domingo, 2 de mayo de 2021

Santiago Aguaded Landero (Huelva, España, 1962)

 

 

ARBEIT MACHT FREI[1]



 

dedicado a Jorge Riechmann

 por su libro trabajar sin destruir.

 

 

La identificación entre capitalismo y realidad

 tiene como efecto convertir la vida en la auténtica forma de dominio.

 Pero si la vida funciona como una verdadera forma de dominio,

 a la vez, la vida misma se transforma en un campo de batalla.
Hoy, la vida es el campo de batalla.
(Santiago López Petit,

Breve tratado para atacar la realidad, p.19)

 

 

A LOS HOMBRES hay que enseñarlos a confiar en las instituciones: en el laboratorio/ en la lírica científica / en el laberinto bifurcado, hoy de bambú y mañana de barrotes. Hay que confiar en la mina donde las flores minerales son exprimidas hasta expulsar zumo de mercurio líquido/ hay que enseñarles a confiar en los laberintos de SAL donde habitan las sirenas de la gramática oficial.

 

 ¿Y A LAS MUJERES? ¿Hay que enseñarles también a competir?

 Sí, sobre todo si se mueven entre andamios académicos / y son alumnas aventajadas de la sintaxis espacial de los laberintos / y pasan de becaria a secretaria del departamento / en el breve lapso de un ciclo solar Tzolkin[2]. Hay que confiar en ellas. / Buenos maestros tuvo quien aún los obedece y bala, / quien utiliza en alucinada travesía el oscuro poder del conocimiento, porque el trabajo es… el pan de sus hijos.

 

Y YO, EL IMPOSTOR de la ciencia, maldigo la honra y la memoria, el deseo y el dolor fabricado / a costa de mi reputación trenzada en la flor de la locura o en la flor de la pereza. No trabajar para el enemigo: he ahí mi máxima. /¿Acaso es impostura/ mirar nítidamente las cosas que son las cosas, aunque sean invisibles? Mi maestro fueron el guardador de rebaños y el guardador de aguas. / Sin embargo, ellas, las flores del Mal, no buscan cosas invisibles que no den dinero, tampoco sabiduría, sino información oculta en lo diáfano: ellas hacen minería de datos, como Eva, la flor contable, dentro de su laberinto fiscal.

  

 LOS IMPOSTORES de la ciencia, como yo, / engañan a quienes truecan llanuras por abismos.  El verdadero impostor precipita los verbos / en el caldero de los conjuros / y luego se bate en retirada / con el olor del patíbulo a cuestas. /  Sus delirios y sus lamentos imponen un nuevo orden / en los escenarios académicos: / nunca admite a los oráculos de la farsa hipócrita y fingen pusilánimes el afecto en los aniversarios de los jubilados/. El verdadero impostor necesita ceñir la fantasía y la ilusión. /  Es adicto a la victoria que parece derrota;  amaestra perros de aguas que les lavan sus sentencias/  y no se contagian de la mortecina palidez del poder / que usa aforismos adulterados como: "el poder es el mejor afrodisíaco".

 

EL PODER sólo tiene amores protagonizados por las reglas de la tristeza y de la obediencia. ¿Serás tú, voluble lis, otra flor del Mal o una flor de la Elocuencia (Zoraida)? Ojalá los restos de tu corola fuesen devorados por los escarabajos de las dunas. Abajo el poder de la luz del conocimiento y su lenguaje especular/encriptado. Arriba las tinieblas del poder de la poesía: el saber definitivo.


SAL, Editorial El burro verde, Moguer, (2012). Agotado



[1] El trabajo te hará libre. Leyenda a la entrada de diversos campos de concentración nazis..

[2] Es decir el año de 260 días de los mayas, ni siquiera un año solar occidental.

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

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