domingo, 29 de noviembre de 2015

Poemas de Martín Rodriguez


Ibitimí

Paraguayo bajo el árbol:
¿qué fue de tu arpa tumbada contra la arena
cuando sonaron las campanas?

Paraguayo que huye no sirve para otra guerra.

¿Toda la leche que tomaste
se hizo un gran cuerno de calcio?
¿Un trueno que te arrojó a las mareas?

Paraguayo que huye sirve para la paz.

Tu país no tiene mar, pero la marea es interior.
Tuviste que hacer un curso incesante de aguas.
Cálidas, gelatinosas o rosadas.
Tuviste que hacer de tu cuerpo una selva
donde esconderte: ya no estabas en tu cuerpo,
por el río bajaba tu cuna, y
despedía un vapor igual al de esos barcos del
Chaco, pero había una tristeza ahí,
una cuerda del arpa abría el surco
para que fueras a hundirte arrojando
una bandera blanca a la tierra.

Paraguayo que huye sirve para otro país.



Monzón machado
(Plan Nacional de Alfabetización)

Después de leer Machado,
palabras que no usará jamás:
clepsidra,
adamantino,
rueca,
tahúr,
pitagórica, prensiles,
cangilones, etc.
Las separa como el que separa
aceite usado
de aceite virgen.



Pro y Contras
La feminización del mundo, o, mejor, el fin de la guerra como organización del tiempo,
ah, el flujo de energía erótica que ello provocará...
 

No hay ninguna institución que en su inercia lleve la Clase al paraíso. 
La Trabajadora Social escribe:
Que se levante el torno de su
tumba de carne y hueso y cante la marcha fúnebre
a caballo en Chacarita. Grrrr. 
Que vuelva el colimba con la leña
fresca silbando como el niño que silba en las viñas
con el mismo silbo que acompañó a unas cabritas a tomar agua del río
y el mismo silbo que sigue como una mariposa sigue
a un tractor.
No estás sola Estalingrado ni Alicia ni la Maravilla de la pobreza
mientras haya Grandes Silbadores Argentinos.

GRASA.





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