miércoles, 28 de marzo de 2018

Alfonso Alcalde (Chile, 1921-1992)

Variaciones sobre el Tema del Amor y  la Muerte

 

*

AQUELLOS
que ensalzaron
sus odios, la coquetería
y hasta la breve total
ilusión del momento,
y se desnudaron
y enemigos atroces
mordiéronse estrangulados
cantando
y volvieron una y otra vez
sobre sus cuerpos
y jamás los encontraron
EL AMOR LOS PROTEJA

*

AQUELLOS
suicidas
decapitados a borbotones
aún anclados dentro de la muerte,
aquellos que se devoraron
frotándose como piedras
para iniciar el primer fuego
EL AMOR LOS BENDIGA

*

AQUELLOS
que abandonaron sus ropas,
las inexplicables llaves de los hogares
y borraron toda huella de vida
ultimándose uno al otro
acusándose de mutua fidelidad
y blasfemaron sobre el único
cadáver del amor
SEAN ENSALZADOS

*

AQUELLOS
desgarrados en la despedida
los que murieron
al quedar aislados
y después regresaron como
bólidos
chorreando comprensión
justicia, perdón, ecuanimidad
y adulterio de rodillas
DEBEN SER ADMIRADOS

*

AQUELLOS
que oraron al borde de los catres
junto a las rejas que parecian ataúdes
que son ataúdes y en general todos
aquellos que practicaban la indivisibilidad
del ser, la gestación como maldición,
la fecundidad por descuido,
los que se multiplicaron
a la deriva de sus grandes derrotas
y huecos permanecieron y vacíos vivieron:
los que encadenaron, ataron, sumaron
compraron o vendieron a una sola mujer
crucificándola de espaldas todas las noches
solitarias.

*

AQUELLOS
que hicieron un culto de la tentación
y tentados se odiaron y tentados también
se amaron hasta con desgarrado frenesí;
los que estuvieron dentro de sus cuerpos
sólo un momento, desalojándolos después
por todas sus heridas.
Los que los habitaron a medias, tímidos
blasfemos de una jornada, los que en una
noche recuperaron el amor de una vida,
los que en una vida como una gota sobre la piedra
perforaron el amor y lo horadaron sin importarles
el tiempo, imperturbables, eternos en su porfía
y luego la piedra, la mujer, se diluyó con la
primera luz del alba, de la muerte, del día.

*

AQUELLOS
que disecaron sus solitarias
porciones de tristeza
a lágrima viva y luego ultrajaron
el llanto
en algunos profundos cuartos
azules borrosos amarillentos
de hoteles de tercera clase
siempre con un decapitado al final
trancando la única puerta de escape.
AQUELLOS
que exterminados de bruces
marchitos para siempre
hirvieron en su propio
cristalino y transpirado caldo glorioso
TODOS SEAN PERDONADOS

*

AQUELLOS
que inventaron
y patentaron la dicha
a tanto la hora, el
milímetro y el pedazo
de blando, desvaído
seno
ya irremediablemente
sin resorte
a tanto la barata imperdonable
presa,
la pierna suelta
en su estantería
liquidándose por vejez y fin de temporada
en nombre de la pureza total
y la plácida música
de los dientes apretados
de la mujer
cuando se aferra a ella misma
escapando de su cuerpo,
como si una tempestad
inexplicable y vengativa
les soplara los huesos y huyera
despeñándose entre los colchones
los acantilados y el mar
EL AMOR LOS REDIMA

*

AQUELLAS
que esperaron de pie
dar a luz un pedazo de algo,
de musgo, de mano o dedo útil,
de pared humana, de benéfico rocío
inspiradas en el frenético deseo
de proyectarse o eternizarse
en nombre del hastío
la pereza
y la esperanza
RECIBAN NUESTRA GRATITUD

*

AQUELLAS
que en su sexo como un cráter
escucharon zumbar la tierra
y los hirvientes huesos
del hombre
bajo la entraña terrestre
y abrieron las piernas
en nombre de la perpetuidad
de la especia, y por último
parieron a desgano hijo tras hijo
y fueron abrumadas con el peso del
universo que se licuó en el alma,
que les apuró los huesos, que se
los quebró, quemándolos hasta que
un fino hilo rabioso circuló por sus
rostros y giró y giró hasta envejecerlas
para siempre como espejo roto.

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