Increíble de la sierva
le regalé mi enagua con ojos de buey
le dí a mi niño para que la colme de huesos
puse con dolor mis caniches en su catre
le dejé lavar lo que a nadie dejaría ver
autoricé su mano en mis cristales mis jarrones
la liberé de novios lunas rosas amigas pájaros
la rescaté del hambre los cardos el rocío salvaje
y ahora me mira furiosa, toda roja,
se queda acostada, lo más feliz, abierta,
le hablo y es como si pasaran mil barcos,
cómo goza la loca, el cabello sobre el rostro.
Y ahora tendré que hacerlo todo yo
porque a la negra inmunda se le ocurre
arrojarse por los balcones sin permiso.
(Fuente: Hugo Toscadaray)
No hay comentarios:
Publicar un comentario