sábado, 27 de abril de 2024

Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949)

 

DOS POEMAS

 

Terribilis elementum

 

El cálculo de probabilidades indicaba
que era muy probable tener varias novias
con el mismo nombre
a lo largo de una vida; sobre
todo si se mantenía uno en el rango
de la propia edad: nada de mujercitas.
 
Por la calle roja iba un auto gris;
o por la calle gris iba un auto rojo.
El comienzo de siglo movía los colores
de lugar, pero siempre de modo simétrico,
sin contradicción con el lenguaje oficial,
que establecía una métrica, un ritmo,
y sobre todo un vocabulario según el cual
era preferible decir domicilio que casa,
residencia que hogar, cambio social en
vez de revolución (o siquiera revuelta).
 
Amó a tres mujeres con el mismo nombre
y cuando lo cortejó una dama veinte años menor
decidió cambiar el rojo por el gris,
la residencia por el hogar
y el cambio social por la mutación.
Pero era tarde, tarde, Hegel se esfumaba
en la ventana, los lobos gruñían en torno
de la lámpara; crujía el andamiaje
de los edificios en refacción;
la estepa rondaba la habitación
como un fantasma y era mejor dormir
entre las piedras de la propia abadía
o mirar series sobre asesinos o espías.
Deus castrat sed non occidit.
 
 
Palacio Zwinger, Dresde, 1978,
o paralización del barroco
 
Allá los grandes diamantes,
las más bellas de las piedras,
auroras boreales
en las empuñaduras
de las sajonas espadas.
Un brillo, flash de enceguecedora
cristiandad en círculos de poder,
de pavor, de guerra.
 
Boato producido por la oscura naturaleza
cuando aún no se despliega en montes, en ríos.
Palacio de los príncipes, piedras y piedras sobre nada.
La mirada del halcón disparada
desde las almenas,
la selva poblada de endriagos y amenazas,
el sueño precedido por la bacanal,
hasta que estalla la Segunda Guerra Mundial
y cae todo menos los diamantes,
el halo de la clase desclasada,
el -al menos- honesto decir,
la callosidad del combate en la palma.
inéditos


(Fuente: Facebook)

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