MAÑANA DE EMBRIAGUEZ
¡Oh mi Bien! ¡Oh mi Bello! ¡Fanfarria atroz en la que ya no
tropiezo! ¡Mágico potro de tormento! ¡Hurra por la obra inaudita y por el
cuerpo maravilloso, por la primera vez!
Empezó bajo las risas de los niños, acabará por ellas. Este veneno ha de
permanecer en todas nuestras venas aun cuando, agriada la fanfarria, seamos
devueltos a la antigua armonía. ¡Oh, ahora nosotros, tan digno de estas
torturas!, recojamos fervientemente esta sobrehumana promesa hecha a nuestro
cuerpo y a nuestra alma creados: ¡esa promesa, esa demencia! ¡La elegancia, la
ciencia, la violencia! Se nos ha prometido enterrar en la sombra el árbol del
bien y del mal, deportar las honestidades tiránicas, con el fin de que trajésemos
nuestro purísimo amor. Empezó con ciertas repugnancias y acabó, -al no poder
agarrar en el acto esa eternidad, - acabó por una desbandada de perfumes.
Risa de niños, discreción de esclavos, austeridad de vírgenes, horror
por las figuras y los objetos de aquí, ¡sacrosantos seáis por el recuerdo de
esta vigilia! Empezaba con la mayor zafiedad, y concluye por ángeles de llama y
de hielo.
Breve vigilia de embriaguez, ¡santa!, aunque sólo fuera por la máscara
con que nos has gratificado. ¡Nosotros te afirmamos, método! No olvidamos que
ayer has glorificado cada una de nuestras edades. Tenemos fe en el veneno.
Sabemos dar nuestra vida entera todos los días.
He aquí el
tiempo de los Asesinos.
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