Con los ojos cerrados
La primera vez no lo fue, ni las otras que siguieron
y como ninguna era igual todas fueron la primera,
aprendí a contener y desbordar mis labios
con el tiempo justo y en la edad perfecta
fui hierba fresca en el lugar equivocado
paraíso perdido en los pliegues de su falda.
La primera vez supe - quien lo probó lo sabe -
cómo duelen los besos que no lo son
las manos olvidadas, el frío compartido,
aprendí a perder
a sostener la mirada y cerrar los puños
aprendí a renunciar y entender mejor
la línea roja de las pequeñas transgresiones.
En ese bar donde ella cabalgaba sobre mis vaqueros
a golpe de San Francisco y Ducados
comprendí que siempre dos mejor que uno,
el dulce olor a sexo, con quince años recién cumplidos
en el envés de nuestra eternidad.
Y poco después, bajo el puedo prometer y prometo
entre carreras, amnistía y libertad
supe que el amor era de un color que no entendía de grises,
y eso nunca es fácil de encajar, porque a veces el gris
se lo come todo.
La primera vez no lo fue, así es de corto el olvido
sus brazos fueron otros, su beso un beso imaginado
no hubo adiós ni despedidas
mordió mi lengua y dijo: no seas tonto,
se besa con los ojos cerrados.
(Fuente: Voces del extremo)
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