Del libro «Tonta muerte, mi compañera de juegos»
Voy a serte ruido cuando el último espasmo del visceral grito se desvanezca y no haya nada más, para ti, que el sueño imposible del silencio o la aspiración sempiterna a las palabras disecadas. Voy a sernos despedida, aunque en este mundo se perpetúe la constancia del saludo o la inclinación prolongada al abrazo sobre el lecho de lo que se empecina en resistir, aunque todo aquello para lo que nos criaron fuera una eternidad adoquinada o un par de manos infantiles que te muerden la cintura. Voy a serte muerte a pesar del tiempo que nos desgastamos en vivir, a pesar del incontenible susurro de los cadáveres que nos acompañan. Voy a serte olvido, aun cuando nada de lo que hemos cultivado se pierda, aun cuando todo lo que acostumbramos acariciar entre los dedos sea una tribu de estrellas reventadas en plena flor, aun cuando esta promesa luminar desemboque en algún universo alterno corriendo y aullando sin torso ni memoria.
(Fuente: El hombre aproximativo)
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