domingo, 2 de mayo de 2021

Manuel Ruiz Amezcua (España, 1952)

 

 

Instrumento de locura 

tranquilo como la noche. 

Impaciencia turbia y mala 

que, indiferente, responde.


Fría ausencia perseguida 

 entre abrazos consagrados 

de mirada venenosa. 

Fragilidad de la vida.


Perfiles nunca precisos. 

Paisajes desde la sangre 

azuzándome en los ojos 

la claridad de su cauce.


Odio cansado de esperas

a la sombra de mi cuerpo. 

Manos que nunca saciaron 

la plenitud de su sueño.


Perfiles nunca precisos. 

Fragilidad de la vida.

Fría ausencia perseguida

y triste verdad que miente.

 

***

 

 

Como la sombra de un sueño,

dormida en rabia celeste,


el mundo amanece mudo,

sin ojos que lo contemplen.


Todo lo que abraza el cielo

de este día indiferente,


se resume en el desprecio

del abismo de mi mente.


Martirio del pensamiento,

el corazón de la noche

no termina en el misterio


ni en la aurora que lo esconde.


Intrusa carne baldía

torturada por el tiempo,

atizada por la nada


y ofrecida en el silencio.


La piedad nunca buscada

y encontrada para siempre.

El clamor de sus atajos.

Sus caminos sin presente.


***


Como lo más difícil de este mundo 

aman, con la alegría de tu cuerpo,

las cosas que regresan del destierro.

 

Tu boca rabiando por mi boca. 

Tu carne por mi carne.

 

Tus labios restregándose en mi cuerpo.

 

Como lo más hermoso de la vida,

tus ojos que me llaman en silencio.

 

 

 

En Una verdad extraña (poesía 1974 - 2021). Ed. Comares, 2021

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

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