6
Nadie responderá el teléfono, nadie
tampoco va a llamar. Somos personas
desperdigadas, material que dejó la guerra.
Y sobre nosotros torres de alta tensión,
kilómetros que nos separan de nuestros parientes.
¿Oíste el último estallido? ¿Viste el ganado
desvanecerse entre la niebla?
El agua ya no apacigua,
el dinero vale menos que una pizca,
y la voluntad se pudrió en el último diluvio.
Dios sabe de castigos, y es un energúmeno;
un ser que vive en un cielo más alto de lo que creíamos.
Por eso, hermano, vos que huís de la tierra que habitaste,
retomá tu arado y salí a caminar,
en las rutas te esperan los baches y los bueyes.
13
Recuerdo el miedo,
mi padre en la terraza saludaba
con su mano izquierda
mientras oprimía el futuro con la derecha.
Y hubo que mudar, replantearse,
extranjerizarse hasta el sur de la tierra,
y luego ver el ocaso seguido de la aurora.
Nieve por todas partes
aunque no la hayamos visto nunca,
cenizas de papel en el piso.
Bastaba el aire. Ya no.
En El reino de los peces,
Barnacle,
Buenos Aires, 2021
(Fuente: Campo de maniobras)
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