viernes, 30 de abril de 2021

Olga Orozco (La Pampa, 1920 - Buenos Aires, 1999)

 

 

El retoque final

 

 
Es este aquel que amabas.
A este rostro falaz que burla su modelo en la leyenda,
a estos ojos innobles que miden la ventaja de haber volcado a ciegas tu destino,
a estas manos mezquinas que apuestan a pura tierra su ganancia,
consagraste los años del pesar y de la espera.
Ésta es la imagen real que provocó los bellos espejismos de la ausencia:
corredores sedosos encandilados por la repetición del eco,
por las sucesivas efigies del error;
desvanes hasta el cielo, subsuelos hacia el recuperado paraíso,
cuartos a la deriva, cuartos como de plumas y diamante
en los que te probabas cada noche los soles y las lluvias de tu siempre jamás,
mientras él sonreía, extrañamente inmóvil, absorto en el abrazo de la perduración.
Él estaba en lo alto de cualquier escalera,
él salía por todas las ventanas para el vuelo nupcial,
él te llamaba por tu verdadero nombre.
Construcciones en vilo,
sostenidas apenas por el temblor de un beso en la memoria,
por esas vibraciones con que vuelve un adiós;
cárceles de la dicha, cárceles insensatas que el mismo Piranesi envidiaría.
Basta un soplo de arena, un encuentro de lazos desatados,
una palabra fría como la lija y la sospecha,
y esa urdimbre de lámpara y vapor se desmorona con un crujido de alas,
se disuelve como templo de miel, como pirámide de nieve.
Dulzuras para moscas, ruinas para el enjambre de la profanación.
Querrías incendiar los fantasiosos depósitos de ayer,
romper las maquinarias con que fraguó el recuerdo las trampas para hoy,
el inútil y pérfido disfraz para mañana.
O querrías más bien no haber mirado nunca el alevoso rostro,
no haber visto jamás al que no fue.
Porque sabes que al final de los últimos fulgores, de las últimas nieblas,
habrá de desplegarse, voraz como una plaga, otra vez todavía,
la inevitable cinta de toda tu existencia.
Él pasará otra vez en esa ráfaga de veloces visiones, de días migratorios;
él, con su rostro de antaño, con tu historia inconclusa,
con el amor saqueado bajo la insoportable piel de la mentira, bajo esta quemadura.
 
 
 
(Fuente: Isaías Garde - Basta de texto)

 

Gilberto Owen (México, 1904 - 1952)

 

 

Sindbad el Varado

 


Bitácora de febrero
                                           Encontrarás tierra distinta de tu tierra, pero
                                                tu alma es una sola y no encontrarás otra.
                                                                                                  Sindbad el marino
                                                              Bacause I do not hope to turn again
                                                                                           Because I do not hope
                                                                            Because I do not hope to turn


 
Día primero, El naufragio

Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos;
sin más que un aire de haber sido y sólo estar, ahora,
un aire que te cuelga de los ojos y los dientes,
correveidile colibrí, estático
dentro del halo de su movimiento.
Y no hablas. No hables,
que no tienes ya voz de adivinanza
y acaso te he perdido con saberte,
y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo, y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta.

Esta mañana me consume en su rescoldo la conciencia mis llagas;
sin ella no creería en la escalera inaccesible de la noche
ni en su hermoso guardián insobornable:
aquí me hirió su mano, aquí su sueño,
en Emel su sonrisa, en luz su poesía,
su desamor me agobia en tu mirada.

Y luché contra el mar toda la noche,
desde Homero hasta Joseph Conrad,
para llegar a tu rostro desierto
y en su arena leer que nada espere,
que no espere misterio, que no espere.

Con la mañana derogaron las estrellas sus señales y sus leyes
        y es inútil que el cartógrafo dibuje ríos secos en la palma
        de la mano.

* * * * *
Día dos, El mar viejo

Varado en alta sierra, que el diluvio
y el vagar de la huida terminaron.

Te ascendieron a cielo, mar, y a turbios
y lentos nubarrones a tu oleaje.
Por tu plateada orilla de eucaliptos
salta el pez volador llamado alondra,
mas yo estoy en la noche de tu fondo
desvelado en la cuenta de mis muertos:

el Lerma cenagoso, que enjugaba
la desesperación de los sauces;
el Rímac, sitibundo entre los médanos;
el helado diamante del Mackenzie
y la esmeralda sin tallar del Guayas,
todos en ti con mi memoria hundidos,
mar jubilado cielo, mar varado.

* * * * *

Día tres, Al espejo

Me quedo en tus pupilas, sin convite a tu fiesta de fantasmas.
Adentro todos trenzan sus efímeros lazos,
yo solo afuera, y sin amor, mas prisionero,
yo, mozo de cordel, con mi lamento, a tu ventana,
yo, nuevo triste, yo, nuevo romántico.

Dentro de ti, las nupcias de hielo al sol del árbol y la nube,
pareadas risas que se pierden por perdidos senderos,
la inevitable luna casi líquida,
el agua rota en trinos y en su música un lirio y una abeja
     en su estigma
y en su aguijón tu anhelo de olvidarme.

Yo, en alta mar de cielo
estrenando mi cárcel de jamases y siempres.
Dentro de ti, la casa, sus palmeras, su playa,
el mal agüero de los pavos reales,
jaibas bibliopiratas que amueblan sus guaridas con mis versos,
y al fondo el amarillo amargo mar de Mazatlán
por el que soplan ráfagas de nombres.
Mas si gritan el mío responden muchos rostros que yo no conocía
o que borró una esponja calada de minutos,
     como el de ese párvulo que esta noche se siente solo e íntimo
y que suele llorar ante el retrato
de un gambusino rubio que se quemó en rosales de sangre al mediodía.

* * * * *

Día cuatro, Almanaque

             Todos los días 4 son domingos

             porque los Owen nacen ese día,
             cuando Él, pues descansa, no vigila
             y huyen de sed en sed por su delirio.
            Y, además, que ha de ser martes el 13
            en que sabrán mi vida por mi muerte.

* * * * *

Día cinco, Virgin Islands

Me acerco a las prudentes Islas Vírgenes
abeja (la canela y el sándalo, el ébano y las perlas,
y otras, las rubias, el añil y el ámbar)
pero son demasiado cautas para mi celo
y me huyen, fingiéndose ballenas.

Ignorantina, espejo de distancias:
por tus ojos me ve la lejanía
y el vacío me nombra con tu boca,
mientras tamiza el tiempo sus arenas
de un seno al otro seno por tus venas.

Heloísa se pone por el revés la frente
para que yo le mire su pensar desde afuera,
pero se cubre el pecho cristalino
y no sabré si al fin la olvidaría
la llama errante que me habitó sólo un día.

María y Marta, opuestos sinsabores
que me equilibraron en vilo
entre dos islas imantadas,
sin dejarme elegir el pan o el sueño
para soñar el pan por madurar mi sueño.

La inexorable Diana, e Ifigenia,
vestal que sacrifica a filo de palabras
cuando a filo de alondras agoniza Julieta, ,~
y Juana, esa visión dentro de una armadura,
y Marcia, la perennemente pura.

Y Alicia, Isla, país de maravillas,
y mi prima Águeda en mi hablar a solas,
y Once Mil que se arrancan los rostros y los nombres
por servir a la plena de gracia, la más fuerte
ahora y en la hora de la muerte.

* * * * *

Día seis, El hipócrita

                 Este camino recto, entre la niebla,
                 entre un cielo al alcance de la mano,
                 por el que mudo voy, con escondido
                 y lento andar de savia por el tallo,
                 sin mi sombra siquiera para hablarme.
                 Ni voy -¿a dónde iría?-, sólo ando.

                 Niebla de los sentidos: no mirar
                 lo que puede esperarme allí, a diez pasos,
                 aunque sé que otros diez pasos me esperan;
                 frígida niebla que me anubla el tacto
                 y no me deja oírla ni gustar la
                 y echa el peso del cielo a mi cansancio.

                 Este río que no anda, y que me ahoga
                 en mis virtudes negativas: casto,
                 y es hora de cuidarme de mi hígado,
                 hora de no jurar Su Nombre en vano,
                de bostezar, al verme en el espejo,
                de oír silbar mi nombre en el teatro.

* * * * *

Día siete, El compás roto

Pero esta noche el capitán, borracho
de ron y de silencios,
me deja la memoria a la deriva,
y este viento civil entre los árboles
me sabe amar, me sabe a mar colérico en los mástiles,
a memoria morosa en las heridas,
a norte y sur de rosa de los tiempos.

* * * * *
Día ocho, Llegado de su mano
La ilusión serpentina del principio
me tentaba a morderte fruto vano
en mi tortura de aprendiz de magia.

Luego, te fuiste por mis siete viajes
con una voz distinta en cada puerto
e idéntico quemarte en mi agonía.

Lascivia temblorosa de las tardes de lluvia
cuando tu cuerpo balbucía en Morse
su respuesta al mensaje del tejado.

Y la desesperada de aquel amanecer
en el Bowery, transidos del milagro,
con nuestro amor sin casa entre la niebla.

Y la pluvial, de una mirada sola
que te palpó, en la iglesia, más desnuda
vestida en carmesí lluvia de sangre.

Y la que se quedó en bajorrelieves
en la arena, en el hielo y en el aire,
su frenesí mayor sin ti presencia.

Y  la que no me atrevo a recordar,
y la que me repugna recordar,
y la que ya no puedo recordar.

* * * * *

Día nueve, Llagado de su desamor

Hoy me quito la máscara y me miras vacío
y ves en mis paredes los trozos de papel no desteñido
donde habitaban tus retratos,
y arriba ves las cicatrices de sus clavos.
De aquel rincón manaba el chorro de los ecos,
aquí abría su puerta a dos fantasmas el espejo,
allí crujió la grávida cama de los suplicios,
por allá entraba el sol a redimirnos.

Iba la voz sonámbula del pecho combo al pecho,
sin tenerse a clamar en el desierto;
ahora la ves, quemada y sin audiencia,
esparcir sus cenizas por la arena.

Iba la luz jugando de tus dientes a mis ojos,
su llamarada negra te subía de los hombros,
se desmayaba en sus deliquios en tus manos,
su clavel ululaba en mi arrebato.

Ahora es el desvelo con su gota de agua
y su cuenta de endrinas ovejas descarriadas,
porque no viven ya en mi carne
los seis sentidos mágicos de antes,
por mi razón, sin guerra, entumecida,
y el despecho de oírte: "Siempre seré tu amiga",
para decirme así que ya no existo,
que viste tras la máscara y me hallaste vacío.

* * * * *

Día diez, Llagado de su sonrisa

     Ya no va a dolerme el mar,
     porque conocí la fuente.

     !Qué dura herida la de su frescura
     sobre la brasa de mi frente!
     Como a la mano hecha a los espinos
     la hiere con su gracia la rosa inesperada,
     así quedó mi duelo
     crucificado en tu sonrisa.

     Ya no va a dolerme el viento,
     porque conocí la brisa.

* * * * *
Día once, Llagado de su sueño

Encima de la vida, inaccesible,
negro en los altos hornos y blanco en mis volcanes
y amarillo en las hojas supérstites de octubre,
para fumarlo a sorbos lentos de copos ascendentes,
para esculpir sus monstruos en las últimas nubes de la tarde
y repasar su geometría con los primeros pájaros del día.

Debajo de la vida, impenetrable,
veta que corre, estampa del río que fue otrora,
y del que es, cenote de un Yucatán en carne viva,
y Corriente del Golfo contra climas estériles,
y entrañas de lechuzas en las que leo mis augurios.

Al lado de la vida, equidistante
de las hambres que no saciamos nunca
y las que nunca saciaremos,
pueril peso en el pico de la pájara pinta
o viajero al acaso en la pata del rokh,
hongo marciano, pensador y tácito,
niño en los brazos de la yerma, y vida,
una vida sin tiempo y sin espacio,
vida insular, que el sueño baña por todas partes.

* * * * *

Día doce, Llagado de su poesía

Tu tronco de misterio es lo que me apuntala un cielo en ruinas.
Mis ojos solos no podían ya evitarme su caída.
Me enredo en sus raíces de lecturas mal soñadas,
me agosto en su hojarasca de frustradas invenciones,
pero tu tronco sobrevive a mis inviernos.

Lo ven por fuera, retorcido, muerto, oscuro,
pero hay una rendija para fisgar, y miro:
Yo voy por sus veredas claustradas que ilumina
una luz que no llega hasta las ramas
y que no emana de las raíces,
y que me multiplica, omnipresente,
en su juego de espejos infinito.

Yo cruzo sin respiro por su aire irrespirable
que desnuda un prodigio en cada voz con sólo dibujar
y en cada pensamiento con sentirlo.

Me asomo a sus inmóviles canales y me miro
de pájaro en el agua o de pez en el aire,
ahogándome en las formas mutables de su esencia.

* * * * *

Día trece, El martes

Pero me romperé. Me he de romper, granada
en la que ya no caben los candentes espejos biselados,
y lo que fui de oculto y leal saldrá a los vientos:

Subirán por la tarde purpúrea de ese grano,
o bajarán al ínfimo ataúd de ese otro,
y han de decir: "Un poco de humo
se retorcía en cada gota de su sangre."
Y en el humo leerán las pausas sin sentido
que yo no escribí nunca por gritarlas
y subir en el grito a la espuma de sueño de la vida.

A la mitad de una canción, quebrada
en áspero clamor de cuerda rota.

* * * * *
Día catorce, Primera fuga

Por senderos de hienas se sale de la tumba
si se supo ser hiena,
si se supo vivir de los despojos
de la esposa llorada más por los funerales que por muerta,
poeta viudo de la poesía,
lotófago insaciable de olvidados poemas.

* * * * *

Día quince, Segunda fuga

("Un coup de dés")

Alcohol, albur ganado, canto de cisne del azar.
Sólo su paz redime del Anciano del Mar
y de su erudita tortura.
Alcohol, ancla segura y abolición de la aventura.
* * * * *

Día dieciséis, El patriotero

Para qué huir. Para llegar al tránsito
heroico y ruin de una noche a la otra
por los días sin nadie de una Bagdad olvidadiza
en la que ya no encontraré mi calle;
a andar, a andar por otras de un infame pregón en cada esquina,
reedificando a tientas mansiones suplantadas.

Acaso los muy viejos se acordarán a mi cansancio,
o acaso digan: .'Es el marinero
que conquistó siete poemas,
pero la octava vez vuelve sin nada."

El cielo seguirá en su tarea pulcra
de almidonar sus nubes domingueras,
¡pero en mis ojos ha llovido en tantos deplorables paisajes!

La luz miniaturista seguirá dibujando
     sus intachables árboles, sus pájaros exactos,
     ¡pero sobre mi frente no han arado en el mar tantas tinieblas!

La catedral sentada en su cátedra docta
dictará sumas de arte y teología,
pero ya en mis orejas sólo habita el zumbido
de un diablillo churrigueresco
y una cascada con su voz de campana cascada.

No huir. ¿Para qué? Si este dieciséis de Febrero borrascaso
volviera a serlo de Septiembre.

* * * * *

Día diecisiete, Nombres

Preso mejor. Tal vez así recuerde
otra iglesia, la catedral de Taxco,
y sus piedras que cambian de forma con la luz de cada hora.
Las calles ebrias tambaleándose por cerros y hondonadas,
y no lo sé, pero es posible que llore ocultamente,
al recorrer en sueños algún nombre:
"Callejón del Agua Escondida."

O bajaré al puerto nativo
donde el mar es más mar que en parte alguna:
blanco infierno en las rocas y torcaza en la arena
y amarilla su curva femenil al poniente.
Y no lo sé, pero es posible que oiga mi primer grito
al recorrer en sueños algún nombre:
"El Paseo de Cielo de Palmeras."

O en Yuriria veré la mocedad materna,
plácida y tenue antes del Torbellino Rubio.
Ella estará deseándome en su vientre
frente al gran ojo insomne y bovino del lago,
y no lo sé, pero es posible que me sienta nonato
al recorrer en sueños algún nombre:
"Isla de la Doncella que aún Aguarda."
O volveré a leer teología en los pájaros
a la luz del Nevado de Toluca.
El frío irá delante, como un hermano más esbelto y grave
y un deshielo de dudas bajará por mi frente,
y no lo sé, pero es posible que me mire a mí mismo
al recorrer en sueños algún nombre:
"La calle del Muerto que Canta."

* * * * *

Día dieciocho, Rescoldos de pensar
Cómo me cantarías sino muerto
al descubrir de pronto bajo el cielo de plomo de un retrato
el pensamiento estéril y la tenaz memoria en esa frente,
si sobre su oleaje ahora atardecido
surcaron formas plácidas,
y una vez, una vez -ayer sería-
amaneció en laureles junto a la media luna de tu seno,
y esta vez, esta vez -razón baldía-
sólo es conciencia inmóvil y memoria.

* * * * *


Día diecinueve, Rescoldos de sentir
En esa frente líquida se bañaron Susanas como nubes
     que fisgaban los viejos desde las niñas de mis ojos
     púbures.

Cuando éramos dos sin percibirlo casi;
cuando tanto decíamos la voz amor sin pronunciarla;
cuando aprendida la palabra mayo
la luz ya nos untaba de violetas;
cuando arrojábamos perdida nuestra mirada al fondo de la tarde,
a lo hondo de su valle de serpientes,
y el ave rokh del alba la devolvía llena de diamantes,
como si todas las estrellas nos hubiesen llorado
toda la noche, huérfanas.

Y cuando fui ya sólo uno
creyendo aún que éramos dos,
porque estabas, sin ser, junto a mi carne.
Tanto sentir en ascuas,
tantos paisajes malhabidos,
tantas inmerecidas lágrimas.

Y aún esperan su cita con Nausícaa
para llorar lo que jamás perdimos.

El Corazón. Yo lo usaba en los ojos.

* * * * *
Día veinte, Rescoldos de cantar

Más supo el laberinto, allí, a su lado,
de tu secreto amor con las esferas,
mar martillo que gritas en yunques pitagóricos
la sucesión contada de tus olas.

Una tarde inventé el número siete
para ponerle letra a la canción trenzada
en el corto de niñas de la Osa Menor.

Estuve con Orfeo cuando lo destrozaban brisas fingidas    
     vientos,
con San Antonio Abad abandoné la dicha
     entre un lento lamento de mendigos,
     y escuché sin amarras a unas sirenas que se llamaban
     Niágara,
o Tequendama, o Iguazú.

Y la guitarra de Rosa de Lima
transfigurada por la voz plebeya,
y los salmos, la azada, el caer de la tierra
en el sepulcro del largo frío rubio
que era idéntico a Búffalo Bill
pero más dueño de mis sueños.

Todo eso y más oí, o creí que lo oía.

Pero ahora el silencio congela mis orejas;
se me van a caer pétalo a pétalo;
me quedaré completamente sordo;
haré versos medidos con los dedos;
y el silencio se hará tan pétreo y mudo
que no dirá ni el trueno de mis sienes
ni el habla de burbujas de los peces.

Y no habré oído nunca lo que nadie me dijo:
tu nombre, poesía.

* * * * *

Día veintiuno, Rescoldos de gozar

Ni pretendió empañarlo con decirlo
esa cuchillada infamante
que me dejaron en el rostro
oraciones hipócritas y lujurias bilingües
que me rodeaban por todos los muelles.

Ni ese belfo colgado a ella por la gula
en la kermesse flamenca de los siete regresos.

Ni esos diez cómplices impunes
tan lentos en tejer mis apetitos
y en destejerlos por la noche.
Y mi sed verdadera
sin esperanza de llegar a Ítaca.

* * * * *

Día veintidos, Tu nombre, poesía

Y saber luego que eres tú
barca de brisa contra mis peñascos;
y saber luego que eres tú
viento de hielo sobre mis trigales humillados e írritos:
frágil contra la altura de mi frente,
mortal para mis ojos,
inflexible a mi oído y esclava de mi lengua.

Nadie me dijo el nombre de la rosa, lo supe con olerte,
enamorada virgen que hoy me dueles a flor en amor dada.

Trepar, trepar sin pausa de una espina a la otra
y ser ésta la espina cuadragésima,
y estar siempre tan cerca tu enigma de mi mano,
pero siempre una brasa más arriba,
siempre esa larga espera entre mirar la hora
y volver a mirarla un instante después.

Y hallar al fin, exangüe y desolado,
descubrir que es en mí donde tú estabas,
porque tú estás en todas partes
y no sólo en el cielo donde yo te he buscado,
que eres tú, que no yo, tuya y no mía,
la voz que se desangra por mis llagas.


* * * * *

Día veintitres, Y tu poética

Primero está la noche con su caos de lecturas y de sueños.
Yo subo por los pianos que se dejan encendidos hasta el alba;
arriba el día me amenaza con el frío ensangrentado de su aurora
y no sabré el final de ese nocturno que empezaba a dibujarme,
ni las estrellas me dirán cuál fue, cabal, mi nombre. Ni mi rostro.

Si no es amor, ¿qué es esto que me agobia de ternura?
Mañana inútil: pájaros y flores sin testigos.
La esposa está dormida y a su puerta imploro en vano;
     querrá decir mi nombre con los labios incoloros
     entreabiertos.
los párpados pesados de buscarme por el cielo de la muerte.

Más no estaré en sus ojos para verme renacer al despertarse
y cuando me abra, al fin, preguntará sin voz: ¿quién eres?
El luto de la casa -todo es humo ya y lo mismo- que jamás habitaremos;
el campo abierto y árido que lleva a todas partes y a ninguna.
¿A dónde, a qué otra noche, irá el viudo por la tarde borrascosa?

* * * * *

Día veinticuatro, Y tu retórica
Si lo escribió mi prisa feliz, ¿con qué palabras,
cómo dije: "palomas cálidas de tu pecho"?
En sus picos leería: brasa, guinda, clamor,
pero la luz recuerda más duro su contorno
y el aire el inflexible número de su arrullo.

Y diría: "palomas de azúcar de tu pecho",
si endulzaban el agua cuando entrabas al mar
con tu traje de cera de desnudez rendida,
pero el mar las sufría proas inexorables
y aún sangran mis labios de morder su cristal.

Después, si dije: "un hosco viento de despedidas",
¿qué palabras de hielo hallé sobre mi grito?
No recuerdos, ni angustias, ni soledades. Sólo
el rencor de haber dicho tu estatua con arenas
y haberla condenado a vida, tiempo, muerte.

Y escribiría: "un horro vendaval de vacíos"
la estéril mano álgida que me agostó mis rosas
y me quemó la médula para decir apenas
que nunca tuve mucho que decir de mí mismo
y que de tu milagro sólo supe la piel.

* * * * *
Día veinticinco, Yo no vi nada
Mosca muerta canción del no ver nada,
del nada oír, que nada es.

De yacer en sopor de tierra firme
con puertos como párpados cerrados, que no azota
la tempestad de un mar de lágrimas
en el que no logré perderme.

De estar, mediterránea charca aceda,
bajo el sueño dormido de los pinos, inmóviles
como columnas en la nave de una iglesia abandonada,
que pudo ser el vientre
de la ballena para el viaje último.

De llamar a mi puerta y de oír que me niegan
y ver por la ventana que sí estaba yo adentro,
pues no hubo, no hubo
quien cerrara mis párpados a la hora de mi paso.

Sucesión de naufragios, inconclusos
no por la cobardía de pretender salvarme,
pues yo llamaba al buitre de tu luz
a que me devorara los sentidos,
pero mis vicios renacían siempre.

* * * * *
Día veintiseis, Semifinal

     Vi una canción pintada de limón amarillo
     que caía sin ruido de mi frente vencida,
 y luego sus gemelas una a una.
Este año los árboles se desnudaron tan temprano.

Ya será el ruido cuando las pisemos;
     ya será de papel su carne de palabras,
     exánimes sus rostros en la fotografía,
     ciudad amalecita que el furor salomónico ha de poblar
     de bronces,
ya no serán si van a ser de todos.

Fueron sueño sin tregua, delirio sin cuartel,
amor a muerte fueron y perdí.
* * * * *

Día veintisiete, Jacob y el mar
Qué hermosa eres, Diablo, como un ángel con sexo pero
     mucho más despiadada,
cuando te llamas alba y mi noche es más noche de esperarte,
     cuando tu pie de seda se clava de caprina pezuña en mi
     abstinencia,
cuando si eres silencio te rompes y en mis manos repican
     a rebato tus dos senos,
cuando apenas he dicho amor y ya en el aire está sin boca
     el beso y la ternura sin empleo aceda,
cuando apenas te nombro flor y ya sobre el prado ruedan
     los labios del clavel,
cundo eres poesía y mi rosa se inclina a oler tu cifra y te
     me esfumas.

Mañana habrá en la playa otro marino cojo.

* * * * *

Día veintiocho, Final

Mañana. Acaso el sol golpea en dos ventanas que entran
     en erupción.
Antes salen los indios que pasan al mercado tiritando con
     todo el trópico a la espalda.
Y aún antes
     los amantes se miran y se ven tan ajenos que se vuelven
     la espalda.

Antes aún
     ese ángel de la guarda que se duerme borracho mientras
     allí a la vuelta matan a su pupilo:
¿Qué va a llevar más que el puñal del grito último a su
     Amo?
¿Qué va a mentir?

"Lo hiciste cieno y vuelve humo pues ardió como Te amo."

Tal vez mañana el sol en mis ojos sin nadie,
tal vez mañana el sol,
tal vez mañana,
tal vez.
                                                                                        Bogotá, 1942
Allá en mis años...

Allá en mis años Poesía usaba por cifra una equis,
y su conciencia se llamaba quince.
¿Qué van a hacer las rosas
sin quien les fije el límite exacto de la rosa?
¿Qué van a hacer los pájaros (hasta los de cuenta)
sin quien les mida el número exacto de su trino?
Ahora pájaros y rosas tendrán que pensar por sí mismos
y la vida será muchísimo más sin sentido.
Como la esclava que perdió a su dueño
(y tú eras su amo y él tu esclavo),
así irás Poesía por las calles de México.

***

 

(Fuente: A media voz)

Diane di Prima (Brooklyn, EEUU, 1934 - California, 2020)

 

 

Diatriba

 

 

Sin una cosmología, una cosmogonía
presentada ante los ojos
no se puede escribir ni una sola línea

no hay parte de ti que puedas separar
diciéndote: esto es un recuerdo, esto es una sensación
este es el trabajo que me importa, esto es como yo
me gano la vida

eso es todo, esto es un todo, siempre ha sido un todo
tú no lo “creas”
entonces no hay nada que componer, eres una presencia
eres un apéndice de la obra, el trabajo que proviene
que cuelga desde el cielo que has creado

cada hombre / cada mujer carga un cielo dentro de sí
y las estrellas en ello no son estrellas en el cielo

sin imaginación no hay recuerdos
sin imaginación no hay sensación
sin imaginación no hay no hay voluntad ni deseo

la historia es un arma viviente en tus manos
y la has imaginado, así es como lo
“descubres por ti mismo”
la historia es el sueño de lo que puede ser, eso es
la relación entre las cosas en una continuidad

de la imaginación
lo que descubres por ti mismo es lo que eliges
fuera de un mar de posibilidades infinito
nadie puede habitar tu mundo

la base de la imaginación
no es la soledad sino la intrepidez
el discurso es una cinta de vídeo de la película
/del juego de sombras
aunque las marionetas están en tu mano
tus contraataques en un ajedrez multidimensional
que es adivinación
y estrategia

la guerra que importa es la guerra contra la imaginación
todas las demás, se subsumen a ella

la hambruna terminal es la inanición
de la imaginación

para estar seguros, es la muerte, pero los muertos vivientes
buscan habitar el mundo de alguien más

la claustrofobia terminal es el silogismo
la claustrofobia terminal es “todo suma”
nada suma y nada se queda por
algo más

LA ÚNICA GUERRA QUE IMPORTA ES LA GUERRA CONTRA
LA IMAGINACIÓN

LA ÚNICA GUERRA QUE IMPORTA ES LA GUERRA CONTRA
LA IMAGINACIÓN

LA ÚNICA GUERRA QUE IMPORTA ES LA GUERRA CONTRA
LA IMAGINACIÓN

TODAS LAS DEMÁS, SE SUBSUMEN A ELLA

No hay escapatoria de una batalla espiritual
No hay manera que puedas evitarla tomando partido
No hay manera de que no puedas tener una poética
no importa lo que hagas: gasfíter, pastelero, profesor

lo haces en la consciencia del crear
o no crear tu mundo
tienes una poética: caminas hacia el mundo
como un traje de fábrica

o te grabas en la luz
tu cielo se derrama en la forma de tu habitación
en la forma del poema, de tu cuerpo, de tus amores

una vida de mujer / una vida de hombre es una alegoría

entiéndelo

No hay escapatoria de una batalla espiritual
la guerra es la guerra contra la imaginación
no puedes firmar como objetor de consciencia

la guerra de los mundos se sujeta aquí, ahora mismo, en el equilibrio
es una guerra por este mundo, por preservarlo
un valle donde nacen las almas

el gusto en nuestras bocas es el sabor del poder
y es amargo como la muerte

tráete a ti mismo a casa, entra al jardín
el tipo en la puerta con la espada en llamas eres tú

la guerra es la guerra por la imaginación humana
y nadie puede combatirla, pero tú / y nadie más puede pelear por ti

la imaginación no solo es sagrada, es necesaria;
no solo es feroz, es práctica
es vasta y elegante
seres humanos mueren cada día por su falta

el intelecto significa “luz de la mente”
no es discurso ni siquiera lenguaje
el sol interior

la polis está constelada alrededor del sol
el fuego es el centro

 

Trad.  Nicolás López-Pérez

+ Diane di Prima (Brooklyn, 1934) escritora y artista estadounidense. Conocida como una de las voces femeninas más fuertes de la generación beat. Sus poemarios más famosos son “Cartas revolucionarias” (1971) y “Loba” (1978), en los que se aprecia tanto un viaje introspectivo como un fuerte sentimiento de protesta social.

+ Nicolás López-Pérez (Rancagua, 1990) abogado y escritor, reside en Santiago de Chile. Administra la mediateca de poesía universal del ayer, “La comparecencia infinita”.
 
(Fuente: Saposcat)

 

Nicolás López Pérez (Rancagua, Chile, 1990)

 

 

Metateoría del viaje

 

Abrir y cerrar
las puertas de la ignición
de una tierra de un mundo
las páginas de un libro ajeno
los golpes del amanecer
fragmentos contra la ruina
y la conciencia, un momento fúnebre
El mapamundi se ajusta a lo que dijo el cartógrafo

donde los hombres muertos perdieron sus huesos
se bautizan las primeras ciudades
el origen corresponde a un temperamento
y los temperamentos son territorios y geografías
globos terráqueos afilando lápices
banderas, capitales y gente inventando la vida

cuando las ciudades son inventadas
su historia nos hace sentido
como Martin Behaim brindando junto a Cristóbal Colón
Nos hacen sentido las cosas que siempre han estado ahí

El fin de la geografía,
azuzada por la melancolía de un rey
y la porfía de un viajero imaginario
lugares imposibles se hablan
tan verosímiles como desde el que lees,
todos los momentos son creados
a cada palabra esputada;
boca de la tierra
una escopeta de la que me toca morir

ciudades confusas
ciudades y muertes
ciudades y signos
verdades guturales
cualquier ciudad es todas las ciudades juntas
separadas
trastornadas
en deseos que nacen al mirar un mapa

las ciudades reciben viajes
en la medida que los viajeros sufran
o en que los mapas pueden ser heridos a muerte

el viaje y el recuerdo
historia natural de una poesía propia

El comienzo de la geografía,
propiciado por los primeros vagos
más allá de las palabras, las experiencias
tan verosímiles como la que vives al leer esto
todos los momentos son destruidos
a cada silencio entre oraciones;
vulva de la tierra
habitaciones sordas en que me toca dormir

las ciudades están en mi barrio: son los pasajes
un turista rechaza el sentimiento
el viajero tiene la carga de adorar cada nombre

el viaje y los fantasmas literarios
son la poesía ajena de una historia propia

las ciudades son inventos de los extranjeros
como respuesta a su vagabundeo permanente

 

 

(Fuente: La poesía alcanza)

 

Tennessee Williams (Estados Unidos, 1911-1983)

 

 

Canción triste
 

Estoy cansado.
Estoy cansado del discurso y de la acción.
Si te cruzas conmigo en la
calle no me preguntes, porque
sólo te puedo decir mi nombre
y el nombre del pueblo en que
nací — pero con eso basta.
Ya no me importa que el día
llegue de nuevo. Si es sólo
esta noche y después es
la mañana, ya no importará.
Estoy cansado. Estoy cansado del discurso
y de la acción. En lo profundo de mí
hallarás un pequeño puñado de
polvo. Tómalo y sóplalo
al viento. Deja que el viento lo
lleve, y encontrará su camino a casa.
......
 

Trad.: Gerardo Gambolini
 
 
(Fuente: Gerardo Gambolini)

 

Louis MacNeice (Irlanda, 1907 - 1963)

 

 

Vuelo del Corazón

 

Escucha, corazón mío, ¿qué vas a hacer?
Hay cinco perros heridos y un sordomudo
Todos ellos con exigencias para ti.

Me construiré una torre de cobre
Con cuatro salidas y ninguna entrada
Pero la gloria es mía, mío el poder.

¿Y si la torre temblara y cayera,
Con tres golpes bruscos y una gran explosión?
¿Qué harías entonces?

Cuando el techo de la bodega se derrumbe,
Con un destello azul y nueve huesos viejos
¿Cómo salvarás tu pellejo, corazón mío?

Volveré a donde pertenezco
Con un pie primero y ambos ojos ciegos
Volveré a donde pertenezco
Al pre-ser de la humanidad.

 

 

 

Flight of the Heart

 

Hear, my heart, what will you do?
There are five lame dogs and one deaf-mute
All of them with demands on you.

I will build myself a copper tower
With four ways out and no way in
But mine the glory, mine the power.

And what if the tower should shake and fall
With three sharp taps and one big bang?
What would you do with yourself at all?

I would go in the cellar and drink the dark
With two quick sips and one long pull,
Drunk as a lord and gay as a lark.

But what when the cellar roof caves in
With one blue flash and nine old bones?
How, my heart will you save your skin?

I will go back where I belong
With one foot first and both eyes blind
I will go back where I belong
In the fore-being of mankind.

Extraído de Selected poems, by MacNeice, Louis, 1907-1963; Longley, Michael, 1939-
Publication date 1990 | Publisher Winston-Salem, N.C. : Wake Forest University Press | Traducción de Juan Arabia, Buenos Aires Poetry, 20201.

 

Giorgio Bassani (Bolonia, Italia, 1916 - Roma, 2000)

 

 




 
 
LAS GAVIOTAS
 
Vienen en la mañana los cantos débiles de las gaviotas,
nieve y dardos son para el aire sus voces serenas.
¡Tiernamente te llaman! En el viento de los pantanos
con el brazo las saludas a su paso como absortos aeroplanos.
 
Y ya lejos más allá de la orilla del río que se encorva,
las ves perderse en la azul niebla baja de los sauces
contracorriente. La libre memoria de aquellas frágiles
alas aún te palpita en los ojos grises, te turba.


 
 
I GABBIANI
 
Vengono nel mattino i canti esili dei gabbiani,
neve e dardi sono per l’aria le loro voci serene.
Teneramente ti chiamano! Nel vento delle golene
col braccio li saluti al passaggio come assorti aeroplani.
 
E già lontani oltre l’argine del fiume che s’incurva,
li vedi perdersi nell’azzurra foschia bassa dei salici
controcorrente. La libera memoria di quelle fragili
ali è ancor qui che ti palpita nei grigi occhi, ti turba.


 
   
DESDE QUE
   
Desde que
he decidido no responder
nunca más
a una carta tuya
ninguna otra carta
he podido ya
ni siquiera abrir
 
 
Dejo
que vengan
que me caigan en torno
que yazgan ahí abajo a mis pies
invertidas y pendientes
calladas
como yo como ahora mi
vida
 


 
DA QUANDO
 
Da quando
ho deciso di non rispondere
mai più
a una tua lettera
nessun’altra lettera mai
ho più potuto
nemmeno aprirla
 
Lascio
che vengano
che mi cadano attorno
che giacciano laggiù ai miei piedi
capovolte e inevase
zitte
come me come ormai la mia
vita

 
 
 
PASO VELOZ COMO EL VIENTO
 
Paso veloz como el viento por la orilla
izquierda del Magra donde el viento despeina
la copa de los sauces donde los blancos
brazos de los álamos gritan mudos
en la luz
obvios comediantes los unos y efímeros
eternos comicastros de nada los otros
 
¿De mí y de ti qué más quedará
en los ojos de quién nos haya visto?
Una imagen así
un flash y
basta
en suma nada

 
 
 
PASSO VELOCE COME IL VENTO
 
Passo veloce come il vento lungo la riva
sinistra del Magra dove il vento scompiglia
le chiome dei salici dove le bianche
braccia dei pioppi gridano mutamente
nella luce
ovvii commedianti gli uni e gli altri effimeri
eterni guitti da niente
 
Di me e di te cos’altro rimarrà
negli occhi di chi ci avrà visti?
Un’immagine così
un flash e
basta
insomma niente

 

  Traducción de Carlos Vitale

 

(Fuente: Santa rabia magazine)
 
  

Ursula K. Le Guin (Berkeley, EEUU, 1929-Portland, 2018)

 

 

cuando la unión soviética se estaba desintegrando



i




La razón por la que estoy aprendiendo español
para leer a Neruda palabra por palabra
mirando la mayoría de ellas en el diccionario
y la razón por la que estoy leyendo
a Dickinson poema por poema
y que sigo sin entender
o gustarme mucho, y la razón
por la que sigo pensando en que
podría ser una historia
y la razón por la que estoy sentada
escribiendo esto, es porque estoy tratando
de hacer esto.
Soy tímida para nombrarlo.
A mi papá no le gustan las palabras como “alma”.
Él se afeita con la navaja de Occam.
¿Por qué inventar cosas
cuando ya hay suficientes?
Aunque yo hago ficción. La compongo.
Nunca hay suficientes cosas.
Entonces supongo que puedo decirle como quiera.
De todas maneras, aún no está hecha.
Estoy tratando de una y otra manera
todas las palabras. Entonces, está hecha de palabras, ¿o no?
No. Creo que las mejores ficciones
deben ser hechas de actos valientes y amables,
y pertenecer a las personas que cuidan a las cosas
con todo su corazón
y esto incluye el océano al atardecer.
Esa es la mejor calidad
de esta cosa que hago:
amabilidad, coraje, crepúsculo, y el océano.
Este tipo de cosas es seda pura.
Lo mío es sintético. Las palabras no limpiarán.
No durarán mucho.
A mi edad, debería haberlo logrado
hace mucho tiempo, debí ser yo
aplaudiendo y cantando a cada andrajo
como dijo Willy. Pero el “vestido mortal”,
hombre, soy yo. Eso no es ropa.
Esa so yo hecha andrajos.
Ese es mi yo mortal.
Esto que estoy haciendo es la ropa de mi alma.
Me gustaría que fuera una armadura inmortal,
claro que sí, pero no tengo los materiales.
Solo tengo trozos de andrajos.
Sé que terminaré desnuda
o en el suelo o en el viento.
Entonces, ¿por qué aprender español?
Por la belleza de las palabras de los poetas
y si no sé español
no puedo leerlas. Porque el elogio
es lo que estoy haciendo.
Y cuando me deshaga
me gustaría que ser lo que queda,
un trapo de ropa barata,
un color en la tierra
un susurro en el viento.

Una palabra, un aliento.
 

ii


Así que ahora daré media vuelta
y le quitaré el peso a una mente amargada
que se regocijará en el regocijo
de la segunda revolución en Rusia,
pero no puede, porque se ha vuelto vieja
sabia, ruin, femenina
y dije: Entonces. Los hombres
han pasado setenta años en el nombre de algo
matando hombres, mujeres y niños
torturando, dirigiendo campos de esclavos
diciendo mentiras y obteniendo ganancias,
ahora han decidido
que eso no era lo correcto,
para que hagan otra cosa de la misma manera.

Setenta años para nada.

Y el sueño que vino antes de la traición,
la justicia entrevista antes de los asesinos,
la verdad que brilló antes de las mentiras,
todo eso ha sido abandonado.
De todos modos, no importa
porque todo lo que importa
es quien tiene la palabra.

Una vez canté libertad, libertad
dulce como un ruiseñor.
Pero aprendí Real Politics.
No hay libertad para nuestros hijos
en el mundo de la palabra.
Solo la escucha.
El silencio alrededor de la palabra.
El nunca dejar de escuchar.
Entonces voy a oír
a las mujeres, a nuestros niños
y a las personas sin poder,
mi gente. Y voy a honrar solo
a mi gente, la sin poder.

*** 

Versión de Nicolás López-Pérez

/
 

When the Soviet Union Was Disintegrating


i


The reason why I’m learning Spanish
by reading Neruda one word at a time
looking most of them up in the dictionary
and the reason why I’m reading
Dickinson one poem at a time
and still not understanding
or liking much, and the reason
why I keep thinking about
what might be a story
and the reason why I’m sitting
here writing this, is that I’m trying
to make this thing.
I am shy to name it.
My father didn’t like words like “soul.”
He shaved with Occam’s razor.
Why make up stuff
when there’s enough already?
But I do fiction. I make up.
There is never enough stuff.
So I guess I can call it what I want to.
Anyhow it isn’t made yet.
I am trying one way and another
all words — So it’s made out of words, is it?
No. I think the best ones
must be made out of brave and kind acts,
and belong to people who look after things
with all their heart,
and include the ocean at twilight.
That’s the highest quality
of this thing I am making:
kindness, courage, twilight, and the ocean.
That kind is pure silk.
Mine’s only rayon. Words won’t wash.
It won’t wear long.
But then I haven’t long to wear it.
At my age I should have made it
long ago, it should be me,
clapping and singing at every tatter,
like Willy said. But the “mortal dress,”
man, that’s me. That’s not clothes.
That is me tattered.
That is me mortal.
This thing I am making is my clothing soul.
I’d like it to be immortal armor,
sure, but I haven’t got the makings.
I just have scraps of rayon.
I know I’ll end up naked
in the ground or on the wind.
So, why learn Spanish?
Because of the beauty of the words of poets,
and if I don’t know Spanish
I can’t read them. Because praise
may be the thing I’m making.
And when I’m unmade
I’d like it to be what’s left,
a wisp of cheap cloth,
a color in the earth,
a whisper on the wind.

Una palabra, un aliento.
 

ii


So now I’ll turn right round
and unburden an embittered mind
that would rejoice to rejoice
in the second Revolution in Russia
but can’t, because it has got old
and wise and mean and womanly
and says: So. The men
having spent seventy years in the name of something
killing men, women, and children,
torturing, running slave camps,
telling lies and making profits,
have now decided
that that something wasn’t the right one,
so they’ll do something else the same way.

Seventy years for nothing.

And the dream that came before the betrayal,
the justice glimpsed before the murders,
the truth that shone before the lies,
all that is thrown away.
It didn’t matter anyway
because all that matters
is who has the sayso.

Once I sang freedom, freedom,
sweet as a mockingbird.
But I have learned Real Politics.
No freedom for our children
in the world of the sayso.
Only the listening.
The silence all around the sayso.
The never stopping listening.
So I will listen
to women and our children
and powerless men,
my people. And I will honor only
my people, the powerless.
 
 
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

Elizabeth Bishop (Worcester, EEUU, 1911 - Boston, 1979)

 

 

Paisaje marino



Este paisaje marino celestial, con garzas blancas despegando como ángeles, 
volando y ladeándose tan alto y tan lejos como quieren
en distintas hileras de reflejos inmaculados; 
toda la región, desde la garza más alta
hasta la ingrávida isla de los manglares
con hojas brillantes y verdes salpicadas prolijamente con guano 
como una iluminación plateada,
y abajo los arcos góticos y sugerentes de las raíces de los manglares 
y el hermoso pastizal del fondo verde claro
donde eventualmente salta un pez, como una flor silvestre 
en ornamental pulverización;
este dibujo de Rafael para un tapiz para un Papa: 
realmente parece el cielo.
Pero un faro esquelético ahí parado 
en sotana blanca y negra
que vive nervioso, piensa que sabe más.
Piensa que el infierno ruge bajo sus pies de acero, 
y que por eso el agua de la superficie es cálida,
y sabe que el cielo no es como esto.
El cielo no es como volar o como nadar,
pero tiene que ver con algo tenebroso y con una mirada intensa 
y cuando oscurezca va a recordar
una palabra contundente para decir al respecto.

[North & South, 1946]
 

En El iceberg imaginario, selección y versiones de Laura Crespi, Cuadernos de Traducción, Buenos Aires, 2019

Otra Iglesia Es Imposible - Cuadernos de Traducción - Op. Cit. - De Sibilas y Pitias - Eterna Cadencia - Emma Gunst - Buenos Aires Poetry - Lexia - UNAM - Aire Nuestro - Café Verlaine - La Maja Desnuda - Isliada - El Cultural



Seascape


This celestial seascape, with white herons got up as angels, 
flying high as they want and as far as they want sidewise 
in tiers and tiers of immaculate reflections;
the whole region, from the highest heron 
down to the weightless mangrove island
with bright green leaves edged neatly with bird-droppings 
like illumination in silver,
and down to the suggestively Gothic arches of the mangrove roots 
and the beautiful pea-green back-pasture
where occasionally a fish jumps, like a wildflower 
in an ornamental spray of spray;
this cartoon by Raphael for a tapestry for a Pope: 
it does look like heaven.
But a skeletal lighthouse standing there 
in black and white clerical dress,
who lives on his nerves, thinks he knows better. 
He thinks that hell rages below his iron feet, 
that that is why the shallow water is so warm, 
and he knows that heaven is not like this.
Heaven is not like flying or swimming,
but has something to do with blackness and a strong glare 
and when it gets dark he will remember something 
strongly worded to say on the subject.
 

 

Gary Snyder (Estados Unidos, 1930

 

 



El trato 

 

Me encontré dentro de una maciza concha de hormigón
       iluminada por tubos de vidrio, con aire bombeado, con
       pisos unidos por escaleras en movimiento.

El espacio lo llenaban las cosas que se compraron y fabricaron
       en el siglo XX. Dispuestas en mostradores
       o estantes.

Cientos de personas de ese siglo, enfundados en
       sus trajes hechos a máquina,

cambiaban todo su precioso tiempo
        por cosas.


Trad. Ada Trzeciakowska


 

The Trade

 

I found myself inside a massive concrete shell
lit by glass tubes, with air pumped in, with
       levels joined by moving stairs.

It was full of the things that were bought and made
in the twentieth century. Layed out in trays
                                                                             or shelves.

The throngs of people of that century, in their style,
clinging garb made on machines,

Were trading all their precious time
        for things.

 

 

(Fuente: Ada lírica)

Susana Thénon (Buenos Aires, 1935-1991)

 

 

Fundación



Como quien dice: anhelo,
vivo, amo,
inventemos palabras,
nuevas luces y juegos,
nuevas noches
que se plieguen
a las nuevas palabras.
Hagamos
otros dioses
menos grandes,
menos lejanos,
más breves y primarios.
Otros sexos
hagamos
y otras imperiosas necesidades
nuestras,
otros sueños
sin dolor y sin muerte.
Como quien dice: nazco,
duermo, río,
inventemos
la vida
nuevamente.

~
 

Nocturno


Déjame nadar por tus venas,
por tus ríos de sangre
y de saliva,
por tus mandíbulas de sombra,
por tus rincones tiernos,
por tus lentos respiros,
por tus ojos serenos,
por tus palabras tristes,
por tu sonrisa inquieta,
por tu marcha sobre el asfalto
turbio de las ciudades:
déjame serte.

~
 

No



Me niego a ser poseída
por palabras, por jaulas,
por geometrías abyectas.
Me niego a ser
encasillada,
rota,
absorbida.
Sólo yo sé como destruirme,
cómo golpear mi cabeza
contra la cabeza del cielo,
cómo cortar mis manos y sentirlas de noche
creciéndome hacia adentro.
Me niego a recibir esta muerte,
este dolor,
estos planes tramados, inconmovibles.
Sólo yo conozco el dolor
que lleva mi nombre
y sólo yo conozco la casa de mi muerte.

~
 

Juego



Despojémonos de todo aquello
seguro
que se proyecta al exterior
con trazos lentos
y definitivos.
Todos empleados en la tarea
de ser, vivir, sentir
sin otros lazos.
Y quien no atine a sofocar
su amor por lo prohibido,
reclame su derecho al dolor,
su penitencia.
Despojémonos de todo cuanto
nos conformó a imagen y semejanza
nuestra
y gustemos sabiamente para el recuerdo
el minuto absurdo y libre.

***
 
 
 
(Fuente: La comparecencia infinita)
 

Carlos Aprea (La Plata, Buenos Aires, 1955)

 

 

Retrato inconcluso en la memoria

a Néstor Mux

Lo que me queda de vos
no alcanza
a dibujar
un pálido identikit,
apenas una luz sombría y el regusto
amargo
de lo incompleto,
lo que no llega a ser
y por eso perturba.

No sé si estás aún
en este mundo,
o te fuiste,
en la guerra impiadosa
de nuestra pálida prehistoria,
sé que estuviste allí
donde ardía una pasión
muy joven,
al borde de una foto
envejecida
de donde te han borrado,
o te he borrado yo,
patético agente
de un poder invisible,
como si fueses un peligro
para alguien
que ha sobrevivido,
como yo,
y debe algunos pagos
no solo al destino.
Ambiguo rostro
de quien, frente al arribo
al puerto
de las maravillas
que esta vida aún sostiene,
persiste en popa,
disimuladamente,
como un testigo
silencioso,
pertinaz,
indestructible,
de la estela que va
quedando
atrás.

 


Tus ojos


Si tus ojos,
solo tus ojos,
no me hablaran,
nada me sostendría.

Nada de lo que existe
resistiendo el vacío,
a contrapelo
de la entropía devoradora
del tiempo.
Nada
de ese efímero fluir
al que llamamos vida,
nada
de ese despertar
que suscita la belleza
cuando nos sorprende,
nada
de ese impulso por sembrar
en los desiertos,
nada.
Nada,
salvo tus ojos
y el nítido recuerdo
de esos ojos
cuando ya no estás.

 


Recuerda


Ahora que llegamos
a la orilla de la bonanza
y recuperamos aliento,
recuerda
esas piedras oscuras
en el lecho del río
donde nos apoyamos
para no ser arrastrados por la corriente.
Recuerda,
tuvieron nombres propios
esos mojones mudos.
En una travesía para el olvido
ofrecieron
un pequeño sostén
desde el fondo
del agua.


(Los tres poemas pertenecen al libro Escaleno)

 

(Fuente: Calibán)

 

Gregory Corso (EEUU, 1930 - 2001)

 

 


Anoche manejé un auto
sin saber manejar
sin tener auto
manejé y atropellé
gente querida
...pasé a 120 a través de un pueblo.
 
Paré en Hedgeville
y dormí en el asiento de atrás
...entusiasmado con mi nueva vida.
 
 
 
(Fuente: Fabio Cardarelli)

 

Hermes Trismegisto

 

 

LA TABLA ESMERALDA  

 


“Es real, sin mentira, cierto y muy verdadero.
 
Lo que está abajo es como lo que está arriba
y lo que está arriba es como lo que está abajo
para hacer los milagros de una sola cosa.
 
Y así como todas las cosas han salido de una cosa
por el pensamiento de uno,
así mismo todas las cosas han nacido de ésta cosa por adaptación.
 
Separarás la tierra del fuego, lo sutil de lo espeso,
suavemente, con gran industria. 
 
Es la fuerza fuerte de toda fuerza
porque vencerá toda cosa sutil
y penetrará toda cosa sólida. 
 
Así es como fue creado el mundo. 
 
Lo que he dicho de la operación del sol, es completo.”
 
 
 
(Fuente: Hugo Toscadaray)

 

Denise Fernández (Villa Atuel, Mendoza, Argentina, 1989)

 

 

MI CARACOL

 

Mi caracol pregunta, “¿cuántos dedos te gustaría tener?”. 

“Con los que tengo estoy bien”, digo. “Es lo que yo digo”, dice. Luego regresa a su casa; yo regreso a la casa que entiendo como mía. Parece que hoy va a suceder algo que no sucede.

 

 

EL CARACOL QUE NO ES MÍO

 

El caracol que no es mío sueña un mundo sin casa. Libre de ángeles y de caballos. Y de reproducción ampliada del capital. Donde por treinta denarios podés comprarte el amor de esos caracoles que se contonean como estuches de sí mismos.

.

 

(Fuente: La Reconstrucción del deseo)

Denise Fernández (Villa Atuel, Mendoza, Argentina, 1989)

 

 

Mi babosa

 

«¿Y vos qué sabés hacer?», le dije a mi babosa. «Puedo ser un espejo». Le pedí que, si en verdad lo era, me reflejara. «Hay de distintos tipos», dijo. «Como el amor, hay unos que te devuelven poco. Y están los que te morís por miedo a ser apuntada con la luz de mi reflejo. Pero, ¿qué tan yo puede ser alguien? También podés morir en medio de un sueño».

 

 

La babosa que no es mía

 

Conocí tu casa, está llena de babosas. ¿Quién amontona más celos? Diste tu hipótesis sobre los ángeles que se distribuyen en equipos de manera poco democrática. Pero que al fin viven en una comunidad autosustentable. Margaritas y rosales. Si tu amor alimentara mis palabras, frenaría lo que te hace llorar.

 

 

 

§

 

 

El toro que no es mío

 

Después de hablar de amor, hay cosas que es mejor que estén a que no estén. Como la falsa modestia. Como ese programa del gobierno sobre la distribución del trigo. Volvé. Tu nariz húmeda contra mi sexo rojo. Los dos dejando a los toros pasar.

 

 

Mi toro

 

¿Le aconsejarías a alguien que apague un bosque con toallas mojadas de alcohol? ¿Que traiga una espumadera a un tiroteo? El toro enamorado de la luna, la vaca enamorada del toro. Una sola cosa nombrada de mil maneras.

 

 

§

 

 

La serpiente que no es mía

 

Te pregunté cómo perdiste las manos. «¿Quién sos es lo mismo que cómo perdiste las manos?» «Puede ser», dije. Dijiste: «No tengo manos porque no tengo piernas». Me puse a llorar. «No te lamentes, lo que puede perderse nunca lo quise».

 

Mi serpiente

 

Avanza callada, como un enorme tanque sin lavar. Como la presencia del enemigo. Mis tristezas son palabras. Y animales que buscan en nosotros lo que deben descubrir en ellos.

 

 

§

 

 

Mi sueño

 

Miro a mi vaca que alimenta a los terneros. «Tus cachorros son luminoscientes», digo. «No existe esa palabra», dice ella. Rompo en llanto. Ella toma mis lágrimas con la lengua rugosa de dendritas violáceas y las convierte en panes de jabón. «Perdón», dice, «qué voy a saber si existe luminoscientes».

 

 

En  Mis animales y los que no son míos  (Mágicas naranjas)

 

(Fuente: Jámpster)

 

 

Max Jacob (Quimper, Francia, 1876-Campo de internamiento de Drancy, 1944)

 

 

LLUVIA

 
El señor Yousouf ha olvidado su paraguas
El señor Yousouf ha perdido su paraguas
Señora Yousouf, a él le han robado su paraguas
Había un mango de marfil en su paraguas
Lo que me ha entrado en el ojo es la punta de un paraguas
¿Es que anoche me he dejado el paraguas
en su paragüero?
Será necesario que me compre un paraguas
Pero jamás uso paraguas
Tengo un guardapolvo con capucha para la lluvia
Señor Yousouf, es usted afortunado de prescindir de paraguas.
 
 
 
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en "Les Pénitents en Maillots Roses", Editions Du Sagittaire, París, 1925. Versión de Jonio González. 
 
 
 

LA PLUIE

 
Monsieur Youssouf a oublié son parapluie
Monsieur Youssouf a perdu son parapluie
Madame Youssouf, on lui a volé son parapluie
Il y avait une pomme d'ivoire à son parapluie
Ce qui m'est entré dans l'œil, c'est le bout d'un parapluie
Est-ce que je n'ai pas laissé mon parapluie?
Hier soir dans votre porte-parapluies
Il faudra que j'achète un parapluie
Moi, je ne me sers jamais de parapluie
J'ai un cache-poussière avec un capuchon pour la pluie
Monsieur Youssouf, vous avez de la veine de vous passer de parapluie.
 
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Kepa Lucas (San Sebastián, España, 1959)

 

 

FINAL DE TRAYECTO

 

 

 

¿Por qué ha desaparecido el paisaje?

“El tren ha llegado al final del trayecto,

lo ha detenido la fuerza de la hierba”.

¿Somos demasiados viajeros para este lugar?

“Os aseguro que a nadie le faltará

su zona secreta de bosque”.

¿Qué salvoconducto nos facilitará

la convivencia con los ya establecidos?

“Talaron el cerezo junto a mi casa

y me olvidé dónde vivía”.

¿Qué nuevas leyes deberemos incumplir?

“Hay un roble sin rango y sin historia,

al que no es necesario venerar”.

¿Qué haremos cuando nos hagamos preguntas,

apoyados de noche en las ventanas?

“No oiréis ni siquiera el motor de vuestra mente”.

¿La brisa transportará más gemidos que lamentos?

“Aquí sólo queda intimidad

en el envés de las hojas”.

¿A qué edad partiremos de regreso?

“Ahora mismo empezaréis a comprobar

que ya no queda nada que olvidar”.

 

 

 


Final de trayecto

Poemas (1980 – 2020)

 

Punto Rojo

 

              (Fuente: Papeles de Pablo Müller)