Voy a serte ruido
cuando el último espasmo
del visceral grito se desvanezca
y no haya nada más,
para ti,
que el sueño imposible del silencio
o la aspiración sempiterna
a las palabras disecadas.
Voy a sernos despedida,
aunque en este mundo
se perpetúe la constancia del saludo
o la inclinación prolongada al abrazo
sobre el lecho de lo que se empecina
en resistir,
aunque todo aquello
para lo que nos criaron
fuera una eternidad adoquinada
o un par de manos infantiles
que te muerden la cintura.
Voy a serte muerte
a pesar del tiempo que nos
desgastamos en vivir,
a pesar del incontenible susurro
de los cadáveres que nos acompañan.
Voy a serte olvido,
aun cuando nada
de lo que hemos cultivado
se pierda,
aun cuando todo lo que acostumbramos
acariciar entre los dedos
sea una tribu de estrellas
reventadas en plena flor,
aun cuando esta promesa luminar
desemboque en algún universo alterno
corriendo y aullando
sin torso ni memoria.
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