domingo, 30 de mayo de 2021

Emilio Adolfo Westphalen (Lima, Perú, 1911 - 2001)

 

 

SOBRE EL SUEÑO

 
El sueño no es un refugio sino un arma. Los malos instintos de libertad danzan su ronda diabólica.
¡Fuera la conformidad, la resignación, la medianía!.
En su esputo negro ahóguense los bellacos, los explotadores, los que aprovechan la miseria de los más y la maldita clerigalla, y el abominable espíritu religioso y los fantasmas cristianos y los mitos del capital y la familia burguesa y la patria infamante.
 
La libertad del hombre, es decir, el sueño acuñado en la realidad, la poesía hablando por la boca de todos y realizándose, concreta y palpable, en los actos de todos.
 
 
 
 

EL MAR EN LA CIUDAD 

 
¿Es éste el mar que se arrastra por los campos,
Que rodea los muros y las torres,
Que levanta manos como olas
Para avistar de lejos su presa o su diosa?
¿Es éste el mar que tímida, amorosamente
Se pierde por callejas y plazuchas,
Que invade jardines y lame pies
Y labios de estatuas rotas, caídas?
 
No se oye otro rumor que el borboteo
Del agua deslizándose por sótanos
Y alcantarillas, llevando levemente
En peso hojas, pétalos, insectos.
¿Qué busca el mar en la ciudad desierta,
Abandonada aun por gatos y perros,
Acalladas todas sus fuentes,
Mudos los tenues campanarios?
La ronda inagotable prosigue,
El mar enarca el lomo y repite
Su canción, emisario de la vida
Devorando todo lo muerto y putrefacto.
 
El mar, el tierno mar, el mar de los orígenes,
Recomienza el trabajo viejo:
Limpiar los estragos del mundo,
Cubrirlo todo con una rosa dura y viva.
 
***
 
(Fuente: Hugo Toscadaray)

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