El asesino del chico que se movía demasiado
«Nunca he sido detenido antes
ni sancionado, ni procesado.
Vivo con mis tíos y cuatro primas.
La situación económica de mi familia
es desahogada.
Sí, claro, estoy estudiando
el graduado escolar.
No, no milito
en ningún partido político
ni central sindical.
Estuve en Fuerza Joven,
rama juvenil de Fuerza Nueva.
Aquel 13 de septiembre acudí al Retiro
junto a otros nueve conocidos
a una acción de hostigamiento.
En varias ocasiones
habíamos sido asaltados
por gentuza que nos robaba
lo que llevábamos encima.
Los bateadores nos habíamos unido
por nuestras ideologías de derechas
pero no teníamos ningún fin político.
Cuando acudimos al Retiro
a realizar la limpieza
no pensamos que pudiera resultar muerta
una persona, y supongo
que, debido al nerviosismo,
nos cegamos y no llegamos a ver
el alcance de nuestro acto.
Era como los mangos
de los instrumentos de labranza.
Los teníamos ocultos
bajo el balcón de un primer piso
en unos bloques de viviendas
de la calle Poeta Esteban Villegas.
Subimos por una rampa
y avanzamos hacia la cuesta
que da al paseo de Coches del Retiro.
Cuando yo llegué
el chico ya estaba en el suelo
recibiendo golpes de todos.
Ignoro en qué sitio del cuerpo le pegué
se movía continuamente.
Hubo un golpe final
no sé si mío o de otro
hizo que se convulsionara
repentinamente
y quedara inmóvil.
Llevo guantes negros hasta en verano.
Las manos me sudan.»
La noche se ata alrededor
de las farolas del Retiro
su aurea nívea retiene el vuelo
de los insectos infernales.
En Conservar al vacío
Ediciones Trea
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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