lunes, 30 de enero de 2023

Juan José Rodinás (Ecuador, 1979)

 

Calle Francisco Montalvo 472

(¿Qué lugar ocupamos los que no ocupamos lugar ninguno?)

 
 
 
Lo que hay en el barrio es un sonido frágil
que va de la cabeza del primer gorrión
a la pata del último mosquito ciego.
Un espacio saturado de ruidos de goteo
en un cuarto de lavandería donde tú,
al mirar las tuberías, piensas.
“¿Qué hacer cuando vienes de abajo, pero no vas arriba?
¿Cómo trabaja la arquitectura del dinero?”
El consuelo es que hay música de ambulancias,
mientras, en el retrovisor de un auto, te ves
con ropa deportiva y tienes caramelos
(en especial azules) como dientes.
Desde luego, imaginas detalles imposibles,
aunque repites siempre:
“en un tarro de huesos, yo espero encontrar flores”.
Por supuesto, mentías al decir
que pateaste un balón sobre un campo invisible;
o que chupabas helados de cereza
mirando los semáforos, mientras el mundo ardía.
Solo te divertiste, bailaste como si hubieras muerto,
esperando que tu cerebro te dejara decir
una frase ruidosa, tonta, irresponsable
y que alguien repitiera: “qué bueno que llegaste,
pero era mejor si no venías: inexistente,
hubieses dado, querido amigo,
mucho más esplendor, mucho más juego”.


 

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