5 fragmentos de LAS NOCHES CAMPESINAS QUE PERDISTE
pg. 29
Padre. Todo lo que nos diviniza es gratis.
pg. 35
Padre. Cuando pellizcas mi carrillo mientras juras que
cagabas en un agujero del campo. Y me prohíbes vivir como otro,
para cagar en los agujeros de cerámica que tú compraste. Manchar
cerámica es no saber dónde llegan tus restos. Como tú no conoces,
padre, de dónde emana el salario que te pagan.
pg. 80
YA , SIN
Ya
Recuerdo de materia
Materia sonada recita
La mano de Fátima emplumada
Baila ensolada fuera de la sombra
De pájaro infértil
El humus vibrado por
Ochenta santos pies bailados
En el jardín
Recuerdo de materia
Materia sonada recita
Grito
No hubo más que un grito
Para los impíos servidores
Del salario
No es poema el que me lleva
En la alcazaba
El buque del tránsito
Su susurro, yo perplejo
Seco quedo tierno y lapidado
No es humano
Pero sí
El quedo golpe de la cadena
De mi cuello contra el suelo
El día de luna que merezco
No manchan sus poemas
El día anegado por Tu grito
Mis buques no articulan sonido
pg. 84-85
ES .TARDE
Un perro ladrando
al ruido de la hojas
¡El vendaval!
Si Estar es el haiku, la tarde es larga, para estar en la causa,
en esta parte del mundo, donde el hombre hizo calentar a madre, oyes
el ladrido y el hueco, oyes la cigarra en el descenso de su pitch, y no
puedes Estar, la tarde es larga y no va a terminar esta tarde, hablando
de un presente preñado de pesado_de pasado, para estar en la causa,
la pesada gravedad de la culpa, causa que oye no escucha, las botas de
cemento ahora son límite, si Estar es haiku, en esta tarde del mundo de
la causa, la campana industrial del efecto, tan monacales isolados para
medir tiempo y memoria fuera de ciclos, y no poder Estar, mentir siempre
en las tardes de crucificar la palabra haiku, en ruidito despreciable
de embalar literatura, ruidito de mascar narciso ciudadano, campana
farenheit, pesa como este aire, como tímpani de más culpa, también
escucha tú, el cabrito detrás del fetiche cabrito del valor, el vendaval
del sonar del calor, del reactor nuclear que ha quebrado, en la isla que
de la bomba hizo luz de producción, cada ladrido de un perro nipón,
inyectando mecánica en el silencio del hueco, la pesada uretra de una
solución antropogénica, con los dos cojones del assasin antropogénico,
el afilado insulto post-potente, la vieja secreción fétida de proponer solucionar
el problema con la técnica problema, el ruido estandarizado
de los dispositivos calientes de mis hijos, calentando y alargando la tarde,
que la tarde es larga , y que solo se ha silenciado un poco, un poco
podemos arreglar de nuevo con el reactor de torio, ecologista de salón,
el soberbio metal invariable de una notificación acallando el crunch.
crunch inmensurado de la mantis, masticando la cara de una abeja, en
este humedal de calor desaparece el ladrido, más alucinante culpa que
no arrastra el resto del acuífero, más gólgota de cemento, y sin embargo::::
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está sonando
la fricción
mis uñas
enterrado vivo
contra este ataúd
culpable de no ser beatificado, frayleopoldo, también suena, pues respira,
catalepsia, haiku encriptado de sonido contra el pino, pues escucha_
pues lucha, pero no contestan los lentos ladridos dilatándose, a ese
lugar donde tus uñas son mismo silencio, otro endless summer y este sin
beachboys, ni corre ni suena el aire, ni corre ni suena un Estar, el único
sonido de una memoria, aquella orgánica, no el espejo de la computación,
cada ladrido distinto al anterior, cada ruido de las hojas más caótico
que el anterior.
Estar
¿o no suena la muerte?
Ningún haiku la nombra
Ningún ladrido ha extinguido esta culpa
Del ruido de la hojas quemadas por el vendaval
En toda la tarde.
pg. 92
CIENCIA
María. Tu nombre espejismo de tierra a agua. Fuera el ruido, la
mecha inmune que te prende hasta sola, fiebre, afta seca, los tambores de
la siembra del terror, dinero grande no quiere cantar. El ejército tampoco
querrá tocarte esta noche. Si pudiera lamer tu tímpano.
José. Tu nombre humareda de agua fuego. Ya es un sonido lejos
fuera del milenio de conquista, asciende a la Ignorancia, desde lo que
la institución ignorante llama virus, llama hipogastrio. Tan quedo este
canto confortaría. Si pudiera lamer tu tímpano.
María. Tu nombre luciérnaga en el cielo de fuego a viento.
Onda serrata de un asesino de una sociedad de 30000 que ahora escribe
la herida incisa de esta luna de cosecha. Otra vez herida geómetra contra
el cielo curvo en la fóvea del hongo. Ser tierra que genera. La brisa clara
que pediría para tu nombre la disolución benéfica. Si pudiera lamer tu
tímpano.
José. Tu nombre clara llama de vela de viento a conciencia. No
estás solo. Ni apagón. Tras la llama el principio. Llama como nostalgia
del quantum, fugada en la coronilla. Atrás el desierto del nombre sensual,
ahora al baño superpuesto de Ser a través. Si pudiera lamer tu tímpano.
de conciencia bruta a luminancia cielo de clara luz de luz de luna
de luminancia a brillantez cielo de clara luz de sol
de brillantez a inminencia clara oscuridad
de inminencia a translucidez cielo de clara luz anterior al claro amanecer
si pudiera
aquí fuera
A. L. Guillén. Las noches campesinas que perdiste. Ed. Fantasma, 2023
(Fuente: Voces del extremo)
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