Gastrosofía para salvar / terminar el mundo
A Joy Harjo
MI MADRE vivió en la cárcel de su cuerpo.
Ella me dijo: “el mundo comienza en la cocina”.
No importa lo que comamos “cerdo o flores,
siempre estamos completando un círculo un vínculo”.
Paracelso dijo: “lo que comes eres”.
En el carbón de la cocina está la lluvia del pasado.
En la mesa está la carne de antiguas mordeduras
y nuestros huesos asumen la reumática pesadumbre del alma.
En la mesa está el pan desnudo
de aquella luz sorbiendo el frío de la noche inflamada.
En la mesa está el mar exhausto de sardinas y sirenas.
En la mesa está el negro aceite de la tierra.
En la hamburguesa del macdonald
está el fragor de la selva sin apenas ranuras para el sueño
En la mesa está la oscura gravedad de la luna, la sangre
que cierne sus símbolos sobre la sombra de tus ojos,
En la mesa está el estrepito rutilante de la luna llena de lamentos;
el intangible enigma de tanta realidad (in)soportable.
En la mesa están los calostros del sol nutriendo tus irisados labios.
En la cocina está el frío acondicionado que calienta el planeta.
En la mesa de mármol está la excelsa roca
abierta como un grito en gótica penumbra.
En la mesa está el rumor omiso de la muerte animal.
En la mesa está el jinete hambriento de corazones y sediento de sangre
Acaso el mundo no acabe en la mesa de la cocina.
pero sí acaba en la memoria oculta del paisaje perdido.
El mundo terminará con agua o con fuego,
con la misma materia del origen, compacto herraje
para párvulas bocas hambrientas de sustancia.
El mundo terminará lleno de lágrimas
cuando el último hombre dé el último mordisco
a su mujer muerta.
(Inédito, 2012, a publicarse en mayo de 2013 en la antología Alquimia de la tierra).
(Fuente: Letralia)
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