta sin nombre,
llevaba una corona de oro.
Las demás se habían desprendido
como por un secreto acuerdo.
Ésta la extrajo el sepulturero para sí.
Porque, decía,
sólo la tierra debe volver a la tierra.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Raúl González Tuñón


El optimismo histórico



Yo sé que todo cambia,
que nada se detiene,
ni un árbol se detiene
y aun la piedra es viajera.
La soledad no existe,
el mundo es compañía.
Ni la muerte está sola.
Todo lo que es, es lucha.
Soy inmortal, pues paso.
Sólo la estatua queda.
Y aun ella se mueve.
En vano os empeñáis
en detener la historia.
¡Sé que llegará el día!
También lo sabe el sol.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Poemas de Fernando Pessoa


Desconocida y sucia criatura que juegas delante de mi puerta
no te pregunto si me traes un mensaje de los símbolos.
Encuentro gracia en ti por no haberte visto antes,
y, naturalmente, si pudieras estar limpia serías otra criatura
que no vendría por aquí.
¡Juega en la polvareda, juega!
Considero tu presencia tan sólo con los ojos.
Más vale ver una cosa siempre por primera vez que conocerla,
pues conocer es como si nunca viéramos por primera vez,
y nunca haber visto por primera vez es sólo oír como lo cuentan.
El modo de estar sucia esta criatura es diferente del
modo que otras tienen de estar sucias.
¡Juega! Al coger una piedra que te cabe en la mano
sabes que te cabe en la mano.
¿Cuál es la filosofía que llega a alcanzar mayor certeza?
Ninguna, y ninguna podrá venir jamás a jugar ante mi puerta.



 

Pasó la diligencia...


Pasó la diligencia por el camino y fuése;
y el camino no se volvió más bello, ni siquiera más feo.
Así por esos mundos es la acción humana.
Nada quitamos y nada ponemos; pasamos y olvidamos;
y el sol siempre es puntual, todos los días.

















domingo, 29 de noviembre de 2015

Leopoldo María Panero


EL NOI DEL SUCRE


Tengo un idiota dentro de mí, que llora,
que llora y que no sabe, y mira
sólo la luz, la luz que no sabe.
Tengo al niño, al niño bobo, como parado
en Dios, en un dios que no sabe
sino amar y llorar, llorar por las noches
por los niños, por los niños de falo
dulce, y suave de tocar, como la noche.
Tengo a un idiota de pie sobre una plaza
mirando y dejándose mirar, dejándose
violar por el alud de las miradas de otros, y
llorando, llorando frágilmente por la luz.
Tengo a un niño solo entre muchos, as
a beaten dog beneath the hail, bajo la lluvia, bajo
el terror de la lluvia que llora, y llora,
hoy por todos, mientras
el sol se oculta para dejar matar, y viene
a la noche de todos el niño asesino
a llorar de no se sabe por qué, de no saber hacerlo
de no saber sino tan sólo ahora
por qué y cómo matar, bajo la lluvia entera,
con el rostro perdido y el cabello demente
hambrientos, llenos de sed, de ganas
de aire, de soplar globos como antes era, fue
la vida un día antes
de que allí en la alcoba de
los padres perdiéramos la luz.




Leopoldo María Panero
"Last night together" 1980

Leopoldo María Panero

Contra Vida


...He aprendido a fingir con las palabras
Y la verdad no es santa
La verdad es triste y cruel
La verdad es sórdida y oscura
Como la palabra vida
Como el sueño de haber existido
  


Poemas de Martín Rodriguez


Ibitimí

Paraguayo bajo el árbol:
¿qué fue de tu arpa tumbada contra la arena
cuando sonaron las campanas?

Paraguayo que huye no sirve para otra guerra.

¿Toda la leche que tomaste
se hizo un gran cuerno de calcio?
¿Un trueno que te arrojó a las mareas?

Paraguayo que huye sirve para la paz.

Tu país no tiene mar, pero la marea es interior.
Tuviste que hacer un curso incesante de aguas.
Cálidas, gelatinosas o rosadas.
Tuviste que hacer de tu cuerpo una selva
donde esconderte: ya no estabas en tu cuerpo,
por el río bajaba tu cuna, y
despedía un vapor igual al de esos barcos del
Chaco, pero había una tristeza ahí,
una cuerda del arpa abría el surco
para que fueras a hundirte arrojando
una bandera blanca a la tierra.

Paraguayo que huye sirve para otro país.



Monzón machado
(Plan Nacional de Alfabetización)

Después de leer Machado,
palabras que no usará jamás:
clepsidra,
adamantino,
rueca,
tahúr,
pitagórica, prensiles,
cangilones, etc.
Las separa como el que separa
aceite usado
de aceite virgen.



Pro y Contras
La feminización del mundo, o, mejor, el fin de la guerra como organización del tiempo,
ah, el flujo de energía erótica que ello provocará...
 

No hay ninguna institución que en su inercia lleve la Clase al paraíso. 
La Trabajadora Social escribe:
Que se levante el torno de su
tumba de carne y hueso y cante la marcha fúnebre
a caballo en Chacarita. Grrrr. 
Que vuelva el colimba con la leña
fresca silbando como el niño que silba en las viñas
con el mismo silbo que acompañó a unas cabritas a tomar agua del río
y el mismo silbo que sigue como una mariposa sigue
a un tractor.
No estás sola Estalingrado ni Alicia ni la Maravilla de la pobreza
mientras haya Grandes Silbadores Argentinos.

GRASA.





martes, 24 de noviembre de 2015

Alberto Giriri


DEBAJO DEL CIELO

está el fuego,
lo circunscribe, casi lo lame,
está muy cerca y sin embargo
el cielo nunca sufre el fuego.

El fuego son imágenes,
pequeños demonios negros
vistos en Jerusalén, en Babel,
en el respaldo de los tronos,
en la extesión de los cetros,
en la nuca de los arrodillados,
en las epístolas áureas del docto,
en el que tiende a lo perfecto,
en el que se ofrece como mucho,
en los que crían para nada,
en el que adquiere y pone precio,
en los que se sientan a la mesa,
en los que se niegan a servir,
en los que escriben de este fuego
escribiendo de consuelos y castigos.
Debajo del cielo está el fuego;
somos la madera, la sequedad,
el soplo que mantiene el fuego.


de LA PENITENCIA Y EL MÉRITO de Alberto GIRRI, 1957.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Roberto Juarroz


Decimocuarta Poesía Vertical-110


El hombre vive reuniendo sus pedazos,
revocando su apariencia de algo entero y terminado.
Las supersticiones se agazapan en las manos
cuando un grito acorrala la tarde.

El hombre es siempre un vaso roto.
Recoge un brazo o una pierna,
un olvido o sus palabras,
que son siempre fragmentos que han rodado.
Recoge sus miedos y los trozos de los muertos,
suyos también aunque parezcan ajenos.
¿Por qué no los deja
esparcidos por la tierra?
Tal vez si renunciara
a conservar sus miserables restos,
ganaría su propia liviandad, su transparencia.
La ilusión del hombre entero
abre un nuevo camino:
la comunión con todo,
porque no hay más que fragmentos.
Y también la visión más desnuda,
que escarba como un pordiosero iluminado
las imágenes vivas que lo aguardan
como expectantes criaturas entre las ruinas.
Tal vez un hombre roto y una imagen
al unirse reconstruyan lo entero,
en algún margen menos cruel del universo.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Leónidas Lamborghini



-Me drogo porque sí, porque me gusta,
porque ¡¿qué hay?! soy joven y lo hago;
si quiero destruirme me destruyo.

Me droga el mundo, me droga un medio mundo.
el ambiente me droga, un medio ambiente;
me droga un San Bernardo, drógame un Drondo.


El rock me droga (el tango ni me droga),
y el ruido y las luces de las disco,
el calor de la ciudad y sus fríos.

Me droga el fúlbo, la TV y almuerzos
y micos y ginellis y una pérgola;
me droga un vano grillo, un can ciruja.

Me drogan los aviesos noticieros,
los juegos de video, comerciales,
y los consejos de papá y de mami.

Me droga el cine poético, cinefilos,
óperas y ballets, el sida, el sexo;
una papa me droga, una papada.

Me droga una mina intelectual,
poetas de la lírica y cuentistas;
me drogan los milicos y políticos.

Y me drogan los curas sanadores
y los obispos y la gente "progre"
y los hipócritas de doble faz.

Me droga un culo grande pa'chambones,
me drogan las culonas y culones;
me drogan policías y buchones.

Me drogan tantas cosas que me drogo;
me droga este que escribe y que me escribe,
que me hace hablar al pedo; yo me drogo,
forro lector, porque me da la gana.


jueves, 19 de noviembre de 2015

Raúl González Tuñón


"El puchero misterioso"

(Curioso fondín que funcionaba en el despacho de bebidas
del almacén de Cangallo y Talcahuano, hoy desaparecido)


Los amigos estaban allí; la noche, el humo
―su pequeño país de ansias y sueños vagos―.
Los poemas ya escritos y los que se agitaban
detrás de la vigilia; los últimos cocheros;
Pelito Verde, el Sábalo, canillitas; bohemios
sin melena; el buraco
en la pared ―un desvaído mapa―
desde donde salía el plato fuerte
y el vino del invierno.
(Y después un tranvía cayó al Riachuelo...
En el saco de pana, el obrerito,
llevaba un sandwich de carne fiambre
y una figura de calcomanía).
Y después entubaron el Arroyo,
voltearon edificios, y al Gobierno.
Desde entonces fue triste el Carnaval
y empezaron a caer las insignias
de las vetustas tiendas,
la milonga, la luna, Frank Brown, los buhoneros.
Todo se ha ido ya, los verdes años,
el almacén, la ochava, la fregona,
el Ainenti, la guerrilla literaria,
el caricaturista de café, la yiranta,
las "Camas desde un peso", la kermese,
el varieté, el vendedor de globos,
Yrigoyen, Alvear, los presidentes
que antes andaban solos por la calle...
Todo aquello que cabe en el recuerdo.
La nostalgia es un cuarto donde habita el insomnio.
Todo se ha ido, todo, menos lo que vendrá.
Y la lluvia, los circos, la esperanza,
el cartero.


Raúl González Tuñón, Buenos Aires, 1905-1974.
de A la sombra de los barrios amados, 1957.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Arthur Rimbaud


MAÑANA DE EMBRIAGUEZ

¡Oh mi Bien! ¡Oh mi Bello! ¡Fanfarria atroz en la que ya no tropiezo! ¡Mágico potro de tormento! ¡Hurra por la obra inaudita y por el cuerpo maravilloso, por la primera vez!
Empezó bajo las risas de los niños, acabará por ellas. Este veneno ha de permanecer en todas nuestras venas aun cuando, agriada la fanfarria, seamos devueltos a la antigua armonía. ¡Oh, ahora nosotros, tan digno de estas torturas!, recojamos fervientemente esta sobrehumana promesa hecha a nuestro cuerpo y a nuestra alma creados: ¡esa promesa, esa demencia! ¡La elegancia, la ciencia, la violencia! Se nos ha prometido enterrar en la sombra el árbol del bien y del mal, deportar las honestidades tiránicas, con el fin de que trajésemos nuestro purísimo amor. Empezó con ciertas repugnancias y acabó, -al no poder agarrar en el acto esa eternidad, - acabó por una desbandada de perfumes.
Risa de niños, discreción de esclavos, austeridad de vírgenes, horror por las figuras y los objetos de aquí, ¡sacrosantos seáis por el recuerdo de esta vigilia! Empezaba con la mayor zafiedad, y concluye por ángeles de llama y de hielo.
Breve vigilia de embriaguez, ¡santa!, aunque sólo fuera por la máscara con que nos has gratificado. ¡Nosotros te afirmamos, método! No olvidamos que ayer has glorificado cada una de nuestras edades. Tenemos fe en el veneno. Sabemos dar nuestra vida entera todos los días.
He aquí el tiempo de los Asesinos.






martes, 10 de noviembre de 2015

María Ruiz Ocaña (Sevilla, España, 1963)


EL SALVAVIDAS


Me ataba de una cinta al salvavidas.
A mi madre le daba miedo el mar;
demasiada extensión, tan breve cuerpo.
A la vida me unía como ahora,
delgada y fina cuerda umbilical,
sujeta a esos recuerdos de niñez.
Mi madre y sus miedos y la cinta
más corta que la angustia de perderme,
y este futuro de aguas abisales
en el que tantas veces nado sola.






 

domingo, 8 de noviembre de 2015

Roque Dalton (El Salvador 1935-75)


 


Desnuda

Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros
como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo.
Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como un niño perdido
que en ti dejara quietas su edad y sus preguntas.
Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo
pasa a ser mi universo, el credo que me nutre,
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a las sombras los deseos me ladran.
Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario,
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.
El día en que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada río los cabellos dispersos.
El día en que te mueras te enterraré desnuda
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.








 

sábado, 7 de noviembre de 2015

Heberto Padilla


Cuando la magia estaba en bancarrota,
en esos días que se parecen tanto a la dimisión
de los cuervos
(ya sin augurios la piedra filosofal)
ellos cogieron una idea,
una formulación rabiosa de la vida,
y la hicieron girar
como a la bola del astrólogo;
miles de manos desolladas
haciéndola girar
como una puta vuelta a violar entre los hombres,
pero ya de la idea sólo quedaba su enemigo.

 

Juan Carlos Mestre


ARS PATÉTICA
Me persigue un oficio solitario, vigilar toda la noche una gacela, hablar sin seducir, no poseerla y verla irse oscura al diccionario. En esta voluntad cifra el deseo su dulce llama de inocencia donde arde oculta la paciencia del esforzado hijo de Teseo. Al alba quedarán algunos versos de dudoso gusto y sin belleza para el lírico ángel de los muertos. Todo lo demás será olvidado, el ayer y la mística pereza de empezar otra vez lo acabado.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Henri Michaux (Bélgica, 1889 - Francia, 1984)

La  carta


"¿Quién en nuestra tierra recibe todavía el beso de la alegría hasta el fondo del corazón?
La unión del yo y el vino es un poema. La unión del yo y la mujer es un poema. la unión del cielo y la tierra es un poema pero el poema que nosotros hemos oído ha paralizado nuestro entendimiento.
Ya no amamos al día. Aúlla. Ya no amamos la noche, atormentada por los cuidados. Mil voces para hundirnos. Ninguna voz para sostenernos. Nuestra piel se fatiga de nuestra cara descolorida."
 

martes, 3 de noviembre de 2015

Blaga Dimitrova (Bulgaria, 1922 - 2003)


Blaga Dimitrova
(1922 – 2003)
Aún así
Traducción de Zhivka Baltadzhieva


M
e hago una pregunta
de elevada dificultad:

 – qué pudiera cambiar
en este inconstante mundo,
cuando sin parar me cambio a mí
sin cambiar en nada?
Y mire, dicen sobre las constantes transformaciones:
Se vistió Elías con lo de todos los días...

Pero aquel día repentino,
cuando en mi ventana
cayó el álamo cercenado,
amputada columna del cielo,
y la bóveda del firmamento consigo arrastró,
sin que yo lograra, ni por un instante,
anular este crimen,
emplazar, pregonar,
estar al lado y gritar: -¡Si talas, tálame a mí!-
el árbol me sopló
una idea:

-¡Mientras todavía respiramos,
cambiemos este aire!

Solos, sin ayuda
y sin órdenes, sin parcartas ni cartel.
Por lo menos por aquí, al lado, a un paso,
a ramita, ala, brote,
en la sombra propia de uno,
en el espacio de la sonrisa,
a quemarropa contra el viento,
a voces, a susurro, a silencio,
a arrebato, a impulso,
a fresco y a verde, a altura,
a un tan sólo aliento...

Parece improbable:
respirar hedores y veneno
y exhalar oxígeno.
Aún así el árbol
lo practica.


(Fuente. Poesía de El Toro de Barro)

sábado, 31 de octubre de 2015

Milosz


Oscar Wladislas de Lubicz Milosz, Lituania, 28 de mayo 1877 – Francia, 2 de mayo 1939
Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán


El viejo día

El viejo día sin meta quiere que vivamos
Y que lloremos y nos empapemos con su lluvia y su viento.
¿Por qué no quiere dormir siempre en el albergue de las noches
El día que amenaza las horas con su palo de mendigo?

Tibia es la luz en los dormitorios del hospital de la vida;
Queridos pensamientos forman el paciente blancor de los muros.
Y la piedad que ve que la dicha se aburre
Hace nevar el cielo vacío sobre los pobres pájaros heridos.

No despiertes la lámpara, el crepúsculo es nuestro amigo,
Nunca viene sin traernos un poco de buen viejo tiempo.
Si lo echases de nuestra habitación, la lluvia y el viento
Se burlarían de su triste manto gris.

Por cierto, ah, si existe dulzura aquí abajo
Sólo puede estar en los viejos cementerios graves y buenos
Donde ya no dice sí la debilidad, donde el orgullo ya no dice no,
Donde la esperanza no atormenta más a los hombres cansados.

Por cierto, ah, allá, bajo las cruces, cerca del mar indiferente
Que sólo piensa en el tiempo pasado, los que buscan
Hallarán por fin sus almas de sonrisas ansiosas por la espera
Y los seguros consuelos de las noches mejores.

Echa al fuego este alcohol, cierra bien la puerta,
Hay en mí pecho seres abandonados que tiritan de frío.
Se diría realmente que toda la música está muerta
Y las horas son tan largas.

No, no quiero verte más como mi amiga:
Sólo debes ser algo, créeme, sumamente grato,
Humo en el techo de una choza, en el ocaso:
Tienes el rostro de la buena jornada de tu vida.

Posa tu dulce cabeza otoñal en mis rodillas, cuéntame
Que hay un gran navío, muy solo, muy solo, mar adentro;
No olvides decirme que sus luces tienen frío
Y que sus ropajes de tela le dan risa al invierno.

Háblame de los amigos muertos desde hace largo tiempo.
Duermen en tumbas que no veremos nunca jamás,
Allá muy lejos, en un país color de silencio y de tiempo.
Si volviesen, ¡cómo sabríamos amarlos!

En la taberna junto al río hay viejos huérfanos
Que cantan porque el silencio de sus almas les da miedo.
De pie en el umbral de oro de la casa de las horas
La sombra hace el signo de la cruz sobre el vino y el pan.


 

jueves, 29 de octubre de 2015

Poema de Alberto Girri



Gato gris muerto

Brujos enseñaron que los gatos
pueden alojar almas humanas.

Figura empapada del asfalto o vuelto hacia las nubes,
eres el muerto más perfecto que yo he visto.
Pero cómo descubrir que la vigilia que te llega,
ya indiferente a cualquier invocación,
tu realidad verdadera de hijo del demonio,
de locatario esbelto de almas,
que estableció para tu antepasado africano
la voluntad miedosa de los clanes familiares
y confirmó la impar justicia de la magia.
Pronto vendrán hasta tu cuerpo abandonado
ladrones de velas,
y robarán las tibias, su recatada médula.
Porque es sabido que cuando tales huesos despierten
despertarán las almas en ellas internadas,
y en un pueblo lejano y caníbal,
hombres que trabajan y tienen amores,
instantáneamente se convierten en
estatuas.
Brujos enseñaron que los gatos
pueden alojar almas humanas,
y arañar, si quieren, el corazón del huésped.





domingo, 25 de octubre de 2015

Enrique Molina

La casa



La casa está perdida en un jardín
o un jardín esconde en su garganta el hogar que
vivimos,
lenguaje elemental,
laberinto de piedra,
las ramas de los árboles que abrazan
a ese mundo herido en el costado.
A veces el jardín respira y deja ver
esas paredes que alguna vez fueron de luz.
A veces inventan un mundo sin saber
que no se entra jamás,
que hay que permanecer afuera de la Historia.
La casa está perdida en unos ojos que nunca más veré.
La casa está perdida en esa misma casa.
La casa es una pérdida constante
en cualquier jardín.
La casa es un jardín perdido
en el lugar de la memoria.

sábado, 24 de octubre de 2015

Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891 - 1967)



QUE LOS RUIDOS TE PERFOREN LOS DIENTES




Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.



viernes, 23 de octubre de 2015

Joao Cabral de Melo Neto (Brasil, 1920 - 1999)







Cosa de puntuación

 

La gente acepta que al hombre
le cabe puntuar su vida:
que viva en punto de exclamación
(dicen: tiene alma dionisíaca);

que viva en punto de interrogación
(fue filosofía, ahora es poesía);
que viva equilibrándose entre comas
y sin puntuación (en la política);

el hombre sólo no acepta del hombre
que utilice la puntuación fatal:
que use, en la frase que él vive,
el inevitable punto final.


João Cabral de Melo Neto (Recife, 1920-Río de Janeiro, 1999), versión de Eduardo Milán, Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, recopilación de Tedi López Mills, Fondo de Cultura Económica, México, 2011 [edición no bilingüe]



Questão de Pontuação 


Todo mundo aceita que ao homem
cabe pontuar a própria vida:
que viva em ponto de exclamação
(dizem: tem alma dionísica);

viva em ponto de interrogação
(foi filosofia, ora é poesia);
viva equilibrando-se entre vírgulas
e sem pontuação (na política):

o homem só não aceita do homem
que use a só pontuação fatal:
que use, na frase que ele vive
o inevitável ponto final

 

Agrestes, Nova Fronteira, Río de Janeiro, 1985

miércoles, 21 de octubre de 2015

E. M. Cioran


"Escribir sería un acto insípido y superfluo si uno pudiese llorar a discreción, imitar a los niños y a las mujeres presas de furor. En la materia de la que estamos amasados, en su más profunda impureza, se encuentra un principio de amargura, que sólo suavizan las lágrimas. Si cada vez que las penas nos asaltan, tuviéramos la posibilidad de librarnos por el llanto, las enfermedades vagas y la poesía desaparecerían. Pero una reticencia nativa, agravada por la educación, o un funcionamiento defectuoso de las glándulas lacrimales, nos condenan al martirio de los ojos secos. Y además, los gritos, las tempestades de reniegos, la automaceración y las uñas clavadas en la carne, con las consolaciones de un espectáculo de sangre, no figuran ya entre nuestros procedimientos terapéuticos. De aquí se sigue que estamos todos enfermos y que necesitaríamos un Sahara cada uno para aullar a gusto, o las orillas de un mar elegíaco y fogoso para mezclar a sus lamentos desencadenados nuestros lamentos más desencadenados todavía. Nuestros paroxismos exigen el marco de lo sublime caricaturesco, de lo infinito apoplético, la visión de una horca donde el firmamento sirviera de patíbulo a nuestras osamentas y a los elementos." 

Cioran, Breviario de podredumbre.

martes, 20 de octubre de 2015

Enrique Lihn (Chile)


Porque escribí

Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.

Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.

Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
—¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria—
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces.

De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.

La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudarán
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta de agua
—allí, por un momento, siquiera, en esa altura—
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma,
yo puedo reiterar la poesía.

Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.

Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.

martes, 13 de octubre de 2015

Crhistian Bafomec (Perú)


///De cuando era un niño y me traumé con la poesía

Mi niñez fue áspera y conocí la poesía cuando me quemaron con agua hervida en las nalgas. En realidad dios me quemó mientras fingía ser un superhéroe. Y así con ampollas en mi potito y sin poder sentarme, boca abajo, miraba a las enfermeras cómo lamían las heridas de los infectados para desinfectarlos, y chupaban los penecitos de los recién nacidos para darles su luz, porque ellas eran la luz del nuevo mundo, porque ellas eran la tecnología del nuevo mundo, y el amor del nuevo mundo, y besaban a los asmáticos para devolverles el aliento, y se reían con los fracturados tomando café con leche y conversando del clima para suturar sus huesos, y se dejaban acariciar el sexo por los cancerosos porque en sus vellos púbicos estaba la gloria del Señor, y se dejaban penetrar por los sidosos para que sus fluidos les limpien hasta el alma. Pero a nosotros los quemados nos leían libros de poesía que te arañaban la piel como un serrucho romántico.
poesía que eran gusanos que ponían huevos en tu oreja y construían ciudades en tu cerebro,
poesía que eran hermosos dildos bailando en el agujero del culo,
poesía que era una máquina de cosquillas utilizada en los campos de concentración nazi,
poesía que era más caliente que el agua que nace en los volcanes y termina en tu piel de cebolla.
Poesía con clavos,
poesía rocoto,
poesía cuchillos,
poesía enfermedad mortal,
poesía humedad de la cosa,
poesía que te cogía del cogote y te quitaba toda tu plata,
poesía que te secuestraba por las noches y bebía contigo hasta el vómito,
poesía que era tu madre botándote de la casa por violador, por flojo, por ratero,
poesía que no se apiadaba de nadie y nunca daba limosnas,
poesía que te atropellaba sin Soat y se daba a la fuga,
poesía que lloraba como tu padre al no encontrar su casa,
poesía que era tu novia que te sacaba la vuelta,
poesía que creías que era tu novia descalza teniendo sexo con todos los poetas de Lima, pero que en realidad era tu novia mamándosela a su compañero de universidad,
poesía que era tu amigo diciéndote que a su novia no le vino la regla,
poesía que camina por una ciudad desierta con los ojos rojos y buscando un lugar dónde pasar la noche,
poesía que son tus abuelos hablando del ser, del estar, del morir, de la nada cosmopolita, de Kierkegaard, del chapulín colorado, del amor,
poesía que era la contaminación ambiental y el sida y la cárcel y las inundaciones,
poesía que era el fin de este planeta vulgarmente llamado Tierra,
poesía que es el big-bang de la nueva era tecnológica,
poesía que es el capitalismo,
poesía que es la quinta bomba atómica, la novena internacional y la enésima sinfonía de Beethoven,
poesía que me quitó la niñez de un susto, y yo lloraba porque el doctor me miraba con su jeringa, y las enfermeras que eran extraterrestres me regalaron un chupetín al terminar de leerme a Verástegui, para que no siga llorando.


lunes, 12 de octubre de 2015

Gillaume Apollinaire



Llueve

llueven
voces
de mujeres
muertas
hasta
para
el recuerdo
pero
oh
gotitas
ustedes
llueven
maravillosos
reencuentros
sobre
mi vida
y estas
nubes
encabritadas
se ponen
a relinchar
un universo
entero
de aldeas
auriculares
escuchá
cómo llueve
mientras
el dolor
el desdén
lloran
una
antigua
música
escuchá
caer
los hilos
que
te
sostienen
te
suben
y
te
bajan
sin
parar

sábado, 10 de octubre de 2015

Hugo Padeletti



No hacen falta discursos
las palabras
aisladas
son acopio. Plegadas,
desafían
la atención.
Cuando digo
“la hebra”
El mundo se devana.

Las palabras-semillas desarrollan
raíces, se despliegan
en árbol y florecen
de pie.
Vale la pena
contemplarlas.

Hay otras,
como gotas, que se alargan
en hilo, se convierten
en río y se confunden
con el mar.
Eran dulces
y son amargas.

Las que forman
cristales
te incluyen.
Lo que entra
ya no puede salir.

No queda nada
fuera.
Las herméticas
incuban lo que sientes.
No confirman
ni desmienten:
que sea
lo que es.

Las palabras se unen
de a dos, de a tres.
Y forman las guirnaldas
del tiempo.
Cuando acaban,
el tiempo se repliega
de nuevo.

¿Cuántas veces
atestiguan en contra?
No diríamos
“diversión”, “pasatiempo”,
ni en otro orden “éxtasis”, “transporte”,
si no fuera deseable
perderse:
cuando pienso
“nirvana”,
palabras y palabras y palabras
se anulan,
se desdicen,
y se abren
las trampas.
Este buda
te saluda.

de El andariego (poemas 1944-1980).

domingo, 4 de octubre de 2015

Blanca Varela (Lima 1926)

Primer baile  (frag.)

III


En ciertas ocasiones hay que colocarse al lado

del camino. Viene el cortejo, pasan las arañas,

luego los pulpos rojos e hinchados. Una espada

los persigue y les arranca los ojos que son

generosamente repartidos entre los acreedores.

Aplausos. El pueblo está contento porque se le

ha prometido que el día durará veinticinco horas.



Esto es la inmortalidad.

viernes, 2 de octubre de 2015

Allen Ginsberg


Palabras celestes


 
El alba encandila el ojo
Sirenas rasgan el cielo
Cláxones de los taxis retumban en la calle
Bocinas rotas de coches balan balan balan

El cielo está cubierto de palabras
El día está cubierto de palabras
La noche está cubierta de palabras
Dios está cubierto de palabras
La conciencia cubierta de palabras
La mente está cubierta de palabras
Vida y muerte son palabras
Las palabras están cubiertas de palabras
Los amantes están cubiertos de palabras
Los asesinos están cubiertos de palabras
Los espías están cubiertos de palabras
Los gobiernos cubiertos de palabras
Gas mostaza cubierto de palabras
Bombas de Hidrógeno cubiertas de palabras
«Noticias» del mundo son palabras
Las guerras están cubiertas de palabras
Policía secreta cubierta de palabras
Hambre cubierto de palabras
Huesos de madres cubiertos de palabras
Niños esqueléticos hechos de palabras
Los ejércitos están cubiertos de palabras
Dinero cubierto de palabras
Altas Finanzas cubiertas de palabras
Junglas de pobreza cubiertas de palabras
Sillas eléctricas cubiertas de palabras
La multitud que grita está cubiertas de palabras
Radios tiranas cubiertas de palabras
El Infierno televisado, cubierto de palabras.


Lawrence Ferlinghetti


La vida sin fin 



No tiene fin
la espléndida vida del mundo
no tiene fin su hermoso vivir
su hermoso respirar
sus hermosas criaturas sensibles
observando escuchando y pensando
riendo y bailando
suspirando y llorando
a través de las tardes sin fin
noches sin fin de amor y éxtasis
alegría y desesperanza
bebiendo y fumando
charlando cantando
en los Amsterdams sin fin
de la existencia
de animadas conversaciones sin fin
y de los cafés sin fin
en los cafés literarios de las mañanas de lluvia
sin fin las películas de la calle que pasan
en los automóviles en los tranvías del deseo
en las inagotables vías de la luz radiante
Sin fin el baile de las melenas
al ritmo sin aliento del punk rock
y de la música disco su aire en la cabeza
a través de las medianoches de la Vía Láctea
hasta los paraísos del amanecer
hablando fumando y pensando
de todo aquello que en la noche no tiene fin
en lo blanco de la noche la luz de la noche
Ah sí el vivir y amar no tienen fin
odiando y amando besando y matando
No tienen fin los latidos la respiración la procreación
la rueda de la vida de carnes
girando constantemente en el tiempo
Vida sin fin muerte sin fin
no tienen fin el aire y la respiración
Mundos sin fin
en los que los días nunca terminan
en las capitales del otoño
sus grandes avenidas de hojas en llamas
Sin fin los sueños y los cuerpos
en los que el sueño desovilla
las mangas tejidas de la ansiedad
los laberintos del pensamiento
las laberínticas ensoñaciones del amor
las espirales del deseo y su exageración
los innumerables finales de lo innombrable
Sin fin los cielos incendiados
sin fin el universo que gira
Mundo sobre una hoguera de hongos
No tiene fin el fuego que respira en nuestros cuerpos
tatuados comedores de fuego bailando en las plazas
tragando el aire incendiado de la gasolina
Valiente el corazón batiente de la vida llameante
sus pulsos compases y llamas apagadas
Sin fin los campos de los sentidos
los olores del deseo del amor
los maullidos de los gatos en celo
el aroma intenso de los sexos
El sonido de los que hacen el amor no tiene fin
el sonido de las camas chirriantes no tiene fin
el gemido de los amantes no tiene fin
escuchado en la noche a través de las paredes
Los gritos del éxtasis inacabables
las voces encendidas
en la última y perdida culminación
el ruido de las máquinas de música saltando
el fluir del jazz del esperma sus ritmos
difunden su energía en el paraíso
Y luego los intentos de fuga no tienen fin
huir de la náusea de Sartre
de las colinas peladas
donde se consumió la sensación
en el lento fuego del tiempo
de la alegría de vivir desesperanzada
de los barcos cargados de ilustración
de los barcos cargados de mierda
que aún flotan
en los infernales ríos de Caronte
codicias histerias paranoias
poluciones y perversiones
Sin fin l’homme revolté
en el anónimo rostro de la muerte
en las huellas del estado monstruo
No tiene fin sus visiones anárquicas
No tiene fin su alienación
No tiene fin su poesía alienada
tábano del estado
portador de la esencia de Eros
No tiene fin el sonido de la vida
del hombre que vive en la tierra
las audiciones radiales sin fin
las transmisiones de tv sin fin
No tienen fin
los rollos de papel en la rotativas
el fluir de las palabras y las imágenes
en las cintas de las máquinas de escribir
escritura automática y garabatos
sin fin los pòemes dictés por lo desconocido
sin fin los llamados telefónicos
hacia los confines de la tierra
y la espera de los amantes en las terminales
y el llanto de los pájaros en las terrazas
y el graznido constante de los cuervos en el cielo
y el multiplicado canto de los grillos
y los mares rugientes y las aguas gimientes
alzándose y cayendo sobre guijarros distantes
y las mareas lamedoras durante los Idus del otoño
beso salitroso de la creación
Infinitas las campanas del mar anunciándose
Más allá de las represas y los diques de la vida
y el repetido llamado de las campanas
en las iglesias vacías
en las torres del tiempo
Infinita la manifestación de calamidades
del barbado hombre santificado
No tiene fin
La cuerda del corazón del mundo
desenroscándose
resplandeciente en el tiempo
brillando a través del espacio
No tienen fin los cruceros turísticos
atravesándola
barquitos pequeños en los canales infinitos
millones de ventanas en llamas en el atardecer
la ciudad quemándose con las sobras de la luz
los distritos de faroles rojos brillan y danzan
con pijas porno pijas de neón
y los vibradores que vibran sin descanso
en las piezas de edificios a medio derruir
Sin fin el movimiento de las mandíbulas
masticando las carnes de los sandwiches del deseo
los jugosos bifes anchos del amor
Sin fin los sueños y los orgasmos
ritos de fertilidad ritos de pasaje
y el vuelo de las aves fértiles
sobre los techos de las casas
y los huevos que caen en los nidos
en las vaginas sin fin
los intentos y tentaciones de la carne
en las habitaciones por hora del amor
donde canta la paloma golpeada
No tiene fin el nacimiento de las criaturas
en los sitios donde el amor y el deseo
han tomado aposento
Sin fin el dulce nacimiento de la conciencia
y sus amargas muertes en vano
Sin fin el marchitamiento
de las pieles las frutas efímeras fugaces
y las sirenas de neón
cantando unas a otras en alguna parte
Sin fin las leves variaciones
de lo absolutamente familiar
los fuegos de la juventud
las brasas de la ancianidad
la furia del poeta renacido
No tiene fin toda creación
en la danza muda de las moléculas
Todo se transmuta todo cae en el silencio
y todo gime llora una y otra vez
Sin fin la espera interminable
Dios y Godot
nunca terminan de llegar
No tienen fin las acciones los planes
los dilemas y las demoras
Absurda la espera que anula la acción
y desea que ya no existan las guerras
y desea la desaparición de los estados
Es inútil la espera que niega la acción
No tiene fin la lucha entre el bien y el mal
las cabriolas del destino los viajes del odio
sin fin la energía nuclear
la energía interna de la tierra
las reacciones en cadena sin fin
del fogonazo final
que fallan en sus intentos
mientras las Blancas Bicicletas de la protesta
circulan lentamente a su alrededor
Pues algún día estos dioses con rostros caninos
que calzan zapatos a la moda escarpines de Gucci
botas tejanas y sombreros de latón
y viven en bunkers
con muchos botones e interruptores
a su alcance
desaparecerán les llegará el fin
Pues lo que nunca tendrá fin
es la esperanzadora posibilidad
de elegir en nuestras encrucijadas
elección que aún no ha sido realizada
elegiremos
la iluminación de las mentes oscuras
los senderos de la gloria
los verdes gigantes de la casualidad
los anzuelos de la esperanza
en los pantanos del desaliento
las colinas en la distancia
los pájaros en los arbustos
los arroyos de la luz oculta
las melodías desconocidas
las sesiones del pensamiento dulce y silencioso
y las muertes felices de los corazones todos los días
y las pijas de barro
y los pies enfundados en zapatillas
recorriendo la bahía
Y es más
son infinitas las puertas
de la percepción que aún deben ser abiertas
y los potentes chorros de luz
en el elevado espíritu del hombre
en el espacio exterior muy dentro nuestro
en el Amsterdam del Ying y del Yang
Sin fin las rubaiatas sin fin las beatitudes
sin fin los shangrilas sin fin los nirvanas
sutras y mantras sin fin
satoris y sensaras sin fin
Bodhiramas y Bodisatvas
Karmas y Karmapas
Sin fin las Shivas cantando danzando
en los humeantes vientres del éxtasis
Brillos trascendencia
penetrando la cristalina noche del tiempo
en el silencio sin fin del alma
en la larga y altisonante historia del hombre
en el sonido y la furia sin fin
significando todo
con sus alucinaciones sin fin
adoraciones e iluminaciones
y destrucción total
y erecciones e exhibiciones
fascismo y machismo
circos de las almas extraviadas
parques de diversión de la imaginación
Coney Islands
del poema sin mente sin fin
dictado por la voz individual
del inconsciente colectivo
ciego en las huellas
del tiempo
En los últimos días de Alejandría
El día que precede a Waterloo
Los bailes prosiguen
En la noche se escuchan
los sonidos de una fiesta bulliciosa.