jueves, 19 de noviembre de 2015

Raúl González Tuñón


"El puchero misterioso"

(Curioso fondín que funcionaba en el despacho de bebidas
del almacén de Cangallo y Talcahuano, hoy desaparecido)


Los amigos estaban allí; la noche, el humo
―su pequeño país de ansias y sueños vagos―.
Los poemas ya escritos y los que se agitaban
detrás de la vigilia; los últimos cocheros;
Pelito Verde, el Sábalo, canillitas; bohemios
sin melena; el buraco
en la pared ―un desvaído mapa―
desde donde salía el plato fuerte
y el vino del invierno.
(Y después un tranvía cayó al Riachuelo...
En el saco de pana, el obrerito,
llevaba un sandwich de carne fiambre
y una figura de calcomanía).
Y después entubaron el Arroyo,
voltearon edificios, y al Gobierno.
Desde entonces fue triste el Carnaval
y empezaron a caer las insignias
de las vetustas tiendas,
la milonga, la luna, Frank Brown, los buhoneros.
Todo se ha ido ya, los verdes años,
el almacén, la ochava, la fregona,
el Ainenti, la guerrilla literaria,
el caricaturista de café, la yiranta,
las "Camas desde un peso", la kermese,
el varieté, el vendedor de globos,
Yrigoyen, Alvear, los presidentes
que antes andaban solos por la calle...
Todo aquello que cabe en el recuerdo.
La nostalgia es un cuarto donde habita el insomnio.
Todo se ha ido, todo, menos lo que vendrá.
Y la lluvia, los circos, la esperanza,
el cartero.


Raúl González Tuñón, Buenos Aires, 1905-1974.
de A la sombra de los barrios amados, 1957.

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