… Mientras, el tiempo busca en los directorios a quién llama
esta vez.
El hospital que recluta con una herida en la faringe.
. .«Polígono de experiencias», homenaje al tempus fugit,
. . patera hacia la hipótesis de un después mejor.
El hospital: monumento a la segunda oportunidad.
«Sólo a los terminales —me repito— se les llenan de arena
. . los pulmones. Sólo a los terminales».
Reseca y última desnudez.
. . . CUATRO TIEMPOS
. . I
Se derramaba la vida por los lados y enjambre de delfines
. . sorprendidos.
Pensaron que era el mar y su aridez los tomó por sorpresa.
. . Los pentágonos (nadie los había avisado) no son
. . habitaciones confortables, excepto para tres abejas que
. . recorren con su lengua el ansia de lo dulce. Altivez
. . geométrica.
Pensaron que era el mar, tanta ola incendiada. Los
. . pentágonos no hacían el entorno más habitable y
. . nadaron por superficies blancas de aquella espuma
. . anfitriona.
Pensaron que era el mar, pero dónde la marea y su sintaxis.
. . Avance o matadero. El celibato del crimen se impuso a
. . la evidencia y la paradoja a la luz de las luciérnagas.
. . Con todo, uno de ellos se adelantó. Pensó que era el mar o
. . el engaño infantil de quien nunca cae enfermo. Creía
. . haber visto crustáceos en los márgenes. Epicentro de
. . volcanes sin cráter, ardor de moléculas reticuladas.
. . Surcó los saladeros, pero oxígeno expatriado. Adelantó
. . algunas leguas y ni el más perspicaz de los observadores
. . lo habría visto pararse.
Creyó que era el mar y su bandera sin barras ni yugos. Lo
. . confundieron con un hombre y fue poca la sangre
. . vertida. La sal absorbe las huellas y al cabo de unos
. . minutos todo quedaba igual. Arrecife de la devastación
. . o peñasco con hueso reciente.
Se derramaba la vida por los lados…
. . . II
En qué se distingue un pájaro del nido, el gris de otro gris
. . que al ser más vertical carece de trastornos.
Aprobó entonces el cielo que, sin cláusulas ni condiciones,
. . pudiera emerger hacia abajo su autonomía.
Se derramaba la vida por los lados y en medio de la
. . hecatombe nació un río de arena. Arenario hecho
. . carne, vidrio perplejo. Todo se mezcla cuando se
. . intuye la catástrofe. El planeta descifra sus códigos
. . y el ADN del viento se jacta de ser sin ser; llanto
. . invisible.
Acércate y escucha cómo se mueve la tierra.
Se derramaba la vida por los lados y fue allí y entonces donde
. . creció, sin más motivo que la sucesión de otra cruzada,
. . un árbol, el canon de lo vegetal, la organización
. . anónima de lo idéntico.
¿Lo idéntico? No hay biografía igual a otra. Abre bien los
. . ojos y verás qué derroche de púas contrarias, qué
. . sarampión de grises el invierno.
Se derramaba la vida por los lados y cinco meteoritos
. . festejaron al llegar la mañana el ímpetu irreverente de
. . la espina, el recelo hecho estrategia.
. . . III
La manera de fabricar espacios íntimos narra el curso de la
. . historia. No fue el verde o la densidad del pleistoceno.
. . Antes de que el presente concluyera ya existía este
. . paisaje de franjas.
Ni el sol se atrevía a consagrarlo y sólo la luna aceptó, con
. . el ímpetu de sus articulaciones, el reto de alentar
. . crecientes mareas de sal.
Se derramaba la vida por los lados y sólo montañas, aunque
. . alguno dijo que al fondo podía escucharse la memoria
. . de dos mares gemelos. Las olas que no rompen se
. . enquistan en la orilla o el subconsciente azul de todos
. . los ahogados.
Dólmenes, monolitos, círculos donde hablar con la tierra de
. . tú a tú.
No hay emisarios suficientes para tanta angustia erigida. Las
. . piedras enardecen a los hombres, que hacen con ellas
. . cabañas o escudos a partes iguales. La intersección del
. . «contra» y el «con», las vicisitudes del miedo. El círculo
. . serena horizontes pues en la curva se pierde cuanto la
. . recta tiene de lanza.
Se derramaba la vida por los lados, pero dios nunca llegó.
. . Ellos siguieron construyendo, con la fe de una noche
. . sin puertas, círculos o entradas a ninguna parte,
. . accesos pétreos a lo subconsciente, letanías minerales,
. . superficies acaso de un cerebro incendiado.
Tanto himno ¿para qué? ¿Para quién tanto ofrecimiento? No
. . importaba el destino sino obrar. La nieve imaginada
. . por tantas manos frías. Las arañas dejaron de tejer sus
. . fastuosas telas porque nadie se ahorcaría allí. Pero era
. . importante estar, permanecer en guardia ante un cielo
. . sorprendido por no tener mensaje alguno.
¿Quizá era una broma, el sarcasmo de lo trascendente vestido
. . de niñería? Da igual. La elipsis o la clave perenne de
. . todas las cerraduras.
. . .IV
La incomunicación, el sigilo del tiempo o la sordina de la
. . experiencia. El nadie o la clave de todas las cerraduras.
. . Pero la vida se derramaba por los lados y no se
. . supo nunca por cuántas leyes de Newton o círculos
. . de Galileo se dirimió que el hombre observaría su
. . alrededor, por cuántos pronósticos de Kepler admitió
. . que habría de morir, por cuántos barrotes salados el
. . renacer anónimo de tanta vitalidad…
En Historial (Ediciones Calambur, 2017)
(Fuente: LauraGiordani.blog)
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