LA HIJA QUE NO TUVE
1
La hija que no tuve me recuerda la edad de la que vengo
y llama a mi puerta cada noche y me pregunta qué he soñado.
Existe en una época distinta
donde juega a hacer bufandas a todos sus muñecos
mientras yo la observo humilde
desde el quicio vencido de la infancia
-como otro niño más-
mientras la vida aspira a convocarnos.
La hija que no tuve se pasea descalza entre los pinos
y sus plagas de orugas y sus púas.
Habla con la arena,
la recoge entre los dedos y la deja caer
mientras su risa ahuyenta las borrascas
con una pulcritud de sacerdote.
La hija que no tuve me pregunta por la vida
y espera una respuesta
acorde con mi edad y con la suya
pero solo encuentra mi silencio.
Intuye que vivir se nos parece y sale de paseo
y teje bufandas en verano.
Que hay, en este juego insistente
en que agarra mi mano con ahínco,
una única palma que nos une,
una única madre para ambos.
2La hija que no tuve me regala flores en inviernoy pinta en las paredes arcoírisy me enseña a ser lo que no puedo.A veces me pregunta por las nubese intenta convencermede que ambos llegamos hasta ellassubidos a una silla;que son, todas las nubes, espuma con deseo de ser aves,que debo contemplarlas con respeto,que a veces no logramos recordar nuestros poderes.La hija que no tuve se calza un par de alasy corre entre los cochesy esquiva a los peligros como un lince.Si llueve, me agarra de la mano y me conmina a irnos a la calle,a entrar en cada charco y a saltar sobre ellos sin zapatoscon la noble convicción de ser piratas.La hija que no tuve tiene el mundo anclado a las pupilasy en él me miro a vecescomo si ella fuese quien lo erigey quien le da sentido a cada cosa.No hay hecho que en sus ojos no reflejenni persona ajena a su rutina.En ellos cabe el mar y nos bañamos:llegar hasta la orilla es suficiente,secar la vida al sol y a sus fantasmas.
3
La hija que no tuve me llama por mi nombre
y se desdice en todas las vocales.
Juega a confundir nuestros papeles
como el viento confunde nuestras caras
y amenaza con un nuevo bautizo cada día
y se acuclilla en pos de cada río.
La hija que no tuve me recuerda al ser
que un día fue niño en mí y fue misterio.
Al verla, me gusta convencerme de los días,
mirarla y ver en ella la verdad y los milagros.
La hija que no tuve trae a casa a los huidos
y les habla de la familia
con una mansedumbre
que recuerda más a un alma anciana.
Reparte los cubiertos
y separa las sillas del abismo
―y sirve el pan―
como si todos fuéramos iguales
y pudiésemos cambiar nuestro destino,
volver a reencontrarnos al comienzo
y cumplir al fin cada promesa.
UN DÍA DE LLUVIA
Hace falta algo más que un día de lluvia
para limpiar los pies de quien camina.
Algo más que descalzarse en los hogares,
descalzarse ante el amor y su resaca
como el mar inflamado
cuando el astro aspira a poseerlo.
Algo más que la miseria asaltándonos la voz
Mientras mentimos al otro y le mentimos
a quien somos y a quien fuimos;
hace falta algo más que una intención
para enjuagar el alma de temores,
algo más que dulcifique al vivo y al descalzo,
que nos ate el alma al pie
mientras la lluvia cae y nos recuerda.
(Fuente: Emma Gunst)
No hay comentarios:
Publicar un comentario