HAY QUE PARAR EL MUNDO
Tenemos que parar el mundo hasta conseguir que la codicia pague con su vida este delirio.
Tenemos
que pararlo, es urgente, los muertos se amontonan en desiertos, en
selvas, en patrias sin tierra. Se amontonan fríos con las balas
incrustadas en la nuca, en la frente, en la espalda.
Se
amontonan los cuerpos reventados de trabajo, reventados de miseria,
reventados de la violencia que a todas horas nos gobierna.
Hay que parar el mundo, no dentro de un rato, no mañana, no cuando llegue la primavera, hay que pararlo ahora mismo.
Detener la sangre que cada segundo se derrama.
Hay que pararlo, como sea.
Incendiando las palabras viejas, disparando a bocajarro desobediencia,
bombardeando sin descanso verdad sobre todas las cabezas.
Hay que pararlo ahora mismo para que no haya más asesinos en serie camuflados entre el oro y las armas.
Para que no haya traficantes de carne humana.
Para que no haya gobiernos matones.
Hay que parar el mundo, joder.
Hay que pararlo.
NO SOY VULVOPARLANTE
Soy mujer.
Formo parte de esta mitad de la humanidad explotada e ignorada desde el principio de los tiempos.
Cuando miro el mundo veo que la injusticia se ensaña aún más con nosotras y que es mayor nuestra pobreza.
Pero
no voy a hablar de esto, de los siglos de infamia, ni de las
violaciones, ni de la invisibilidad de las mujeres importantes de la
historia.
Quiero
deciros que, aunque muchas y muchos quieran últimamente cambiarnos de
nombre, decirnos lo que somos y no somos, explicarnos con detalle
sentimientos y discriminaciones… no soy “vulvoparlante”, aunque tenga
vulva ni soy “persona que menstrua”, aunque menstrúe casi todos los
meses.
Llamarnos así me parece un ataque, un intento poco sutil de arrancarnos el significante para hacer desaparecer el significado.
De dejarnos en pelotas, de humillarnos.
Soy
mujer y en este “mujer” del que yo hablo hay sitio para todas, para las
trans y no trans, para las que aman de una forma u otra.
Pero
si me alguien me preguntara qué soy además de mujer y de poeta,
responderé siempre que sobre todas las cosas soy de la clase
trabajadora.
SOSPECHO QUE SOY TERRORISTA
Yo antes no era así, vivía feliz mirando tele, trabajando en precario, leyendo poco.
Bebía
cervezas, masticaba chicle, iba de compras, saludaba al jefe... Todo
iba bien. Pagaba mis deudas , soñaba con que me tocara la lotería, con
ir de vacaciones, con estar un día completo en la cama, en fin, cosas
sencillas, compraba el periódico los domingos, saludaba de lejos a las
vecinas, felicitaba las navidades a mi familia, todo bien , todo
correcto.
Pero
últimamente no sé qué me pasa, no sé cuando empezó todo, no sé,
ciertamente, si el inicio estuvo en la ley de partidos, o fue antes, no
sé si se agravó mi crisis con las detenciones, no sé verdaderamente si
tuvo la culpa Bush o Aznar o Garzón o Marlaska, no sé si es por la
censura, por la tortura o por la manipulación. No sé si tiene algo de
responsabilidad en mi situación, Palestina o Irak o Guantánamo o Soto
del Real, no sé si es porque llevan esposados a los jóvenes, a los
emigrantes, a los disidentes, no sé si es por las huelgas de hambre, por
los muertos de hambre, por los muertos de pena.
No sé si es por tanta mentira, por tanto descuartizador, por tanto mercader, por tanta impunidad, por tanta mordaza a sueldo.
Sospecho
que soy terrorista. He empezado a respirar sin pedir permiso, a pensar
sin pedir permiso, a hablar sin pedir permiso y esto dicen, es el peor
de los síntomas en una sociedad aterrorizada como la nuestra donde la
palabra es la peor de las amenazas.
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