El cloroformo hecho macana
Campeón de palabrotas
y de chingadazos,
al chile
—¡ese mi Púas Olivares!—
te dejaste vivir en la Bondojo
en el pináculo de tu carrera
allende la “ojetería” del Cuyo y el Chilero
a quienes no concediste concesiones.
Míster Knock Out entre flashes
y cien rounds de entrenamiento,
doblegado ante el cara blanca
que cura la prisa y la catástrofe,
aquí en el Jardín Dr. Ignacio Chávez
en la hélice de los recuerdos
detallas la caída del campeón del arrastre
que tropezó con la gloria novelesca del boxeo
en el Sport Arena de Los Ángeles.
Los clinchecitos ordinarios
terminaban —me dices—
por cubrir el expediente de la fiesta grande
entre birria y barbacoa, carnitas y tequila
y cheves elodias para todos.
Una ilusión ácida que dio vueltas
sin licencia debida del hastío.
“¿Qué vamos a hacer o qué plan Rubén?”
“¿Cuál es la onda? ¡No las calientes tanto!”
este sábado de monsergas y anticuarios
porque aquí en bancarrota de disimulados olores
los caprichos de los diez mil dólares
o los quince millones malogrados
no se dan ya en maceta.
Los abejorros de hoy
chingan a modo, Rubén, en el billar,
y en el éxtasis de la santa cubeta
rebosante de curado de jitomate
todavía recaudan tu cuota de desencanto.
Vamos a echarnos un chingadacito en la Hija de los Apaches.
Y a malsoñar los ayeres de esa noche de Inglewood, California
cuando arrebataste el campeonato mundial
de peso gallo al australiano Lionel Rose.
Del récord de 89 victorias ni hablamos
Monstruo de la Taquilla, 79 nocauts y 3 empates,
“Sísifo casi de veras, inagotable casi”,
escribió Garibay de tu ascensión
a la vida alegre y tus refugios.
Hoy, alzo la voz a la mitad de la curia
garnachera y augusta, ante el melocotón pues,
con techno y soul norteño de fondo,
porque confesar a este paladín tunante
es un nocaut debajo de las doce cuerdas.
Afanados en las cuitas y carisma
de un público que hincha y festeja, Púas,
en un close-up protagónico en desgracia
y entre los corredores de las vecindades,
este flashback finisecular nos permite zanjar
la desenfocada sintonía de tu nostalgia.
Diamante de Santiago Tianguistenco
Tu rival, Wilfredo Gómez,
acudió a llevarte flores
el día de tu sepelio, Sal Sánchez,
transmitido a nivel nacional.
A mis diez años, tu audacia de perfil bajo
hizo estragos en mi corazón tosco
—generación Pac-Man—
como tus puños y contraataque en el primer round
cuando mandaste a la lona al puertorriqueño
por primera vez en su carrera.
Aquella noche escuché del Caesars Palace de las Vegas
y fuiste el primero en el Olimpo
de mis dioses recónditos del vecindario,
junto a Sid Vicious y E. T.
En un mundo sin tele ni otras pesadillas sensitivas
Artemio me habló del duelo mundial
tras tu sorpresiva muerte
a bordo de tu Porsche 928
en agosto del 82.
Fue una lámpara sin luz
—el subtítulo de El Universal que conservo aún—
tu rabia y coraje como brújulas del ímpetu
que quiso santificar el cuadrilátero.
Luego me hice fan de Sugar Ray Leonard
con quien habías compartido en el 81,
con 22 años de edad, el título del boxeador del año,
que te dio la revista Ring Magazine.
La gloria mañanera te arrebató
del planeta de la fama que nunca pisaste.
Y antes de las sublevaciones
que la segregación racial en Sudáfrica y Namibia
fueran noticia en mi vocabulario político,
te vi derrotar al ghanés Azumah Nelson
en el Madison Square Garden de NYC,
un mes antes del pandemónium de la velocidad
que encendió tu coraje rumbo a Querétaro.
La revancha nunca llegó para el boricua Juan Laporte
en septiembre de 1982.
En cambio alguien graffiteó tu nombre
en las laderas del Canal del Desagüe,
y junto a Carl Lewis, Sinéad O´Connor y Gorbachov,
mi generación cinceló tu inmortalidad
susceptible al tropiezo y a los estragos físicos
que a nosotros nos tenían preparados
los años maravillosos por venir.
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Daniel Téllez / Ciudad de México, 1972. Poeta, profesor e investigador del Estridentismo y de tópicos populares vinculados a la literatura. Ha publicado ocho libros de poesía, cuatro antologías literarias y es coautor de diez libros de ensayo, poéticas, crítica literaria y varia invención. Es académico de la Universidad Pedagógica Nacional.
(Fuente: Periódico de poesía.unam.mx)
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