viernes, 30 de abril de 2021

Denise Fernández (Villa Atuel, Mendoza, Argentina, 1989)

 

 

Mi babosa

 

«¿Y vos qué sabés hacer?», le dije a mi babosa. «Puedo ser un espejo». Le pedí que, si en verdad lo era, me reflejara. «Hay de distintos tipos», dijo. «Como el amor, hay unos que te devuelven poco. Y están los que te morís por miedo a ser apuntada con la luz de mi reflejo. Pero, ¿qué tan yo puede ser alguien? También podés morir en medio de un sueño».

 

 

La babosa que no es mía

 

Conocí tu casa, está llena de babosas. ¿Quién amontona más celos? Diste tu hipótesis sobre los ángeles que se distribuyen en equipos de manera poco democrática. Pero que al fin viven en una comunidad autosustentable. Margaritas y rosales. Si tu amor alimentara mis palabras, frenaría lo que te hace llorar.

 

 

 

§

 

 

El toro que no es mío

 

Después de hablar de amor, hay cosas que es mejor que estén a que no estén. Como la falsa modestia. Como ese programa del gobierno sobre la distribución del trigo. Volvé. Tu nariz húmeda contra mi sexo rojo. Los dos dejando a los toros pasar.

 

 

Mi toro

 

¿Le aconsejarías a alguien que apague un bosque con toallas mojadas de alcohol? ¿Que traiga una espumadera a un tiroteo? El toro enamorado de la luna, la vaca enamorada del toro. Una sola cosa nombrada de mil maneras.

 

 

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La serpiente que no es mía

 

Te pregunté cómo perdiste las manos. «¿Quién sos es lo mismo que cómo perdiste las manos?» «Puede ser», dije. Dijiste: «No tengo manos porque no tengo piernas». Me puse a llorar. «No te lamentes, lo que puede perderse nunca lo quise».

 

Mi serpiente

 

Avanza callada, como un enorme tanque sin lavar. Como la presencia del enemigo. Mis tristezas son palabras. Y animales que buscan en nosotros lo que deben descubrir en ellos.

 

 

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Mi sueño

 

Miro a mi vaca que alimenta a los terneros. «Tus cachorros son luminoscientes», digo. «No existe esa palabra», dice ella. Rompo en llanto. Ella toma mis lágrimas con la lengua rugosa de dendritas violáceas y las convierte en panes de jabón. «Perdón», dice, «qué voy a saber si existe luminoscientes».

 

 

En  Mis animales y los que no son míos  (Mágicas naranjas)

 

(Fuente: Jámpster)

 

 

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