domingo, 21 de abril de 2024

Marie Howe (Nueva York, EEUU, 1950)

 


Johnny, hace días que el fregadero está tapado, algo debe
haberse caído por ahí
y el Drano no funciona, huele peligroso, y los platos sucios se
apilan
a la espera del plomero que no he llamado. De esas cosas
hablábamos.
Invierno: el cielo, azul, obstinado, la luz derramándose
 
por las ventanas abiertas: la calefacción está muy fuerte y no
la puedo apagar.
Hace semanas, mientras manejo, o cuando se me cae la bolsa
de compras en plena calle,
 
que pienso: Esto es lo que hacen los vivos. Y ayer,
apurada por
las veredas rotas de Cambridge, mientras se me derramaba el
café por la manga,
 
lo pensé otra vez. Y otra vez después, mientras compraba un
cepillo: Esto es.
Estacionar. Cerrar la puerta del carro en medio del frío. Lo
que llamabas ese anhelo.
 
Lo que abandonaste al fin. Queremos que llegue la
primavera y que pase el invierno. Queremos
que alguien llame o que no llame, una carta, un beso
—queremos más y más y aún mas de ello.
 
Pero hay momentos, al caminar, cuando me vislumbro
fugazmente en la vidriera
de la tienda de la esquina, por ejemplo, que siento un amor
tan profundo
 
por mi propio pelo en el viento, mi rostro cuarteado, mi
abrigo, que me quedo sin palabras:
 
Estoy viva. Y te recuerdo.
 
 
(Fuente: Fabio Cardarelli)

 

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