domingo, 30 de mayo de 2021

Salvatore Quasimodo (Italia, 1901 - 1968)

 

 

dos poemas
 

1-
¿Y cómo podíamos cantar nosotros
con el pie extranjero sobre el corazón,
entre los muertos abandonados en las plazas
sobre la hierba helada,
escuchando el lamento de cordero de los niños,
el grito negro de la madre
que corría hacia el hijo
crucificado en un palo de telégrafo?
A la sombra de los sauces
dejamos nuestras cítaras;
oscilaban leves bajo el triste viento. 
 
 
2-
Se adivinaba la estación oculta
por la ansiedad de las lluvias nocturnas,
por las variaciones en los cielos de las nubes,
leves cunas undosas;
y yo estaba muerto.
 
Una ciudad suspendida en el aire
era mi último exilio,
y a mi alrededor me llamaban
las suaves mujeres de un tiempo,
y mi madre, rejuvenecida por el transcurso de los años,
su dulce mano escogiendo rosas
ceñía mi cabeza con las más blancas.
 
Fuera había llegado la noche
y precisos seguían los astros
ignotos caminos en curvas de oro
y las cosas ya fugitivas
me conducían a rincones secretos
para hablarme de jardines completamente abiertos
y del sentido de la vida;
pero a mí me dolía la última sonrisa
 
de la joven mujer echada entre las flores.
 
 
***
 
(Fuente: Hugo Toscadaray)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario