Apaciguar la sed con palabras.
Lo único que logro es suavizar
milímetros hirientes.
Ato y desato hilos frágiles.
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Si nos miramos
no fuimos nuestro espejo ni nos vimos
cada una en la otra habla sola
de extracciones
y nuestro cuerpo, si ha sido separado
dónde termina
cuándo nos une.
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Piedras de mi corazón
medicamentos del más variado gusto y sin sabor
tropiezan con el sueño
palabras de vigilia.
Para quien vive aún no acaba el miedo
y su corona de flores se deshace en la frente
porque es noche y nadie mira.
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Hablar del miedo es algo tan tramposo
no puedo contar con mi lenguaje
ella me habla y quiere que la escuche
y qué es lo que temo si sólo son palabras?
Es lo que sus palabras hacen con mis días.
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de Belvedere, Libros de Tierra Firme, 1990
(Fuente: Gerardo Gambolini)
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