domingo, 21 de abril de 2024

Diego Roel (Temperley, Pcia de Buenos Aires, 1980 / Vive en La Plata)

 



Las intemperies del mar

Y ahora todavía al apoyarte
en los anchos omoplatos del sueño
incluso si te arrojan
al pecho adormecido del océano
buscas esquinas en las que lo negro
se ha desgastado y no resiste
                                                                                    
                                                                                                                        Giorgos Seferis

1

Sopla el viento y trae
                                     los nombres de las islas.
           
Hay una voz que repite en mi cabeza:

Las otras capillas son:
la de San Salvador, que pertenece a la orden de los Zapateros;
la de la Señora de la Piedad, en el Terreno de la Aduana;
la de San Eloy; la del Espíritu Santo; la de San Ovidio

Ahora entro en un túnel cavado en la piedra.

la de los Huesos; la de San Juan Bautista; la de las Almas

El arco es un punto que gira y se abre.
                                  
la de Santa Ana; la del Señor del Calvario;
la de la ermita de la Virgen del Puerto

El viento sopla y trae
                                    sombras y carteles, alas de pájaros,     
el corazón brillante de los días.


3

El mar quiebra sus lanzas en la luz.

Ya nadie puede con sus ojos ver.

Sobre los anchos omóplatos del sueño
escribí mi historia:
descendí hasta el lugar
donde la sombra inicia su viaje.

Yo escuché el antiguo nombre de las islas,
besé las lápidas:
dejé mi huella sobre pequeños ataúdes.

Almourol, Armona, Cerro de la Vieja, Isla de Saturno

Mi vida yace en las piedras.


7

Algo siempre imperceptible
cae y golpea sobre mí.

Hay una voz que repite en mi cabeza:

Las otras islas son:
la de la Madera, la de Bugio, la del Pilar.
Y aquellas de suelo rojizo, atravesadas por venas de basalto:
la de Tavira, la de los Amores, las Salvajes

Sopla el viento y trae
barro y arena,
transporta la simiente del mar.

la del Islote Plano, la de la Resurrección, las Desiertas

Algo imperceptible
cae y golpea sobre mí.

En los obenques, a sotavento,
oscilan las últimas banderas.


Solsticio de invierno

Todo lo gobierna el rayo.
            Heráclito

5

Una exhalación más, todavía otra.

No te distraigas:
inhala y lleva el aire
hasta ese punto donde convergen
todos los rumbos del planeta.

Luego desciende hasta el declive
donde se unen lo de arriba y lo de abajo,
lo par y lo impar, el macho y la hembra.

Alza la mano entonces y bendice
a todas las formas que agonizan.
Toca la piel de la existencia,
prueba su fruto,
su corazón sin sombra.


7

Y otra vez
resuena una voz en mi cabeza
y dice:

Las otras calles son:
la de los Navegantes, la de las Mentiras, la Calle Oscura

La corriente arrastra
sombras y carteles,
la piel y el escombro de los días.
Las almas abandonan los cuerpos.

la de la Alameda, la del Campo Alegre, la del Rosario

Todavía brota sangre del pecho del pelícano.
Todavía el agua abre un camino en la piedra.

Los otros pasajes son:
el Callejón de la Señora de la Luz, el Puente de la Ceniza,
las Escaleras del Monte de los Judíos

Todo se lo tragó el mar.


Hiedra solar

The river’s tent is broken: the last fingers of leaf
Clutch and sink into the wet bank. The wind
Crosses the brown land, unheard.
                                                          T. S. Eliot

2

Y la sibila dice:

El día que la sombra sobre las aguas trace
un círculo perfecto
caerán todos los disfraces,
se fugarán las tumbas en el aire.

Las torres serán polvo:
la roca se volverá arena. Y la arena
sangre y podredumbre.

Ese día el mar abrirá sus galerías
y los ahogados
desatarán el nudo del diluvio.

Yo soy la que cierra sus ojos para ver
lo que acontece del otro lado del silencio.
Yo soy la que entreabre la puerta del destino.

Mis visiones se hunden
en el anillo sin fin de lo posible.


6

El viento me trae
otra vez
la llave de las cosas ocultas.

Una voz repite siempre en mi cabeza:

Los otros ríos son:
el Ave, el Sordo, el Seco, el de la Rivera Blanca

Del suelo emergen siete columnas.

el Frío, el Arado, el río del Fresno

La luz se contrae y se expande,
lame la espalda de las sombras,
enlaza a los vivos y a los muertos.

el Alto, el de la Pena, el de las Tablas


8

Abandoné la casa de mi padre
y descendí hasta el sitio donde las aves
rayan el cielo con la punta de las alas.

¿Adónde voy desnudo y mojado hasta los huesos?

Ya vi sucumbir
al niño, al anciano y al soldado.

¿Es tan resbaladizo lo que cambia?


9

Pero,
¿dónde estoy? ¿Qué mar me rodea?

Los otros barcos son:
el Dragón, el Escorpión, el Sagitario.
Y aquellos que fueron destruidos en combate:
el Pegaso, el Cisne, el Centauro

Sopla el viento y me empuja
hasta esa roca donde golpea
el péndulo del aire.

el Tridente, el Arpón, el Andrómeda

¿Dónde estoy?

el Auriga, el Cóndor, el Albatros

¿Qué mar me rodea?


11

El terremoto afectó
la parte baja de la ciudad.

Contra la tormenta
nada pudieron hacer
palos, espadas y fusiles.

Se cayeron las puertas, desapareció el horizonte.

Noviembre removió frutos y raíces,
torció el curso de los ríos.
Mezcló el agua y la tierra, el polvo y la sangre.

Esta primavera el sol
no dorará las espigas.


14

Entonces la muerte
es ese color que lentamente se desata.

¿Adónde voy desnudo y mojado hasta los huesos?

Los otros cabos son:
el de la Roca, el de San Vicente, el de Belén,
el del promontorio sagrado de la Punta de Atalaya

Ahora entro en un túnel cavado en la piedra.

el cabo del Perro, el de la Noria, el del Exilio

El viento trae
sombras y carteles, alas de pájaros,

el corazón brillante de los días.

Fuente: Las intemperies del mar, libro actualmente en imprenta. Gentileza de Diego Roel.

Diego Roel nació en Temperley, Provincia de Buenos Aires, en 1980. Desde hace varios años vive en La Plata. Publicó ocho libros de poesía: Padre Tótem / Oscuros umbrales de revelación (Libros de Tierra Firme, 2004, reeditado por Ediciones El Mono Armado en 2013), Diario del insomnio (Libros de Tierra Firme, 2005, reeditado por detodoslosmares en 2013), Cuaderno del desierto (Libros de Tierra Firme, 2007), Las variaciones del mundo (Ediciones El Mono Armado, 2010, reeditado por detodoslosmares en 2014), Los Jardines del Aire (Ediciones El Mono Armado, 2012), Dice Jonás (Ediciones El Mono Armado, 2015), Vía Lucis (Ediciones del Dock, 2015) y Kyrios (detodoslosmares, 2016). Próximamente, detodoslosmares publicará Las intemperies del mar, su nuevo poemario. Con referencia a este último, señala Jorge Aulicino en la contratapa:

El viaje, sobre todo si es por tierra, ofrece la cambiante visión de las ventanillas, que a veces se hace monótona y otras veces cambia vertiginosamente. Es este el mecanismo que mueve estos poemas. Es, a través de esa imagen apenas bocetada, que dan testimonio de la velocidad de la vida. "Mi vida yace en las piedras", dirá Roel, o el personaje al que se entrega, pero esas piedras apenas fueron tocadas: "besé las lápidas". Es lo que queda. Leí en estos días un poema de Kay Ryan traducido por Mirta Rosenberg cuyo título es "Las cosas no deberían ser tan duras". Estilísticamente, el poema no tiene mayor relación con esta intemperie de Roel. Pero refiere a las huellas mínimas que todos deberíamos poder dejar sobre las cosas. Las lápidas no son nuestras huellas, sino póstumos homenajes de otros. Kay alude al desgaste que deberíamos hacer a las cosas cotidianas. Roel besa una cosa: un nombre, el testimonio de otro. Un beso es transitorio.
Los poemas de Diego Roel se erigen sutiles sobre una cita de Seferis: “Y ahora todavía al apoyarte/ en los anchos omóplatos del sueño/ incluso si te arrojan/ al pecho adormecido del océano / buscas esquinas en las que lo negro/ se ha desgastado y no resiste". La memoria de Roel en esta intemperie o mar de aire continuamente hace catálogos de nombres de calles, capillas, islas, ríos. Una voz le indica hacerlo, como si se tratara de rescatar o conjurar lo que puedan tener de eterno las cosas al ser mencionadas. Antes de comprobar: "Eres aire, materia en perpetua mutación", habrá de pasar por la percepción del tiempo, esto es, la muerte que arrasa (pone a ras) el paisaje. Su lenguaje, transparente, sibilino, hermético, fragmentario, radiante, encuentra en esa calidad, justamente, la experiencia de nuestra vida y la índole, el carácter, de esa experiencia.

Foto: Diego Roel. Fuente: Facebook.
 
 
(Fuente: Los poetas no van al cielo)

 

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