Memorial
Camino desde el lecho a la butaca,
vengo a la cocina, enciendo la luz,
hiervo agua en una olla
y vuelvo tras mis pasos
a la butaca y después al lecho.
Son malos tiempos.
Llueve y a causa de la artritis
sufren mis huesos.
Hay mucho polvo en casa.
Barbado y en pantuflas la recorro
de un extremo al otro.
No soy un héroe,
no nací para serlo.
Persigo por la casa una mosca
con una mueca y tal vez con miedo.
Miro al jardín y luego hacia las nubes.
Más tarde empiezo a destapar conservas,
despilfarro mi acre sarcasmo abriendo latas
y aunque afuera maduran los higos
comeré salchicha y fruta seca.
Miro la taza única,
el único pan sobre la mesa,
el café muy negro.
Mordisqueo un trozo,
la silla cruje
y no hay más movimiento
que mi balanceo,
ni otro ruido.
¿Y qué diré?
¿Con quién conversaré?
Óyeme gato ― ¿pero qué gato? ―.
Era tu risa la que llamé un día
«felina insensatez».
Están aquí el pan, la taza, el café,
una ventana abierta que da al jardín
y en él la higuera y allá las nubes.
Adentro está mi cuerpo en bata y en pantuflas,
dentro del cuerpo el hígado maltrecho,
unos huesos crujientes,
los pulmones en duelo
y tanto humo tragado
y mucho más sin duda.
Pero si bambolea la puerta
es que la empuja el viento.
Aquí no hay gato encerrado,
es el aire es el aire es el aire.
Fuente: Ablucionistas
Enlaces: Material de lectura UNAM | Contramarcha
(Fuente: El poeta ocasional)
No hay comentarios:
Publicar un comentario