TELÉMACO
Como todo buen hijo, rescato a mi papá del agua, lo arrastro del pelo por la arena blanca, sus nudillos abren un surco que las olas se apuran en borrar. Porque la ciudad más allá de la costa ya no está donde la dejamos. Porque la catedral bombardeada ahora es una catedral de árboles. Me arrodillo a su lado para ver hasta dónde me podría hundir. ¿Sabés quién soy, Ba? Pero la respuesta no llega nunca. La respuesta es el agujero de bala que tiene en la espalda, lleno de agua de mar. Está tan quieto que pienso que podría ser el padre de cualquiera, al que encuentran como podría aparecer ante los pies de un chico una botella verde que contiene un año que nunca tocó. Le toco las orejas. No pasa nada. Lo doy vuelta. Para hacerle frente. A la catedral de sus ojos negros como el mar. A la cara que no es la mía, pero que voy a poner para darles a todos mis amantes el beso de las buenas noches: la manera en que cierro los labios de papá con los míos & emprendo la fiel labor del que se ahoga.
TROYANO
A un dedo de oscuridad del amanecer, se enfunda en un vestido rojo. Una llama atrapada en un espejo del ancho de un ataúd. Un resplandor de acero en la parte de atrás de la garganta. Un fogonazo, un asterisco blanco. Mírenlo cómo baila. El azul moretón del empapelado se descascara y se engancha, acompañando sus vueltas, su sombra de cabeza de caballo cae sobre los retratos familiares, el vidrio se quiebra debajo de su mancha. Él se mueve como cualquier fractura, revelando las más breves puertas. El vestido se le deshoja como la cáscara de una manzana. Como si sus espadas no estuvieran afilándose dentro de él. Este caballo con su cara de hombre. Este vientre repleto de espadas & de brutos. Como si bailar pudiera detener el corazón de su asesino entre sus costillas. Qué fácil es que un chico con un vestido rojo como los ojos cerrados desaparezca bajo el sonido de su propio galope. Cómo corre un caballo hasta que irrumpe en el tiempo: en el viento. Y como al viento, lo van a ver. Lo van a ver mejor con la ciudad en llamas.
(Fuente: El hombre aproximativo)
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