LAS ASESINADAS
El pequeño pie de la mujer
Sobresale bajo la sábana.
Bonito el pie, delicado.
De seguro le gustaría andar con las uñas pintadas
calzar altos zapatos elegantes.
El otro pie, todavía conserva
la sandalia de diario, de trabajo
ésa incluso tiene una pequeña plataforma.
No es difícil imaginarla contenta y dicharachera
vendiendo naranjas o verduras en el mercado
—¿Qué va a querer, doñita, le doy buen precio—
Hablando con la vecina del tramo
mientras se sopla con el trapo
porque hace calor
Es de las que llegan a la casa y sientan al hijo a hacer las tareas
—estudiá muchacho, si no nunca vas a ser nadie—
y lava y plancha
y ya cuando el hijo duerme
mientras ve las noticias en el pequeño televisor
frente a la cama,
saca la lima, la acetona, se saca la laca vieja de las uñas
y se las pinta con cuidado en lo que pasan los anuncios.
Al día siguiente,
el esposo, el amado o el descartado
llegará con los celos, la pendencia, el orgullo.
Será el grito, el manotazo
La matará hundiéndole un cuchillo en el pecho.
Todavía incrédula.
Ella caerá al suelo de espaldas
En la foto del periódico
nosotros veremos el pie delicado
asomar bajo la sábana que tapa su cadáver.
Veremos el otro pie todavía con la sandalia puesta.
Pies tristes. Ya sin dueña que les pinte las uñas.
Pies tristes. A diario.
Contando la misma historia.
(Fuente: La parada poética)
No hay comentarios:
Publicar un comentario