SIRIO
Desde la estrella que asoma en la montaña
(Al fondo del desierto que de cierto no lo es):
La cara luminosa del Niño sobre el seno,
Desde Sirio, Osiris, Isis y Belén
Desde el vértice del vórtice, el vér-tigo brillante
De la pirámide de la mágica estación
Desde el hilo dorado del tiempo el río del Nilo
Desde El Padre, la Virgen y Jesús
O Quetzalcóatl, Tonantzin, Zeus y Orfeo
Desde el inframundo, desde la casi nada
(Que es la nada y el todo)
Igual que Ariadna tejiendo la luz sobre el Vacío,
Donde no hay sonido
Y por lo tanto luz (sólo destellos de murmullos
La sola vibración de Sol desde una cuerda)
Que llega hasta ti para decirte con su llaga
Luminosa que la nada ni se crea ni se destruye
Sólo renace transformada. Que el mal parte del bien
Y viceversa (el verso labra el hueco
Surco de ida y vuelta, tejer de nuestra Madre
La estrella que hila con su luz a nuestro abrigo
El Sentido) y que con cada renacer
De la palabra del Solsticio (otra contradicción
En apariencia, como la luz más bella saturnal)
Tú eres quien decide qué camino
De luz y oscuridad deshebrarás
Qué agua andarás, dulce o salada
El frío o el calor, el odio y el amor.
Lo que se ve (y se revela) es el Sonido, es el Sentido,
Son ido hasta la cueva de su nido: La Voz de la creación.
Sirio (o iris), si ríO es por tu Luz.
En De polen. Buenos Aires poetry, 2019
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