El viejo Whitman, a la sombra de un almendro
Dinamitarme el corazón, con la luz de esta mañana,
sería poca cosa, frente a tanto amor.
Los hombres, los hombres van camino a casa,
regresan de la diaria tarea en el campo
y no hay desaliento en ellos, ni rechazo.
La suave templanza los anima.
Dinamitarme el corazón, con la luz de esta mañana,
sería poca cosa, frente a tanta vida.
Hay días, que me siento como la constelación de géminis,
porque yo soy el otro también, a cada instante.
Ahora estoy viendo a tres muchachas negras,
que ríen calle abajo y cada una de ellas,
es como un templo de cobre labrado.
Todo esto me conmueve.
Mientras un mozo de caballeriza y su amada,
junto al río, semejan árboles rendidos.
sería poca cosa, frente a tanto amor.
Los hombres, los hombres van camino a casa,
regresan de la diaria tarea en el campo
y no hay desaliento en ellos, ni rechazo.
La suave templanza los anima.
Dinamitarme el corazón, con la luz de esta mañana,
sería poca cosa, frente a tanta vida.
Hay días, que me siento como la constelación de géminis,
porque yo soy el otro también, a cada instante.
Ahora estoy viendo a tres muchachas negras,
que ríen calle abajo y cada una de ellas,
es como un templo de cobre labrado.
Todo esto me conmueve.
Mientras un mozo de caballeriza y su amada,
junto al río, semejan árboles rendidos.
(Fuente: Segunda cita / Isla negra)
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