LA MANO
La miro. Es mi mano.
Distinta a la imagen que culturalmente poseo:
larga, dedos puntiagudos
y en las articulaciones exactitud matemática
de acuerdo al ritmo de Mahler, Yupanqui, Xenakis.
Mi mano cuadrada. Plana.
No están en ella ni el monte de Júpiter ni el de Venus ni el de la Luna.
Sí el mapa de siete generaciones que me preceden:
guerreros, labradores, albañiles, truhanes, hilanderas, modistas
apretando el terrón el puñal la sangre
el pañuelo empapado de sudor
la humilde violeta
el dedal el huso la baraja.
Mírala, bruja de todo alquimería,
quiromántica.
Mi destino no está escrito en las líneas de la mano,
está en el Universo.
Lo rigen el tiempo y el espacio:
la gigantesca espiral de la Historia:
ese milagro.
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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