El retoque final
Bitácora de febrero
Encontrarás tierra distinta de tu tierra, pero
tu alma es una sola y no encontrarás otra.
Sindbad el marino
Bacause I do not hope to turn again
Because I do not hope
Because I do not hope to turn
Día primero, El naufragio
Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos;
sin más que un aire de haber sido y sólo estar, ahora,
un aire que te cuelga de los ojos y los dientes,
correveidile colibrí, estático
dentro del halo de su movimiento.
Y no hablas. No hables,
que no tienes ya voz de adivinanza
y acaso te he perdido con saberte,
y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo, y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta.
Esta mañana me consume en su rescoldo la conciencia mis llagas;
sin ella no creería en la escalera inaccesible de la noche
ni en su hermoso guardián insobornable:
aquí me hirió su mano, aquí su sueño,
en Emel su sonrisa, en luz su poesía,
su desamor me agobia en tu mirada.
Y luché contra el mar toda la noche,
desde Homero hasta Joseph Conrad,
para llegar a tu rostro desierto
y en su arena leer que nada espere,
que no espere misterio, que no espere.
Con la mañana derogaron las estrellas sus señales y sus leyes
y es inútil que el cartógrafo dibuje ríos secos en la palma
de la mano.
* * * * *
Día dos, El mar viejo
Varado en alta sierra, que el diluvio
y el vagar de la huida terminaron.
Te ascendieron a cielo, mar, y a turbios
y lentos nubarrones a tu oleaje.
Por tu plateada orilla de eucaliptos
salta el pez volador llamado alondra,
mas yo estoy en la noche de tu fondo
desvelado en la cuenta de mis muertos:
el Lerma cenagoso, que enjugaba
la desesperación de los sauces;
el Rímac, sitibundo entre los médanos;
el helado diamante del Mackenzie
y la esmeralda sin tallar del Guayas,
todos en ti con mi memoria hundidos,
mar jubilado cielo, mar varado.
* * * * *
Día tres, Al espejo
Me quedo en tus pupilas, sin convite a tu fiesta de fantasmas.
Adentro todos trenzan sus efímeros lazos,
yo solo afuera, y sin amor, mas prisionero,
yo, mozo de cordel, con mi lamento, a tu ventana,
yo, nuevo triste, yo, nuevo romántico.
Dentro de ti, las nupcias de hielo al sol del árbol y la nube,
pareadas risas que se pierden por perdidos senderos,
la inevitable luna casi líquida,
el agua rota en trinos y en su música un lirio y una abeja
en su estigma
y en su aguijón tu anhelo de olvidarme.
Yo, en alta mar de cielo
estrenando mi cárcel de jamases y siempres.
Dentro de ti, la casa, sus palmeras, su playa,
el mal agüero de los pavos reales,
jaibas bibliopiratas que amueblan sus guaridas con mis versos,
y al fondo el amarillo amargo mar de Mazatlán
por el que soplan ráfagas de nombres.
Mas si gritan el mío responden muchos rostros que yo no conocía
o que borró una esponja calada de minutos,
como el de ese párvulo que esta noche se siente solo e íntimo
y que suele llorar ante el retrato
de un gambusino rubio que se quemó en rosales de sangre al mediodía.
* * * * *
Día cuatro, Almanaque
Todos los días 4 son domingos
porque los Owen nacen ese día,
cuando Él, pues descansa, no vigila
y huyen de sed en sed por su delirio.
Y, además, que ha de ser martes el 13
en que sabrán mi vida por mi muerte.
* * * * *
Día cinco, Virgin Islands
Me acerco a las prudentes Islas Vírgenes
abeja (la canela y el sándalo, el ébano y las perlas,
y otras, las rubias, el añil y el ámbar)
pero son demasiado cautas para mi celo
y me huyen, fingiéndose ballenas.
Ignorantina, espejo de distancias:
por tus ojos me ve la lejanía
y el vacío me nombra con tu boca,
mientras tamiza el tiempo sus arenas
de un seno al otro seno por tus venas.
Heloísa se pone por el revés la frente
para que yo le mire su pensar desde afuera,
pero se cubre el pecho cristalino
y no sabré si al fin la olvidaría
la llama errante que me habitó sólo un día.
María y Marta, opuestos sinsabores
que me equilibraron en vilo
entre dos islas imantadas,
sin dejarme elegir el pan o el sueño
para soñar el pan por madurar mi sueño.
La inexorable Diana, e Ifigenia,
vestal que sacrifica a filo de palabras
cuando a filo de alondras agoniza Julieta, ,~
y Juana, esa visión dentro de una armadura,
y Marcia, la perennemente pura.
Y Alicia, Isla, país de maravillas,
y mi prima Águeda en mi hablar a solas,
y Once Mil que se arrancan los rostros y los nombres
por servir a la plena de gracia, la más fuerte
ahora y en la hora de la muerte.
* * * * *
Día seis, El hipócrita
Este camino recto, entre la niebla,
entre un cielo al alcance de la mano,
por el que mudo voy, con escondido
y lento andar de savia por el tallo,
sin mi sombra siquiera para hablarme.
Ni voy -¿a dónde iría?-, sólo ando.
Niebla de los sentidos: no mirar
lo que puede esperarme allí, a diez pasos,
aunque sé que otros diez pasos me esperan;
frígida niebla que me anubla el tacto
y no me deja oírla ni gustar la
y echa el peso del cielo a mi cansancio.
Este río que no anda, y que me ahoga
en mis virtudes negativas: casto,
y es hora de cuidarme de mi hígado,
hora de no jurar Su Nombre en vano,
de bostezar, al verme en el espejo,
de oír silbar mi nombre en el teatro.
* * * * *
Día siete, El compás roto
Pero esta noche el capitán, borracho
de ron y de silencios,
me deja la memoria a la deriva,
y este viento civil entre los árboles
me sabe amar, me sabe a mar colérico en los mástiles,
a memoria morosa en las heridas,
a norte y sur de rosa de los tiempos.
* * * * *
Día ocho, Llegado de su mano
La ilusión serpentina del principio
me tentaba a morderte fruto vano
en mi tortura de aprendiz de magia.
Luego, te fuiste por mis siete viajes
con una voz distinta en cada puerto
e idéntico quemarte en mi agonía.
Lascivia temblorosa de las tardes de lluvia
cuando tu cuerpo balbucía en Morse
su respuesta al mensaje del tejado.
Y la desesperada de aquel amanecer
en el Bowery, transidos del milagro,
con nuestro amor sin casa entre la niebla.
Y la pluvial, de una mirada sola
que te palpó, en la iglesia, más desnuda
vestida en carmesí lluvia de sangre.
Y la que se quedó en bajorrelieves
en la arena, en el hielo y en el aire,
su frenesí mayor sin ti presencia.
Y la que no me atrevo a recordar,
y la que me repugna recordar,
y la que ya no puedo recordar.
* * * * *
Día nueve, Llagado de su desamor
Hoy me quito la máscara y me miras vacío
y ves en mis paredes los trozos de papel no desteñido
donde habitaban tus retratos,
y arriba ves las cicatrices de sus clavos.
De aquel rincón manaba el chorro de los ecos,
aquí abría su puerta a dos fantasmas el espejo,
allí crujió la grávida cama de los suplicios,
por allá entraba el sol a redimirnos.
Iba la voz sonámbula del pecho combo al pecho,
sin tenerse a clamar en el desierto;
ahora la ves, quemada y sin audiencia,
esparcir sus cenizas por la arena.
Iba la luz jugando de tus dientes a mis ojos,
su llamarada negra te subía de los hombros,
se desmayaba en sus deliquios en tus manos,
su clavel ululaba en mi arrebato.
Ahora es el desvelo con su gota de agua
y su cuenta de endrinas ovejas descarriadas,
porque no viven ya en mi carne
los seis sentidos mágicos de antes,
por mi razón, sin guerra, entumecida,
y el despecho de oírte: "Siempre seré tu amiga",
para decirme así que ya no existo,
que viste tras la máscara y me hallaste vacío.
* * * * *
Día diez, Llagado de su sonrisa
Ya no va a dolerme el mar,
porque conocí la fuente.
!Qué dura herida la de su frescura
sobre la brasa de mi frente!
Como a la mano hecha a los espinos
la hiere con su gracia la rosa inesperada,
así quedó mi duelo
crucificado en tu sonrisa.
Ya no va a dolerme el viento,
porque conocí la brisa.
* * * * *
Día once, Llagado de su sueño
Encima de la vida, inaccesible,
negro en los altos hornos y blanco en mis volcanes
y amarillo en las hojas supérstites de octubre,
para fumarlo a sorbos lentos de copos ascendentes,
para esculpir sus monstruos en las últimas nubes de la tarde
y repasar su geometría con los primeros pájaros del día.
Debajo de la vida, impenetrable,
veta que corre, estampa del río que fue otrora,
y del que es, cenote de un Yucatán en carne viva,
y Corriente del Golfo contra climas estériles,
y entrañas de lechuzas en las que leo mis augurios.
Al lado de la vida, equidistante
de las hambres que no saciamos nunca
y las que nunca saciaremos,
pueril peso en el pico de la pájara pinta
o viajero al acaso en la pata del rokh,
hongo marciano, pensador y tácito,
niño en los brazos de la yerma, y vida,
una vida sin tiempo y sin espacio,
vida insular, que el sueño baña por todas partes.
* * * * *
Día doce, Llagado de su poesía
Tu tronco de misterio es lo que me apuntala un cielo en ruinas.
Mis ojos solos no podían ya evitarme su caída.
Me enredo en sus raíces de lecturas mal soñadas,
me agosto en su hojarasca de frustradas invenciones,
pero tu tronco sobrevive a mis inviernos.
Lo ven por fuera, retorcido, muerto, oscuro,
pero hay una rendija para fisgar, y miro:
Yo voy por sus veredas claustradas que ilumina
una luz que no llega hasta las ramas
y que no emana de las raíces,
y que me multiplica, omnipresente,
en su juego de espejos infinito.
Yo cruzo sin respiro por su aire irrespirable
que desnuda un prodigio en cada voz con sólo dibujar
y en cada pensamiento con sentirlo.
Me asomo a sus inmóviles canales y me miro
de pájaro en el agua o de pez en el aire,
ahogándome en las formas mutables de su esencia.
* * * * *
Día trece, El martes
Pero me romperé. Me he de romper, granada
en la que ya no caben los candentes espejos biselados,
y lo que fui de oculto y leal saldrá a los vientos:
Subirán por la tarde purpúrea de ese grano,
o bajarán al ínfimo ataúd de ese otro,
y han de decir: "Un poco de humo
se retorcía en cada gota de su sangre."
Y en el humo leerán las pausas sin sentido
que yo no escribí nunca por gritarlas
y subir en el grito a la espuma de sueño de la vida.
A la mitad de una canción, quebrada
en áspero clamor de cuerda rota.
* * * * *
Día catorce, Primera fuga
Por senderos de hienas se sale de la tumba
si se supo ser hiena,
si se supo vivir de los despojos
de la esposa llorada más por los funerales que por muerta,
poeta viudo de la poesía,
lotófago insaciable de olvidados poemas.
* * * * *
Día quince, Segunda fuga
("Un coup de dés")
Alcohol, albur ganado, canto de cisne del azar.
Sólo su paz redime del Anciano del Mar
y de su erudita tortura.
Alcohol, ancla segura y abolición de la aventura.
* * * * *
Día dieciséis, El patriotero
Para qué huir. Para llegar al tránsito
heroico y ruin de una noche a la otra
por los días sin nadie de una Bagdad olvidadiza
en la que ya no encontraré mi calle;
a andar, a andar por otras de un infame pregón en cada esquina,
reedificando a tientas mansiones suplantadas.
Acaso los muy viejos se acordarán a mi cansancio,
o acaso digan: .'Es el marinero
que conquistó siete poemas,
pero la octava vez vuelve sin nada."
El cielo seguirá en su tarea pulcra
de almidonar sus nubes domingueras,
¡pero en mis ojos ha llovido en tantos deplorables paisajes!
La luz miniaturista seguirá dibujando
sus intachables árboles, sus pájaros exactos,
¡pero sobre mi frente no han arado en el mar tantas tinieblas!
La catedral sentada en su cátedra docta
dictará sumas de arte y teología,
pero ya en mis orejas sólo habita el zumbido
de un diablillo churrigueresco
y una cascada con su voz de campana cascada.
No huir. ¿Para qué? Si este dieciséis de Febrero borrascaso
volviera a serlo de Septiembre.
* * * * *
Día diecisiete, Nombres
Preso mejor. Tal vez así recuerde
otra iglesia, la catedral de Taxco,
y sus piedras que cambian de forma con la luz de cada hora.
Las calles ebrias tambaleándose por cerros y hondonadas,
y no lo sé, pero es posible que llore ocultamente,
al recorrer en sueños algún nombre:
"Callejón del Agua Escondida."
O bajaré al puerto nativo
donde el mar es más mar que en parte alguna:
blanco infierno en las rocas y torcaza en la arena
y amarilla su curva femenil al poniente.
Y no lo sé, pero es posible que oiga mi primer grito
al recorrer en sueños algún nombre:
"El Paseo de Cielo de Palmeras."
O en Yuriria veré la mocedad materna,
plácida y tenue antes del Torbellino Rubio.
Ella estará deseándome en su vientre
frente al gran ojo insomne y bovino del lago,
y no lo sé, pero es posible que me sienta nonato
al recorrer en sueños algún nombre:
"Isla de la Doncella que aún Aguarda."
O volveré a leer teología en los pájaros
a la luz del Nevado de Toluca.
El frío irá delante, como un hermano más esbelto y grave
y un deshielo de dudas bajará por mi frente,
y no lo sé, pero es posible que me mire a mí mismo
al recorrer en sueños algún nombre:
"La calle del Muerto que Canta."
* * * * *
Día dieciocho, Rescoldos de pensar
Cómo me cantarías sino muerto
al descubrir de pronto bajo el cielo de plomo de un retrato
el pensamiento estéril y la tenaz memoria en esa frente,
si sobre su oleaje ahora atardecido
surcaron formas plácidas,
y una vez, una vez -ayer sería-
amaneció en laureles junto a la media luna de tu seno,
y esta vez, esta vez -razón baldía-
sólo es conciencia inmóvil y memoria.
* * * * *
Día diecinueve, Rescoldos de sentir
En esa frente líquida se bañaron Susanas como nubes
que fisgaban los viejos desde las niñas de mis ojos
púbures.
Cuando éramos dos sin percibirlo casi;
cuando tanto decíamos la voz amor sin pronunciarla;
cuando aprendida la palabra mayo
la luz ya nos untaba de violetas;
cuando arrojábamos perdida nuestra mirada al fondo de la tarde,
a lo hondo de su valle de serpientes,
y el ave rokh del alba la devolvía llena de diamantes,
como si todas las estrellas nos hubiesen llorado
toda la noche, huérfanas.
Y cuando fui ya sólo uno
creyendo aún que éramos dos,
porque estabas, sin ser, junto a mi carne.
Tanto sentir en ascuas,
tantos paisajes malhabidos,
tantas inmerecidas lágrimas.
Y aún esperan su cita con Nausícaa
para llorar lo que jamás perdimos.
El Corazón. Yo lo usaba en los ojos.
* * * * *
Día veinte, Rescoldos de cantar
Más supo el laberinto, allí, a su lado,
de tu secreto amor con las esferas,
mar martillo que gritas en yunques pitagóricos
la sucesión contada de tus olas.
Una tarde inventé el número siete
para ponerle letra a la canción trenzada
en el corto de niñas de la Osa Menor.
Estuve con Orfeo cuando lo destrozaban brisas fingidas
vientos,
con San Antonio Abad abandoné la dicha
entre un lento lamento de mendigos,
y escuché sin amarras a unas sirenas que se llamaban
Niágara,
o Tequendama, o Iguazú.
Y la guitarra de Rosa de Lima
transfigurada por la voz plebeya,
y los salmos, la azada, el caer de la tierra
en el sepulcro del largo frío rubio
que era idéntico a Búffalo Bill
pero más dueño de mis sueños.
Todo eso y más oí, o creí que lo oía.
Pero ahora el silencio congela mis orejas;
se me van a caer pétalo a pétalo;
me quedaré completamente sordo;
haré versos medidos con los dedos;
y el silencio se hará tan pétreo y mudo
que no dirá ni el trueno de mis sienes
ni el habla de burbujas de los peces.
Y no habré oído nunca lo que nadie me dijo:
tu nombre, poesía.
* * * * *
Día veintiuno, Rescoldos de gozar
Ni pretendió empañarlo con decirlo
esa cuchillada infamante
que me dejaron en el rostro
oraciones hipócritas y lujurias bilingües
que me rodeaban por todos los muelles.
Ni ese belfo colgado a ella por la gula
en la kermesse flamenca de los siete regresos.
Ni esos diez cómplices impunes
tan lentos en tejer mis apetitos
y en destejerlos por la noche.
Y mi sed verdadera
sin esperanza de llegar a Ítaca.
* * * * *
Día veintidos, Tu nombre, poesía
Y saber luego que eres tú
barca de brisa contra mis peñascos;
y saber luego que eres tú
viento de hielo sobre mis trigales humillados e írritos:
frágil contra la altura de mi frente,
mortal para mis ojos,
inflexible a mi oído y esclava de mi lengua.
Nadie me dijo el nombre de la rosa, lo supe con olerte,
enamorada virgen que hoy me dueles a flor en amor dada.
Trepar, trepar sin pausa de una espina a la otra
y ser ésta la espina cuadragésima,
y estar siempre tan cerca tu enigma de mi mano,
pero siempre una brasa más arriba,
siempre esa larga espera entre mirar la hora
y volver a mirarla un instante después.
Y hallar al fin, exangüe y desolado,
descubrir que es en mí donde tú estabas,
porque tú estás en todas partes
y no sólo en el cielo donde yo te he buscado,
que eres tú, que no yo, tuya y no mía,
la voz que se desangra por mis llagas.
* * * * *
Día veintitres, Y tu poética
Primero está la noche con su caos de lecturas y de sueños.
Yo subo por los pianos que se dejan encendidos hasta el alba;
arriba el día me amenaza con el frío ensangrentado de su aurora
y no sabré el final de ese nocturno que empezaba a dibujarme,
ni las estrellas me dirán cuál fue, cabal, mi nombre. Ni mi rostro.
Si no es amor, ¿qué es esto que me agobia de ternura?
Mañana inútil: pájaros y flores sin testigos.
La esposa está dormida y a su puerta imploro en vano;
querrá decir mi nombre con los labios incoloros
entreabiertos.
los párpados pesados de buscarme por el cielo de la muerte.
Más no estaré en sus ojos para verme renacer al despertarse
y cuando me abra, al fin, preguntará sin voz: ¿quién eres?
El luto de la casa -todo es humo ya y lo mismo- que jamás habitaremos;
el campo abierto y árido que lleva a todas partes y a ninguna.
¿A dónde, a qué otra noche, irá el viudo por la tarde borrascosa?
* * * * *
Día veinticuatro, Y tu retórica
Si lo escribió mi prisa feliz, ¿con qué palabras,
cómo dije: "palomas cálidas de tu pecho"?
En sus picos leería: brasa, guinda, clamor,
pero la luz recuerda más duro su contorno
y el aire el inflexible número de su arrullo.
Y diría: "palomas de azúcar de tu pecho",
si endulzaban el agua cuando entrabas al mar
con tu traje de cera de desnudez rendida,
pero el mar las sufría proas inexorables
y aún sangran mis labios de morder su cristal.
Después, si dije: "un hosco viento de despedidas",
¿qué palabras de hielo hallé sobre mi grito?
No recuerdos, ni angustias, ni soledades. Sólo
el rencor de haber dicho tu estatua con arenas
y haberla condenado a vida, tiempo, muerte.
Y escribiría: "un horro vendaval de vacíos"
la estéril mano álgida que me agostó mis rosas
y me quemó la médula para decir apenas
que nunca tuve mucho que decir de mí mismo
y que de tu milagro sólo supe la piel.
* * * * *
Día veinticinco, Yo no vi nada
Mosca muerta canción del no ver nada,
del nada oír, que nada es.
De yacer en sopor de tierra firme
con puertos como párpados cerrados, que no azota
la tempestad de un mar de lágrimas
en el que no logré perderme.
De estar, mediterránea charca aceda,
bajo el sueño dormido de los pinos, inmóviles
como columnas en la nave de una iglesia abandonada,
que pudo ser el vientre
de la ballena para el viaje último.
De llamar a mi puerta y de oír que me niegan
y ver por la ventana que sí estaba yo adentro,
pues no hubo, no hubo
quien cerrara mis párpados a la hora de mi paso.
Sucesión de naufragios, inconclusos
no por la cobardía de pretender salvarme,
pues yo llamaba al buitre de tu luz
a que me devorara los sentidos,
pero mis vicios renacían siempre.
* * * * *
Día veintiseis, Semifinal
Vi una canción pintada de limón amarillo
que caía sin ruido de mi frente vencida,
y luego sus gemelas una a una.
Este año los árboles se desnudaron tan temprano.
Ya será el ruido cuando las pisemos;
ya será de papel su carne de palabras,
exánimes sus rostros en la fotografía,
ciudad amalecita que el furor salomónico ha de poblar
de bronces,
ya no serán si van a ser de todos.
Fueron sueño sin tregua, delirio sin cuartel,
amor a muerte fueron y perdí.
* * * * *
Día veintisiete, Jacob y el mar
Qué hermosa eres, Diablo, como un ángel con sexo pero
mucho más despiadada,
cuando te llamas alba y mi noche es más noche de esperarte,
cuando tu pie de seda se clava de caprina pezuña en mi
abstinencia,
cuando si eres silencio te rompes y en mis manos repican
a rebato tus dos senos,
cuando apenas he dicho amor y ya en el aire está sin boca
el beso y la ternura sin empleo aceda,
cuando apenas te nombro flor y ya sobre el prado ruedan
los labios del clavel,
cundo eres poesía y mi rosa se inclina a oler tu cifra y te
me esfumas.
Mañana habrá en la playa otro marino cojo.
* * * * *
Día veintiocho, Final
Mañana. Acaso el sol golpea en dos ventanas que entran
en erupción.
Antes salen los indios que pasan al mercado tiritando con
todo el trópico a la espalda.
Y aún antes
los amantes se miran y se ven tan ajenos que se vuelven
la espalda.
Antes aún
ese ángel de la guarda que se duerme borracho mientras
allí a la vuelta matan a su pupilo:
¿Qué va a llevar más que el puñal del grito último a su
Amo?
¿Qué va a mentir?
"Lo hiciste cieno y vuelve humo pues ardió como Te amo."
Tal vez mañana el sol en mis ojos sin nadie,
tal vez mañana el sol,
tal vez mañana,
tal vez.
Bogotá, 1942
Allá en mis años...
Allá en mis años Poesía usaba por cifra una equis,
y su conciencia se llamaba quince.
¿Qué van a hacer las rosas
sin quien les fije el límite exacto de la rosa?
¿Qué van a hacer los pájaros (hasta los de cuenta)
sin quien les mida el número exacto de su trino?
Ahora pájaros y rosas tendrán que pensar por sí mismos
y la vida será muchísimo más sin sentido.
Como la esclava que perdió a su dueño
(y tú eras su amo y él tu esclavo),
así irás Poesía por las calles de México.
***
Diatriba
Sin una cosmología, una cosmogonía
presentada ante los ojos
no se puede escribir ni una sola línea
no hay parte de ti que puedas separar
diciéndote: esto es un recuerdo, esto es una sensación
este es el trabajo que me importa, esto es como yo
me gano la vida
eso es todo, esto es un todo, siempre ha sido un todo
tú no lo “creas”
entonces no hay nada que componer, eres una presencia
eres un apéndice de la obra, el trabajo que proviene
que cuelga desde el cielo que has creado
cada hombre / cada mujer carga un cielo dentro de sí
y las estrellas en ello no son estrellas en el cielo
sin imaginación no hay recuerdos
sin imaginación no hay sensación
sin imaginación no hay no hay voluntad ni deseo
la historia es un arma viviente en tus manos
y la has imaginado, así es como lo
“descubres por ti mismo”
la historia es el sueño de lo que puede ser, eso es
la relación entre las cosas en una continuidad
de la imaginación
lo que descubres por ti mismo es lo que eliges
fuera de un mar de posibilidades infinito
nadie puede habitar tu mundo
la base de la imaginación
no es la soledad sino la intrepidez
el discurso es una cinta de vídeo de la película
/del juego de sombras
aunque las marionetas están en tu mano
tus contraataques en un ajedrez multidimensional
que es adivinación
y estrategia
la guerra que importa es la guerra contra la imaginación
todas las demás, se subsumen a ella
la hambruna terminal es la inanición
de la imaginación
para estar seguros, es la muerte, pero los muertos vivientes
buscan habitar el mundo de alguien más
la claustrofobia terminal es el silogismo
la claustrofobia terminal es “todo suma”
nada suma y nada se queda por
algo más
LA ÚNICA GUERRA QUE IMPORTA ES LA GUERRA CONTRA
LA IMAGINACIÓN
LA ÚNICA GUERRA QUE IMPORTA ES LA GUERRA CONTRA
LA IMAGINACIÓN
LA ÚNICA GUERRA QUE IMPORTA ES LA GUERRA CONTRA
LA IMAGINACIÓN
TODAS LAS DEMÁS, SE SUBSUMEN A ELLA
No hay escapatoria de una batalla espiritual
No hay manera que puedas evitarla tomando partido
No hay manera de que no puedas tener una poética
no importa lo que hagas: gasfíter, pastelero, profesor
lo haces en la consciencia del crear
o no crear tu mundo
tienes una poética: caminas hacia el mundo
como un traje de fábrica
o te grabas en la luz
tu cielo se derrama en la forma de tu habitación
en la forma del poema, de tu cuerpo, de tus amores
una vida de mujer / una vida de hombre es una alegoría
entiéndelo
No hay escapatoria de una batalla espiritual
la guerra es la guerra contra la imaginación
no puedes firmar como objetor de consciencia
la guerra de los mundos se sujeta aquí, ahora mismo, en el equilibrio
es una guerra por este mundo, por preservarlo
un valle donde nacen las almas
el gusto en nuestras bocas es el sabor del poder
y es amargo como la muerte
tráete a ti mismo a casa, entra al jardín
el tipo en la puerta con la espada en llamas eres tú
la guerra es la guerra por la imaginación humana
y nadie puede combatirla, pero tú / y nadie más puede pelear por ti
la imaginación no solo es sagrada, es necesaria;
no solo es feroz, es práctica
es vasta y elegante
seres humanos mueren cada día por su falta
el intelecto significa “luz de la mente”
no es discurso ni siquiera lenguaje
el sol interior
la polis está constelada alrededor del sol
el fuego es el centro
Trad. Nicolás López-Pérez
+ Diane di Prima (Brooklyn, 1934) escritora y artista estadounidense. Conocida como una de las voces femeninas más fuertes de la generación beat. Sus poemarios más famosos son “Cartas revolucionarias” (1971) y “Loba” (1978), en los que se aprecia tanto un viaje introspectivo como un fuerte sentimiento de protesta social.
Abrir y cerrar
las puertas de la ignición
de una tierra de un mundo
las páginas de un libro ajeno
los golpes del amanecer
fragmentos contra la ruina
y la conciencia, un momento fúnebre
El mapamundi se ajusta a lo que dijo el cartógrafo
donde los hombres muertos perdieron sus huesos
se bautizan las primeras ciudades
el origen corresponde a un temperamento
y los temperamentos son territorios y geografías
globos terráqueos afilando lápices
banderas, capitales y gente inventando la vida
cuando las ciudades son inventadas
su historia nos hace sentido
como Martin Behaim brindando junto a Cristóbal Colón
Nos hacen sentido las cosas que siempre han estado ahí
El fin de la geografía,
azuzada por la melancolía de un rey
y la porfía de un viajero imaginario
lugares imposibles se hablan
tan verosímiles como desde el que lees,
todos los momentos son creados
a cada palabra esputada;
boca de la tierra
una escopeta de la que me toca morir
ciudades confusas
ciudades y muertes
ciudades y signos
verdades guturales
cualquier ciudad es todas las ciudades juntas
separadas
trastornadas
en deseos que nacen al mirar un mapa
las ciudades reciben viajes
en la medida que los viajeros sufran
o en que los mapas pueden ser heridos a muerte
el viaje y el recuerdo
historia natural de una poesía propia
El comienzo de la geografía,
propiciado por los primeros vagos
más allá de las palabras, las experiencias
tan verosímiles como la que vives al leer esto
todos los momentos son destruidos
a cada silencio entre oraciones;
vulva de la tierra
habitaciones sordas en que me toca dormir
las ciudades están en mi barrio: son los pasajes
un turista rechaza el sentimiento
el viajero tiene la carga de adorar cada nombre
el viaje y los fantasmas literarios
son la poesía ajena de una historia propia
las ciudades son inventos de los extranjeros
como respuesta a su vagabundeo permanente
(Fuente: La poesía alcanza)
Vuelo del Corazón
Escucha, corazón mío, ¿qué vas a hacer?
Hay cinco perros heridos y un sordomudo
Todos ellos con exigencias para ti.
Me construiré una torre de cobre
Con cuatro salidas y ninguna entrada
Pero la gloria es mía, mío el poder.
¿Y si la torre temblara y cayera,
Con tres golpes bruscos y una gran explosión?
¿Qué harías entonces?
Cuando el techo de la bodega se derrumbe,
Con un destello azul y nueve huesos viejos
¿Cómo salvarás tu pellejo, corazón mío?
Volveré a donde pertenezco
Con un pie primero y ambos ojos ciegos
Volveré a donde pertenezco
Al pre-ser de la humanidad.
Flight of the Heart
Hear, my heart, what will you do?
There are five lame dogs and one deaf-mute
All of them with demands on you.
I will build myself a copper tower
With four ways out and no way in
But mine the glory, mine the power.
And what if the tower should shake and fall
With three sharp taps and one big bang?
What would you do with yourself at all?
I would go in the cellar and drink the dark
With two quick sips and one long pull,
Drunk as a lord and gay as a lark.
But what when the cellar roof caves in
With one blue flash and nine old bones?
How, my heart will you save your skin?
I will go back where I belong
With one foot first and both eyes blind
I will go back where I belong
In the fore-being of mankind.
–
–
Extraído de Selected poems, by MacNeice, Louis, 1907-1963; Longley, Michael, 1939-
Publication date 1990 | Publisher Winston-Salem, N.C. : Wake Forest University Press | Traducción de Juan Arabia, Buenos Aires Poetry, 20201.
LAS GAVIOTAS
Vienen en la mañana los cantos débiles de las gaviotas,
nieve y dardos son para el aire sus voces serenas.
¡Tiernamente te llaman! En el viento de los pantanos
con el brazo las saludas a su paso como absortos aeroplanos.
Y ya lejos más allá de la orilla del río que se encorva,
las ves perderse en la azul niebla baja de los sauces
contracorriente. La libre memoria de aquellas frágiles
alas aún te palpita en los ojos grises, te turba.
I GABBIANI
Vengono nel mattino i canti esili dei gabbiani,
neve e dardi sono per l’aria le loro voci serene.
Teneramente ti chiamano! Nel vento delle golene
col braccio li saluti al passaggio come assorti aeroplani.
E già lontani oltre l’argine del fiume che s’incurva,
li vedi perdersi nell’azzurra foschia bassa dei salici
controcorrente. La libera memoria di quelle fragili
ali è ancor qui che ti palpita nei grigi occhi, ti turba.
DESDE QUE
Desde que
he decidido no responder
nunca más
a una carta tuya
ninguna otra carta
he podido ya
ni siquiera abrir
Dejo
que vengan
que me caigan en torno
que yazgan ahí abajo a mis pies
invertidas y pendientes
calladas
como yo como ahora mi
vida
DA QUANDO
Da quando
ho deciso di non rispondere
mai più
a una tua lettera
nessun’altra lettera mai
ho più potuto
nemmeno aprirla
Lascio
che vengano
che mi cadano attorno
che giacciano laggiù ai miei piedi
capovolte e inevase
zitte
come me come ormai la mia
vita
PASO VELOZ COMO EL VIENTO
Paso veloz como el viento por la orilla
izquierda del Magra donde el viento despeina
la copa de los sauces donde los blancos
brazos de los álamos gritan mudos
en la luz
obvios comediantes los unos y efímeros
eternos comicastros de nada los otros
¿De mí y de ti qué más quedará
en los ojos de quién nos haya visto?
Una imagen así
un flash y
basta
en suma nada
PASSO VELOCE COME IL VENTO
Passo veloce come il vento lungo la riva
sinistra del Magra dove il vento scompiglia
le chiome dei salici dove le bianche
braccia dei pioppi gridano mutamente
nella luce
ovvii commedianti gli uni e gli altri effimeri
eterni guitti da niente
Di me e di te cos’altro rimarrà
negli occhi di chi ci avrà visti?
Un’immagine così
un flash e
basta
insomma niente
Traducción de Carlos Vitale
(Fuente: Santa rabia magazine)
Me encontré dentro de una maciza concha de hormigón
iluminada por tubos de vidrio, con aire bombeado, con
pisos unidos por escaleras en movimiento.
El espacio lo llenaban las cosas que se compraron y fabricaron
en el siglo XX. Dispuestas en mostradores
o estantes.
Cientos de personas de ese siglo, enfundados en
sus trajes hechos a máquina,
cambiaban todo su precioso tiempo
por cosas.
Trad. Ada Trzeciakowska
I found myself inside a massive concrete shell
lit by glass tubes, with air pumped in, with
levels joined by moving stairs.
It was full of the things that were bought and made
in the twentieth century. Layed out in trays
or shelves.
The throngs of people of that century, in their style,
clinging garb made on machines,
Were trading all their precious time
for things.
(Fuente: Ada lírica)
Retrato inconcluso en la memoria
a Néstor Mux
Lo que me queda de vos
no
alcanza
a dibujar
un pálido identikit,
apenas una luz
sombría y el regusto
amargo
de lo incompleto,
lo que no
llega a ser
y por eso perturba.
No sé si estás aún
en
este mundo,
o te fuiste,
en la guerra impiadosa
de nuestra
pálida prehistoria,
sé que estuviste allí
donde ardía una
pasión
muy joven,
al borde de una foto
envejecida
de
donde te han borrado,
o te he borrado yo,
patético agente
de
un poder invisible,
como si fueses un peligro
para alguien
que
ha sobrevivido,
como yo,
y debe algunos pagos
no solo al
destino.
Ambiguo rostro
de quien, frente al arribo
al
puerto
de las maravillas
que esta vida aún sostiene,
persiste
en popa,
disimuladamente,
como un
testigo
silencioso,
pertinaz,
indestructible,
de la
estela que va
quedando
atrás.
Tus ojos
Si tus ojos,
solo tus
ojos,
no me hablaran,
nada me sostendría.
Nada de lo que
existe
resistiendo el vacío,
a contrapelo
de la entropía
devoradora
del tiempo.
Nada
de ese efímero fluir
al que
llamamos vida,
nada
de ese despertar
que suscita la
belleza
cuando nos sorprende,
nada
de ese impulso por
sembrar
en los desiertos,
nada.
Nada,
salvo tus ojos
y
el nítido recuerdo
de esos ojos
cuando ya no estás.
Recuerda
Ahora
que llegamos
a la orilla de la bonanza
y recuperamos
aliento,
recuerda
esas piedras oscuras
en el lecho del
río
donde nos apoyamos
para no ser arrastrados por la
corriente.
Recuerda,
tuvieron nombres propios
esos mojones
mudos.
En una travesía para el olvido
ofrecieron
un pequeño
sostén
desde el fondo
del agua.
(Los tres poemas pertenecen al libro Escaleno)
(Fuente: Calibán)
Mi caracol pregunta, “¿cuántos dedos te gustaría tener?”.
“Con los que tengo estoy bien”, digo. “Es lo que yo digo”, dice. Luego regresa a su casa; yo regreso a la casa que entiendo como mía. Parece que hoy va a suceder algo que no sucede.
El caracol que no es mío sueña un mundo sin casa. Libre de ángeles y de caballos. Y de reproducción ampliada del capital. Donde por treinta denarios podés comprarte el amor de esos caracoles que se contonean como estuches de sí mismos.
.
(Fuente: La Reconstrucción del deseo)
Mi babosa
«¿Y vos qué sabés hacer?», le dije a mi babosa. «Puedo ser un espejo». Le pedí que, si en verdad lo era, me reflejara. «Hay de distintos tipos», dijo. «Como el amor, hay unos que te devuelven poco. Y están los que te morís por miedo a ser apuntada con la luz de mi reflejo. Pero, ¿qué tan yo puede ser alguien? También podés morir en medio de un sueño».
La babosa que no es mía
Conocí tu casa, está llena de babosas. ¿Quién amontona más celos? Diste tu hipótesis sobre los ángeles que se distribuyen en equipos de manera poco democrática. Pero que al fin viven en una comunidad autosustentable. Margaritas y rosales. Si tu amor alimentara mis palabras, frenaría lo que te hace llorar.
§
El toro que no es mío
Después de hablar de amor, hay cosas que es mejor que estén a que no estén. Como la falsa modestia. Como ese programa del gobierno sobre la distribución del trigo. Volvé. Tu nariz húmeda contra mi sexo rojo. Los dos dejando a los toros pasar.
Mi toro
¿Le aconsejarías a alguien que apague un bosque con toallas mojadas de alcohol? ¿Que traiga una espumadera a un tiroteo? El toro enamorado de la luna, la vaca enamorada del toro. Una sola cosa nombrada de mil maneras.
§
La serpiente que no es mía
Te pregunté cómo perdiste las manos. «¿Quién sos es lo mismo que cómo perdiste las manos?» «Puede ser», dije. Dijiste: «No tengo manos porque no tengo piernas». Me puse a llorar. «No te lamentes, lo que puede perderse nunca lo quise».
Mi serpiente
Avanza callada, como un enorme tanque sin lavar. Como la presencia del enemigo. Mis tristezas son palabras. Y animales que buscan en nosotros lo que deben descubrir en ellos.
§
Mi sueño
Miro a mi vaca que alimenta a los terneros. «Tus cachorros son luminoscientes», digo. «No existe esa palabra», dice ella. Rompo en llanto. Ella toma mis lágrimas con la lengua rugosa de dendritas violáceas y las convierte en panes de jabón. «Perdón», dice, «qué voy a saber si existe luminoscientes».
En Mis animales y los que no son míos (Mágicas naranjas)
(Fuente: Jámpster)
¿Por qué ha desaparecido el paisaje?
“El tren ha llegado al final del trayecto,
lo ha detenido la fuerza de la hierba”.
¿Somos demasiados viajeros para este lugar?
“Os aseguro que a nadie le faltará
su zona secreta de bosque”.
¿Qué salvoconducto nos facilitará
la convivencia con los ya establecidos?
“Talaron el cerezo junto a mi casa
y me olvidé dónde vivía”.
¿Qué nuevas leyes deberemos incumplir?
“Hay un roble sin rango y sin historia,
al que no es necesario venerar”.
¿Qué haremos cuando nos hagamos preguntas,
apoyados de noche en las ventanas?
“No oiréis ni siquiera el motor de vuestra mente”.
¿La brisa transportará más gemidos que lamentos?
“Aquí sólo queda intimidad
en el envés de las hojas”.
¿A qué edad partiremos de regreso?
“Ahora mismo empezaréis a comprobar
que ya no queda nada que olvidar”.
Final de trayecto
Poemas (1980 – 2020)
Punto Rojo
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)