viernes, 28 de mayo de 2021

Nika Turbiná (Yalta, 1974 - Moscú, 2002)

 

 


 

La voz

 

Por las avenidas del parque,

como una canica de cristal,

tu voz vibrante

se me adelanta.

Corre por los techos,

entre las hojas,

en el susurro del otoño

encuentra su música.

Frena de golpe

junto a ese banco

donde hay

un farol roto.

La risa de tu canica de cristal

lanza chispas

y de pronto el farol roto

se ilumina.

 

(1981)

 

 

 

El nacimiento del poema

 

Son pesados mis poemas:

piedras cuesta arriba.

Las llevaré

hasta el pie del monte,

caeré con el rostro en la hierba

no habrá lágrimas suficientes.

Romperé la estrofa

y llorará el verso.

La ortiga

se clavará con dolor

en mi mano.

La amargura del día

se convertirá en palabras.

 

(1982)

 

 

 

 

Mis poemas

 

Mis poemas se parecen

a un manojo de hilos

enredados por un niño.

Por la mañana intento

separarlos en hermosos ovillos.

¡Pero qué tarea absurda!

Ya al atardecer,

el piso, la pared, la calle, las casas,

todo confundido.

Mis poemas se parecen

a un largo manto de varios colores.

No, al camino

por el que haré rodar

mi ovillo, mi siglo...

Que un niño enrede los hilos,

no es posible ir por un camino recto.

Y con sólo un color no se puede

llenar el mundo entero.

Que mis palabras sean un acroíris.

 

(1985-1987)

 

 

  En  La infancia huyó de mí.

 

    Trad.  Natalia Litvinova 

 

(Fuente: Eterna cadencia)

 

 

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