sábado, 26 de diciembre de 2015
Juan José Manauta
Poema extraído desde Entre dos ríos, 1956.
La Creciente
Casi todos los años, o cada dos, la trae,
junto a una anciana que tirita,
la bruma;
y un invierno tras otro,
con sus oros,
ampara bajo su capa gris desolados reflejos.
Suele llegar de noche,
en otoño,
y deja a la puerta del rancho su lamido de perra hambrienta y vieja,
sus cabellos
de ceniza maldita,
de fatal pedrería,
y un cabo de guadaña, un resplandor deshecho,
y a veces una escoba gastada,
camalotes,
serpientes,
y otras sustancias de pretendencia y médula salvaje.
Casi todos los años, o cada dos, pregunto...
Y una provincia de agua,
bajo la nube fría,
cuando se inclina el muro ya final de la noche
preparando su huida milagrosa y escueta,
desborda su cintura de sinsabores y hojas.
Casi todos los años, o cada dos, prepara
su mar remoto,
instala en la distancia
su inmensidad de niebla y de sigilo,
confunde límites y anda traicionera
por los arroyos muertos, cañadas y zanjones.
En un recodo el río alimenta
y la detiene a ver como resisten los grises terraplenes.
Pero ella los acosa y acumula
restos domésticos que flotan, viajan en lenta furia,
y llegan,
desde otros hombres,
en una angustia peregrina, parecida a la nuestra.
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