Enciendo el fuego.
Las llamas caldean un poco
de lo que fue mi casa natal.
Tomo una grapa.
Estela respira
del Deep Piamonte.
Y no tan Deep.
El café invita
y desde la ventana
que da al bric
apenas llegan
los graznidos de los cuervos.
El Lancia de Cescu
ruge muy lejos
como yendo
a Stefano Belbo.
Un viejo
anudado
a un bastón
pasa rezongando
por la Via dei Giuliani.
Empina la mirada y maldice
el campanario de san Nicolao,
celeste y justo.
- Inédito-
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