Retrato inconcluso en la memoria
a Néstor Mux
Lo que me queda de vos
no
alcanza
a dibujar
un pálido identikit,
apenas una luz
sombría y el regusto
amargo
de lo incompleto,
lo que no
llega a ser
y por eso perturba.
No sé si estás aún
en
este mundo,
o te fuiste,
en la guerra impiadosa
de nuestra
pálida prehistoria,
sé que estuviste allí
donde ardía una
pasión
muy joven,
al borde de una foto
envejecida
de
donde te han borrado,
o te he borrado yo,
patético agente
de
un poder invisible,
como si fueses un peligro
para alguien
que
ha sobrevivido,
como yo,
y debe algunos pagos
no solo al
destino.
Ambiguo rostro
de quien, frente al arribo
al
puerto
de las maravillas
que esta vida aún sostiene,
persiste
en popa,
disimuladamente,
como un
testigo
silencioso,
pertinaz,
indestructible,
de la
estela que va
quedando
atrás.
Tus ojos
Si tus ojos,
solo tus
ojos,
no me hablaran,
nada me sostendría.
Nada de lo que
existe
resistiendo el vacío,
a contrapelo
de la entropía
devoradora
del tiempo.
Nada
de ese efímero fluir
al que
llamamos vida,
nada
de ese despertar
que suscita la
belleza
cuando nos sorprende,
nada
de ese impulso por
sembrar
en los desiertos,
nada.
Nada,
salvo tus ojos
y
el nítido recuerdo
de esos ojos
cuando ya no estás.
Recuerda
Ahora
que llegamos
a la orilla de la bonanza
y recuperamos
aliento,
recuerda
esas piedras oscuras
en el lecho del
río
donde nos apoyamos
para no ser arrastrados por la
corriente.
Recuerda,
tuvieron nombres propios
esos mojones
mudos.
En una travesía para el olvido
ofrecieron
un pequeño
sostén
desde el fondo
del agua.
(Los tres poemas pertenecen al libro Escaleno)
(Fuente: Calibán)
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