Trilce LVIII
Calabozo a cielo abierto
A cielo abierto el canto transparente
del ave que no ha sido.
Restituyendo un torso a cada ropa en un cordel,
vistiendo a quien no está.
Me libero en la libélula,
montura en diablo equino
translúcido al encierro.
¡Arre, corre!
Mi descacharrización del osario psicofísico
truena otrora,
en mi vínculo otra vez umbilical.
No pasó de la corteza del pan mi propio prójimo,
a la mesa sobre nada,
los andamios de qué cosas
y en el ángulo movido de una foto del pasado.
Le dije: ve, destila
filamentos lacrimales;
sólo déjate caer deslave.
Y no fue así, no cede
beber de lo invisible, sin esterilizar:
el cielo escayolado en sus lesiones.
Ahora y en la hora ligado a la aridez
tendré que recoger mi capital mnemónico,
y en estados mentales retroactivos,
participar,
creer
y co-morir.
En calles, bajo el cielo de un sol pasteurizado,
ya no diré no tengo, es mío,
golpe de efecto al otro: compartiré mi escarcha,
el plato, el clima.
Un abrazo en calidad de querosén.
En la prisión del aire,
en el himen de las nubes
y en esa rama ¿dibujaré otro búho?
(Fuente: Vallejo & co.)
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