domingo, 25 de abril de 2021

Ocean Vuong (EEUU, 1988 - Hijo de vietnamita)

 

 

TELÉMACO 
 
 Como todo buen hijo, rescato a mi papá
del agua, lo arrastro del pelo

por la arena blanca, sus nudillos abren un surco
que las olas se apuran en borrar. Porque la ciudad

más allá de la costa ya no está
donde la dejamos. Porque la catedral

bombardeada ahora es una catedral
de árboles. Me arrodillo a su lado para ver hasta dónde

me podría hundir. ¿Sabés quién soy,
Ba? Pero la respuesta no llega nunca. La respuesta

es el agujero de bala que tiene en la espalda, lleno
de agua de mar. Está tan quieto que pienso

que podría ser el padre de cualquiera, al que encuentran
como podría aparecer ante los pies de un chico

una botella verde que contiene un año
que nunca tocó. Le toco

las orejas. No pasa nada. Lo doy
vuelta. Para hacerle frente. A la catedral

de sus ojos negros como el mar. A la cara
que no es la mía, pero que voy a poner

para darles a todos mis amantes el beso de las buenas noches:
la manera en que cierro los labios de papá

con los míos & emprendo
la fiel labor del que se ahoga.
 
 
 
TROYANO
 
A un dedo de oscuridad del amanecer, se enfunda
en un vestido rojo. Una llama atrapada
en un espejo del ancho de un ataúd. Un resplandor de acero
en la parte de atrás de la garganta. Un fogonazo, un asterisco
blanco. Mírenlo
cómo baila. El azul moretón del empapelado se descascara
y se engancha, acompañando sus vueltas, su sombra
de cabeza de caballo cae sobre los retratos
familiares, el vidrio se quiebra debajo
de su mancha. Él se mueve como cualquier
fractura, revelando las más breves puertas. El vestido
se le deshoja como la cáscara
de una manzana. Como si sus espadas
no estuvieran afilándose
dentro de él. Este caballo con su cara
de hombre. Este vientre repleto de espadas
& de brutos. Como si bailar pudiera detener
el corazón de su asesino
entre sus costillas. Qué fácil es que un chico con un vestido
rojo como los ojos cerrados
desaparezca
bajo el sonido de su propio
galope. Cómo corre un caballo hasta que irrumpe
en el tiempo: en el viento. Y como al
viento, lo van a ver. Lo van a ver
mejor
con la ciudad en llamas.

 

(Fuente: El hombre aproximativo)

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