sábado, 24 de abril de 2021

Charles Baudelaire (Francia, 1821-1867)

 

 

 

Los lamentos de un Ícaro 

 


Los que tienen rameras por amantes

son felices, activos y saciados;

en cuanto a mí, tengo los brazos rotos

después de aquel abrazo de las nubes.

Por culpa de los astros singulares

encendidos en lo alto de los cielos,

mis ojos abrasados ya no ven

más que vagos recuerdos  de los soles.

Yo quise vanamente del espacio

encontrar el final y el corazón;

pero un ojo de fuego misterioso

ha quebrado mis alas en el aire;

consumido de amor por la belleza,

ya no tendré jamás la excelsa gloria

de poder dar mi nombre a los abismos

que me van a servir de sepultura.

 

 

Introducción, traducción y notas de CARLOS PUJOL. 

Las flores del mal. Barcelona. RBA Editores. 1995. Pág. 226.

 

(Fuente: Mecánica celeste)

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