martes, 31 de mayo de 2022

Mário Cesariny de Vasconcelos (Lisboa, 1923-2006)

 

A un ratón muerto encontrado en un parque

 




 
 
 
Éste terminó aquí su vasta carrera
de ratón vivo y oscuro ante las constelaciones.
Su pequeña medida no humilla
sino a aquellos que todo quieren inmenso
y solo saben pensar en términos de hombre o de árbol,
pues en verdad este ratón destinó como supo (y hasta como no supo)
el milagro de las patas -¡tan cerca del hocico!- 
que finalmente servían muy bien 
para rastrear, huir, agarrar el alimento, volver
atrás de repente, cuando fuera necesario.
¿Es así, Oh, "Dios de los cementerios pequeños"?
¿Pero quién sabe quién sabe cuando hay engaño
en las oficinas del infierno? ¿Quién podría decir
que no era para príncipe o juzgador de pueblos
el ímpetu primero de esta creación
irrisoria para el mundo -con el mundo en ella?
¡Tantas preocupaciones daba a las amas de casa -y a los médicos-!
¿Cómo juzgar el bien y el mal si éstos nos faltan?
Algún mozalbete entendió su vida tan singular
y pasó en ella la rueda con la que se aman
frente a frente víctima y verdugo
¿No tenía amigos? ¿Engañaba a sus padres?
Este minúsculo cuerpo divertido
y ahora estático, acuoso, huele mal.
Sin abusar,
¿qué final ha de darse a este poema?
¿Romántico? ¿Clásico? ¿Regionalista?
¿Cómo acabar con un cuerpo valeroso y humilde
muerto en pleno ejercicio de su lira?
 

En Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, Tedi López Mills, compiladora, Fondo de Cultura Económica, México, 2011
Versión de Eduardo Langagne


Foto: © Archivo DN (Diario de Noticias, Lisboa)
 
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

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